Joel  1 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 20 versitos |
1 Palabra del Señor, que fue dirigida a Joel, hijo de Petuel.
2 ¡Escuchen esto, ancianos, presten atención, todos los habitantes del país! ¿Sucedió algo así en los días de ustedes o en los días de sus padres?
3 Cuéntenlo a sus hijos, y estos a los suyos, y ellos a la siguiente generación.
4 Lo que dejó la oruga, lo devoró la langosta, lo que dejó la langosta, lo devoró el pulgón, lo que dejó el pulgón, lo devoró el roedor.
5 ¡Despierten, borrachos, y lloren! Laméntense todos los bebedores de vino, porque el vino nuevo se les ha retirado de la boca.
6 Un pueblo ha subido contra mi país, un pueblo poderoso e innumerable; sus dientes son dientes de león y tiene colmillos de leona.
7 ¡El convirtió mi viña en una desolación e hizo trizas mi higuera; las peló por completo y las derribó, y sus ramas se volvieron blancas!
8 Gime, como una virgen vestida de luto por el esposo de su juventud.
9 La ofrenda y la libación han desaparecido de la Casa del Señor.
10 El campo está devastado, la tierra está de duelo, porque el trigo ha sido arrasado, ha faltado el vino nuevo y el aceite fresco se agotó.
11 Aflíjanse, labradores, laméntense, viñadores, por el trigo y la cebada, porque se ha perdido la cosecha de los campos.
12 La viña está seca y la higuera marchita; granados, palmeras y manzanos, todos los árboles del campo se han secado. Sí, el gozo, lleno de confusión, se ha apartado de los seres humanos.
13 ¡Vístanse de duelo y laméntense, sacerdotes! ¡Giman, servidores del altar! ¡Vengan, pasen la noche vestidos de penitencia, ministros de mi Dios! Porque se ha privado a la Casa de su Dios de ofrenda y libación.
14 Prescriban un ayuno, convoquen a una reunión solemne, congreguen a los ancianos y a todos los habitantes del país, en la Casa del Señor, su Dios, y clamen al Señor.
15 ¡Ah, que Día! Porque está cerca el Día del Señor, y viene del Devastador como una devastación.
16 ¿No ha sido retirado el alimento delante de nuestros ojos, y también el gozo y la alegría, de la Casa de nuestro Dios?
17 Los granos se han petrificado bajo los terrones; los silos están devastados, los graneros en ruinas, porque se ha perdido el trigo.
18 ¡Cómo muge el ganado! Las manadas de vacas vagan sin rumbo, porque no tienen donde pastar. ¡También los rebaños de ovejas desfallecen!
19 Señor, yo clamo a ti, porque el fuego ha devorado los pastizales de la estepa, las llamas han consumido todos los árboles del campo.
20 Hasta los animales del campo suspiran por ti, porque los cauces de agua se han secado, y el fuego ha devorado los pastizales de la estepa.

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Introducción a Joel 


Joel

El texto bíblico no proporciona ninguna información sobre la persona y la vida de JOEL, cuyo nombre significa "El Señor es Dios". Tampoco ofrece datos precisos para determinar la fecha en que el profeta consignó por escrito su mensaje, si bien todo parece indicar que fue después del exilio, hacia el 400 a. C., cuando el Templo ya había sido restaurado. El libro de Joel ocupa un puesto relevante en la literatura hebrea por el vuelo poético de su lenguaje y el vigor de sus imágenes.
La predicación de Joel tiene un trasfondo marcadamente litúrgico. Él manifiesta un especial conocimiento del culto y le atribuye una gran importancia, lo mismo que Ageo y Zacarías. A raíz de esto, se suele afirmar con razón que Joel era un profeta dedicado al servicio del Templo y que sus oráculos -al menos en parte- son una profecía "cultual", es decir, un mensaje profético proclamado en el marco de una asamblea litúrgica. Sin embargo, no hay nada en el Libro que pueda ser tachado de ritualismo. En él no se encuentran prescripciones minuciosas relativas al culto, tan frecuentes en Ezequiel, y ni siquiera reproches por los abusos cometidos en la celebración de los ritos, como los que deplora Malaquías. Lo que más preocupa a Joel es la conversión interior: "Desgarren su corazón y no sus vestiduras, y vuelvan al Señor, su Dios" (2. 13). Por eso su predicación ha encontrado un eco profundo en la liturgia penitencial de la Iglesia.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

Joel  1,1-20

3. Ver Sal_44:2; Sal_78:3-6.

4. No está del todo claro el significado exacto de los términos empleados para describir la terrible plaga. Podría tratarse de cuatro variedades de langostas, o bien de cuatro etapas de su evolución biológica o de cuatro especies diversas de insectos.

7. La "viña" y la "higuera" se mencionan frecuentemente en la Biblia como símbolos de paz y de prosperidad ( 1Re_5:5; 2Re_18:31; Miq_4:4; Zac_3:10). Su total devastación evoca la magnitud de la catástrofe .

9. Tanto los dos holocaustos cotidianos ( Exo_29:38-42; Num_28:3-8), como los establecidos para las diversas fiestas (Núm. 29) y los ofrecidos voluntariamente ( Num_15:3-11), debían ir acompañados de una "ofrenda" de harina y de una "libación" de aceite y vino. La pérdida total de las cosechas ha interrumpido el funcionamiento normal del culto divino, cosa que sucedía únicamente en los momentos de grave calamidad ( Dan_8:11; Dan_11:31; Dan_12:11; 1Ma_1:44-45).

12. Una sequía de intensidad inusitada agrava los estragos provocados por la langosta. Ambas calamidades, frecuentes en Palestina, se producían muchas veces simultáneamente. Ver 1Re_8:35-37; 2Cr_6:26-28; Amo_4:7-9.

14. Ver 2. 15.

15. Ver Isa_13:6.