Juan  14 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 31 versitos |
1 "No se inquieten. Crean en Dios y crean también en mí.
2 En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si no fuera así, se lo habría dicho a ustedes. Yo voy a prepararles un lugar.
3 Y cuando haya ido y les haya reparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos conmigo, a fin de que donde yo esté, estén también ustedes.
4 Ya conocen el camino del lugar adonde voy".
5 Tomás le dijo: "Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo vamos a conocer el camino?".
6 Jesús le respondió: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí.
7 Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto".
8 Felipe le dijo: "Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta".
9 Jesús le respondió: "Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen?. El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Como dices: "Muéstranos al Padre"?
10 ¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que digo no son mías: el Padre que habita en mí es el que hace las obras.
11 Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las obras.
12 Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre.
13 Y yo haré todo lo que ustedes pidan en mi Hombre, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.
14 Si ustedes me piden algo en mi Nombre, yo lo haré.
15 Si ustedes me aman, cumplirán mis mandamientos.
16 Y yo rogaré al Padre, y él les dará otro Paráclito para que esté siempre con ustedes:
17 el Espíritu de la Verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce. Ustedes, en cambio, lo conocen, porque él permanece con ustedes y estará en ustedes.
18 No los dejaré huérfanos, volveré a ustedes.
19 Dentro de poco el mundo ya no me verá, pero ustedes sí me verán, porque yo vivo y también ustedes vivirán.
20 Aquel día comprenderán que yo estoy en mi Padre, y que ustedes están en mí y yo en ustedes.
21 El que recibe mis mandamientos y los cumple, ese es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él".
22 Judas -no el Iscariote- le dijo: "Señor, ¿por qué te vas a manifestar a nosotros y no al mundo?".
23 Jesús le respondió: "El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él.
24 El que no me ama no es fiel a mis palabras. La palabra que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me envió.
25 Yo les digo estas cosas mientras permanezco con ustedes.
26 Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho.
27 Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo. ¡No se inquieten ni teman!
28 Me han oído decir: "Me voy y volveré a ustedes". Si me amaran, se alegrarían de que vuelva junto al Padre, porque el Padre es más grande que yo.
29 Les he dicho esto antes que suceda, para que cuando se cumpla, ustedes crean.
30 Ya no hablaré mucho más con ustedes, porque está por llegar el Príncipe de este mundo: él nada puede hacer contra mí,
31 pero es necesario que el mundo sepa que yo amo al Padre y obro como él me ha ordenado. Levántense, salgamos de aquí".

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Introducción a Juan 


EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN

El cuarto Evangelio difiere considerablemente de los tres anteriores, tanto por su forma literaria cuanto por su contenido. La tradición cristiana lo atribuye al Apóstol JUAN, a quien identifica con "el discípulo al que Jesús amaba" (13. 23; 19. 26; 20. 2; 21. 7, 20), y hay varios indicios en el mismo Evangelio que corroboran esta atribución. De todas maneras, la redacción final del Libro es el resultado de una larga elaboración en la que también intervinieron los discípulos del Apóstol. La obra fue concluida hacia el año 100, y tenía como destinatarios inmediatos a las comunidades cristianas de Asia Menor.
El Evangelio de Juan gira en torno a un tema fundamental: Jesús es el Enviado de Dios, su Palabra por excelencia, que vino a este mundo para hacernos conocer al Padre. Él no habla por sí mismo, sino que "da testimonio" de la Verdad que escuchó del Padre (3. 11-13, 31-34), y toda su vida es una revelación de la "gloria" que recibió de su mismo Padre antes de la creación del mundo (17. 1-5).
Con más insistencia que los otros evangelistas, Juan acentúa la oposición entre Jesús -la "Luz", el "Camino", la "Verdad" y la "Vida"- y los que se niegan a creer en él, designados habitualmente con el nombre genérico de "los judíos". Jesús no vino a "juzgar" al mundo, sino a salvarlo. Pero, por el simple hecho de manifestarse a los hombres, él los pone ante una alternativa: la de permanecer en sus propias "tinieblas" o creer en la "luz". El que no cree en Jesús "ya" está condenado, mientras que el que cree en él "ya" ha pasado de la muerte a la Vida y tiene Vida eterna.
A diferencia de los Evangelios sinópticos, que mencionan una sola "subida" de Jesús a Jerusalén, este Evangelio habla de tres Pascuas celebradas en la Ciudad santa. Más aún, casi toda la actividad pública del Señor, se desarrolla dentro del marco litúrgico de alguna festividad judía. En lugar de las parábolas del Reino utilizadas a manera de comparaciones, tan características de los otros Evangelios, Juan se vale de breves y expresivas alegorías, como por ejemplo, la de la vid y los sarmientos y la del buen Pastor. También emplea diversos "símbolos" para referirse a la persona de Jesús y a los bienes que él brinda a los hombres: en especial, el "agua" y el "pan" le sirven para hacer una verdadera "catequesis sacramental" sobre el Bautismo y la Eucaristía.
El autor de este Evangelio vuelve constantemente sobre los mismos temas, desarrollándolos y profundizándolos una y otra vez. En cada uno de esos temas está contenido todo el misterio de Cristo. Pero más que los "hechos" de su vida, lo que le interesa y quiere poner de relieve es el "significado" que ellos encierran y que sólo la fe puede descubrir. Desde esa perspectiva, Juan interpreta las obras y amplía los discursos de Jesús, como fruto de una larga y profunda contemplación. Su objetivo fundamental es conducirnos a la Vida eterna, que consiste en conocer al "único Dios verdadero" y a su "Enviado, Jesucristo" (17. 3). Con razón se ha llamado al Evangelio de Juan el "Evangelio espiritual".

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

Juan  14,1-31

6. Jesús es el "Camino", porque nos conduce al Padre (1. 18; 14. 9); es la "Verdad", porque nos revela al verdadero Dios (12. 44-45); y es la "Vida", porque la Vida eterna consiste en conocer al Padre presente en el Hijo (17. 3).

16. "Paráclito", que significa abogado, protector y consolador, designa al Espíritu Santo. Jesús habla de "otro" Paráclito, porque el Espíritu protegerá y guiará a los Apóstoles, cuando él haya vuelto al Padre. Ver v. 26; 15. 26; 16. 7; 1Jn_2:1.

30. El "Príncipe de este mundo" es el demonio, que iba a instigar a los responsables del Pueblo judío para que pidieran la muerte de Jesús. Esa muerte, sin embargo, no iba a ser un triunfo del demonio, sino el cumplimiento de la voluntad del Padre.