I Macabeos 4 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 61 versitos |
1 Gorgias tomó cinco mil hombres y mil jinetes elegidos, y el ejército partió durante la noche
2 para atacar el campamento de los judíos y derrotarlos sorpresivamente. La gente de la Ciudades a los guiaba.
3 Cuando Judas se enteró de esto, salió con sus soldados para derrotar al ejército real que estaba en Emaús,
4 mientras el resto de las tropas estaban dispersas fuera del campamento.
5 Gorgias llegó de noche al campamento de Judas y al no encontrar a nadie, los estuvo buscando por las montañas, pensando que habían huido.
6 Al rayar el alba, Judas apareció en la llanura con tres mil hombres, pero estos no disponían de las armaduras ni de las espadas que hubieran deseado.
7 Ellos veían, en cambio, que el campamento de los paganos era poderoso y estaba bien fortificado, rodeado de la caballería y con hombres adiestrados para la guerra.
8 Judas dijo a sus hombres: "No teman a esa muchedumbre ni se asusten por sus ataques.
9 Recuerden cómo se salvaron nuestros padres en el Mar Rojo, cuando el Faraón los perseguía con un ejército.
10 Invoquemos ahora al Cielo para que tenga piedad de nosotros.
11 Así reconocerán todas las naciones que hay Alguien que libera y salva a Israel".
12 Los extranjeros alzaron los ojos y, al ver que los judíos venían contra ellos,
13 salieron del campamento a presentar batalla. Los hombres de Judas hicieron sonar la trompeta
14 y entraron en combate. Los paganos fueron derrotados y huyeron hacia la llanura,
15 y los que habían quedado rezagados cayeron al filo de la espada. Los demás fueron perseguidos hasta Gázara y hasta las llanuras de Idumea, Azoto y Iamnia. Los que murieron fueron alrededor de tres mil hombres.
16 Cuando Judas y su ejército dejaron de perseguirlos,
17 Judas dijo al pueblo: "No tengan avidez por el botín, porque nos espera otra batalla.
18 Gorgias y su ejército están cerca de nosotros en la montaña: hagan frente a nuestros enemigos y combatan contra ellos; después podrán apoderarse libremente del botín".
19 Apenas Judas terminó de hablar, se asomó por las montañas un destacamento enemigo.
20 Ellos vieron que los suyos habían huido y que el campamento había sido incendiado, porque el humo que se divisaba ponía de manifiesto lo que había sucedido.
21 Ante tal espectáculo se llenaron de espanto, y como vieron en la llanura al ejército de Judas, dispuesto a librar batalla.
22 huyeron todos al país de los filisteos.
23 Judas volvió entonces al campamento para saquearlo, y recogieron gran cantidad de oro y plata, telas de púrpura violeta y de púrpura marina, y muchas otras riquezas.
24 De regreso cantaban y bendecían al Cielo: "Porque es bueno, porque es eterno su amor".
25 Israel obtuvo aquel día una gran victoria.
26 Los extranjeros que habían podido escapar se fueron a anunciar a Lisias todo lo que había sucedido.
27 Esta noticia lo dejó consternado y abatido, porque a Israel no le había sucedido lo que él deseaba y las cosas no habían salido como el rey se lo había ordenado.
28 Al año siguiente, Lisias reunió sesenta mil hombres elegidos y cinco mil jinetes para combatir contra los judíos.
29 Cuando llegaron a Idumea y acamparon en Betsur, Judas les salió al encuentro con diez mil hombres,
30 y al ver aquel poderoso ejército, hizo esta oración: "Bendito seas, Salvador de Israel, que aplastaste la soberbia del gigante por la mano de tu servidor David y entregaste el ejército de los filisteos en manos de Jonatán, hijo de Saúl, y de su escudero.
31 Entrega así este ejército en manos de tu pueblo Israel. Que ellos se sientan avergonzados de sus tropas y de su caballería.
32 Infúndeles miedo, quiebra la audacia que les da su fuerza y que se conmuevan por su derrota.
33 Derríbalos con la espada de los que te aman, para que te canten himnos de alabanza todos los que conocen tu Nombre".
34 Cuando se enfrentaron los dos ejércitos, cayeron en el combate unos cinco mil hombres de Lisias.
35 Al ver la derrota sufrida por sus tropas y la intrepidez de los soldados de Judas, que estaban resueltos a vivir o a morir heroicamente, Lisias volvió a Antioquía, donde reclutó mercenarios con la intención de regresar a Judea con fuerzas más numerosas.
36 Judas y sus hermanos dijeron: "Nuestros enemigos han sido aplastados; subamos a purificar el Santuario y a celebrar su dedicación".
37 Entonces se reunió todo el ejército y subieron al monte Sión.
38 Cuando vieron el Santuario desolado, el altar profanado, las puertas completamente quemadas, las malezas crecidas en los atrios como en un bosque o en la montaña, y las salas destruidas,
39 rasgaron sus vestiduras, hicieron un gran duelo, se cubrieron la cabeza con ceniza
40 y cayeron con el rostro en tierra. Luego, a una señal dada por las trompetas, alzaron sus gritos al cielo.
41 Judas ordenó a unos hombres que combatieran a los que estaban en la Ciudadela hasta terminar la purificación del Santuario.
42 Después eligió sacerdotes irreprochables, fieles a la Ley,
43 que purificaron el Santuario y llevaron las piedras contaminadas a un lugar impuro.
44 Luego deliberaron sobre lo que debía hacerse con el altar de los holocaustos que había sido profanado.
45 Tuvieron la feliz idea de demolerlo para que no fuera un motivo de oprobio, ya que los paganos lo habían contaminado. Lo demolieron,
46 y depositaron sus piedras sobre la montaña del Templo, en un lugar conveniente, hasta que surgiera un profeta y resolviera lo que había que hacer con ellas.
47 Después recogieron piedras sin tallar, como lo prescribe la Ley, y erigieron un nuevo altar, igual que el anterior.
48 También repararon el Santuario y el interior del Templo, y consagraron los atrios.
49 Hicieron nuevos objetos sagrados y colocaron dentro del Templo el candelabro, el altar de los perfumes y la mesa.
50 Quemaron incienso sobre el altar, y encendieron las lámparas del candelabro que comenzaron a brillar en el Templo.
51 Además, pusieron los panes sobre la mesa, colgaron las cortinas y concluyeron la obra que habían emprendido.
52 El día veinticinco del noveno mes, llamado Quisleu, del año ciento cuarenta y ocho, se levantaron al despuntar el alba
53 y ofrecieron un sacrificio conforme a la Ley, sobre el nuevo altar de los holocaustos que habían erigido.
54 Este fue dedicado con cantos, cítaras, arpas y címbalos, justamente en el mismo mes y en el mismo día en que los paganos lo habían profanado.
55 Todo el pueblo cayó con el rostro en tierra y adoraron y bendijeron al Cielo que les había dado la victoria.
56 Durante ocho días celebraron la dedicación del altar, ofreciendo con alegría holocaustos y sacrificios de comunión y de acción de gracias.
57 Adornaron la fachada del Templo con coronas de oro y pequeños escudos, restauraron las entradas y las salas, y les pusieron puertas.
58 En todo el pueblo reinó una inmensa alegría, y así quedó borrado el ultraje infligido por los paganos.
59 Judas, de acuerdo con sus hermanos y con toda la asamblea de Israel, determinó que cada año, a su debido tiempo y durante ocho días a contar del veinticinco del mes de Quisleu, se celebrara con júbilo y regocijo el aniversario de la dedicación del altar.
60 En aquel tiempo, levantaron alrededor del monte Sión altas murallas y torres poderosas, para que los extranjeros no vinieran otra vez y lo pisotearan como lo habían hecho antes.
61 Además, Judas puso en él una guarnición para que lo defendiera, y fortificó a Betsur, a fin de que el pueblo tuviera una fortaleza frente a Idumea.

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Introducción a I Macabeos


Eclesiástico

A este Libro "deuterocanónico" -el más extenso de los escritos sapienciales- se lo designa habitualmente de dos maneras distintas. El nombre de ECLESIÁSTICO, que significa "libro de la asamblea", se hizo tradicional en la iglesia latina, quizá por la frecuencia con que se lo utilizaba en los primeros siglos para la formación moral de los catecúmenos y de los fieles. La mayoría de los manuscritos griegos, en cambio, lo titulan "Sabiduría de Jesús, hijo de Sirá"- en hebreo, Ben Sirá -y de allí deriva el nombre de SIRÁCIDA, que también se le suele dar.
Mientras que la mayoría de los escritos sapienciales son atribuidos a Salomón, el Eclesiástico es el único que lleva la firma de su autor. Este era un judío de Jerusalén, culto y de buena posición, que se dedicó desde su juventud al conocimiento de las Escrituras y a la búsqueda de la Sabiduría, sobre todo por medio de la oración (51. 13). Como fino observador, aprovechó sus frecuentes viajes para completar su formación (34. 11). Convertido en "maestro de sabiduría", orgulloso de su raza y de su historia nacional, dirigió en Jerusalén una escuela (51. 23), destinada a iniciar a los jóvenes en la adquisición de la Sabiduría. Por último, hacia el 180 a. C., recogió por escrito el fruto de sus reflexiones y de su larga experiencia.
La obra de Ben Sirá es un llamado de atención frente a la influencia de la cultura griega, que no cesaba de expandirse en el Próximo Oriente desde las conquistas de Alejandro Magno. Él comprendió que ese nuevo movimiento de ideas no tardaría en entrar en conflicto con la fe de Israel. Para contrarrestar el peligro, puso todo su empeño en preservar el patrimonio religioso y cultural del Judaísmo en esa época de transición. A diferencia de los antiguos "maestros de sabiduría", que consideraban al hombre nada más que en su condición de tal, al Sirácida le preocupaba antes que nada la formación del hombre "judío". Según él, la Sabiduría se ofrece a todos, pero puso su Morada en Israel y, en última instancia, se identifica con la Ley de Moisés. De allí la necesidad de meditar constantemente "el libro de la Alianza del Dios Altísimo" (24. 23), para adquirir la verdadera Sabiduría y vivir en conformidad con la voluntad divina.
El Eclesiástico fue escrito originariamente en hebreo, pero el texto original cayó pronto en el olvido. La obra se conservó gracias a la traducción griega realizada por un nieto del autor, emigrado a Egipto en el 132. A fines del siglo pasado y en las últimas décadas del actual se encontraron varios manuscritos hebreos, que abarcan unas dos terceras partes del Libro. La traducción que damos a continuación es la del texto griego, ya que es este el que fue recibido y transmitido por la tradición cristiana.
El Sirácida es el último testigo inspirado de la corriente sapiencial dentro de Palestina. El ideal de vida propuesto por él tiene las limitaciones propias de su época, pero también encierra valores permanentes, que fueron asumidos por el Nuevo Testamento, especialmente en la Carta de Santiago. Por su profunda religiosidad, unida a un sano sentido común, por su fidelidad a la Ley y su afán de encontrar en todo un reflejo de la sabiduría de Dios, el autor de este Libro anticipa el retrato que hará Jesús del "escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos": él "se parece a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo" ( Mat_13:52 ).

PRÓLOGO DEL TRADUCTOR


La versión griega del Eclesiástico está precedida de un Prólogo, que generalmente no se considera inspirado, donde el traductor explica los motivos que lo impulsaron a llevar a cabo esta difícil tarea. Entre otras informaciones de interés, en este Prólogo encontramos la primera alusión a la división tripartita de la Biblia hebrea: LA LEY, LOS PROFETAS y LOS DEMÁS ESCRITOS.
1 Muchas e importantes enseñanzas nos han sido transmitidas por la Ley, los Profetas y los otros Escritores que los han seguido, por los cuales se debe elogiar a Israel a causa de su instrucción y su sabiduría. Pero es un deber para los que leen esos Libros, no sólo adquirir ciencia personalmente, 5 sino también poder ser útiles a los de afuera, con la palabra y los escritos. Por eso, mi abuelo Jesús, después de haberse aplicado intensamente a la lectura de la Ley, de los Profetas 10 y de los otros Libros de los antepasados, en los que adquirió una gran competencia, se decidió también él a escribir algo sobre temas de instrucción y sabiduría, de manera que los hombres deseosos de aprender, aplicándose a estas disciplinas, hicieran mayores progresos en la manera de vivir conforme a la Ley.
15 Por lo tanto, ustedes están invitados a leer esto con benévola atención, y amostrarse indulgentes allí donde pudiera parecer que, 20 a pesar de nuestros denodados esfuerzos de interpretación, no hemos logrado acertar en alguna expresión. Porque lo que está expresado en hebreo no conserva su misma fuerza cuando se lo traduce a otra lengua. Y esto no sucede sólo aquí, sino que la misma Ley, los Profetas 25 y los demás Libros presentan diferencias notables cuando se los lee en el original.
Ahora bien, en el año 38 del rey Evergetes, cuando yo vine a Egipto y me quedé allí, descubrí un ejemplar de esta valiosa instrucción, 30 y juzgué extremadamente necesario aportar mi dedicación y esfuerzo a traducir ese Libro. He consagrado muchos desvelos y ciencia, durante este período, hasta llevar a buen término y publicar este Libro, para aquellos que, en el extranjero, están deseosos de aprender, 35 a fin de ajustar sus constubres a una vida conforma e la Ley.

COLECCIÓN DE SENTENCIAS


La primera parte del Eclesiástico incluye varios elogios de la Sabiduría, personificada como una madre que alimenta a sus hijos (15. 2) y como una Palabra salida "de la boca del Altísimo" (24. 3). Ella penetra todo el universo, pero "echó raíces en un Pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su herencia" (24. 12), y es concedida abundantemente a los que lo aman (1. 10). El "principio" y la "corona" de la Sabiduría es el "temor del Señor", actitud que implica el respeto filial a la infinita grandeza de Dios y la obediencia a su voluntad expresada en la Ley (1. 11-20). Aunque la Sabiduría "viene del Señor" (1.1) y es un don divino, para alcanzarla se requiere un largo esfuerzo personal. Ella no se deja conquistar fácilmente y al principio prueba a sus hijos. Pero si estos superan las primeras dificultades y son dóciles a sus enseñanzas, termina por revelarles sus secretos y alegrarlos con sus bienes (4. 17-18).
A partir de estas ideas, el Sirácida agrupa una cantidad de sentencias y exhortaciones sobre las materias más diversas, sin ningún plan sistemático y con no pocas repeticiones. Entre las normas de sabiduría práctica que deben regir la conducta, se destacan la prudencia en las relaciones con los demás, la discreción en el hablar, la humildad y el desapego de las riquezas, el dominio de sí mismo, la firmeza en la educación de los hijos, la manera de cultivar la amistad y de comportarse con los necios, la cautela en el trato con las mujeres, el cuidado de la salud y la práctica del culto agradable a Dios. Por último, Ben Sirá hace algunas reflexiones sobre las miserias de la vida (40. 1-11) y la condición mortal de los hombres (41. 1-4), sin vislumbrar todavía la posibilidad de una justa retribución más allá de la muerte.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

I Macabeos 4,1-61

15. "Gázara" es el nombre arameo de Guézer, situada a unos 35 kilómetros al noroeste de Jerusalén. La "Idumea" comprendia una parte del antiguo reino de Edóm, al sur de Judea.

24. Sal_106:1. Ver nota Jer_33:11.

28. "Al año siguiente", es decir, a comienzos del 164 a. C.

54. La dedicación del altar se celebr6 en el tercer aniverario de la profanación del Templo (1. 54), es decir, hacia el 14 de diciembre del 164 a.C.

59. Ver 2Ma_1:9; 2Ma_2:16; 2Ma_10:1-8.