II Reyes  9 Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998) | 37 versitos |
1
5. HISTORIA DE JEHÚ
Un discípulo de Eliseo unge rey a Jehú.
El profeta Eliseo llamó a uno de los discípulos de los profetas y le dijo: «Ciñe tu cintura, toma en tu mano este frasco de aceite y ve a Ramot de Galaad.
2 Cuando llegues allí, ve a ver a Jehú, hijo de Josafat, hijo de Nimsí. Entras, logras que se levante de entre sus camaradas y lo llevas a una habitación interior.
3 Entonces tomas el frasco de aceite y lo derramas sobre su cabeza diciendo: “Así dice Yahvé: Te unjo rey de Israel.” Luego abres la puerta y huyes sin dilación.»
4 El joven, el siervo del profeta, marchó a Ramot de Galaad.
5 Cuando llegó, los jefes del ejército estaban sentados y dijo: «Jefe, tengo un mensaje para ti.» Jehú preguntó: «¿Para quién de nosotros?» Respondió: «Para ti, jefe.»
6 Jehú se levantó y entró en la casa y (el discípulo) derramó el aceite sobre su cabeza y le dijo: «Así habla Yahvé, Dios de Israel: Te unjo rey del pueblo de Yahvé, de Israel.
7 Derrotarás a la casa de Ajab, tu señor. Así vengaré sobre Jezabel la sangre de mis siervos los profetas y la sangre de todos los siervos de Yahvé.
8 Perecerá toda la casa de Ajab y exterminaré a todos los varones de Ajab, libres o esclavos, en Israel.
9 Dejaré la casa de Ajab como la casa de Jeroboán, hijo de Nebat, y como la casa de Basá, hijo de Ajías.
10 Y a Jezabel la comerán los perros en el campo de Yizreel, sin que nadie la entierre.» Luego abrió la puerta y huyó.
11
Jehú es proclamado rey.
Jehú salió adonde los servidores de su señor, que le preguntaron: «¿Está todo bien? ¿A qué ha venido a ti ese loco?» Respondió: «Ya conocéis a ese hombre y sus desvaríos.»
12 Dijeron: «Mentira. Infórmanos.» Replicó: «Me ha dicho esto y esto. Así dice Yahvé: Te unjo rey de Israel.»
13 Cada uno se apresuró a tomar su manto y lo colocó a sus pies sobre el empedrado. Tocaron el cuerno y dieron el grito: «Jehú es rey.»
14
Jehú prepara la usurpación del poder.
Jehú, hijo de Josafat, hijo de Nimsí, conspiró contra Jorán. Jorán y todo Israel habían estado defendiendo Ramot de Galaad contra Jazael, rey de Aram.
15 Pero el rey Jorán había regresado a Yizreel para curarse de las heridas que los arameos le habían infligido en su batalla contra Jazael, rey de Aram. Jehú dijo: «Si os parece bien, que no salga ni un fugitivo de la ciudad para ir a informar a Yizreel.»
16 Jehú montó en el carro y se dirigió a Yizreel, pues Jorán estaba allí convaleciente, y Ocozías, rey de Judá, había bajado a visitar a Jorán.
17 El vigía, en pie en lo alto de la torre de Yizreel, vio la tropa de Jehú que se aproximaba, y dijo: «Veo una tropa.» Dijo Jorán: «Coge un jinete y envíalo a su encuentro a preguntar: ¿Venís en son de paz?»
18 El jinete salió a su encuentro y preguntó: «Así dice el rey: ¿Venís en son de paz?» Jehú respondió: «¿Qué te importa a ti si hay paz? Da la vuelta tras de mí.» El vigía avisó: «El mensajero ha llegado donde ellos, pero no regresa.»
19 Envió un segundo jinete que llegó donde ellos y dijo: «Así dice el rey: ¿Venís en son de paz?» Jehú respondió: «¿Qué te importa a ti si hay paz? Da la vuelta tras de mí.»
20 El vigía avisó: «Ha llegado donde ellos pero no regresa. Su modo de guiar es el de Jehú, hijo de Nimsí, pues conduce como un loco.»
21 Dijo Jorán: «Enganchad», y engancharon su carro. Jorán, rey de Israel, y Ocozías, rey de Judá, cada uno en su carro, salieron al encuentro de Jehú y lo encontraron en el campo de Nabot el de Yizreel.
22
Asesinato de Jorán.
Cuando Jorán vio a Jehú, preguntó: «¿En son de paz, Jehú?» Respondió: «¿Qué paz puede haber mientras continúen las prostituciones de tu madre Jezabel y sus muchas hechicerías?»
23 Jorán volvió riendas y huyó gritando a Ocozías: «¡Traición!, Ocozías.»
24 Pero Jehú tensó el arco en su mano y alcanzó a Jorán entre los hombros; la flecha le atravesó el corazón y se desplomó en su carro.
25 Jehú ordenó a su escudero Bidcar: «Recógelo y tíralo en el campo de Nabot de Yizreel, pues recuerda cómo tú y yo cabalgábamos uno al lado del otro detrás de Ajab, su padre, y entonces Yahvé lanzó contra él esta sentencia:
26 “Juro que vi ayer la sangre de Nabot y la sangre de sus hijos, oráculo de Yahvé. En este mismo campo te lo reclamaré, oráculo de Yahvé.” Así que recógelo y tíralo al campo según la palabra de Yahvé.»
27
Asesinato de Ocozías.
Al ver esto, Ocozías, rey de Judá, huyó por el camino de Bet Hagán. Jehú partió en su persecución diciendo: «¡También a él! ¡Tiradle!» Y le tiraron en su carro en la cuesta de Gur, cerca de Yibleán. Se refugió en Meguidó y allí murió.
28 Sus servidores lo condujeron en un carro a Jerusalén y lo enterraron en su sepultura con sus padres en la ciudad de David.
29 Ocozías había comenzado a reinar en Judá en el año once de Jorán, hijo de Ajab.
30
Asesinato de Jezabel.
Jehú fue a Yizreel. Nada más enterarse, Jezabel se alcoholó los ojos con antimonio, se adornó la cabeza y se asomó al balcón.
31 Cuando Jehú llegó a la puerta, le gritó: «¿Te va bien, Zimrí, asesino de su señor?»
32 Jehú alzó la vista hacia el balcón y preguntó: «¿Quién está conmigo, quién?» Dos o tres eunucos miraron hacia Jehú
33 y él les ordenó: «Arrojadla abajo.» Ellos la arrojaron y su sangre salpicó las murallas y los caballos, que la pisotearon.
34 Luego entró, comió y bebió. Jehú dió órdenes: «Atended a esa maldita y dadle sepultura, pues no deja de ser hija del rey.»
35 Cuando fueron a enterrarla, no encontraron de ella más que el cráneo, los pies y las palmas de las manos.
36 Volvieron a dar cuenta a Jehú, quien sentenció: «Se cumple la palabra de Yahvé que dijo por boca de su siervo Elías el tesbita: “En el campo de Yizreel comerán los perros la carne de Jezabel.
37 El cadáver de Jezabel será como estiércol sobre la superficie del campo, de modo que nadie podrá decir: Ésa era Jezabel.”»

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Introducción a II Reyes 

Los libros de los Reyes , como los de Samuel, constituían una sola obra en la Biblia hebrea. Corresponden a los dos últimos libros de los Reinos en la traducción griega, y de los Reyes en la Vulgata.

Son la continuación de los libros de Samuel, y 1 R 1-2 contiene la parte final del gran documento de 2 S 9-20. La larga narración del reinado de Salomón, 1 R 3-11, detalla la excelencia de su sabiduría, el esplendor de sus construcciones, sobre todo del Templo de Jerusalén, y la abundancia de sus riquezas. Es ciertamente una época gloriosa, pero el espíritu conquistador del reino de David ha desaparecido: se conserva, se organiza y, sobre todo, se saca partido de los triunfos de David. Se mantiene la oposición entre las dos fracciones del pueblo, y a la muerte de Salomón, en 931, el reino se divide: las diez tribus del Norte llevan a cabo una secesión agravada por un cisma religioso, 1 R 12-13. La historia paralela de los dos reinos de Israel y Judá se desarrolla de 1 R 14 a 2 R 17: con frecuencia es la historia de las luchas entre estos reinos hermanos, es también la de los asaltos del exterior por parte de Egipto contra Judá y de los arameos por el Norte. El peligro arrecia cuando los ejércitos asirios intervienen en la región, primero en el siglo IX, con más fuerza en el siglo VIII, cuando Samaría cae bajo sus golpes el 721, mientras que Judá se ha declarado ya vasallo. La historia, limitada ya a Judá, prosigue hasta la ruina de Jerusalén el 587 en 2 R 18-25 21. La narración se alarga al tratar de dos reinados, el de Ezequías, 2 R 18-20, y el de Josías, 2 R 22-23, marcados por un despertar nacional y una reforma religiosa. Los grandes acontecimientos políticos son entonces la invasión de Senaquerib bajo Ezequías el 701, en respuesta a la denegación del tributo asirio y, bajo Josías, la ruina de Asiria y la formación del imperio caldeo. Judá hubo de someterse a los nuevos amos de Oriente, pero pronto se rebeló. El castigo no se hizo esperar: el 597, los ejércitos de Nabucodonosor conquistaron Jerusalén y llevaron cautivos a una parte de sus habitantes; diez años después un amago de independencia provocó una segunda intervención de Nabucodonosor, que terminó el 587 con la ruina de Jerusalén y una segunda deportación. Reyes concluye con dos breves apéndices, 2Re_25:22-30 .

La obra cita nominalmente tres de sus fuentes, una Historia de Salomón, los Anales de los reyes de Israel y los Anales de los reyes de Judá, pero también existieron otras: además de la parte final del gran documento davídico, 1 R 1-2, una descripción del Templo, de origen sacerdotal, 1 R 6-7, y, sobre todo, una historia de Elías compuesta hacia fines del siglo IX y una historia de Eliseo un poco posterior; estas dos historias forman la base de los ciclos de Elías, 1 R 17 - 2 R 1, y de Eliseo, 2 R 2-13. Los relatos del reinado de Ezequías que presentan en escena a Isaías, 2Re_18:17-20:19, provienen de los discípulos de este profeta.

Cuando la utilización de las fuentes no lo impide, los sucesos quedan encerrados en un marco uniforme: se trata cada reinado como una unidad independiente y completa, su comienzo y su fin se señalan casi con las mismas fórmulas, en las que jamás falta un juicio sobre la conducta religiosa del rey. Se condena a todos los reyes de Israel a causa del pecado original de este reino, la fundación del santuario de Betel; entre los reyes de Judá, ocho solamente son alabados por su fidelidad general a las prescripciones de Yahvé. Pero esta alabanza queda restringida seis veces por la observación de que los altos no desaparecieron; únicamente Ezequías y Josías reciben una aprobación sin reservas.

Estos juicios se inspiran evidentemente en la ley del Deuteronomio sobre la unidad del santuario. Más aún: el descubrimiento del Deuteronomio bajo Josías y la reforma religiosa que inspiró señalan el punto culminante de toda esta historia, y toda la obra es una demostración de la tesis fundamental del Deuteronomio, repetida en 1 R 8 y 2 R 17: si el pueblo observa la alianza concluida con Dios, será bendecido; si la rompe, será castigado. Este influjo deuteronomista se encuentra también en el estilo, siempre que el redactor desarrolla o comenta sus fuentes.

Es probable que una primera redacción deuteronomista fuera hecha antes del Destierro, antes de la muerte de Josías en Meguidó el 609, y la alabanza otorgada a este rey, 2Re_23:25 (menos las últimas palabras) sería la conclusión de la obra primitiva. Una segunda edición, asimismo deuteronomista, se hizo durante el Destierro: después del 562, si se le atribuye el final del libro, 2Re_25:22-30 , o algo antes si ponemos su punto final después del relato de la segunda deportación, 2Re_25:21 , que tiene trazas de ser una conclusión. Hubo, finalmente, algunas adiciones, durante y después del Destierro.

Los libros de los Reyes se han de leer con el espíritu con que fueron escritos, como una historia de salvación: la ingratitud del pueblo elegido, la ruina sucesiva de las dos fracciones de la nación parecen llevar al fracaso el plan de Dios; pero siempre queda, para defender el futuro, un grupo de fieles que no han doblado las rodillas ante Baal, un resto de Sión que guarda la Alianza. La firmeza de las disposiciones divinas se manifiesta en la admirable subsistencia del linaje davídico, depositario de las promesas mesiánicas, y el libro, en su forma definitiva, se cierra con la gracia concedida a Jeconías, como aurora de una redención.

Fuente: Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros

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Notas

II Reyes  9,3
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Re_19:16


II Reyes  9,7
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Re_16:4; 1Re_16:13; 1Re_19:10; 1Re 21

II Reyes  9,8
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Re_21:21-24

II Reyes  9,9
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Re_14:10-11

[2] 1Re_16:3-4

II Reyes  9,10
NOTAS

9:10 Los vv. 2Re_9:7-10 a han sido añadidos por el autor de Reyes: en el relato primitivo, el joven debía huir inmediatamente después de la unción, conforme a la orden de Eliseo, 2Re_9:3.

II Reyes  9,11
NOTAS

9:11 (a) «le preguntaron» versiones; hebr. en singular.

9:11 (b) Así trataba el pueblo a los profetas, Jer_29:26; Ose_9:7. El término no es en absoluto despectivo, pero implica un matiz de mofa, y Jehú responderá en el mismo tono.

II Reyes  9,13
NOTAS

9:13 Como la muchedumbre que rinde honores reales a Jesús, Mat_21:8 p.

II Reyes  9,14
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Re_22:3

NOTAS

9:14 La ciudad había sido, pues, recuperada por los israelitas; los arameos trataban de tomarla.

II Reyes  9,17
NOTAS

9:17 El rey no se imagina en un principio una traición, pero está inquieto por las noticias de Ramot de Galaad.

II Reyes  9,21
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |2Cr_22:7-8

II Reyes  9,22
NOTAS

9:22 Prostitución en el sentido metafórico de culto a los falsos dioses, como en los Profetas, quizá con alguna alusión a la prostitución sagrada, ver Deu_23:19+ [Deu_23:18], práctica de la religión fenicia.

II Reyes  9,25
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Re 21

II Reyes  9,26
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Re_21:19

II Reyes  9,27
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |2Cr_22:8-9

II Reyes  9,31
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Re_16:9-18

NOTAS

9:31 Alusión sarcástica a Zimrí, que sólo reinó ocho días, después de haber asesinado a Elá, rey de Israel.

II Reyes  9,36
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Re_9:10; 1Re_21:23

II Reyes  9,37
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Jer_8:2

NOTAS

9:37 El hebr. añade: «en el campo de Yizreel», glosa omitida por una parte del griego.