Job  36 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 33 versitos |
1 Elihú tomó la palabra y dijo:
2 Sopórtame un poco, y yo te instruiré: aún queda algo por decir en defensa de Dios.
3 Traeré de lejos mi saber para justificar a mi Creador
4 No, mis palabras no mienten: es un maestro consumado el que está junto a ti.
5 Dios es grande y no se retracta, él es grande por la firmeza de sus decisiones.
6 El no deja vivir al malvado y hace justicia a los oprimidos
7 No retira sus ojos de los justos, los sienta en el trono con los reyes y los exalta para siempre.
8 Si a veces están atados con cadenas, o prisioneros en los lazos de opresión,
9 es para denunciarles sus acciones y las rebeldías que cometieron en su arrogancia.
10 El les abre el oído para que se corrijan y los exhorta a convertirse de la maldad.
11 Si ellos escuchan y se someten, acaban sus días prósperamente y sus años en medio de delicias;
12 pero si no escuchan, atraviesan el Canal y perecen a causa de su ignorancia.
13 Los de corazón impío, que acumulan rencor y no piden auxilio cuando él los encadena,
14 mueren en plena juventud, como se consumen los de vida licenciosa.
15 Con la opresión, él salva al oprimido y le abre el oído por medio de la aflicción.
16 También a ti te invita a pasar de la angustia a un lugar espacioso y sin estrechez, donde tu mesa, bien servida, estará llena de manjares.
17 Pero si tu medida está colmada para el juicio condenatorio, el juicio y la sentencia te arrastrarán.
18 Que el furor no te incite a la rebeldía ni te extravíe la magnitud de la expiación.
19 ¿Acaso en el peligro valdrán ante Dios tus riquezas y todos los alardes de la fuerza?
20 No suspires por aquella noche en que los pueblos serán arrancados de su sitio,
21 ¡Cuídate de volverte hacia la maldad, ya que por eso fuiste probado con la desgracia!
22 Sí, Dios es sublime por la fuerza: ¿quién instruye como él?
23 ¿Quién inspecciona su conducta? ¿Quién puede decirle: "Has obrado mal"?
24 Acuérdate más bien de exaltar su obra, que otros hombres celebren con sus cantos.
25 Todo el mundo la contempla, el hombre la percibe desde lejos.
26 Sí, Dios es tan grande que no podemos comprenderlo, el número de sus años es insondable.
27 El atrae hacia lo alto las gotas de agua y destila la lluvia que alimenta las vertientes:
28 la lluvia que derraman las nubes y que cae a raudales sobre el suelo.
29 ¿Quién comprenderá el desplazamiento de las nubes y el fragor que sale de su morada?
30 El extiende su luz a su alrededor y sumerge las profundidades del océano.
31 Así él sustenta a los pueblos y les da alimento en abundancia.
32 Cubre de rayos la palma de sus manos y le señala un blanco seguro.
33 Su trueno anuncia su llegada, y en su ira, él crea la tempestad.

Patrocinio

 
 

Introducción a Job 


Job

Por su excepcional valor poético y humano, el libro de JOB ocupa un lugar destacado, no sólo dentro de la Biblia, sino también entre las obras maestras de la literatura universal. Su autor estaba perfectamente familiarizado con la tradición sapiencial de Israel y del Antiguo Oriente. Conocía a fondo los oráculos de los grandes profetas -especialmente las "Confesiones" de Jeremías y algunos escritos de Ezequiel- y había orado con los Salmos que se cantaban en el Templo de Jerusalén. Los viajes acrecentaron su experiencia, y es probable que haya vivido algún tiempo en Egipto. Sobre todo, él sintió en carne propia el eterno problema del mal, que se plantea en toda su agudeza cuando el justo padece, mientras el impío goza de prosperidad.
Esta obra fue escrita a comienzos del siglo V a. C., y para componerla, el autor tomó como base un antiguo relato del folclore palestino, que narraba los terribles padecimientos de un hombre justo, cuya fidelidad a Dios en medio de la prueba le mereció una extraordinaria recompensa. Esta leyenda popular constituye el prólogo y el epílogo del Libro. Al situar a su personaje en un país lejano, fuera de las fronteras de Israel (1. 1), el autor sugiere que el drama de Job afecta a todos los hombres por igual.
No se puede comprender el libro de Job sin tener en cuenta la enseñanza tradicional de los "sabios" israelitas acerca de la retribución divina. Según esa enseñanza, las buenas y las malas acciones de los hombres recibían necesariamente en este mundo el premio o el castigo merecidos. Esta era una consecuencia lógica de la fe en la justicia de Dios, cuando aún no se tenía noción de una retribución más allá de la muerte. Sin embargo, llegó el momento en que esta doctrina comenzó a hacerse insostenible, ya que bastaba abrir los ojos a la realidad para ver que la justicia y la felicidad no van siempre juntas en la vida presente. Y si no todos los sufrimientos son consecuencia del pecado, ¿cómo se explican?
Pero el autor no se contenta con poner en tela de juicio la doctrina tradicional de la retribución. Al reflexionar sobre las tribulaciones de Job -un justo que padece sin motivo aparente- él critica la sabiduría de los antiguos "sabios" y la reduce a sus justos límites. Aquella sabiduría aspiraba a comprenderlo todo: el bien y el mal, la felicidad y la desgracia, la vida y la muerte. Esta aspiración era sin duda legítima, pero tendía a perder de vista la soberanía, la libertad y el insondable misterio de Dios. En el reproche que hace el Señor a los amigos de Job (42. 7), se rechaza implícitamente toda sabiduría que se erige en norma absoluta y pretende encerrar a Dios en las categorías de la justicia humana.
El personaje central de este Libro llegó a descubrir el rostro del verdadero Dios a través del sufrimiento. Para ello tuvo que renunciar a su propia sabiduría y a su pretensión de considerarse justo. No es otro el camino que debe recorrer el cristiano, pero este lo hace iluminado por el mensaje de la cruz, que da un sentido totalmente nuevo al misterio del dolor humano. "Completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, para bien de su Cuerpo, que es la Iglesia" ( Col_1:24 ). "Los sufrimientos del tiempo presente no pueden compararse con la gloria futura que se revelará en nosotros" ( Rom_8:18 ).

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

Patrocinio

Notas