Genesis 30 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 43 versitos |
1 Al ver que no podía dar hijos a Jacob, Raquel tuvo envidia de su hermana, y dijo a su marido: "Dame hijos, porque si no, me muero".
2 Pero Jacob, indignado, le respondió: "¿Acaso yo puedo hacer las veces de Dios, que te impide ser madre?".
3 Ella añadió: "Aquí tienes a mi esclava Bilhá. Únete a ella, y que dé a luz sobre mis rodillas. Por medio de ella, también yo voy a tener hijos".
4 Así le dio por mujer a su esclava Bilhá. Jacob se unió a ella,
5 y cuando Bilhá concibió y dio un hijo a Jacob.
6 Raquel dijo: "Dios me hizo justicia: él escuchó mi voz y me ha dado un hijo". Por eso lo llamó Dan.
7 Después Bilhá, la esclava de Raquel, volvió a concebir y dio un segundo hijo a Jacob.
8 Entonces Raquel dijo: "Sostuve con mi hermana una lucha muy grande, pero al fin he vencido". Y lo llamó Neftalí.
9 Lía, por su parte, viendo que había dejado de dar a luz, tomó a su esclava Zilpá y se la dio como mujer a Jacob.
10 Cuando Zilpá, la esclava de Lía, dio un hijo a Jacob,
11 Lía exclamó: "¡Qué suerte!". Y lo llamó Gad.
12 Después Zilpá, la esclava de Lía, dio otro hijo a Jacob.
13 Lía dijo entonces: "¡Qué felicidad! Porque todas las mujeres me felicitarán". Y lo llamó Aser.
14 Rubén salió una vez mientras se estaba cosechando el trigo, y encontró en el campo unas mandrágoras, que luego entregó a su madre. Entonces Raquel dijo a Lía: "Por favor, dame algunas de esas mandrágoras que trajo tu hijo".
15 Pero Lía respondió: "¿No te basta con haberme quitado a mi marido, que ahora quieres arrebatarme también las mandrágoras de mi hijo?". "Está bien, respondió Raquel, que esta noche duerma contigo, a cambio de las mandrágoras de tu hijo".
16 Al atardecer, cuando Jacob volvía del campo, Lía salió a su encuentro y le dijo: "Tienes que venir conmigo, porque he pagado por ti las mandrágoras que encontró mi hijo". Aquella noche Jacob durmió con ella,
17 y Dios la escuchó, porque concibió una vez más, y dio a Jacob un quinto hijo.
18 Entonces Lía exclamó: "Dios me ha recompensado, por haber dado mi esclava a mi marido". Y lo llamó Isacar.
19 Luego Lía volvió a concebir y dio un sexto hijo a Jacob.
20 "Dios me hizo un precioso regalo", dijo Lía. "Esta vez mi marido me honrará, porque le he dado seis hijos". Y lo llamó Zabulón.
21 Finalmente tuvo una hija, a la que llamó Dina.
22 Dios también se acordó de Raquel, la escuchó e hizo fecundo su seno.
23 Ella concibió y dio a luz un hijo. Entonces exclamó: "Dios ha borrado mi afrenta".
24 Y lo llamó José, porque dijo: "Que el Señor me conceda un hijo más".
25 Después que Raquel dio a luz a José, Jacob dijo a Labán: "Déjame volver a mi casa y a mi país.
26 Dame a mis mujeres, por las que te he servido, y a mis hijos, para que pueda irme. Porque tú sabes muy bien cuánto trabajé por ti".
27 Pero Labán le respondió: "Si quieres hacerme un favor, quédate conmigo. Yo he llegado a saber, por medio de la adivinación, que el Señor me bendijo gracias a ti.
28 Por eso, siguió diciendo, fíjame tú mismo el salario que debo pagarte".
29 Entonces Jacob añadió: "Tú sabes bien cómo te he servido, y cómo prosperó tu hacienda gracias a mis cuidados.
30 Lo poco que tenías antes que yo llegara se ha acrecentado enormemente, ya que el Señor te bendijo gracias a mí. Pero ya es hora de que también haga algo por mi propia casa".
31 "¿Qué debo darte en pago?", preguntó Labán. Y Jacob respondió: "No tendrás que pagarme nada. Si haces lo que te voy a proponer, yo volveré a apacentar tu rebaño y a ocuparme de él.
32 Revisa hoy mismo todo tu rebaño, y aparta de él todas las ovejas negras y todas las cabras moteadas o manchadas. Ese será mi salario.
33 Y más adelante, cuando tú mismo vengas a verificar mis ganancias, mi honradez responderá por mí; si llego a tener en mi poder alguna cabra que no sea manchada o moteada, o alguna oveja que no sea negra, eso será un robo que yo he cometido".
34 "Está bien, dijo Labán, que sea como tú dices".
35 Pero aquel mismo día, Labán separó los chivos rayados y moteados, todas las cabras manchadas y moteadas -todo lo que tenía una mancha blanca- y todos los corderos negros, y los confió al cuidado de sus hijos.
36 Después interpuso entre él y Jacob una distancia de tres días de camino. Mientras tanto, Jacob apacentaba el resto del rebaño de Labán.
37 Jacob tomó unas ramas verdes de álamo, almendro y plátano, y trazó en ellas unas franjas blancas, dejando al descubierto la parte blanca de las ramas.
38 Luego puso frente a los animales, en los bebederos o recipientes de agua donde iba a beber el rebaño, las ramas que había descortezado. Y cuando los animales iban a beber, entraban en celo.
39 De esta manera, se unían delante de las ramas y así tenían crías rayadas, moteadas o manchadas.
40 Además, Jacob separó a los carneros y los puso frente a los animales rayados y negros del rebaño de Labán. Así pudo formar sus propios rebaños, que mantuvo separados de los rebaños de Labán.
41 Y cuando los animales que entraban en celo eran robustos, Jacob ponía las ramas en los bebederos, bien a la vista de los animales, para que se unieran delante de las ramas;
42 pero cuando los animales eran débiles, no las ponía. Así los animales robustos eran para Jacob, y los débiles para Labán.
43 De esta manera Jacob se hizo extremadamente rico, y llegó a tener una gran cantidad de ganado, de esclavos, esclavas, camellos y asnos.

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Introducción a Genesis


Génesis

GÉNESIS es una palabra griega, que significa "origen". El primer libro de la Biblia lleva ese nombre, porque trata de los orígenes del universo, del hombre y del Pueblo de Dios.
El libro del Génesis se divide en dos grandes partes. La primera es denominada habitualmente "Historia primitiva", porque presenta un amplio panorama de la historia humana, desde la creación del mundo hasta Abraham (caps. 1-11). La segunda narra los orígenes más remotos del pueblo de Israel: es la historia de Abraham, Isaac y Jacob, los grandes antepasados de las tribus hebreas. Al final de esta segunda parte, adquiere particular relieve la figura de José, uno de los hijos de Jacob, ya que gracias a él su padre y sus hermanos pudieron establecerse en Egipto. La historia de los Patriarcas se cierra con el anuncio del retorno de los israelitas a la Tierra prometida, cuyo cumplimiento comienza a relatarse en el libro del Éxodo.
Estas dos partes presentan notables diferencias en cuanto a la forma literaria y al contenido, pero están íntimamente relacionadas. El Génesis se remonta primero a los orígenes del mundo y de la humanidad. Luego, mediante una serie de genealogías cada vez más restringidas, establece una sucesión ininterrumpida entre Adán, el padre de la humanidad pecadora, y Abraham, el padre del Pueblo elegido. Este vínculo genealógico pone bien de relieve que la elección de Abraham no fue un simple hecho al margen de la historia humana. La elección divina no era un privilegio reservado para siempre a una sola persona o a una sola nación. Si Dios manifestó su predilección por Abraham y por la descendencia nacida de él, fue para realizar un designio de salvación que abarca a todos los pueblos de la tierra.
En la redacción final del libro del Génesis, se emplearon elementos de las tradiciones "yahvista", "elohísta" y "sacerdotal". Esta última fuente tiene una importancia especial en el conjunto de la obra, debido a que constituye la base literaria en la que se insertaron las otras tradiciones.
Los primeros capítulos del Génesis ofrecen una dificultad muy particular para el hombre de hoy. En ellos se afirma, por ejemplo, que Dios creó el universo en el transcurso de una semana, que modeló al hombre con barro y que de una de sus costillas formó a la mujer. ¿Cómo conciliar estas afirmaciones con la visión del universo que nos da la ciencia? La dificultad se aclara si tenemos en cuenta que el libro del Génesis no pretende explicar "científicamente" el origen del universo ni la aparición del hombre sobre la tierra. Con las expresiones literarias y los símbolos propios de la época en que fueron escritos, esos textos bíblicos nos invitan a reconocer a Dios como el único Creador y Señor de todas las cosas. Este reconocimiento nos hace ver el mundo, no como el resultado de una ciega fatalidad, sino como el ámbito creado por Dios para realizar en él su Alianza de amor con los hombres. La consumación de esa Alianza serán el "cielo nuevo" y la "tierra nueva" ( Isa_65:17 ; Rev_21:1 ) inaugurados por la Resurrección de Cristo, que es el principio de una nueva creación.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

Genesis 30,1-43

3. "Que dé a luz sobre mis rodillas": este es un expresivo gesto de adopción. Al recibir sobre sus rodillas al hijo de su esclava, la esposa estéril lo tomaba como suyo y luego le ponía un nombre (v. 6). Ver nota 16. 2.

14. La "mandrágora" era una planta que según las creencias antiguas poseía virtudes afrodisíacas y favorecía la fecundidad. El término hebreo que la designa tiene la misma raíz que la palabra "amor". La creencia se funda en la forma del tubérculo de esa planta, que parece un tronco humano.

25-43. De esta manera, el folklore israelita describe el honrado desquite de Jacob sobre el astuto y codicioso Labán. Jacob exige como única paga las ovejas negras y las cabras moteadas, porque estos animales son raros (v. 32). Pero después se vale de un recurso "mágico" para multiplicarlas, y así acrecentar sus riquezas (vs. 37-43). A través de este relato popular, se manifiesta la acción de Dios que protege y bendice a Jacob.