I Pedro 2 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 25 versitos |
1 Renuncien a toda maldad y a todo engaño, a la hipocresía, a la envidia y a toda clase de maledicencia.
2 Como niños recién nacidos, deseen la leche pura de la Palabra, que los haré crecer para la salvación,
3 ya que han gustado qué bueno es el Señor.
4 Al acercarse a él, la piedra viva, rechazada por los hombres pero elegida y preciosa a los ojos de Dios,
5 también ustedes, a manera de piedras vivas, son edificados como una casa espiritual, para ejercer un sacerdocio santo y ofrecer sacrificios espirituales, agradables a Dios por Jesucristo.
6 Porque dice la Escritura: Yo pongo en Sión una piedra angular, elegida y preciosa: el que deposita su confianza en ella, no será confundido.
7 Por lo tanto, a ustedes, los que creen, les corresponde el honor. En cambio, para los incrédulos, la piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular:
8 piedra de tropiezo y roca de escándalo. Ellos tropiezan porque no creen en la Palabra: esa es la suerte que les está reservada.
9 Ustedes, en cambio, son una raza elegida, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo adquirido para anunciar las maravillas de aquel que los llamó de las tinieblas a su admirable luz:
10 ustedes, que antes no eran un pueblo, ahora son el Pueblo de Dios; ustedes que antes no habían obtenido misericordia, ahora la han alcanzado.
11 Queridos míos, yo los exhorto, como a gente de paso y extranjeros: no cedan a esos deseos carnales que combaten contra el alma.
12 Observen una buena conducta en medio de los paganos y así, los mismos que ahora calumnian como a malhechores, al ver sus buenas obras, tendrán que glorificar a Dios el día de su Visita.
13 Respeten a toda autoridad humana como quiere el Señor;
14 ya sea el rey, porque es el soberano, ya sea a los gobernadores, como delegados por él para castigar a los que obran el mal y recompensar a los que practican el bien.
15 La voluntad de Dios es que ustedes, practicando el bien, pongan freno a la ignorancia de los insensatos.
16 Procedan como hombres verdaderamente libres, obedeciendo a Dios, y no como quienes hacen de la libertad una excusa para su malicia.
17 Respeten a todo el mundo, amen a sus hermanos, teman a Dios, honren al rey.
18 Servidores, traten a sus señores con el debido respeto, no solamente a los buenos y comprensivos, sino también a los malos.
19 Porque es una gracia soportar, con el pensamiento puesto en Dios, las penas que se sufren injustamente.
20 En efecto, ¿qué gloria habría en soportar el castigo por una falta que se ha cometido? Pero si a pesar de hacer el bien, ustedes soportan el sufrimiento, esto sí es una gracia delante de Dios.
21 A esto han sido llamados, porque también Cristo padeció por ustedes, y les dejó un ejemplo a fin de que sigan sus huellas.
22 El no cometió pecado y nadie pudo encontrar una mentira en su boca.
23 Cuando era insultado, no devolvía el insulto, y mientras padecía no profería amenazas; al contrario, confiaba su causa al que juzga rectamente.
24 El llevó sobre la cruz nuestros pecados, cargándolos en su cuerpo, a fin de que, muertos al pecado, vivamos para la justicia. Gracias a sus llagas, ustedes fueron curados.
25 Porque antes andaban como ovejas perdidas, pero ahora han vuelto al Pastor y Guardián de ustedes.

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Introducción a I Pedro


PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO

La PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO es una exhortación a un grupo de Iglesias situadas en cinco provincias romanas de Asia Menor. Allí, como en otras regiones del Imperio, comenzaba a vislumbrarse un horizonte sombrío para las incipientes comunidades cristianas. Los creyentes no cuestionaban las estructuras sociales o políticas de su tiempo (2. 13-14), pero habían introducido un estilo de vida nuevo, que los hacía vivir como "extranjeros" en su propio ambiente (1. 1; 2. 11). Esta forma de vida diferente no tardó en hacerse sospechosa, y la reacción de la sociedad pagana tampoco se hizo esperar. El simple hecho de ser cristiano se convirtió en un delito, "sancionado" con la calumnia, el desprecio y la hostilidad más o menos abierta (4. 14-16).
En tales circunstancias, el Apóstol Pedro escribió esta Carta desde Roma (5. 13), quizá poco antes de la persecución de Nerón (64 d. C.). Lo hizo con el fin de alentar a los cristianos a profundizar cada vez más su compromiso bautismal (3. 21), abandonando definitivamente las malas costumbres (4. 3) y desmintiendo con el testimonio de su conducta las calumnias de los paganos. De allí que la preocupación central de la Carta sea el comportamiento cristiano, no sólo dentro de la comunidad eclesial, sino también en relación con el mundo (2. 12; 3. 15-16; 4. 4).
Las repetidas alusiones al Bautismo (1. 3, 22-23; 2. 2; 3. 21) hacen pensar que Pedro, al escribir su exhortación, se inspiró en la catequesis y en la liturgia bautismal de la Iglesia primitiva. Además, su enseñanza presenta muchos puntos de contacto con la doctrina de Pablo. Este hecho es perfectamente explicable, ya que Silvano o Silas, el antiguo compañero del Apóstol de los paganos ( Act_15:22 ; Act_18:5 ), debió prestarle una amplia colaboración en la redacción de esta Carta ( Act_5:12 ).

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

I Pedro 2,1-25

2. "La leche pura de la Palabra": esta traducción parece ser la que mejor se adapta al contexto, que habla de la regeneración a una nueva Vida, en virtud del "germen incorruptible" que es "la Palabra de Dios, viva y eterna" (1. 23). La "leche" es un símbolo mesiánico, y evoca la promesa hecha por Dios a Moisés, de introducir a su Pueblo "en una tierra que mana leche y miel" ( Exo_3:8). Otros traducen "leche pura y espiritual", y refieren el símbolo a Cristo, alimento espiritual de la comunidad mesiánica, o más concretamente, a Cristo presente en la Eucaristía, que los nuevos cristianos recibían después del bautismo.

3. Sal_34:9.

6. Isa_28:16.

7. Sal_118:22. Ver nota Mat_21:42.

8. Isa_8:14.

9. Exo_19:5-6. Ver Col_1:12-13.

10. Texto inspirado en Ose_1:6, Ose_1:9; Ose_2:3, Ose_2:25.

11. Sal_39:13.

12. Ver Mat_5:16. "El día de su Visita": en el lenguaje bíblico, esta expresión designa generalmente las intervenciones favorables de Dios, y aquí se refiere al día en que Dios visitará a los paganos con su gracia.

13-17. Ver nota Rom_13:1-7.

16. Gal_5:13; Stg_2:12.

18. Ver Efe_6:5-9; Col. 3. 22 - 4. 1; 1Ti_6:1-2; Tit_2:9-10; Flm_5:16; nota 1Co_7:20-22.

21. Ver Jua_13:15; 1Co_11:1; Flp_2:5; Heb_12:2.

22. Isa_53:9.

24. Isa_53:12, Isa_53:5. Ver nota Hec_3:13-14.

25. Isa_53:6; Eze_34:15-16. Ver Luc_15:4-7.