Judith 9 Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998) | 14 versitos |
1
Oración de Judit.
Cayó Judit, rostro en tierra, echó ceniza sobre su cabeza, dejó ver el sayal que tenía puesto y, a la misma hora en que se ofrecía en Jerusalén, en el templo de Dios, el incienso de aquella tarde, clamó al Señor en alta voz diciendo:
2 Señor, Dios de mi padre Simeón,
a quien diste una espada
para vengarse de los extranjeros
que habían soltado el ceñidor
de una virgen para mancillarla,
que desnudaron sus caderas
para cubrirla de vergüenza
y profanaron su seno para deshonor.
Tú dijiste: «Eso no se hace»,
y ellos, sin embargo, lo hicieron.
3 Por eso entregaste sus jefes a la muerte,
y su lecho, rojo de vergüenza por su engaño,
lo dejaste con engaño ensangrentado.
Castigaste a los esclavos
junto con los príncipes,
a los príncipes con los siervos.
4 Entregaste al saqueo a sus mujeres,
sus hijas al destierro,
todos sus despojos en reparto
para tus hijos amados,
que se habían encendido de tu celo,
y tuvieron horror a la mancha
hecha a su sangre
y te llamaron en su ayuda.
¡Oh Dios, mi Dios,
escucha a esta viuda!
5 Tú que hiciste las cosas pasadas,
las de ahora y las venideras,
que has pensado el presente y el futuro;
y sólo sucede lo que tú dispones,
6 y tus designios se presentan
y te dicen: «¡Aquí estamos!»
Pues todos tus caminos
están ya preparados
y tus juicios previstos de antemano.
7 Mira, pues, a los asirios
que concentran numerosas tropas,
orgullosos de sus caballos y jinetes,
engreídos por la fuerza de sus infantes,
fiados en sus escudos y en sus lanzas,
en sus arcos y en sus hondas,
y no han reconocido
que tú eres el Señor,
quebrantador de guerras.
8 Tu Nombre es «¡Señor!»
¡Quebranta su poder con tu fuerza!
¡Abate su poderío con tu cólera!,
pues planean profanar tu santuario,
manchar la Tienda en que reposa
la Gloria de tu Nombre,
y derribar con hierro
el cuerno de tu altar.
9 Mira su altivez,
desata tu ira sobre sus cabezas;
da a mi mano de viuda
fuerza para lo que he proyectado.
10 Hiere al esclavo con el jefe,
y al jefe con su siervo,
por la astucia de mis labios.
Abate su soberbia
por mano de mujer.
11 No está en el número tu fuerza,
ni tu poder en los valientes,
sino que eres el Dios de los humildes,
el defensor de los pequeños,
apoyo de los débiles,
refugio de los desvalidos,
salvador de los desesperados.
12 ¡Sí, sí! Dios de mi padre
y Dios de la herencia de Israel,
Señor de los cielos y la tierra,
Creador de las aguas,
Rey de toda tu creación,
¡escucha mi plegaria!
13 Dame una palabra seductora
para herir y matar
a los que traman duras decisiones
contra tu alianza,
contra tu santo templo
y contra el monte Sión
y la casa propiedad de tus hijos.
14 Haz reconocer a naciones y tribus
que tú eres Yahvé,
Dios de toda fuerza y poder,
y que no hay protector fuera de ti
para la estirpe de Israel.

Patrocinio

 
 

Introducción a Judith

El libro de Judit es la historia de una victoria del pueblo elegido contra sus enemigos, merced a la intervención de una mujer. La pequeña nación judía se enfrenta con el imponente ejército de Holofernes, que quiere someter el mundo al rey Nabucodonosor y destruir todo culto que no sea el de Nabucodonosor endiosado. Los judíos son sitiados en Betulia. Privados de agua, están a punto de rendirse. Aparece entonces Judit, viuda joven, hermosa, prudente, piadosa y decidida que triunfará sobre la apatía de sus compatriotas y luego sobre el ejército asirio. Echa en cara a los jefes de la ciudad su falta de confianza en Dios. Después ora, se acicala, sale de Betulia y se hace presentar a Holofernes. Echa mano contra él de la seducción y de la astucia y, una vez a solas con aquel militarote ebrio, le corta la cabeza. Los asirios huyen presa del pánico y su campamento es entregado al saqueo. El pueblo ensalza a Judit y se dirige a Jerusalén para una solemne acción de gracias.

Parece como si el autor hubiese multiplicado adrede los dislates de la historia para distraer la atención de cualquier contexto histórico concreto y llevarla por entero al drama religioso y a su desenlace. Es una narración hábilmente compuesta, que guarda estrecho parentesco con los apocalipsis. Holofernes, servidor de Nabucodonosor, es una síntesis de las potencias del mal; Judit, cuyo nombre significa «la Judía», representa la causa de Dios, identificada con la de la nación. Esta causa parece condenada al exterminio, pero Dios cuida de su triunfo por medio de las débiles manos de una mujer, y el pueblo santo sube a Jerusalén. El libro tiene contactos ciertos con Daniel, Ezequiel y Joel: la escena tiene lugar en la llanura de Esdrelón, cerca de la llanura de Harmaguedón, donde San Juan situará la batalla escatológica de Apo_16:16 ; la victoria de Judit es el premio de su oración, de su observancia escrupulosa de las normas de pureza legal, y, sin embargo, la perspectiva del libro es universalista: la salvación de Jerusalén queda asegurada en Betulia, en aquella Samaría odiosa para los «ortodoxos» del Judaísmo rígido; Ajior es quien da con el sentido religioso del conflicto, y Ajior es un amonita, Jdt_5:5-21 , que se convierte al Dios verdadero, Jdt_14:5-10 .

El libro fue escrito en Palestina, hacia mediados del siglo II antes de nuestra era, en una atmósfera de fervor nacional y religioso que la sublevación de los Macabeos había creado.

Fuente: Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros

Patrocinio

Notas

Judith 9,1
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Éxo_30:7-8; Sal_141:2

NOTAS

9:1 El autor se refiere a menudo a Jerusalén, al templo, al culto, al sumo sacerdote; Jdt_4:2-3, Jdt_4:6; Jdt_5:19; Jdt_8:21-24; Jdt_9:8, Jdt_9:13; Jdt_15:8; Jdt_16:18.


Judith 9,2
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Jdt_6:15+

[2] Gén 34

NOTAS

9:2 «el ceñidor» conj.; «el vientre» griego. La expresión «soltar la cintura» tiene el sentido de «casarse con»; aquí, «tener relaciones con».

Judith 9,3
NOTAS

9:3 Verso corregido según Jdt_9:10; ver Sab_18:11; griego: «y los príncipes en sus tronos».

Judith 9,5
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Isa_44:7

[2] Sal_115:3; Sal_135:6

Judith 9,6
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Bar_3:35; Job_38:35; Isa_46:9-13

Judith 9,7
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Jdt_5:23; Jdt_6:2

[2] Sal_33:16-17

[3] 2Ma_8:18

[4] Jdt_16:2; Sal_46:10 [Sal_46:9]; Sal_76:4 [Sal_76:3]

NOTAS

9:7 La presunción de los paganos, orgullosos de su fuerza militar, siempre fue para Israel un escándalo y una razón para esperar con confianza la ayuda de Dios, ver Hab_1:12-17; Isa_30:15; Isa_31:1-3, etc.

Judith 9,11
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Sa_14:6; Jue_7:4-7

NOTAS

9:11 Aquí aparece la religión de los «pobres», característica de la piedad del AT, ver Sof_2:3+.

Judith 9,13
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Est_4:17 r-s; Jdt_10:4; Jdt_11:20; Jdt_11:23; Jdt_16:6; Jdt_16:9

Judith 9,14
NOTAS

9:14 Aquí y en Jdt_13:11, el griego dice: «Dios, Dios», fraseología de los Salmos retocados por el elohísta, ver Sal_45:8 [Sal_45:7]; Sal_50:7.