Zacarías 9 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 17 versitos |
1 Oráculo. La palabra del Señor llegó al país de Jadrac, y en Damasco está su reposo; porque al Señor pertenece la fuente de Aram, como todas las tribus de Israel,
2 y también Jamat, que está en su frontera, y Tiro y Sidón. Por su gran sabiduría,
3 Tiro se construyó una fortaleza, amontonó plata como polvo y oro fino como barro de las calles.
4 Pero el Señor va a apoderarse de eso, arrojará su poderío en el mar y ella misma será presa de las llamas.
5 Lo verá Ascalón y temerá; también Gaza, y se retorcerá de dolor, y lo mismo Ecrón, porque su esperanza quedó defraudada; Gaza no tendrá más rey, Ascalón ya no será habitada
6 y gente bastarda se instalará en Asdod. Yo aniquilaré el orgullo del filisteo,
7 quitaré la sangre de su boca y sus abominaciones de entre sus dientes. El también será un resto para nuestro Dios, será como un jefe en Judá, y Ecrón será como un jebuseo.
8 Yo acamparé junto a mi casa como una guardia contra los que pasan y vuelven: no pasará más entre ellos ningún opresor, porque ahora he visto con mis ojos.
9 ¡Alégrate mucho, hija de Sión! ¡Grita de júbilo, hija de Jerusalén! Mira que tu Rey viene hacia ti; él es justo y victoriosos, es humilde y está montado sobre un asno, sobre la cría de un asna.
10 El suprimirá los carros de Efraím y los caballos de Jerusalén; el arco de guerra será suprimido y proclamará la paz a las naciones. Su dominio se extenderá de un mar hasta el otro, y desde el Río hasta los confines de la tierra.
11 En cuanto a ti, por la sangre de alianza yo libraré a tus cautivos de la fosa sin agua.
12 Vuelvan a la plaza fuerte, cautivos llenos de esperanza. Sí, hoy mismo lo declaro: yo te daré una doble compensación.
13 Porque yo tendí mi arco: es Judá; lo armé con Efraím. Lanzaré a tus hijos, Sión, contra tus hijos, Javán; te empuñaré como una espada de guerrero.
14 El Señor aparecerá sobre ellos, y su flecha partirá como el rayo. El Señor hará sonar la trompeta y avanzará en los torbellinos del sur.
15 El Señor de los ejércitos los escudará; ellos triunfarán y pisotearán las piedras de las hondas, beberán la sangre como si fuera vino, se llenarán como la copa de la aspersión, como los ángulos del altar.
16 El Señor, su Dios, los salvará en aquel día, como al rebaño de su pueblo; como piedras de una diadema, resplandecerán sobre su tierra.
17 ¡Qué felicidad y qué hermosura! El trigo dará vigor a los jóvenes y el vino nuevo a las jóvenes.

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Introducción a Zacarías


Zacarías

Este libro consta de dos partes bastante diversas. La primera (caps. 1-8) es la obra del profeta ZACARÍAS, que ejerció su actividad en Jerusalén desde noviembre del 520 a. C. -un mes antes que la concluyera Ageo hasta diciembre del 518. La segunda es más de un siglo posterior y proviene de uno o varios autores, designados habitualmente con el nombre de Segundo o Déutero Zacarías.
Bajo este aspecto, el libro de Zacarías se asemeja al de Isaías, que se divide en tres partes, de autores y épocas diferentes, agrupadas bajo el nombre del gran profeta del siglo VIII.


Primera Parte del Libro de Zacarías

Zacarías era de familia sacerdotal y pertenecía probablemente al grupo de profetas dedicados al servicio del Santuario. Esto explica la importancia que atribuye al Templo, al sacerdocio y a todas las cuestiones relacionadas con el culto. Su obra es "muy oscura", como ya lo señalaba san Jerónimo. En ella se entremezclan fragmentos de una autobiografía, visiones simbólicas que preludian los "apocalipsis" posteriores y una serie de oráculos mesiánicos.
Zacarías insiste en la necesidad de reconstruir el Templo (1. 16; 4. 9; 6. 15). Pero, más allá de esta finalidad inmediata, desarrolla el mesianismo esbozado por Ageo en torno a la persona de Zorobabel y va marcando las etapas que llevarán a la instauración de la era mesiánica. El Señor va a entrar en acción (1. 7-15). Las naciones enemigas serán derrotadas (2. 1-4) y Jerusalén será reconstruida en una zona sin fronteras, porque el mismo Señor será su muralla (2. 5-9). Josué y Zorobabel -representantes de los poderes religioso y civil- ejercerán en perfecta armonía el gobierno de la comunidad (3. 1 - 4. 14). El país será purificado de toda maldad (5. 1-11) y Babilonia, "el país del Norte", recibirá su castigo (6. 1-8). Una acción simbólica presenta a Zorobabel como rey davídico (6. 9-15) y una cuestión sobre el ayuno ofrece al profeta la ocasión de hacer un llamado a la conversión, mediante la práctica de la justicia, de la fidelidad y la misericordia (7. 8-14). Por último, el profeta amplía su perspectiva en sentido universalista, siguiendo la línea del Segundo Isaías.
Zacarías hace revivir el antiguo mesianismo real, vinculado a la descendencia de David. Pero su estrecha relación con los medios sacerdotales le hace asociar al príncipe davídico un jefe religioso, el Sumo Sacerdote Josué. Esta doble corriente -real y sacerdotal- del mesianismo del Antiguo Testamento encontrará su plena realización en Jesucristo, "nacido de la estirpe de David según la carne" ( Rom_1:3 ) y constituido a la vez "Sumo Sacerdote de los bienes futuros" ( Heb_9:11 ).

Segunda Parte del Libro de Zacarías

Los seis capítulos siguientes del libro de Zacarías difieren considerablemente de los ocho primeros. Mientras que las visiones y los oráculos de la primera parte están fechados y son expresamente atribuidos a Zacarías, de ahora en adelante no se menciona más a este profeta y faltan por completo las indicaciones cronológicas. También el trasfondo histórico se ha modificado. Ya no se habla para nada de la reconstrucción del Templo, y la esperanza mesiánica -que antes estaba centrada en la persona de Zorobabel, como símbolo de la restauración nacional- ahora se desplaza hacia otras figuras de perfil menos definido: el Rey Mesías pobre y pacífico ( Heb_9:9-10 ), el Buen Pastor despreciado y rechazado ( Heb_11:4-14 ) y el misterioso "Traspasado" ( Heb_12:10 ). Con toda probabilidad, esta segunda parte fue compuesta entre los años 330 y 300 a. C., cuando los Seléucidas y los Lágidas se repartieron el poder y la herencia de Alejandro Magno ( 1Ma_1:1-9 ). Así se explica la mención de los griegos como una fuerza hostil al Pueblo de Dios ( 1Ma_9:13 ).
Estos capítulos son una recopilación de oráculos, cuyo tema común es la decisión del Señor de establecer su reinado definitivo sobre toda la tierra ( 1Ma_14:9 ). Con estos elementos de origen y estilo diversos, el redactor final parece haber construido una especie de díptico, compuesto de dos partes simétricas, que describen la instauración de la era mesiánica siguiendo un doble movimiento: después de una primera intervención de Dios, que culmina en un aparente fracaso ( 1Ma_11:15-17 ), la nueva Jerusalén, liberada de sus enemigos y purificada de sus pecados, se convierte en el polo de atracción de todos los pueblos ( 1Ma_14:16 ).
A pesar de ser uno de los escritos más desconcertantes del Antiguo Testamento, la obra del Segundo Zacarías tiene el gran valor de haber conservado los últimos restos del profetismo bíblico. Sus oráculos atestiguan la persistencia de la esperanza mesiánica durante la dominación griega. Además, se debe destacar que este es uno de los Libros más citados en los Evangelios: tres veces en el de Mateo ( 1Ma_21:5 ; 1Ma_26:31 ; 1Ma_27:9-10 ), una en el de Marcos ( 1Ma_14:27 ) y una en el de Juan ( 1Ma_19:37 ).

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

Zacarías 9,1-17

1-8. El itinerario seguido por el Señor es paralelo al de Alejandro Magno en su conquista de Egipto, después de su victoria decisiva sobre los persas en el 333 a.C. Es probable que el profeta haya tenido en vista esa campaña cuando compuso este oráculo. Ver 1Ma_1:1-4.

1. "Jadrac" era la capital de un principado arameo, al norte de Siria.

3. Ver Eze_27:2-27.

4. Ver Eze_27:34.

5. Estas ciudades, lo mismo que Asdod (v. 6), formaban parte de la confederación filistea ( Amo_1:6-8; Sof_2:4).

6. "Gente bastarda": esta expresión designa aquí a una población mestiza ( Deu_23:3; Neh_13:23-27). Los filisteos ya no podrán sentirse orgullosos de la pureza de su raza, porque colonos provenientes de otras regiones ocuparán sus ciudades.

7. El profeta se refiere a la costumbre filistea de comer la carne con su "sangre", es decir, no desangrada según el rito establecido por la Ley ( Gen_9:4; Lev_17:10-12; Deu_12:23-24). Los "jebuseos" eran los antiguos pobladores de Jerusalén, que pasaron a formar parte de Israel cuando David conquistó la ciudad ( 2Sa_5:6-9).

8. En este contexto, la "casa" del Señor no es el Templo sino toda la Tierra santa ( Jer_12:7; Ose_8:1; Ose_9:15).

9. La esperanza mesiánica de Israel es expresada en este oráculo de una forma inusitada. El Mesías estará investido de la dignidad real, pero será un rey "humilde", que realizará en su persona el ideal de los "pobres del Señor" descrito en Sof_2:3. Al entrar "montado sobre un asno" y no a caballo o en un carro de guerra, se presenta simbólicamente como el "Príncipe de la paz" ( Isa_9:5). Ver Mat_21:4-5.

10. "Efraím" y "Jerusalén" representan a Israel, el antiguo reino del Norte, y a Judá, el reino del Sur, que volverán a unirse en el Reino mesiánico.

11. Al hacer esta promesa, el Señor confirma su fidelidad a la Alianza sellada en el Sinaí con la "sangre" de los sacrificios ( Exo_24:4-8).

13. "Javán": ver nota Joe_4:6.