Ezequiel  36 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 38 versitos |
1 Y tú, hijo de hombre, profetiza sobre las montañas de Israel. Tú dirás: ¡Montañas de Israel, escuchen la palabra del Señor!
2 Así habla el Señor: Porque el enemigo ha dicho contra ustedes: "¡Ah, estas alturas antiguas han pasado a ser posesión nuestra!".
3 por eso, profetiza diciendo: Así habla el Señor: Sí, ustedes han sido devastadas y asediadas por todas partes, hasta convertirse en posesión del resto de las naciones, y han sido objeto de las habladurías y difamaciones de la gente.
4 Por eso, montañas de Israel, escuchen la palabra del Señor: Así habla el Señor a las montañas, a las colinas, a los cauces de los torrentes y a los valles, a las ruinas desiertas y a las ciudades abandonadas, que han sido saqueadas y escarnecidas por el resto de las naciones vecinas.
5 Por eso, así habla el Señor: Sí, en el ardor de mis celos, yo hablo contra el resto de las naciones contra todo Edom, que con el corazón desbordante de alegría y el alma llena de desprecio, se han atribuido la posesión de mi país, para destruirlo y saquearlo.
6 Por eso, profetiza sobre la tierra de Israel. Tú dirás a las montañas y a las colinas, a los cauces de los torrentes y a los valles: Así habla el Señor: Yo he hablado en mis celos y en mi furor, porque ustedes han soportado el oprobio de las naciones.
7 Por eso, así habla el Señor: Juro con la mano levantada que son las naciones vecinas las que cargarán con su propia ignominia.
8 Ustedes, en cambio, montañas de Israel, echarán ramas y producirán frutos para mi pueblo Israel, que ya está a punto de llegar.
9 ¡Sí, yo voy hacia ustedes, me vuelvo hacia ustedes! Serán cultivadas y sembradas,
10 y multiplicaré sobre ustedes a los hombres de todo el pueblo de Israel. Las ciudades serán habitadas y las ruinas reconstruidas.
11 Multiplicaré sobre ustedes a hombres y animales, y ellos serán numerosos y fecundos. Haré que ustedes vuelvan a poblarse como en los tiempos antiguos y las haré más prósperas que al comienzo. Así sabrán que yo soy el Señor.
12 Yo haré que los hombres de mi pueblo Israel caminen sobre ustedes, y ellos tomarán posesión de ti: tú serás una herencia para ellos y ya no los privarás de sus hijos.
13 Así habla el Señor: Porque te han dicho: "Tú devoras a los hombres y privas de sus hijos a tu nación",
14 por eso, ya no volverás a devorar a los hombres ni a privar de sus hijos a tu nación -oráculo del Señor-.
15 Nunca más te haré escuchar el ultraje de las naciones; ya no soportarás el oprobio de los pueblos ni privarás de sus hijos a tu nación -oráculo del Señor-.
16 La palabra del Señor me llegó en estos términos:
17 Hijo de hombre, cuando el pueblo de Israel habitaba en su propio suelo, lo contaminó con su conducta y sus acciones: su conducta era ante mí como la impureza de una mujer en su menstruación.
18 Entonces derramé mi furor sobre ellos, por la sangre que habían derramado sobre el país y los ídolos con que lo habían contaminado.
19 Los dispersé entre las naciones y ellos se diseminaron por los países. Los juzgué según su conducta y sus acciones.
20 Y al llegar a las naciones adonde habían ido, profanaron mi santo Nombre, haciendo que se dijera de ellos: "Son el pueblo del Señor, pero han tenido que salir de su país".
21 Entonces yo tuve compasión de mi santo Nombre, que el pueblo de Israel profanaba entre las naciones adonde había ido.
22 Por eso, di al pueblo de Israel: Así habla el Señor: Yo no obro por consideración a ustedes, casa de Israel, sino por el honor de mis santo Nombre, que ustedes han profanado entre las naciones adonde han ido.
23 Yo santificaré mi gran Nombre, profanado entre las naciones, profanado por ustedes. Y las naciones sabrán que yo soy el Señor -oráculo del Señor- cuando manifieste mi santidad a la vista de ellas, por medio de ustedes.
24 Yo los tomaré de entre las naciones, los reuniré de entre todos los países y los llevaré a su propio suelo.
25 Los rociaré con agua pura, y ustedes quedarán purificados. Los purificaré de todas sus impurezas y de todos sus ídolos.
26 Les daré un corazón nuevo y pondré en ustedes un espíritu nuevo: les arrancaré de su cuerpo el corazón de piedra y les daré un corazón de carne.
27 Infundiré mi espíritu en ustedes y haré que signa mis preceptos, y que observen y practiquen mis leyes.
28 Ustedes habitarán en la tierra que yo ha dado a sus padres. Ustedes serán mi Pueblo y yo seré su Dios.
29 Los salvaré de todas sus impurezas. Llamaré al trigo y lo multiplicaré, y no enviaré más el hambre sobre ustedes.
30 Multiplicaré los frutos de los árboles y los productos de los campos, para que ya no tengan que soportar entre las naciones el oprobio del hambre.
31 Ustedes se acordarán de su mala conducta y de sus acciones perversas, y sentirán asco de ustedes mismos a causa de sus culpas y sus abominaciones.
32 Yo no obro por consideración a ustedes, sépanlo bien -oráculo del Señor-. Sientan vergüenza y confusión por su conducta, pueblo de Israel.
33 Así habla el Señor: El día en que los purifique de todas sus culpas, yo poblaré las ciudades y las ruinas serán reconstruidas.
34 La tierra devastada será cultivada, después de haber sido una desolación a la vista de todos los que pasaban.
35 Entonces dirán: "Esta tierra había sido devastada, pero ahora es como un jardín de Edén; las ciudades estaban en ruinas, devastadas y derruidas, y ahora son plazas fuertes habitadas".
36 Y las naciones que hayan quedado alrededor de ustedes sabrán que yo, el Señor, he reconstruido lo que estaba derruido y replantado lo que había sido devastado. Yo, el Señor, lo he dicho y lo haré.
37 Así habla el Señor: Yo me dejaré buscar por el pueblo de Israel, para concederles también esto: los multiplicaré como un rebaño humano,
38 Como un rebaño de ovejas consagradas; como el rebaño reunido en Jerusalén con motivo de sus fiestas. Así las ciudades en ruinas se llenarán de un rebaño humano, y sabrán que yo soy el Señor.

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Introducción a Ezequiel 


Ezequiel

En el 597 a. C., Nabucodonosor, rey de Babilonia, realizó una campaña contra Jerusalén. El rey Joaquín se rindió después de soportar un breve asedio y tuvo que pagar un pesado tributo. Como consecuencia de esta primera invasión, el reino davídico no quedó destruido, pero sí considerablemente diezmado. En efecto, con el fin de reafirmar su soberanía sobre Judá, Nabucodonosor destituyó a Joaquín y lo llevó cautivo a Babilonia con varios miles de deportados, entronizando en su lugar a Sedecías (17. 12-14; 2Ki_24:8-17 ). Entre las víctimas de aquella primera deportación se encontraba un sacerdote de Jerusalén, llamado EZEQUIEL, nombre que significa "Dios es fuerte", o bien, "Que Dios fortalezca". El lugar de su destierro fue una colonia de exiliados instalada en Tel Aviv, población situada junto al río Quebar, en las cercanías de Babilonia. Allí vivía acompañado de su esposa, cuando tuvo la deslumbrante visión que lo convirtió en profeta del Señor. A partir de ese momento, ejerció su actividad profética a lo largo de más de veinte años, entre el 593 y el 571 a. C.
La pertenencia de Ezequiel a la clase sacerdotal dejó una huella profunda en su mensaje. Así lo manifiestan su interés por las instituciones cultuales, su preocupación por separar lo sagrado de lo profano ( 2Ki_45:1-6 ; 2Ki_48:9-14 ), su horror por las impurezas legales ( 2Ki_4:14 ; 2Ki_44:6-8 ) y su competencia para resolver casos de moral y derecho, función esta específica de los sacerdotes ( 2Ki_20:1 ). Pero su máxima preocupación es el Templo, ya sea el Templo presente, contaminado por toda suerte de ritos idólatras ( 2Ki_8:1-18 ), ya sea el Santuario de la nueva Jerusalén, donde la Gloria del Señor habitará para siempre ( 2Ki_43:1-9 ) y cuyo diseño él describe minuciosamente (caps. 40-48). El pensamiento y el estilo de Ezequiel están hondamente arraigados en la tradición sacerdotal, así como los de su contemporáneo Jeremías reflejan cierta influencia de la corriente "deuteronomista".
Sin embargo, Ezequiel fue ante todo un profeta. El Señor lo estableció como "un presagio para el pueblo de Israel" ( 2Ki_12:6 ; 2Ki_24:24 ), y él puso en evidencia ante los exiliados en Babilonia que había "un profeta en medio de ellos" ( 2Ki_2:5 ; 2Ki_33:33 ). Su función fue semejante a la del "centinela", encargado de dar el grito de alerta ante la inminencia del peligro y, al mismo tiempo, responsable de aquellos que se perdían por no haber sido alertados oportunamente ( 2Ki_3:16-21 ).
A través de sus escritos, Ezequiel se manifiesta como una personalidad sumamente desconcertante. El lector queda desorientado ante sus sorprendentes acciones simbólicas ( 2Ki_4:1-3 ; 2Ki_5:1-4 ; 2Ki_12:1-20 ), ante sus posturas extravagantes ( 2Ki_4:4-8 ) y sus transportes extáticos ( 2Ki_11:1-13 ; 2Ki_37:1-14 ; 2Ki_40:1-4 ). Estos mismos elementos ya habían aparecido en otros profetas anteriores a él. Pero mientras que Oseas, Isaías o Jeremías se valen de ellos con cierta discreción, Ezequiel parece complacerse en emplearlos hasta resultar chocante. Por ese modo de proceder, se lo ha tachado de "excéntrico" e incluso se ha pensado que padecía de ciertas perturbaciones síquicas. Lo cierto es que poseía un genio excepcionalmente sensible e imaginativo, a la vez que complejo y paradójico. Era un "visionario" en el mejor sentido del término. Pero eso no le impedía expresarse a veces con la fría precisión de un jurista y la sutileza de un casuista o bien detenerse minuciosamente en la seca enumeración de detalles arquitectónicos.
El libro de Ezequiel aparece a primera vista como un conjunto sólidamente estructurado. Después de la introducción dedicada a relatar la vocación del profeta (1. 4-3. 21), siguen cuatro partes que tratan temas bien definidos. Dentro de este plan lógico, es fácil descubrir algunas repeticiones, interrupciones bruscas y ampliaciones, debidas en gran parte al trabajo redaccional de los discípulos del profeta, que dieron al Libro su forma definitiva.
Los grandes temas de Ezequiel han encontrado un profundo eco en el Nuevo Testamento, sobre todo en el Evangelio según san Juan. La Morada definitiva de Dios entre los hombres, anunciada por Ezequiel (37. 27), es Jesucristo ( Joh_1:14 ). Él es también el Buen Pastor que congrega a su Pueblo ( Joh_34:11-16 ; Joh_10:11-16 ), lo hace renacer por el agua y el Espíritu ( Joh_36:25-27 ; Joh_3:5 ) y le da la Vida ( Joh_37:1-14 ; Joh_11:25-26 ). Las visiones de Ezequiel son asimismo el punto de partida de casi todas las imágenes con que el Apocalipsis describe la Nueva Jerusalén, cuyo Templo "es el Señor Dios todopoderoso y el Cordero" ( Rev_21:22 ).

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas