II Reyes  1 Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998) | 18 versitos |
1 Tras la muerte de Ajab, Moab se rebeló contra Israel.
2 Ocozías cayó del balcón de su cámara alta en Samaría y quedó malherido. Envió mensajeros diciéndoles: «Id a consultar a Baal Zebub, el dios de Ecrón, para saber si me repondré de estas heridas.»
3 El Ángel de Yahvé dijo entonces a Elías el tesbita: «Álzate, sube al encuentro de los mensajeros del rey de Samaría y diles: ¿No hay Dios en Israel para que vayáis a consultar a Baal Zebub, el dios de Ecrón?
4 Por eso, así habla Yahvé: De la cama en la que te has metido ya no saldrás. Morirás sin remedio.» Y Elías se fue.
5 Los mensajeros volvieron ante Ocozías, quien les preguntó: «¿Qué sucede para que hayáis vuelto?»
6 Le respondieron: «Un hombre salió a nuestro encuentro y nos dijo: “Volved al rey que os ha enviado y decidle: Así habla Yahvé: ¿No hay Dios en Israel para que envíes a consultar a Baal Zebub, el dios de Ecrón? Por eso, de la cama en la que te has metido ya no saldrás. Morirás sin remedio.”»
7 Les preguntó: «¿Cómo era ese hombre que subió a vuestro encuentro y os dijo tales palabras?»
8 Le respondieron: «Un hombre con vestido de pieles y faja de piel ceñida a la cintura.» Él dijo: «Es Elías el tesbita.»
9 Envió a Elías un jefe de cincuenta con sus cincuenta hombres. Subió a donde estaba él y lo encontró sentado en la cumbre de la montaña. Le dijo: «Hombre de Dios, el rey ha ordenado: “Desciende”.»
10 Elías respondió al jefe de los cincuenta: «Si efectivamente soy un hombre de Dios, descienda fuego del cielo y te consuma a ti y a tus cincuenta hombres.» Descendió fuego del cielo que lo consumió a él y a sus cincuenta hombres.
11 El rey envió de nuevo otro jefe de cincuenta hombres, que subió y le dijo: «Hombre de Dios. Así dice el rey: Desciende sin tardar.»
12 Pero Elías les respondió: «Si efectivamente soy un hombre de Dios, descienda fuego del cielo y te consuma a ti y a tus cincuenta hombres.» Descendió fuego del cielo, que lo devoró a él y a sus cincuenta hombres.
13 El rey envió un tercer jefe de cincuenta con sus cincuenta hombres. Subió el tercer jefe de cincuenta, pero, al llegar, cayó de rodillas ante Elías y le suplicaba diciendo: «Hombre de Dios, te ruego, ten consideración de mi vida y de la vida de estos cincuenta siervos tuyos.
14 Mira que ya descendió fuego del cielo y devoró a los dos jefes de cincuenta anteriores y a sus cincuenta hombres. Pero ahora, ten consideración de mi vida.»
15 El Ángel de Yahvé dijo a Elías: «Desciende con él. No tengas miedo ante él.» Se alzó y descendió con él donde el rey.
16 Le dijo: «Así dice Yahvé: Por haber enviado mensajeros a consultar a Baal Zebub, el dios de Ecrón, por eso, de la cama en que te has metido ya no saldrás. Morirás sin remedio.»
17 Y murió, conforme a la palabra de Yahvé que Elías había pronunciado. En su lugar reinó su hermano Jorán, en el año segundo de Jorán, hijo de Josafat, rey de Judá, porque él no tenía hijos.
18 El resto de los hechos de Ocozías, cuanto hizo, ¿no está escrito en el Libro de los Anales de los reyes de Israel?

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Introducción a II Reyes 

Los libros de los Reyes , como los de Samuel, constituían una sola obra en la Biblia hebrea. Corresponden a los dos últimos libros de los Reinos en la traducción griega, y de los Reyes en la Vulgata.

Son la continuación de los libros de Samuel, y 1 R 1-2 contiene la parte final del gran documento de 2 S 9-20. La larga narración del reinado de Salomón, 1 R 3-11, detalla la excelencia de su sabiduría, el esplendor de sus construcciones, sobre todo del Templo de Jerusalén, y la abundancia de sus riquezas. Es ciertamente una época gloriosa, pero el espíritu conquistador del reino de David ha desaparecido: se conserva, se organiza y, sobre todo, se saca partido de los triunfos de David. Se mantiene la oposición entre las dos fracciones del pueblo, y a la muerte de Salomón, en 931, el reino se divide: las diez tribus del Norte llevan a cabo una secesión agravada por un cisma religioso, 1 R 12-13. La historia paralela de los dos reinos de Israel y Judá se desarrolla de 1 R 14 a 2 R 17: con frecuencia es la historia de las luchas entre estos reinos hermanos, es también la de los asaltos del exterior por parte de Egipto contra Judá y de los arameos por el Norte. El peligro arrecia cuando los ejércitos asirios intervienen en la región, primero en el siglo IX, con más fuerza en el siglo VIII, cuando Samaría cae bajo sus golpes el 721, mientras que Judá se ha declarado ya vasallo. La historia, limitada ya a Judá, prosigue hasta la ruina de Jerusalén el 587 en 2 R 18-25 21. La narración se alarga al tratar de dos reinados, el de Ezequías, 2 R 18-20, y el de Josías, 2 R 22-23, marcados por un despertar nacional y una reforma religiosa. Los grandes acontecimientos políticos son entonces la invasión de Senaquerib bajo Ezequías el 701, en respuesta a la denegación del tributo asirio y, bajo Josías, la ruina de Asiria y la formación del imperio caldeo. Judá hubo de someterse a los nuevos amos de Oriente, pero pronto se rebeló. El castigo no se hizo esperar: el 597, los ejércitos de Nabucodonosor conquistaron Jerusalén y llevaron cautivos a una parte de sus habitantes; diez años después un amago de independencia provocó una segunda intervención de Nabucodonosor, que terminó el 587 con la ruina de Jerusalén y una segunda deportación. Reyes concluye con dos breves apéndices, 2Re_25:22-30 .

La obra cita nominalmente tres de sus fuentes, una Historia de Salomón, los Anales de los reyes de Israel y los Anales de los reyes de Judá, pero también existieron otras: además de la parte final del gran documento davídico, 1 R 1-2, una descripción del Templo, de origen sacerdotal, 1 R 6-7, y, sobre todo, una historia de Elías compuesta hacia fines del siglo IX y una historia de Eliseo un poco posterior; estas dos historias forman la base de los ciclos de Elías, 1 R 17 - 2 R 1, y de Eliseo, 2 R 2-13. Los relatos del reinado de Ezequías que presentan en escena a Isaías, 2Re_18:17-20:19, provienen de los discípulos de este profeta.

Cuando la utilización de las fuentes no lo impide, los sucesos quedan encerrados en un marco uniforme: se trata cada reinado como una unidad independiente y completa, su comienzo y su fin se señalan casi con las mismas fórmulas, en las que jamás falta un juicio sobre la conducta religiosa del rey. Se condena a todos los reyes de Israel a causa del pecado original de este reino, la fundación del santuario de Betel; entre los reyes de Judá, ocho solamente son alabados por su fidelidad general a las prescripciones de Yahvé. Pero esta alabanza queda restringida seis veces por la observación de que los altos no desaparecieron; únicamente Ezequías y Josías reciben una aprobación sin reservas.

Estos juicios se inspiran evidentemente en la ley del Deuteronomio sobre la unidad del santuario. Más aún: el descubrimiento del Deuteronomio bajo Josías y la reforma religiosa que inspiró señalan el punto culminante de toda esta historia, y toda la obra es una demostración de la tesis fundamental del Deuteronomio, repetida en 1 R 8 y 2 R 17: si el pueblo observa la alianza concluida con Dios, será bendecido; si la rompe, será castigado. Este influjo deuteronomista se encuentra también en el estilo, siempre que el redactor desarrolla o comenta sus fuentes.

Es probable que una primera redacción deuteronomista fuera hecha antes del Destierro, antes de la muerte de Josías en Meguidó el 609, y la alabanza otorgada a este rey, 2Re_23:25 (menos las últimas palabras) sería la conclusión de la obra primitiva. Una segunda edición, asimismo deuteronomista, se hizo durante el Destierro: después del 562, si se le atribuye el final del libro, 2Re_25:22-30 , o algo antes si ponemos su punto final después del relato de la segunda deportación, 2Re_25:21 , que tiene trazas de ser una conclusión. Hubo, finalmente, algunas adiciones, durante y después del Destierro.

Los libros de los Reyes se han de leer con el espíritu con que fueron escritos, como una historia de salvación: la ingratitud del pueblo elegido, la ruina sucesiva de las dos fracciones de la nación parecen llevar al fracaso el plan de Dios; pero siempre queda, para defender el futuro, un grupo de fieles que no han doblado las rodillas ante Baal, un resto de Sión que guarda la Alianza. La firmeza de las disposiciones divinas se manifiesta en la admirable subsistencia del linaje davídico, depositario de las promesas mesiánicas, y el libro, en su forma definitiva, se cierra con la gracia concedida a Jeconías, como aurora de una redención.

Fuente: Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros

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Notas

II Reyes  1,1
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Re_3:4-27

NOTAS

1 La división de Reyes en dos libros es artificial. La primera Biblia hebrea no la conocía.


II Reyes  1,2
NOTAS

1:2 Baal Zebub «Baal de las moscas», juego de palabras burlesco sobre el verdadero nombre del dios, que era Baal Zebul «Baal el Príncipe», ver Mat_10:25+.

II Reyes  1,4
NOTAS

1:4 Lit. «De la cama a la que has subido no bajarás».

II Reyes  1,8
NOTAS

1:8 Elías vestía un manto de pelos suelto y un ceñidor o faja, ver 1Re_18:46 y 2Re_2:8, 2Re_2:13. Este vestido será el de los profetas, Zac_13:4, y el del nuevo Elías, Juan el Bautista, Mat_3:4 p.

II Reyes  1,10
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Luc_9:54-55

II Reyes  1,11
NOTAS

1:11 «subió», texto de la antigua Septuaginta representado por el texto antioqueno, ver 2Re_1:9; «respondió» hebr.

II Reyes  1,16
NOTAS

1:16 (a) El hebr. repite aquí la pregunta de 2Re_1:3 y 2Re_1:6, que el griego no conoce en este lugar.

1:16 (b) Los vv. 2Re_1:9-16 parecen ser una adición procedente de discípulos de Eliseo, ver 2Re_2:23-24. En este relato se trata de inculcar —desatendiendo las demás consideraciones morales— el respeto y la sumisión a los representantes de Yahvé.

II Reyes  1,17
NOTAS

1:17 (a) «su hermano» versiones; omitido por hebr.

1:17 (b) Este dato, que no concuerda con 2Re_3:1, pertenece a otro sistema cronológico.