II Tesalonicenses  1 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 12 versitos |
1 Pablo, Silvano y Timoteo saludan a la Iglesia de Tesalónica, que está unida a Dios, nuestro Padre y al Señor Jesucristo.
2 Llegue a ustedes la gracia y la paz que proceden de Dios Padre y del Señor Jesucristo.
3 Hermanos, siempre debemos dar gracias a Dios a causa de ustedes, y es justo que lo hagamos, porque la fe de ustedes progresa constantemente y se acrecienta el amor de cada uno hacia los demás.
4 Tanto es así que, ante las Iglesias de Dios, nosotros nos sentimos orgullosos de ustedes, por la constancia y la fe con que soportan las persecuciones y contrariedades.
5 En esto se manifiesta el justo Juicio de Dios, para que ustedes sean encontrados dignos del Reino de Dios por el cual tienen que sufrir.
6 Es justo que Dios retribuya con sufrimientos a quienes los hacen sufrir a ustedes.
7 En cambio, a ustedes, los que sufren, les dará el descanso junto con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús, que vendrá desde el cielo, con los ángeles de su poder,
8 en medio de un fuego ardiente. Entonces él hará justicia con aquellos que no reconocen a Dios y no obedecen al Evangelio de nuestro Señor Jesús.
9 Estos sufrirán como castigo la perdición eterna, alejados de la presencia del Señor y de la gloria de su poder,
10 cuando él venga aquel Día para ser glorificado en sus santos y admirado por todos los que hayan creído. ¡Y ustedes han creído en nuestro testimonio!
11 Pensando en esto, rogamos constantemente por ustedes a fin de que Dios los haga dignos de su llamado, y lleve a término en ustedes, con su poder, todo buen propósito y toda acción inspirada en la fe.
12 Así el nombre del Señor Jesús será glorificado en ustedes, y ustedes en él, conforme a la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.

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Introducción a II Tesalonicenses 


SEGUNDA CARTA A LOS TESALONICENSES

La primera Carta a los cristianos de Tesalónica fue muy bien recibida, pero no produjo todos los frutos deseados. La preocupación por el retorno de Cristo se hacía más intensa, y algunos anunciaban, en nombre del Espíritu, la inminencia del acontecimiento. En apoyo de estas afirmaciones, se citaba la autoridad de Pablo.
Para contener la agitación, el Apóstol intervino otra vez. El tema central de la SEGUNDA CARTA A LOS TESALONICENSES es nuevamente la Venida del Señor al fin de los tiempos, pero aquí la atención se dirige, más que al hecho mismo, a los signos que deben precederla.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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