II Samuel  15 Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998) | 37 versitos |
1
Intrigas de Absalón.
Después de esto, se hizo Absalón con un carro, caballos y cincuenta hombres que corrían delante de él.
2 Se levantaba Absalón temprano y se colocaba a la vera del camino de la puerta, y a los que tenían algún pleito y venían donde el rey para el juicio, los llamaba Absalón y les decía: «¿No eres tú de...?» Él respondía: «Tu siervo es de tal tribu de Israel.»
3 Absalón le decía: «Mira, tu causa es justa y buena, pero nadie te escuchará de parte del rey.»
4 Y añadía Absalón: «¡Quién me pusiera por juez de esta tierra! Podrían venir a mí todos los que tienen pleitos o juicios y yo les haría justicia.»
5 Cuando alguno se acercaba a él y se postraba, le tendía la mano, lo retenía y lo besaba.
6 Así hacía Absalón con todos los israelitas que iban al tribunal del rey. Absalón robaba así el corazón de los hombres de Israel.
7
Revuelta de Absalón.
Al cabo de cuatro años dijo Absalón al rey: «Permíteme que vaya a Hebrón a cumplir el voto que hice a Yahvé.
8 Porque tu siervo hizo voto cuando estaba en Guesur de Aram diciendo: Si Yahvé me permite volver a Jerusalén, daré culto a Yahvé en Hebrón.»
9 El rey le dijo: «Vete en paz.» Él se levantó y se fue a Hebrón.
10 Envió Absalón mensajeros a todas las tribus de Israel diciendo: «Cuando oigáis el sonido del cuerno, decid: ¡Absalón se ha proclamado rey en Hebrón!»
11 Con Absalón habían partido de Jerusalén doscientos hombres invitados; eran inocentes y no sabían absolutamente nada.
12 Mientras ofrecía los sacrificios, mandó Absalón llamar a Ajitófel el guilonita, consejero de David, de su ciudad de Guiló. Así la conjuración se fortalecía y eran cada vez más numerosos los partidarios de Absalón.
13
Huida de David.
Llegó uno que avisó a David: «El corazón de los hombres de Israel va tras de Absalón.»
14 Entonces David dijo a todos los servidores que estaban con él en Jerusalén: «Levantaos y huyamos, porque no tenemos escape ante Absalón. Apresuraos a partir, no sea que venga a toda prisa y nos dé alcance, vierta sobre nosotros la ruina y pase la ciudad a filo de espada.»
15 Dijeron al rey sus servidores: «Para todo cuanto mi señor el rey elija estamos aquí tus servidores.»
16 El rey salió con toda su casa, a pie, dejando diez concubinas para guardar la casa.
17 Salió el rey a pie, con todo el pueblo, y se detuvieron en la última casa.
18 Pasaron a su lado todos sus veteranos. Todos los quereteos, los perizitas, Itay y todos los guititas, seiscientos hombres que le habían seguido desde Gat, marchaban delante del rey.
19 Y dijo el rey a Itay el guitita: «¿Por qué has de venir tú también conmigo? Vuélvete y quédate con el rey porque eres un extranjero, desterrado también de tu país.
20 Llegaste ayer, ¿y voy a obligarte hoy a andar errando con nosotros, cuando voy a la ventura? Vuélvete y haz que tus hermanos se vuelvan contigo; y que Yahvé tenga contigo amor y fidelidad.»
21 Itay respondió al rey: «¡Por vida de Yahvé y por tu vida, rey mi señor, que donde el rey mi señor esté, para muerte o para vida, allí estará tu siervo!»
22 Entonces David dijo a Itay: «Anda y pasa.» Pasó Itay de Gat con todos sus hombres y todos sus niños.
23 Iban todos llorando a voz en grito. El rey se detuvo en el torrente Cedrón y toda la gente pasaba ante él por el camino del desierto.
24
La suerte del arca.
Llegó también Sadoc acompañado de todos los levitas, llevando el arca de la alianza de Dios. Se detuvieron con el arca de Dios junto a Abiatar hasta que todo el pueblo acabó de salir de la ciudad.
25 Dijo el rey a Sadoc: «Haz volver el arca de Dios a la ciudad. Si he hallado gracia a los ojos de Yahvé, me hará volver y me permitirá ver el arca y su morada.
26 Y si él dice: “No me has agradado”, que me haga lo que mejor le parezca.»
27 Dijo el rey al sacerdote Sadoc: «Mira, vuelve en paz a la ciudad y que vuelvan con vosotros vuestros dos hijos, tu hijo Ajimás y Jonatán, hijo de Abiatar.
28 Mirad, yo me detendré en las estepas del desierto, hasta que me llegue una palabra vuestra que me dé noticias.»
29 Sadoc y Abiatar devolvieron el arca de Dios a Jerusalén y se quedaron allí.
30
David se asegura el concurso de Jusay.
David subía la cuesta de los Olivos, subía llorando con la cabeza cubierta y los pies desnudos; y toda la gente que estaba con él había cubierto su cabeza y subía la cuesta llorando.
31 Notificaron entonces a David: «Ajitófel está entre los conjurados con Absalón», y David dijo: «¡Vuelve necios, Yahvé, los consejos de Ajitófel!»
32 Cuando David llegó a la cima donde se postran ante Dios, le salió al encuentro Jusay el arquita, con la túnica desgarrada y cubierta de polvo su cabeza.
33 David le dijo: «Si vienes conmigo, me serás una carga.
34 Pero si te vuelves a la ciudad y dices a Absalón: “Soy tu siervo, oh rey, mi señor; antes serví a tu padre, ahora soy siervo tuyo”, podrás frustrar, en favor mío, los consejos de Ajitófel.
35 ¿No estarán allí contigo los sacerdotes Sadoc y Abiatar? Todo cuanto oigas en la casa del rey, se lo comunicas a los sacerdotes Sadoc y Abiatar.
36 Estarán allí con ellos sus dos hijos, Ajimás de Sadoc y Jonatán de Abiatar, y por su medio podréis comunicarme todo lo que sepáis.»
37 Jusay, amigo de David, entró en la ciudad cuando Absalón llegaba a Jerusalén.

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Introducción a II Samuel 

Los libros de Samuel formaban una sola obra en la Biblia hebrea. La división en dos libros se remonta a la traducción griega que ha unido asimismo Samuel y Reyes bajo un mismo título: los cuatro libros de los Reinos; la Vulgata los llama los cuatro libros de los Reyes. El Samuel hebreo corresponde a los dos primeros. Este título proviene de la tradición que atribuía al profeta Samuel la composición de este escrito.

El texto es uno de los peor conservados del AT. La traducción griega de los Setenta da un texto bastante diferente, que se remonta a un prototipo del que las cuevas de Qumrán han proporcionado importantes fragmentos. Existían, pues, varias recensiones hebraicas de los libros de Samuel.

Se distinguen en él cinco partes:
a) Samuel, 1 S 1-7;
b) Samuel y Saúl, 1 S 8-15;
c) Saúl y David, 1 S 16 a 2 S 1;
d) David, 2 S 2-20;
e) suplementos, 2 S 21-24.

La obra combina o yuxtapone diversas fuentes y tradiciones sobre los comienzos del período monárquico. Hay una historia del arca y de su cautiverio entre los filisteos, 1 S 4-6, en la que no aparece Samuel y que proseguirá en 2 S 6. Está enmarcada por un relato de la infancia de Samuel, 1 S 1-3, y por otro relato que presenta a Samuel como el último de los Jueces y anticipa la liberación del yugo filisteo, 7. Samuel desempeña un papel esencial en la historia de la institución de la realeza, 1 S 8-12, donde se han distinguido desde hace tiempo dos grupos de tradiciones: 9; 1Sa_10:1-16 ; 11, por una parte, y 8; 1Sa_10:17-24 ; 12, por otra. Al primer grupo se le ha denominado versión monárquica del acontecimiento, y al segundo, versión antimonárquica; esta última sería posterior. En realidad ambas tradiciones son antiguas y solamente representan tendencias diferentes; además, la segunda corriente no es tan antimonárquica como se afirma, sino que solamente se opone a una realeza que no respetaría los derechos de Dios. Las guerras de Saúl contra los filisteos son narradas en 13-14, con una primera versión del rechazo de Saúl, 1Sa_13:7 a; una segunda versión de este rechazo se da en 15, en conexión con una guerra contra los amalecitas. Este rechazo prepara la unción de David por Samuel, 1Sa_16:1-13 . Sobre los comienzos de David y sus desavenencias con Saúl, se han recogido tradiciones paralelas y, al parecer, de igual antigüedad en 1Sa 16:14 - 2 S 1, donde los duplicados son frecuentes. El final de esta historia se encuentra en 2 S 2-5: el reinado de David en Hebrón, la guerra filistea y la toma de Jerusalén aseguran la confirmación de David como rey sobre todo Israel, 2Sa_5:12 . El cap. 6 prosigue la historia del arca; la profecía de Natán, 7, es antigua, pero ha sido retocada; el cap. 8 es un resumen redaccional. En 2 S 9 se inicia una larga narración que no concluirá hasta el comienzo de Reyes, 1R 1-2. Es la historia de la familia de David y de las luchas en torno a la sucesión al trono, escrita por un testigo ocular, en la primera mitad del reinado de Salomón. Queda interrumpida por 2 S 21-24, que agrupa trozos de origen diverso sobre el reinado de David.

Es posible que desde los primeros siglos de la monarquía hayan tomado cuerpo, además de la gran historia de 2 S 9-20, otras agrupaciones literarias: un primer ciclo de Samuel, dos historias de Saúl y David. Es posible, asimismo, que estos conjuntos hayan sido combinados en torno al año 700, pero los libros no recibieron su forma definitiva hasta que fueron incorporados a la gran historia deuteronomista. Sin embargo, la influencia del Deuteronomio resulta aquí menos visible que en Jueces y Reyes. Se la descubre particularmente en los primeros capítulos de la obra, especialmente en 1Sa_2:22-36 ; 7 y 12, quizá en una modificación de la profecía de Natán, 2 S 7; pero el relato de 2 S 9-20 se ha conservado casi sin retoque.

Los libros de Samuel abarcan el período que va de los orígenes de la monarquía israelita al final del reinado de David. La expansión de los filisteos (la batalla de Afec, 1 S 4, se sitúa hacia el 1050) ponía en peligro la existencia misma de Israel e impuso la monarquía. Saúl, hacia el 1030, es, en un principio, como un continuador de los Jueces, pero su reconocimiento por todas las tribus le confiere una autoridad universal y permanente: ha nacido la realeza. Comienza la guerra de liberación y los filisteos son arrojados hasta su territorio, 1 S 14; los encuentros ulteriores tienen lugar en los confines del territorio israelita, 1 S 17 (valle del Terebinto), 28 y 31 (Gelboé). Este último combate acaba en desastre y en él muere Saúl, hacia el 1010. La unidad nacional se ve de nuevo comprometida, David es consagrado rey en Hebrón por los de Judá, y las tribus del Norte le oponen a Isbaal, descendiente de Saúl, refugiado en Transjordania. Sin embargo, el asesinato de Isbaal hace posible la unión, y David es reconocido rey por Israel.

El segundo libro de Samuel no da más que un resumen de los resultados políticos del reinado de David: fueron, sin embargo, considerables. Los filisteos fueron definitivamente rechazados, la unificación del territorio concluye con la absorción de los enclaves cananeos, y en primer lugar Jerusalén, que se convirtió en la capital política y religiosa del reino. Fue sometida Transjordania, y David extendió su dominio sobre los arameos de Siria meridional. Con todo, cuando murió David, hacia el 970, la unidad nacional no estaba verdaderamente consolidada; David era rey de Israel y de Judá y estas dos fracciones se oponían a menudo: la rebelión de Absalón fue sostenida por las gentes del Norte, el benjaminita Seba quiso sublevar al pueblo al grito de «A tus tiendas, Israel». Se presiente ya el cisma.

Estos libros traen un mensaje religioso; exponen las condiciones y las dificultades de un reino de Dios sobre la tierra. El ideal sólo se ha conseguido bajo David; este logro ha sido precedido por el fracaso de Saúl y será seguido por todas las infidelidades de la monarquía, que atraerán la condenación de Dios y provocarán la ruina de la nación. A partir de la profecía de Natán, la esperanza mesiánica se ha alimentado de las promesas hechas a la casa de David. El NT se refiere a ellas tres veces, Hch_2:30 , 2Co_6:18 , Heb_1:5 . Jesús es descendiente de David, y el nombre de hijo de David que le da el pueblo es el reconocimiento de sus títulos mesiánicos. Los Padres han establecido un paralelo entre la vida de David y la de Jesús, el Cristo, el Ungido, elegido para salvación de todos, rey del pueblo espiritual de Dios y, sin embargo, perseguido por los suyos.

Fuente: Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros

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Notas

II Samuel  15,1
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Re_1:5; 1Sa_8:11


II Samuel  15,2
NOTAS

15:2 Aquí se trata probablemente de las tribus del Norte por oposición a Judá. Absalón aprovecha la oposición latente entre los dos grupos que componen la nación, ver 2Sa_19:42 s [2Sa_19:41].

II Samuel  15,7
NOTAS

15:7 (a) «cuatro» griego luc.; «cuarenta» hebr.

15:7 (b) Después de haber trabajado al Norte, Absalón busca apoyos en el Sur: Hebrón, la primera capital (2Sa_2:1 s), podía haber guardado rencor a David por haber preferido Jerusalén.

II Samuel  15,8
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Sa_13:37

NOTAS

15:8 «en Hebrón» griego luc.; omitido por hebr.

II Samuel  15,12
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Sa_16:23

II Samuel  15,14
NOTAS

15:14 David no lo cree todo perdido, ya que deja en la ciudad algunos partidarios suyos, 2Sa_15:27 s y 2Sa_15:34 s. Pero, atrapado entre los amotinados del Norte y los del Sur, realiza una retirada estratégica.

II Samuel  15,16
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Sa_16:21-22; 2Sa_20:3

II Samuel  15,18
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Sa_8:18

II Samuel  15,20
NOTAS

15:20 «y que Yahvé tenga» griego; omitido por hebr.

II Samuel  15,24
NOTAS

15:24 Resulta curiosa esta mención del sacerdote Abiatar, pues en 2Sa_15:27-29; 2Sa_19:12 [2Sa_19:11] se le cita al lado del sacerdote Sadoc. La entrada de los levitas como portadores del arca ha podido llevar a un desplazamiento de Abiatar al interior del v.

II Samuel  15,26
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Sa_16:10

II Samuel  15,28
NOTAS

15:28 La región yerma entre Jerusalén y el Jordán.

II Samuel  15,30
NOTAS

15:30 Costumbres de duelo, ver 2Sa_19:5 [2Sa_19:4]; Eze_24:17, convertidas en señales de dolor, ver Jer_14:3 s; Est_6:12; Miq_1:8.

II Samuel  15,31
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Sa_16:23; 2Sa_17:14; 2Sa_17:23

NOTAS

15:31 «Notificaron entonces a David» griego; «David notificó» hebr.

II Samuel  15,32
NOTAS

15:32 Quizá el santuario de Nob, 1Sa_21:2 [1Sa_21:1].

II Samuel  15,34
NOTAS

15:34 «mi señor» conj.