I Reyes 14 Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998) | 31 versitos |
1
IV. Los dos reinos hasta Elías
Continuación del reinado de Jeroboán I (931-910).
Por aquel tiempo cayó enfermo Abías, hijo de Jeroboán.
2 Éste dijo a su mujer: «Anda, disfrázate para que nadie sepa que eres la mujer de Jeroboán; ve a Siló, pues allí se encuentra el profeta Ajías, el que me predijo que yo sería rey de este pueblo.
3 Toma en tus manos diez panes, tortas y un tarro de miel, y preséntate a él; él te dará a conocer qué será del niño.»
4 Hizo así la mujer de Jeroboán: se levantó, fue a Siló, y entró en casa de Ajías. Ajías no podía ver porque sus ojos estaban rígidos por su ancianidad,
5 pero Yahvé había dicho a Ajías: «Ahí tienes a la mujer de Jeroboán, viene a pedirte un oráculo sobre su hijo enfermo. La hablarás así y así. Cuando entre, se hará pasar por otra.»
6 En cuanto Ajías oyó el ruido de sus pasos al entrar por la puerta, dijo: «Entra, mujer de Jeroboán. ¿Por qué pretendes pasar por otra? Tengo un duro mensaje para ti.
7 Ve, di a Jeroboán: “Así dice Yahvé, Dios de Israel: Te elevé de entre el pueblo y te hice príncipe designado de mi pueblo Israel;
8 arranqué el reino de la casa de David y te lo di a ti, pero tú no has sido como mi siervo David, que guardó mis mandatos y me siguió con todo su corazón, haciendo sólo lo que es recto a mis ojos;
9 tú has actuado peor que todos los que te han precedido; has ido a hacerte otros dioses, imágenes fundidas, para irritarme, y me has echado detrás dándome tu espalda.
10 Por ello, traeré el mal a la casa de Jeroboán, exterminaré todo varón de Jeroboán, siervo o libre en Israel, barreré a fondo la casa de Jeroboán como se barre del todo la basura.
11 Al de Jeroboán que muera en la ciudad lo devorarán los perros, y al que muera en el campo, lo devorarán las aves del cielo, porque ha hablado Yahvé.”
12 Y tú, álzate y vete a tu casa; en cuanto tus pies pisen la ciudad, morirá el niño.
13 Todo Israel llorará por él y le darán sepultura, pues éste es el único de los de Jeroboán que accederá a un sepulcro, porque de la casa de Jeroboán sólo en él se encuentra algo agradable a Yahvé, Dios de Israel.
14 Yahvé suscitará para sí un rey en Israel que exterminará la casa de Jeroboán.
15 Yahvé golpeará a Israel como se agita a una caña en las aguas; arrojará a Israel de esta tierra fecunda que dio a sus padres, y los dispersará al otro lado del Río, porque se hicieron sus estelas, irritando a Yahvé.
16 Y entregará a Israel por los pecados que Jeroboán cometió e hizo cometer a Israel.»
17 La mujer de Jeroboán se alzó, fue y llegó a Tirsá. Cuando entraba por el umbral de la casa, el niño murió.
18 Lo enterraron y todo Israel hizo duelo por él, conforme a la palabra que Yahvé había dicho por boca de su siervo, el profeta Ajías.
19 El resto de los hechos de Jeroboán, cuanto guerreó y lo que reinó, está escrito en el libro de los Anales de los reyes de Israel.
20 El tiempo que reinó Jeroboán fueron veintidós años y reposó con sus antepasados. Su hijo Nadab reinó en su lugar.
21
Reinado de Roboán (931-913).
Roboán, hijo de Salomón, reinó en Judá; tenía cuarenta y un años cuando comenzó a reinar y reinó diecisiete años en Jerusalén, la ciudad que había elegido Yahvé entre todas las tribus de Israel para poner allí su Nombre. Su madre se llamaba Naamá y era amonita.
22 Judá obró el mal a los ojos de Yahvé. Provocaron su celo más que lo hicieron sus antepasados con los pecados que cometieron:
23 construyeron (también ellos) santuarios, estelas y cipos en toda colina elevada y bajo todo árbol frondoso.
24 En el país hubo incluso consagrados a la prostitución. Cometieron los mismos actos abominables de los pueblos que Yahvé había expulsado frente a los israelitas.
25 El año quinto del rey Roboán, Sosac, rey de Egipto, subió contra Jerusalén
26 . Se apoderó de los tesoros del templo de Yahvé y del palacio real. Se apoderó de todo, incluso de todos los escudos de oro que había hecho Salomón,
27 por lo que el rey Roboán hizo en su lugar escudos de bronce, que confió a los jefes de la guardia que custodiaban la entrada del palacio real.
28 Cuando el rey entraba en el templo de Yahvé, los guardianes los portaban y después los devolvían a la sala de guardia.
29 El resto de los hechos de Roboán, todo cuanto hizo, ¿no está escrito en el libro de los Anales de los reyes de Judá?
30 Hubo guerras incesantes entre Roboán y Jeroboán.
31 Roboán reposó con sus antepasados y lo enterraron en la ciudad de David. Su hijo Abías reinó en su lugar.

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Introducción a I Reyes

Los libros de los Reyes , como los de Samuel, constituían una sola obra en la Biblia hebrea. Corresponden a los dos últimos libros de los Reinos en la traducción griega, y de los Reyes en la Vulgata.

Son la continuación de los libros de Samuel, y 1 R 1-2 contiene la parte final del gran documento de 2 S 9-20. La larga narración del reinado de Salomón, 1 R 3-11, detalla la excelencia de su sabiduría, el esplendor de sus construcciones, sobre todo del Templo de Jerusalén, y la abundancia de sus riquezas. Es ciertamente una época gloriosa, pero el espíritu conquistador del reino de David ha desaparecido: se conserva, se organiza y, sobre todo, se saca partido de los triunfos de David. Se mantiene la oposición entre las dos fracciones del pueblo, y a la muerte de Salomón, en 931, el reino se divide: las diez tribus del Norte llevan a cabo una secesión agravada por un cisma religioso, 1 R 12-13. La historia paralela de los dos reinos de Israel y Judá se desarrolla de 1 R 14 a 2 R 17: con frecuencia es la historia de las luchas entre estos reinos hermanos, es también la de los asaltos del exterior por parte de Egipto contra Judá y de los arameos por el Norte. El peligro arrecia cuando los ejércitos asirios intervienen en la región, primero en el siglo IX, con más fuerza en el siglo VIII, cuando Samaría cae bajo sus golpes el 721, mientras que Judá se ha declarado ya vasallo. La historia, limitada ya a Judá, prosigue hasta la ruina de Jerusalén el 587 en 2 R 18-25 21. La narración se alarga al tratar de dos reinados, el de Ezequías, 2 R 18-20, y el de Josías, 2 R 22-23, marcados por un despertar nacional y una reforma religiosa. Los grandes acontecimientos políticos son entonces la invasión de Senaquerib bajo Ezequías el 701, en respuesta a la denegación del tributo asirio y, bajo Josías, la ruina de Asiria y la formación del imperio caldeo. Judá hubo de someterse a los nuevos amos de Oriente, pero pronto se rebeló. El castigo no se hizo esperar: el 597, los ejércitos de Nabucodonosor conquistaron Jerusalén y llevaron cautivos a una parte de sus habitantes; diez años después un amago de independencia provocó una segunda intervención de Nabucodonosor, que terminó el 587 con la ruina de Jerusalén y una segunda deportación. Reyes concluye con dos breves apéndices, 2Re_25:22-30 .

La obra cita nominalmente tres de sus fuentes, una Historia de Salomón, los Anales de los reyes de Israel y los Anales de los reyes de Judá, pero también existieron otras: además de la parte final del gran documento davídico, 1 R 1-2, una descripción del Templo, de origen sacerdotal, 1 R 6-7, y, sobre todo, una historia de Elías compuesta hacia fines del siglo IX y una historia de Eliseo un poco posterior; estas dos historias forman la base de los ciclos de Elías, 1 R 17 - 2 R 1, y de Eliseo, 2 R 2-13. Los relatos del reinado de Ezequías que presentan en escena a Isaías, 2Re_18:17-20:19, provienen de los discípulos de este profeta.

Cuando la utilización de las fuentes no lo impide, los sucesos quedan encerrados en un marco uniforme: se trata cada reinado como una unidad independiente y completa, su comienzo y su fin se señalan casi con las mismas fórmulas, en las que jamás falta un juicio sobre la conducta religiosa del rey. Se condena a todos los reyes de Israel a causa del pecado original de este reino, la fundación del santuario de Betel; entre los reyes de Judá, ocho solamente son alabados por su fidelidad general a las prescripciones de Yahvé. Pero esta alabanza queda restringida seis veces por la observación de que los altos no desaparecieron; únicamente Ezequías y Josías reciben una aprobación sin reservas.

Estos juicios se inspiran evidentemente en la ley del Deuteronomio sobre la unidad del santuario. Más aún: el descubrimiento del Deuteronomio bajo Josías y la reforma religiosa que inspiró señalan el punto culminante de toda esta historia, y toda la obra es una demostración de la tesis fundamental del Deuteronomio, repetida en 1 R 8 y 2 R 17: si el pueblo observa la alianza concluida con Dios, será bendecido; si la rompe, será castigado. Este influjo deuteronomista se encuentra también en el estilo, siempre que el redactor desarrolla o comenta sus fuentes.

Es probable que una primera redacción deuteronomista fuera hecha antes del Destierro, antes de la muerte de Josías en Meguidó el 609, y la alabanza otorgada a este rey, 2Re_23:25 (menos las últimas palabras) sería la conclusión de la obra primitiva. Una segunda edición, asimismo deuteronomista, se hizo durante el Destierro: después del 562, si se le atribuye el final del libro, 2Re_25:22-30 , o algo antes si ponemos su punto final después del relato de la segunda deportación, 2Re_25:21 , que tiene trazas de ser una conclusión. Hubo, finalmente, algunas adiciones, durante y después del Destierro.

Los libros de los Reyes se han de leer con el espíritu con que fueron escritos, como una historia de salvación: la ingratitud del pueblo elegido, la ruina sucesiva de las dos fracciones de la nación parecen llevar al fracaso el plan de Dios; pero siempre queda, para defender el futuro, un grupo de fieles que no han doblado las rodillas ante Baal, un resto de Sión que guarda la Alianza. La firmeza de las disposiciones divinas se manifiesta en la admirable subsistencia del linaje davídico, depositario de las promesas mesiánicas, y el libro, en su forma definitiva, se cierra con la gracia concedida a Jeconías, como aurora de una redención.

Fuente: Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros

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Notas

I Reyes 14,2
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Re_11:29-39


I Reyes 14,3
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Sa_9:7+

I Reyes 14,9
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Éxo_20:3-5

NOTAS

14:9 Es la reacción del yahvismo puro: los becerros de oro de Jeroboán (que quería sirvieran al culto de Yahvé, 1Re_12:28+) no podían representar a Yahvé y no son más que falsos dioses.

I Reyes 14,10
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Sa_25:22

[2] 1Re_15:27-30

NOTAS

14:10 (a) Lit. «los que orinan contra la pared».

14:10 (b) Dos palabras de sentido impreciso que expresan la totalidad y hacen aliteración.

I Reyes 14,11
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Re_16:4; 1Re_21:24

NOTAS

14:11 Estas expresiones designan la privación de sepultura; ver como contraste 1Re_14:13.

I Reyes 14,14
NOTAS

14:14 El texto añade: «He aquí el día, ¿y qué más ahora?», glosa a 1Re_14:15 por un deportado.

I Reyes 14,17
NOTAS

14:17 Primera capital del reino de Israel antes de la fundación de Samaría, 1Re_16:24. Hoy, Tel el-Fâr'ah, al norte de Nablus.

I Reyes 14,21
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |2Cr_12:13-14

I Reyes 14,23
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Sa_9:12+; Éxo_23:24+; Éxo_34:13+; Deu_12:2+

I Reyes 14,24
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Deu_23:19+ [Deu_23:18]

I Reyes 14,25
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |2Cr_12:2; 2Cr_12:9-11

NOTAS

14:25 Primer faraón de la dinastía XXII. Parece que emprendió una campaña en Palestina perdonando a Judá (a causa sin duda del tributo pagado por Roboán).

I Reyes 14,26
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Re_10:16

I Reyes 14,27
NOTAS

14:27 La guardia real (o corredores, ver 1Re_1:5) que escoltaban el carro del rey.

I Reyes 14,30
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |2Cr_12:16

I Reyes 14,31
NOTAS

14:31 Texto corregido según 2Cr_12:16; el hebr. está recargado.