II Reyes  15 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 38 versitos |
1 El año vigésimo séptimo de Jeroboam, rey de Israel, inició su reinado Azarías, hijo de Amasías, rey de Judá.
2 Teniendo dieciséis años cuando comenzó a reinar, y reinó cincuenta y dos años en Jerusalén. Su madre se llamaba Jecolías, y era de Jerusalén.
3 El hizo lo que es recto a los ojos del Señor, tal como lo había hecho su padre Amasías.
4 Sin embargo, no desaparecieron los lugares altos: el pueblo seguía ofreciendo sacrificios y quemando incienso en los lugares altos.
5 El Señor hirió al rey, y éste se enfermó de lepra hasta el día de su muerte. Por eso tuvo que recluirse en una casa apartada, y Jotam, el hijo del rey, estaba al frente del palacio y gobernaba al pueblo del país.
6 El resto de los hechos de Azarías y todo lo que él hizo, ¿no está escrito en el libro de los Anales de los reyes de Judá?
7 Azarías se fue a descansar con sus padres, y lo sepultaron con ellos en la Ciudad de David. Su hijo Jotam reinó en lugar de él.
8 El trigésimo octavo año de Azarías, rey de Judá, comenzó a reinar sobre Israel, en Samaría, Zacarías, hijo de Jeroboam, y reinó seis meses.
9 El hizo lo que es malo a los ojos del Señor, como lo habían hecho sus padres: no se apartó de los pecados con que Jeroboam, hijo de Nebat, había hecho pecar a Israel.
10 Salúm, hijo de Iabés, conspiró contra él, lo hirió de muerte en Ibleam y reinó en lugar de él.
11 El resto de los hechos de Zacarías está escrito en el libro de los Anales de los reyes de Israel.
12 Esta era la palabra que el Señor había dicho a Jehú: "Tus hijos se sentarán en el trono de Israel hasta la cuarta generación". Y así fue.
13 Salúm, hijo de Iabés, comenzó a reinar en el trigésimo noveno año de Ozías, rey de Judá, y reinó un mes en Samaría.
14 Menajem, hijo de Gadí, subió desde Tirsá y entró en Samaría; allí hirió de muerte a Salúm, hijo de Iabés, y reinó en lugar de él.
15 El resto de los hechos de Salúm y la conspiración que urdió, todo eso está escrito en el libro de los Anales de los reyes de Israel.
16 Fue entonces cuando Menajem atacó a Tapúaj y a todos los que se encontraban allí, así como a todo su territorio a partir de Tirsá; la atacó por no haberle abierto las puertas, y abrió el vientre a todas las mujeres embarazadas.
17 El trigésimo noveno año de Azarías, rey de Judá, comenzó a reinar Menajem, hijo de Gadí, y reinó diez años en Samaría.
18 El hizo lo que es malo a los ojos del Señor: no se apartó de los pecados con que Jeroboam, hijo de Nebat, había hecho pecar a Israel. En su tiempo,
19 Pul, rey de Asiria, invadió el país, y Menajem le entregó mil talentos de plata, para que lo ayudara a afianzar en sus manos el poder real.
20 Menajem recaudó esa plata entre toda la gente rica de Israel, a razón de cincuenta siclos de plata por persona, para entregarla al rey de Asiria. Así el rey de Asiria se retiró, y no se quedó allí, en el país.
21 El resto de los hechos de Menajem y todo lo que él hizo, ¿no está escrito en el libro de los Anales de los reyes de Israel?
22 Menajem se fue a descansar con sus padres, y su hijo Pecajías reinó en lugar de él.
23 El quincuagésimo año de Azarías, rey de Judá, inició su reinado sobre Israel, en Samaría, Pecajías, hijo de Menajem, y reinó dos años.
24 El hizo lo que es malo a los ojos del Señor: no se apartó de los pecados con que Jeroboam, hijo de Nebat, había hecho pecar a Israel.
25 Su escudero Pécaj, hijo de Remalías, conspiró contra él y lo mató en Samaría, en la torre de la casa del rey. Con la ayuda de cincuenta galaaditas, dio muerte al rey, lo mismo que a Argob y Arié, y reinó en lugar de él.
26 El resto de los hechos de Pecajías, todo lo que él hizo, está escrito en el libro de los Anales de los reyes de Israel.
27 El quincuagésimo segundo año de Azarías, rey de Judá, comenzó a reinar sobre Israel, en Samaría, Pécaj, hijo de Remalías, y reinó veinte años.
28 El hizo lo que es malo a los ojos del Señor: no se apartó de los pecados con que Jeroboam, hijo de Nebat, había hecho pecar a Israel.
29 En tiempos de Pécaj, rey de Israel, llegó Tiglat Piléser, rey de Asiria, y conquistó Iyón, Abel Bet Maacá, Ianóaj, Quedes, Jasor, Galaad, la Galilea y todo el país de Neftalí; y deportó a sus habitantes a Asiria.
30 Oseas, hijo de Elá, urdió una conspiración contra Pécaj, hijo de Remalías, lo hirió de muerte y reinó en lugar de él, el vigésimo año de Jotam, hijo de Ozías.
31 El resto de los hechos de Pécaj, todo lo que él hizo, está escrito en el libro de los Anales de los reyes de Israel.
32 El segundo año de Pécaj, hijo de Remalías, rey de Israel, inició su reinado Jotam, hijo de Ozías, rey de Judá.
33 Tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar, y reinó dieciséis años en Jerusalén. Su madre se llamaba Ierusá, hija de Sadoc.
34 El hizo lo que es recto a los ojos del Señor, como lo había hecho su padre Ozías.
35 Sin embargo, no desaparecieron los lugares altos: el pueblo seguía ofreciendo sacrificios y quemando incienso en los lugares altos. Jotam fue el que edificó la puerta alta de la Casa del Señor.
36 El resto de los hechos de Jotam, todo lo que él hizo, ¿no está escrito en el libro de los Anales de los reyes de Judá?
37 En aquellos días, el Señor comenzó a lanzar contra Judá a Rasón, rey de Aram, y a Pécaj, hijo de Remalías.
38 Jotam se fue a descansar con sus padres, y fue sepultado con ellos en la Ciudad de David, su padre. Su hijo Ajaz reinó en lugar de él.

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Introducción a II Reyes 


Reyes I

Los libros de Samuel presentaban la institución y el afianzamiento de la monarquía, como un proceso ascendente y lleno de promesas para Israel. Los libros de los REYES -que al principio formaban una sola obra, dividida luego en dos partes- continúan esa historia, pero trazan una parábola descendente. Aquí el relato comienza con el reinado de Salomón, que fue la etapa más brillante de todo el período monárquico, y llega hasta el momento en que el Pueblo de Dios vivió su experiencia más dramática y desconcertante: la caída de Jerusalén, el fin de la dinastía davídica y la deportación a Babilonia.
Este trágico desenlace se fue gestando gradualmente. A la muerte de Salomón, el reino de Judá se mantiene fiel a los reyes del linaje davídico y al Templo de Jerusalén. Pero las tribus del Norte, profundamente desilusionadas por el trato recibido en la época salomónica, se separan de Judá y constituyen un estado independiente, designado en adelante con el nombre de "Israel". Durante un par de siglos, los dos reinos separados logran conservar su autonomía política, debido al eclipse momentáneo de los grandes imperios del Antiguo Oriente. Pero la situación cambia radicalmente cuando Asiria comienza a desarrollar sus campañas expansionistas. En el año 721 a. C., Samaría cae en poder de los asirios, y así desaparece el reino de Israel. El reino de Judá sobrevive a la catástrofe, pero sólo por un tiempo. En el 587, las tropas de Nabucodonosor, rey de Babilonia -convertido en el nuevo árbitro de la situación, después de la derrota de Asiria- invaden Jerusalén, arrasan el Templo y se llevan cautiva a una buena parte de la población de Judá.
Los libros de los Reyes recibieron su redacción definitiva cuando todavía estaba muy vivo el recuerdo de este último acontecimiento. En la composición de la obra, se emplearon diversas fuentes, entre las que se destacan los informes provenientes de los archivos reales. Pero, en el relato de los hechos, lo que más interesa no es la historia en sí misma, sino la enseñanza que se debe extraer de ella, como medio para superar la crisis. Por eso, desde las primeras páginas comienza a vislumbrarse la pregunta que está implícita a lo largo de toda la narración: ¿Por qué el Señor ha rechazado a su Pueblo, dispersándolo entre las naciones paganas? ¿Hay un remedio para la catástrofe o el veredicto de condenación es irrevocable?
Para responder a este doloroso interrogante, el autor de estos Libros sigue paso a paso la historia de Israel en tiempos de la monarquía, y confronta la conducta de los reyes con las enseñanzas del Deuteronomio. Según la doctrina deuteronómica, el Señor eligió gratuitamente a Israel y lo comprometió a vivir en conformidad con su Ley. De esta manera, dejó abierto ante él un doble camino: el de la fidelidad, que conduce a la vida, y el de la desobediencia, que acaba en la muerte. Pero todos los reyes de Israel y casi todos los de Judá, en lugar de guiar al Pueblo del Señor por el camino de la fidelidad, lo encaminaron hacia su propia ruina, tolerando y aun fomentando el culto de Baal y de las otras divinidades cananeas. El fracaso de la monarquía, después de sus promisorios comienzos en tiempos de David, muestra que la raíz de todo mal está en apartarse del verdadero Dios.
Pero esta evocación del pasado, con su balance francamente pesimista, encierra también una lección para el presente. A pesar de las infidelidades de los reyes, el Señor nunca dejó de hacerse presente en la vida de su Pueblo a través de los Profetas. Por medio de ellos, Dios hizo oír constantemente su Palabra a fin de llamar a la conversión. Y esa Palabra seguía vigente para el "Resto" de Judá que se purificaba en el exilio. Si las derrotas nacionales habían sido la consecuencia del pecado, la conversión al Señor traería de nuevo la salvación. Las promesas divinas no podían caer en el vacío y el Reino de Dios se iba a realizar más allá de todos los fracasos terrenos.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

II Reyes  15,1-38

13. Ozías es otro nombre del rey Azarías, que aparece también en los escritos proféticos ( Ose_1:1; Amo_1:1; Isa_1:1; Isa_6:1).

19. Pul es el nombre que tomó Tiglat Piléser III, rey de Asiria (745-727 a. C.), cuando entró victoriosamente en Babilonia.

27. El estudio de la cronología de los reyes de Israel y de Judá muestra que Pécaj reinó a lo más cinco años.

29. Tiglat Piléser inauguró la práctica de las deportaciones masivas, para evitar posibles insurrecciones de los pueblos sometidos.