Jeremías  38 Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998) | 28 versitos |
1
Jeremías en la cisterna. Intervención de Ebedmélec.
Oyeron Sefatías, hijo de Matán, Godolías, hijo de Pasjur, hijo de Malquías, las palabras que Jeremías hablaba a todo el pueblo:
2 «Así dice Yahvé: Quien se quede en esta ciudad, morirá de espada, de hambre y de peste, mas el que se entregue a los caldeos vivirá, y eso saldrá ganando.
3 Así dice Yahvé: Sin remisión será entregada esta ciudad en mano de las tropas del rey de Babilonia, que la tomará.»
4 Y dijeron aquellos jefes al rey: «Hay que condenar a muerte a ese hombre, porque con eso desmoraliza a los guerreros que quedan en esta ciudad y a toda la plebe, diciéndoles tales cosas. Porque este hombre no procura en absoluto el bien del pueblo, sino su daño.»
5 Dijo el rey Sedecías: «Ahí lo tenéis en vuestras manos, pues nada podría el rey contra vosotros.»
6 Ellos se apoderaron de Jeremías y lo echaron a la cisterna de Malquías, hijo del rey, que había en el patio de la guardia, descolgando a Jeremías con sogas. En el pozo no había agua, sino fango, y Jeremías se hundió en el fango.
7 Pero Ebedmélec el cusita —un eunuco de la casa del rey— oyó que habían metido a Jeremías en la cisterna. El rey estaba sentado en la puerta de Benjamín.
8 Salió Ebedmélec de la casa del rey y habló al rey en estos términos:
9 «Oh mi señor el rey, está mal hecho todo cuanto esos hombres han hecho con el profeta Jeremías, arrojándolo a la cisterna. Total lo mismo se iba a morir de hambre, pues no quedan ya víveres en la ciudad.»
10 Entonces ordenó el rey a Ebedmélec el cusita: «Toma tú mismo de aquí treinta hombres, y subes al profeta Jeremías del pozo antes de que muera.»
11 Ebedmélec tomó consigo a los hombres y, entrando en la casa del rey, al vestuario del tesoro, tomó allí deshechos de paños y telas, y con sogas los descolgó por la cisterna hasta Jeremías.
12 Dijo Ebedmélec el cusita a Jeremías: «Hala, ponte los deshechos de paños y telas entre los sobacos y las sogas.» Así lo hizo Jeremías,
13 y halando a Jeremías con las sogas lo subieron de la cisterna.
Y Jeremías se quedó en el patio de la guardia.
14
Última entrevista de Jeremías con Sedecías.
Entonces el rey Sedecías mandó traer al profeta Jeremías a la entrada tercera que había en el templo de Yahvé, y dijo el rey a Jeremías: «Te voy a preguntar una cosa: no me ocultes nada.»
15 Dijo Jeremías a Sedecías: «Si te soy sincero, seguro que me matarás; y aunque te aconseje, no me escucharás.»
16 El rey Sedecías juró a Jeremías en secreto: «Por vida de Yahvé, y por la vida que nos ha dado, que no te haré morir ni te entregaré en manos de estos hombres que andan buscando tu muerte.»
17 Dijo Jeremías a Sedecías: «Así dice Yahvé, el Dios Sebaot, el Dios de Israel: Si sales a entregarte a los jefes del rey de Babilonia, vivirás tú mismo y esta ciudad no será incendiada: tanto tú como los tuyos viviréis.
18 Pero si no te entregas a los jefes del rey de Babilonia, esta ciudad será puesta en manos de los caldeos e incendiada, y tú no escaparás de sus manos.»
19 Dijo el rey Sedecías a Jeremías: «Me preocupan los judíos que se han pasado a los caldeos, no vaya a ser que me entreguen en sus manos, y éstos hagan mofa de mí.»
20 Pero replicó Jeremías: «No te entregarán. ¡Ea!, oye la voz de Yahvé en esto que te digo, que te resultará bien y quedarás con vida.
21 Mas si rehúsas salir, esto es lo que me ha mostrado Yahvé.
22 Mira que todas las mujeres que han permanecido en la casa del rey de Judá serán sacadas adonde los jefes del rey de Babilonia, e irán diciendo:
Te empujaron y pudieron contigo
aquellos con quienes te saludabas.
Se hundieron en el lodo tus pies,
hiciéronse atrás.
23 Serán entregados a los caldeos tus mujeres y tus hijos, y tú no escaparás de ellos, sino que serás puesto en manos del rey de Babilonia, y esta ciudad será incendiada.»
24 Entonces dijo Sedecías a Jeremías: «Que nadie sepa nada de esto, y no morirás.
25 Aunque se enteren los jefes de que he estado hablando contigo, y viniendo a ti te digan: “Decláranos qué has dicho al rey, sin ocultárnoslo, y así no te mataremos, y también lo que el rey te ha hablado”,
26 tú les dirás: “He pedido al rey la gracia de que no se me devuelva a casa de Jonatán a morirme allí.”»
27 En efecto, vinieron todos los jefes a Jeremías, le interrogaron, y él les respondió conforme a lo que queda dicho que le había mandado el rey: y ellos quedaron satisfechos, porque nada se sabía de lo hablado.
28 Así quedó Jeremías en el patio de la guardia, hasta el día en que fue tomada Jerusalén.
Ahora bien, cuando fue tomada Jerusalén...

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Introducción a Jeremías 

Jeremías.
Poco más de un siglo después de Isaías, hacia el 650 a. C., nacía Jeremías de una familia sacerdotal residente en los alrededores de Jerusalén. Conocemos su vida y carácter mejor que los de ningún otro profeta por los relatos biográficos en tercera persona de que está sembrado su libro, y cuyo orden cronológico es el siguiente: 19:1-20:6; 26; 36; 45; 28-29; Jer_51:59-64 ; Jer_34:8-22 ; 37-44 . Las «Confesiones de Jeremías»: 11:18-12:6; Jer_15:10-21 ; Jer_17:4-18 ; Jer_18:18-23 ; Jer_20:7-18 , proceden del profeta mismo. No constituyen una autobiografía, pero sí son un testimonio emocionante de las crisis interiores que atravesó y que se describen en el estilo de los Salmos de súplica. Llamado por Dios muy joven aún, el 626, el año trece de Josías, Jer_1:2 , le tocó vivir el trágico período en que se preparó y consumó la ruina del reino de Judá. La reforma religiosa y la restauración nacional de Josías despertaron esperanzas que fueron destruidas por la muerte del rey en Meguidó el 609 y por el cambio del mundo oriental, la caída de Nínive el 612 y la expansión del imperio caldeo. Desde el 605, Nabucodonosor impuso su dominio en Palestina, Judá se rebeló por instigación de Egipto, que intrigaría hasta el fin y, el 597, Nabucodonosor conquistó Jerusalén y deportó a una parte de sus habitantes. Una nueva rebelión hizo volver a los ejércitos caldeos, el 587 fue tomada Jerusalén, incendiado el templo, y tuvo lugar la segunda deportación. Jeremías vivió esta dramática historia predicando y amenazando en vano a los reyes incapaces que se sucedían en el trono de David; fue acusado de derrotismo por los militares, perseguido y encarcelado. Después de la toma de Jerusalén, y aun cuando veía en los desterrados la esperanza del porvenir, Jeremías prefirió permanecer en Palestina junto a Godolías, el gobernador nombrado por los caldeos. Pero éste fue asesinado, y un grupo de judíos, temeroso de las represalias, huyó a Egipto llevándose consigo al profeta. Probablemente murió allí.

El drama de esta vida no estriba sólo en los acontecimientos en que Jeremías se vio envuelto, sino también en el mismo profeta. Era de alma tierna, hecha para amar, y fue enviado para «extirpar y destruir, reconstruir y plantar» Jer_1:10 ; le tocó sobre todo predecir desgracias, Jer_20:8 . Tenía ansias de paz y hubo de estar siempre en lucha: contra los suyos, contra los reyes, los sacerdotes, los falsos profetas, contra todo el pueblo, «varón discutido y debatido por todo el país», Jer_15:10 . Se vio desgarrado por una misión a la que no podía sustraerse, Jer_20:9 . Sus diálogos interiores con Yahvé están sembrados de gritos de dolor: «¿Por qué ha resultado mi penar perpetuo?», Jer_15:18 , y aquel pasaje patético que se anticipa a Job: «Maldito el día en que nací...», Jer_20:14 , etc.

Pero este sufrimiento acrisoló su alma y la abrió al trato con Dios. Lo que nos hace a Jeremías tan querido y tan nuestro es la religión interior y cordial que él mismo practicó antes de formularla en el anuncio de la Nueva Alianza, Jer_31:31-34 . Esta religión personal le llevó a profundizar en la enseñanza tradicional: Dios sondea los entresijos y los corazones, Jer_11:20 , retribuye a cada uno según sus obras, Jer_31:29-30 ; la amistad con Dios, Jer_2:2 , se rompe con el pecado, que sale del corazón malvado, Jer_4:4 ; Jer_17:9 ; Jer_18:12 . Este aspecto afectivo le emparenta con Oseas, cuyo influjo experimentó; esta interiorización de la Ley, esta función del corazón en las relaciones con Dios, esta preocupación por la persona individual le aproximan al Deuteronomio. Jeremías vio ciertamente de manera favorable la reforma de Josías, inspirada en este libro, pero recibió una cruel desilusión por su ineficacia para cambiar la vida moral y religiosa del pueblo.

La misión de Jeremías fracasó en vida suya, pero su figura no dejó de agrandarse después de su muerte. Por su doctrina de una Alianza nueva, fundada en la religión del corazón, fue el padre del Judaísmo en su línea más pura, y su influjo se nota en Ezequiel, en la segunda parte de Isaías y en varios salmos. La época macabeica le cuenta entre los protectores del pueblo, 2Ma_2:1-8 ; 2Ma_15:12-16 . Al sacar a primer plano los valores espirituales, al poner de manifiesto las íntimas relaciones que el alma ha de mantener con Dios, preparó la Nueva Alianza cristiana, y su vida de abnegación y sufrimientos en servicio de Dios, que bien pudo prestar algunos rasgos para la imagen del Siervo en Is 53, convierte a Jeremías en figura de Cristo.

Esta influencia duradera supone que las enseñanzas de Jeremías se leyeron, meditaron y comentaron con frecuencia. Esta labor de toda una descendencia espiritual se refleja en la composición de su libro, que no se presenta, ni mucho menos, como obra escrita de una vez. Además de los oráculos poéticos y de los relatos biográficos, contiene discursos en prosa en un estilo afín al del Deuteronomio. Su autenticidad ha sido impugnada y han sido atribuidos a redactores «deuteronomistas» posteriores al Destierro. En realidad, su estilo es el de la prosa judía del siglo VII y comienzos del VI a. C., su teología es la de la corriente religiosa a la que pertenecen tanto Jeremías como el Deuteronomio. Son el eco auténtico de la predicación de Jeremías, recogida por sus oyentes. Toda esta tradición jeremiana no se ha transmitido en una forma única. La versión griega ofrece una recensión notablemente más corta (un octavo) que el texto masorético y a menudo diferente en detalles; los descubrimientos de Qumrán prueban que las dos recensiones existían en hebreo. Además, el griego coloca los oráculos contra las naciones después de Jer_25:13 , y en orden distinto al hebreo, que los relega al final del libro, 46-51. Estas profecías quizá formaran primeramente una colección particular y no todas procedan de Jeremías: al menos, los oráculos contra Moab y Edom han sido fuertemente rehechos y el largo oráculo contra Babilonia, 50-51, data del final del Destierro. El cap. 52 se nos presenta como un apéndice histórico, paralelo de 2Re_24:18-25:30. Otros complementos de menor extensión fueron insertados a lo largo del libro y atestiguan el uso que de él hacían y la estima en que lo tenían los cautivos de Babilonia y la comunidad renaciente después del Destierro. Hay también abundancia de duplicados que suponen una labor redaccional. Finalmente las indicaciones cronológicas, que son numerosas, no se suceden con orden. El desorden actual del libro es resultado de un largo trabajo de composición, cuyas etapas es harto difícil reconstruir una por una.

No obstante, el cap. 36 nos da valiosas indicaciones: el 605, Jeremías dicta a Baruc los oráculos que había pronunciado desde el comienzo de su ministerio, Jer_36:2 , es decir, desde el 626. Este rollo, quemado por Joaquín, volvió a ser escrito y fue además completado, Jer_36:32 . Acerca del contenido de esta colección tan sólo caben hipótesis. Parece que le servía de introducción Jer_25:1-12 y agrupaba las piezas anteriores al 605, que se hallaban en los caps. 1-18, pero también contenía, según Jer_36:2 , oráculos antiguos contra las naciones a las que se refiere Jer_25:13-38 . Se incluyó allí el apartado de las «Confesiones», cuyo detalle se ha expuesto anteriormente. También se añadieron dos opúsculos sobre los reyes, 21:11-23:8, y sobre los profetas, Jer_23:9-40 , que pudieron existir anteriormente por separado.

Así se distinguen ya dos partes en el libro: una contiene amenazas contra Judá y Jerusalén, 1:1-25:13; la otra, profecías contra las naciones, Jer_25:13-38 y 46-51. Una tercera parte está constituida por 26-35, donde se han reunido en un orden arbitrario trozos que ofrecen un tono más optimista. Casi todas estas piezas están en prosa y en gran parte proceden de una biografía de Jeremías, que se atribuye a Baruc. Grupo aparte forman los caps. 30-31, que son un opúsculo poético de consolación. La cuarta parte, 36-44, en prosa, prosigue la biografía de Jeremías y relata sus sufrimientos durante y después del sitio de Jerusalén, y concluye con Jer_45:1-5 , que viene a ser como la firma de Baruc.

Fuente: Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros

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Notas

Jeremías  38,1
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] LXX: 45


Jeremías  38,2
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] = Jer_21:9

[2] Jer_39:18; Jer_45:5

Jeremías  38,5
NOTAS

38:5 «contra vosotros» 'ittekem conj.; «(a saber) vosotros» 'etkem hebr.

Jeremías  38,7
NOTAS

38:7 Es decir, etíope.

Jeremías  38,11
NOTAS

38:11 «al vestuario» meltajat conj., ver 2Re_10:22; «debajo» tajat hebr.

Jeremías  38,22
NOTAS

38:22 Lit. «los hombres de la paz». -Parece que estas líneas están tomadas de alguna canción.

Jeremías  38,23
NOTAS

38:23 «será incendiada» algunos mss hebreos y griego; «tú incendiarás» (masc.), o «ella (la mano de Nabucodonosor) incendiará» hebr.