Exodo  26 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 37 versitos |
1 Para la construcción de la Morada emplearás diez cortinados de lino fino reforzado, de púrpura violeta, púrpura roja y carmesí, con figuras de querubines diseñadas artísticamente.
2 Cada cortinado tendrá catorce metros de largo por dos de ancho. Todos serán de las mismas dimensiones,
3 y estarán unidos entre sí en dos grupos de cinco cortinados cada uno.
4 Además, en el borde del último cortinado de la primera serie, pondrás unas presillas de púrpura violeta, y lo mismo harás en el borde del que está en el extremo de la segunda serie.
5 Pondrás cincuenta presillas en uno y cincuenta en otro, de tal manera que las presillas se correspondan unas con otras.
6 Después harás cincuenta ganchos de oro, y con ellos unirás los cortinados entre sí, a fin de que la Morada forme un todo.
7 También harás once toldos de pelo de cabra, para cubrir la Morada, a manera de carpa.
8 Cada uno de estos toldos medirá quince metros de largo por dos de ancho: todos tendrán las mismas dimensiones.
9 Luego unirás separadamente cinco de estos toldos en una parte y seis en la otra, y doblarás el sexto toldo sobre el frente de la carpa.
10 Después pondrás cincuenta presillas en el borde del toldo que cierra el primer conjunto, y otras cincuenta en el borde del que cierra el segundo conjunto.
11 Además, harás cincuenta ganchos de bronce y los introducirás en las presillas" así unirás la carpa, de manera que forme un todo.
12 En cuanto a la parte sobrante de los toldos, la mitad colgará en la parte posterior de la Morada;
13 y los cincuenta centímetros que sobran a lo largo de cada lado, colgarán sobre sus dos costados para cubrirla.
14 Además, tendrás que hacer para la Morada un toldo de pieles de carnero teñido de rojo, y encima de ella otro toldo de cueros finos.
15 También harás para la Morada unos bastidores de madera de acacia, dispuestos verticalmente.
16 Cada bastidor medirá cinco metros de largo por setenta y cinco centímetros de ancho,
17 y tendrá dos espigones ensamblados uno con el otro. Así armarás todos los bastidores de la Morada.
18 Harás veinte de estos bastidores para el lado sur, el que da hacia el Négueb,
19 y cuarenta bases de plata para sostenerlos, o sea, dos bases debajo de cada bastidor, uno para cada espigón.
20 Para el otro lado de la Morada, la parte que da hacia el norte, harás también veinte bastidores
21 con sus cuarenta bases de plata;
22 y para el fondo de la Morada, hacia el oeste, harás seis bastidores,
23 más otros dos para los ángulos de la parte posterior,
24 que estarán unidos, de abajo hacia arriba, hasta la altura de la primera argolla. Así se hará con los dos bastidores destinados a los dos ángulos.
25 Allí habrá entonces ocho bastidores con sus dieciséis bases de plata, dos debajo de cada bastidor.
26 Además, harás cinco travesaños de madera de acacia para mantener alineados los bastidores que están a un lado de la Morada,
27 cinco travesaños para los bastidores del otro costado, y otros cinco para los de la parte posterior, la que da hacia el oeste.
28 El travesaño central deberá pasar a media altura de los bastidores, de un extremo a otro.
29 Luego recubrirás de oro los bastidores, forjarás unas argollas de oro para pasar por ellas los travesaños, y a estos últimos también los recubrirás de oro.
30 Para la construcción de la Morada tendrás presentes todas las normas que te fueron dadas en la Montaña.
31 Harás, asimismo, un velo de púrpura violeta y escarlata, de carmesí y de lino fino reforzado, con figuras de querubines diseñadas artísticamente.
32 lo colgarás de cuatro columnas de madera de acacia revestidas de oro, que estarán provistas de unos ganchos del mismo metal y sostenidas por cuatro bases de plata.
33 Pondrás el velo debajo de los ganchos, y detrás de él colocarás el Arca del Testimonio. Así el velo marcará la división entre el Santo y el Santo de los Santos.
34 También colocarás la tapa sobre el Arca del Testimonio, en el Santo de los Santos.
35 Fuera del velo, pondrás la mesa, y frente a ella, en el lado sur de la Moneda, el candelabro. Así la mesa quedará situada sobre el lado norte.
36 Para la entrada de la carpa harás una cortina de púrpura violeta y escarlata, de carmesí y de lino fino reforzado, todo esto recamado artísticamente.
37 Y para sostener la cortina harás cinco columnas de madera de acacia revestidas de oro; sus ganchos también serán de oro, y las apoyarás sobre bases de bronce fundido.

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Introducción a Exodo 


Éxodo

Los relatos del ÉXODO se mueven entre dos puntos geográficos precisos: Egipto y el Sinaí. Allí se desarrollaron los acontecimientos que hicieron de Israel el Pueblo de Dios: la salida de Egipto, el paso del Mar Rojo y la Alianza del Sinaí. El recuerdo de estos acontecimientos se grabó para siempre en la memoria de Israel, y se convirtió en el fundamento mismo de su fe. Por eso, el libro del Éxodo ocupa un lugar prominente entre todos los libros de la Biblia, y ha sido llamado con razón el "Evangelio" del Antiguo Testamento.
El Éxodo puede dividirse en dos partes principales. La primera relata la gesta del Señor, que oyó el clamor de los israelitas esclavizados en Egipto y los hizo pasar de la esclavitud a la libertad en medio de grandes portentos. El punto culminante de esta primera parte es el canto triunfal de Moisés que celebra la liberación de Israel y la victoria del Señor sobre los enemigos de su Pueblo (15. 1-21). El relato de esta acción divina es la que da su nombre a todo el libro, ya que "éxodo" significa "salida".
La segunda parte describe el encuentro del Señor con Israel en el monte Sinaí. Después de haber manifestado su amor y su poder, Dios establece su Alianza con los israelitas y promulga su Ley por medio de Moisés. En virtud de esta Alianza, Israel pasa a ser la "propiedad exclusiva" del Señor y a constituir una nación santa, es decir, totalmente consagrada a él (19. 6).
Las narraciones del Éxodo son la epopeya nacional de Israel. En la formación de la misma, desempeñaron un papel decisivo las fiestas y celebraciones culturales. La liturgia pascual, sobre todo, rememoraba y actualizaba aquellos grandes acontecimientos del pasado, para que todas las generaciones de israelitas pudieran revivir la salida de Egipto y renovar el compromiso asumido por el Pueblo de Dios en el SINAB.
Por eso, el libro del Éxodo no es una "historia" en el sentido moderno de la palabra: es un testimonio nacido de la fe, el reconocimiento de que la existencia de Israel como nación no es obra de los hombres, sino una creación de Dios. En la redacción definitiva del Libro se emplearon elementos provenientes de la tradición "yahvista", "elohísta" y "sacerdotal", además de otros textos de origen diverso.
Los grandes temas del Éxodo están presentes en toda la Biblia. A ellos se refieren los Profetas para anunciar un nuevo Éxodo ( Isa_43:18-21 ) y una nueva Alianza ( Jer_31:31-34 ) más admirables que los primeros. Y el Nuevo Testamento presenta al antiguo Éxodo como una prefiguración de la obra redentora de Cristo, la verdadera "Pascua" ( 1Co_5:7 ), que selló con su sangre "una Alianza más excelente" ( Heb_8:6 ). El Éxodo es el prototipo de todos los actos salvíficos de Dios, en especial, del Bautismo ( 1Co_10:1-4 ).

LA MISIÓN DE MOISÉS


Se calcula que después de la muerte de José, los hebreos permanecieron en Egipto unos trescientos años. Su rápido crecimiento provocó la reacción del Faraón y su propósito de exterminarlos. Por eso los persiguió y los maltrató. En medio de la opresión, los descendientes de Abraham clamaron al Señor, y el Señor se acordó de su Promesa y suscitó un Libertador. Es Moisés, que va a ocupar un lugar preponderante en el resto del Pentateuco.
Moisés asume y cumple su misión, no sin grandes dificultades. "
Él prefirió compartir los sufrimientos del Pueblo de Dios, antes que gozar los placeres efímeros del pecado, y se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible" ( Heb_11:25 , Heb_11:27 ). De ahí que se enfrentó con el Faraón para exigirle la liberación de su Pueblo. En esa lucha, el Faraón personifica los intereses mezquinos que se oponen a la libertad de los hijos de Dios. Moisés, por su parte, es el arquetipo de los que luchan por conseguir esa libertad. El dramatismo con que está presentada semejante lucha, sobre todo en el relato de las plagas, pone bien en evidencia el triunfo final de Dios..

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas