Proverbios 8 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 36 versitos |
1 ¿No está llamando la Sabiduría y no hace oír su voz la Inteligencia?
2 En las cumbres más altas que bordean el camino, apostada en el cruce de los senderos,
3 al lado de las puertas, a la entrada de la ciudad, en los lugares de acceso, ella dice en alta voz:
4 "A ustedes, hombres, yo los llamo, y mi voz se dirige a los seres humanos.
5 Entiendan, incautos, qué es la perspicacia; entiendan, necios, qué es la sensatez.
6 Escuchen: es muy importante lo que voy a decir, mis labios se abren para expresar lo que es recto.
7 Sí, mi boca profiere la verdad, la maldad es una abominación para mis labios.
8 Todas mis palabras son conformes a la justicia, no hay en ellas nada retorcido o sinuoso;
9 todas son exactas para el que sabe entender y rectas para los que ha hallado la ciencia.
10 Adquieran mi instrucción, no la plata, y la ciencia más que el oro acrisolado.
11 Porque la Sabiduría vale más que las perlas, y nada apetecible se le puede igualar".
12 Yo, la Sabiduría, habito con la prudencia y poseo la ciencia de la reflexión.
13 El temor del Señor es detestar el mal: yo detesto la soberbia, el orgullo, la mala conducta y la boca perversa.
14 A mí me pertenecen el consejo y la habilidad, yo soy la inteligencia, mío es el poder.
15 Por mí reinan los reyes y los soberanos decretan la justicia;
16 por mí gobiernan los príncipes y los nobles juzgan la tierra.
17 Yo amo a los que me aman y los que me buscan ardientemente, me encontrarán.
18 Conmigo están la riqueza y la gloria, los bienes perdurables y la justicia.
19 Mi fruto vale más que el oro, que el oro fino, y rindo más que la plata acrisolada.
20 Yo voy por el sendero de la justicia, en medio de las sendas de la equidad,
21 para repartir posesiones a los que me aman y para colmar sus tesoros.
22 El Señor me creó como primicia de sus caminos, antes de sus obras, desde siempre.
23 Yo fui formada desde la eternidad, desde el comienzo, antes de los orígenes de la tierra.
24 Yo nací cuando no existían los abismos, cuando no había fuentes de aguas caudalosas.
25 Antes que fueran cimentadas las montañas, antes que las colinas, yo nací,
26 cuando él no había hecho aún la tierra ni los espacios ni los primeros elementos del mundo.
27 Cuando él afianzaba el cielo, yo estaba allí; cuando trazaba el horizonte sobre el océano,
28 cuando condensaba las nubes en lo alto, cuando infundía poder a las fuentes del océano,
29 cuando fijaba su límite al mar para que las aguas no transgredieran sus bordes, cuando afirmaba los cimientos de la tierra,
30 yo estaba a su lado como un hijo querido y lo deleitaba día tras día, recreándome delante de él en todo tiempo,
31 recreándome sobre la faz de la tierra, y mi delicia era estar con los hijos de los hombres.
32 Y ahora, hijos, escúchenme: ¡felices los que observan mis caminos!
33 Escuchen la instrucción y sean sabios: ¡no la descuiden!
34 ¡Feliz el hombre que me escucha, velando a mis puertas día tras día y vigilando a la entrada de mi casa!
35 Porque el que me encuentra ha encontrado la vida y ha obtenido el favor del Señor;
36 pero el que peca contra mí se hace daño a sí mismo y todos los que me odian, aman la muerte.

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Introducción a Proverbios


Proverbios

El libro de los PROVERBIOS reúne varias colecciones de refranes, comparaciones, máximas, enigmas y alegorías, puestas en su mayoría bajo la autoridad de "Salomón, hijo de David, rey de Israel" (1. 1). Tal atribución se debe a que la tradición israelita consideraba a aquel célebre rey como el "sabio" por excelencia. Según el primer libro de los Reyes, él "pronunció tres mil maximas" ( 1Ki_5:12 ) y su sabiduría "superaba la de todos los Orientales y toda la sabiduría de Egipto" ( 1Ki_5:10 ).
Dentro de esta amplia gama de géneros literarios, la expresión más frecuente y característica es el aforismo o dicho breve y agudo, que encierra una verdad útil para la vida. En algunos pasajes del libro de los Proverbios -como en otros Libros sapienciales del Antiguo Testamento- se perciben notables influencias de la antigua sabiduría egipcia y oriental, e incluso se encuentran en él varias sentencias de dos sabios extranjeros ( 1Ki_30:1-14 ; 1Ki_31:1-9 ). Esto pone de manifiesto el aprecio que tenia Israel por aquella sabiduría ancestral y su capacidad para asimilarla creativamente, haciéndola compatible con las exigencias de su propia fe.
La visión teológica expresada en el Libro es relativamente sencilla. El Señor es el Creador del mundo y todo lo ha hecho con sabiduría. Las huellas de esa sabiduría divina han quedado grabadas en cada una de sus obras. Por lo tanto, aquel que ponga todo su empeño en abrir los ojos a la realidad que lo rodea, encontrará el camino que lo lleva a la vida y lo libra de la muerte. Lo importante es buscar el orden establecido por Dios en el mundo y vivir en conformidad con él. Pero la adquisición de la sabiduría presupone ciertas condiciones morales. Una actitud específicamente sapiencial es prestar atención a las advertencias y exhortaciones de los sabios, que son los portadores de una experiencia acumulada a través de los siglos.
El ideal de estos sabios es descubrir y enseñar el arte de vivir bien. Lo que más les preocupa es guiar al individuo hacia la felicidad y el éxito en esta vida. Ningún aspecto de la actividad humana es indigno de su atención. De ahí que las personas de toda condición social encuentren en los Proverbios consejos adecuados a su edad o profesión: reyes, jueces y comerciantes, hombres y mujeres, pobres y ricos, jóvenes y ancianos. Con frecuencia se alude a las relaciones entre padres e hijos, entre marido y mujer, entre patrones y servidores. Su reflexión se extiende al ámbito religioso, moral, político y social, con el fin de encontrar para cada circunstancia una norma práctica fundada en la sabiduría.
El lector cristiano puede quedar sorprendido por el carácter aparentemente "profano" de la mayor parte de los consejos dados en el libro de los Proverbios, especialmente en las dos colecciones salomónicas (10. 1 - 22. 16; 25 - 29). Pero esta impresión pierde mucho de su fuerza si se tiene en cuenta la totalidad del Libro. Este se abre y se cierra con una alusión al "temor del Señor" ( I . 7; 31. 30), entendido como una actitud a la vez filial y reverencial con respecto a Dios, que no sólo es el Creador del mundo sino también el Dios de la Promesa y de la Alianza. El "temor de Dios", es el principio y la coronación de la sabiduría por la que debe regirse toda la conducta humana.
Otro aspecto desconcertante es el énfasis puesto en el propio interés y en el éxito personal como motivaciones del comportamiento moral. Estas motivaciones, lo mismo que la idea de una retribución meramente terrena de las acciones humanas, han quedado superadas por el Evangelio. Pero hay otras riquezas de los Proverbios que mantienen plena vigencia. El amor a la sabiduría, la preocupación por encontrarla y llevarla a la práctica en circunstancias concretas de la vida, la fe en la justicia de Dios y en el gobierno divino del mundo son valores permanentes, asumidos por el Cristianismo. De hecho, el Nuevo Testamento contiene numerosas citas del libro de los Proverbios: entre ellas, merece destacarse la que se refiere a la actitud paternal con que Dios corrige a sus hijos (Heb. l2. 5-6).

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas