II Samuel  24 Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998) | 25 versitos |
1
Censo del pueblo.
Se encendió otra vez la ira de Yahvé contra los israelitas e incitó a David contra ellos diciendo: «Anda, haz el censo de Israel y de Judá.»
2 El rey dijo a Joab, jefe del ejército, que estaba con él: «Recorre todas las tribus de Israel desde Dan hasta Berseba y haz el censo para que yo sepa la cifra de la población.»
3 Joab respondió al rey: «Que Yahvé tu Dios multiplique el pueblo cien veces más de lo que es y que los ojos de mi señor el rey lo vean. Mas ¿para qué quiere esto mi señor el rey?»
4 Pero prevaleció la orden del rey sobre Joab y los jefes del ejército, y salió Joab con los jefes del ejército de la presencia del rey para hacer el censo del pueblo de Israel.
5 Pasaron el Jordán y acamparon en Aroer. Por el sur de la ciudad que está en medio del torrente de Gad llegaron hasta Yazer.
6 Fueron luego a Galaad y al país de los hititas, a Cades. Llegaron hasta Dan y desde Dan doblaron hacia Sidón.
7 Llegaron hasta la fortaleza de Tiro y todas las ciudades de los jivitas y cananeos, saliendo finalmente al Negueb de Judá, a Berseba.
8 Recorrieron así todo el país y al cabo de nueve meses y veinte días volvieron a Jerusalén.
9 Joab entregó al rey la cifra del censo del pueblo. Había en Israel ochocientos mil hombres de guerra capaces de manejar las armas; en Judá había quinientos mil hombres.
10
La peste y el perdón divino.
Después de haber hecho el censo del pueblo, le remordió a David el corazón y dijo David a Yahvé: «He cometido un gran pecado. Pero ahora, Yahvé, perdona, te ruego, la falta de tu siervo, pues he sido muy necio.»
11 Cuando David se levantó por la mañana, le había sido dirigida la palabra de Yahvé al profeta Gad, vidente de David, diciendo:
12 «Anda y di a David: Así dice Yahvé: Tres cosas te propongo; elije una de ellas y la llevaré a cabo.»
13 Llegó Gad donde David y le anunció: «¿Qué quieres que te venga, tres años de gran hambre en tu país, tres meses de derrotas ante tus enemigos y que te persigan, o tres días de peste en tu tierra? Ahora piensa y mira qué debo responder al que me envía.»
14 David respondió a Gad: «Estoy en grande angustia. Pero caigamos en manos de Yahvé, que es grande su misericordia. No caiga yo en manos de los hombres.»
15 Y David eligió la peste para sí.
Eran los días de la recolección del trigo. Yahvé envió la peste a Israel desde la mañana hasta el tiempo señalado y murieron setenta mil hombres del pueblo, desde Dan hasta Berseba.
16 El ángel extendió la mano hacia Jerusalén para destruirla, pero Yahvé se arrepintió del estrago y dijo al ángel que exterminaba el pueblo: «¡Basta ya! Retira tu mano.» El ángel de Yahvé estaba entonces junto a la era de Arauná el jebuseo.
17 Cuando David vio al ángel que hería al pueblo, dijo a Yahvé: «Yo fui quien pequé, yo cometí el mal, pero estas ovejas ¿qué han hecho? Caiga, te suplico, tu mano sobre mí y sobre la casa de mi padre.»
18
Construcción de un altar.
Vino Gad aquel día donde David y le dijo: «Sube y levanta un altar a Yahvé en la era de Arauná el jebuseo.»
19 David subió, según la palabra de Gad, como había ordenado Yahvé.
20 Miró Arauná y vio al rey y a sus servidores que venían hacia él. Entonces Arauná salió y se postró rostro en tierra ante el rey.
21 Y dijo Arauná: «¿Cómo mi señor el rey viene a su siervo?» David respondió: «Vengo a comprarte la era para levantar un altar a Yahvé y detener la plaga del pueblo.»
22 Arauná dijo a David: «Que el rey mi señor tome y ofrezca lo que bien le parezca. Mira los bueyes para el holocausto, los trillos y los yugos de los bueyes para leña.
23 Todo esto, oh rey, se lo da Arauná al rey.» Y Arauná dijo al rey: «Que Yahvé tu Dios te sea propicio.»
24 Pero el rey dijo a Arauná: «No; quiero comprártelo por su precio, no quiero ofrecer a Yahvé mi Dios holocaustos de balde.» Y David compró la era y los bueyes por cincuenta siclos de plata.
25 Levantó allí David un altar a Yahvé y ofreció holocaustos y sacrificios de comunión. Entonces Yahvé atendió a las súplicas en favor de la tierra y la peste se apartó de Israel.

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Introducción a II Samuel 

Los libros de Samuel formaban una sola obra en la Biblia hebrea. La división en dos libros se remonta a la traducción griega que ha unido asimismo Samuel y Reyes bajo un mismo título: los cuatro libros de los Reinos; la Vulgata los llama los cuatro libros de los Reyes. El Samuel hebreo corresponde a los dos primeros. Este título proviene de la tradición que atribuía al profeta Samuel la composición de este escrito.

El texto es uno de los peor conservados del AT. La traducción griega de los Setenta da un texto bastante diferente, que se remonta a un prototipo del que las cuevas de Qumrán han proporcionado importantes fragmentos. Existían, pues, varias recensiones hebraicas de los libros de Samuel.

Se distinguen en él cinco partes:
a) Samuel, 1 S 1-7;
b) Samuel y Saúl, 1 S 8-15;
c) Saúl y David, 1 S 16 a 2 S 1;
d) David, 2 S 2-20;
e) suplementos, 2 S 21-24.

La obra combina o yuxtapone diversas fuentes y tradiciones sobre los comienzos del período monárquico. Hay una historia del arca y de su cautiverio entre los filisteos, 1 S 4-6, en la que no aparece Samuel y que proseguirá en 2 S 6. Está enmarcada por un relato de la infancia de Samuel, 1 S 1-3, y por otro relato que presenta a Samuel como el último de los Jueces y anticipa la liberación del yugo filisteo, 7. Samuel desempeña un papel esencial en la historia de la institución de la realeza, 1 S 8-12, donde se han distinguido desde hace tiempo dos grupos de tradiciones: 9; 1Sa_10:1-16 ; 11, por una parte, y 8; 1Sa_10:17-24 ; 12, por otra. Al primer grupo se le ha denominado versión monárquica del acontecimiento, y al segundo, versión antimonárquica; esta última sería posterior. En realidad ambas tradiciones son antiguas y solamente representan tendencias diferentes; además, la segunda corriente no es tan antimonárquica como se afirma, sino que solamente se opone a una realeza que no respetaría los derechos de Dios. Las guerras de Saúl contra los filisteos son narradas en 13-14, con una primera versión del rechazo de Saúl, 1Sa_13:7 a; una segunda versión de este rechazo se da en 15, en conexión con una guerra contra los amalecitas. Este rechazo prepara la unción de David por Samuel, 1Sa_16:1-13 . Sobre los comienzos de David y sus desavenencias con Saúl, se han recogido tradiciones paralelas y, al parecer, de igual antigüedad en 1Sa 16:14 - 2 S 1, donde los duplicados son frecuentes. El final de esta historia se encuentra en 2 S 2-5: el reinado de David en Hebrón, la guerra filistea y la toma de Jerusalén aseguran la confirmación de David como rey sobre todo Israel, 2Sa_5:12 . El cap. 6 prosigue la historia del arca; la profecía de Natán, 7, es antigua, pero ha sido retocada; el cap. 8 es un resumen redaccional. En 2 S 9 se inicia una larga narración que no concluirá hasta el comienzo de Reyes, 1R 1-2. Es la historia de la familia de David y de las luchas en torno a la sucesión al trono, escrita por un testigo ocular, en la primera mitad del reinado de Salomón. Queda interrumpida por 2 S 21-24, que agrupa trozos de origen diverso sobre el reinado de David.

Es posible que desde los primeros siglos de la monarquía hayan tomado cuerpo, además de la gran historia de 2 S 9-20, otras agrupaciones literarias: un primer ciclo de Samuel, dos historias de Saúl y David. Es posible, asimismo, que estos conjuntos hayan sido combinados en torno al año 700, pero los libros no recibieron su forma definitiva hasta que fueron incorporados a la gran historia deuteronomista. Sin embargo, la influencia del Deuteronomio resulta aquí menos visible que en Jueces y Reyes. Se la descubre particularmente en los primeros capítulos de la obra, especialmente en 1Sa_2:22-36 ; 7 y 12, quizá en una modificación de la profecía de Natán, 2 S 7; pero el relato de 2 S 9-20 se ha conservado casi sin retoque.

Los libros de Samuel abarcan el período que va de los orígenes de la monarquía israelita al final del reinado de David. La expansión de los filisteos (la batalla de Afec, 1 S 4, se sitúa hacia el 1050) ponía en peligro la existencia misma de Israel e impuso la monarquía. Saúl, hacia el 1030, es, en un principio, como un continuador de los Jueces, pero su reconocimiento por todas las tribus le confiere una autoridad universal y permanente: ha nacido la realeza. Comienza la guerra de liberación y los filisteos son arrojados hasta su territorio, 1 S 14; los encuentros ulteriores tienen lugar en los confines del territorio israelita, 1 S 17 (valle del Terebinto), 28 y 31 (Gelboé). Este último combate acaba en desastre y en él muere Saúl, hacia el 1010. La unidad nacional se ve de nuevo comprometida, David es consagrado rey en Hebrón por los de Judá, y las tribus del Norte le oponen a Isbaal, descendiente de Saúl, refugiado en Transjordania. Sin embargo, el asesinato de Isbaal hace posible la unión, y David es reconocido rey por Israel.

El segundo libro de Samuel no da más que un resumen de los resultados políticos del reinado de David: fueron, sin embargo, considerables. Los filisteos fueron definitivamente rechazados, la unificación del territorio concluye con la absorción de los enclaves cananeos, y en primer lugar Jerusalén, que se convirtió en la capital política y religiosa del reino. Fue sometida Transjordania, y David extendió su dominio sobre los arameos de Siria meridional. Con todo, cuando murió David, hacia el 970, la unidad nacional no estaba verdaderamente consolidada; David era rey de Israel y de Judá y estas dos fracciones se oponían a menudo: la rebelión de Absalón fue sostenida por las gentes del Norte, el benjaminita Seba quiso sublevar al pueblo al grito de «A tus tiendas, Israel». Se presiente ya el cisma.

Estos libros traen un mensaje religioso; exponen las condiciones y las dificultades de un reino de Dios sobre la tierra. El ideal sólo se ha conseguido bajo David; este logro ha sido precedido por el fracaso de Saúl y será seguido por todas las infidelidades de la monarquía, que atraerán la condenación de Dios y provocarán la ruina de la nación. A partir de la profecía de Natán, la esperanza mesiánica se ha alimentado de las promesas hechas a la casa de David. El NT se refiere a ellas tres veces, Hch_2:30 , 2Co_6:18 , Heb_1:5 . Jesús es descendiente de David, y el nombre de hijo de David que le da el pueblo es el reconocimiento de sus títulos mesiánicos. Los Padres han establecido un paralelo entre la vida de David y la de Jesús, el Cristo, el Ungido, elegido para salvación de todos, rey del pueblo espiritual de Dios y, sin embargo, perseguido por los suyos.

Fuente: Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros

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Notas

II Samuel  24,1
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Cr_21:1-5

NOTAS

24 Todo este cap. es parejo al relato de 2Sa_21:1-14, ver 21+.

24:1 El cumplimiento de lo que parece una orden divina será considerado por David como «pecado», 2Sa_24:10, y castigado con una plaga, 2Sa_24:15 s. La mentalidad religiosa del antiguo Israel lo refería todo a Yahvé como causa primera. El cronista ha sustituido «Yahvé» por «Satán». Por aquel entonces el empadronamiento era considerado una impiedad, pues lesionaba las prerrogativas de Yahvé, que posee los registros de los que deben vivir o morir, Éxo_32:32-33, ver Éxo_30:12.


II Samuel  24,5
NOTAS

24:5 Aroer, en el Arnón, marca, según Deu_2:36; Jos_13:9, Jos_13:16, el límite sur de las posesiones israelitas en Transjordania. En Cisjordania, los límites son Dan, al norte, y Berseba, al sur, 2Sa_24:2, 2Sa_24:6-7, 2Sa_24:15. Recorren, pues, todo el territorio de Israel. Pero el texto añade Tiro y Sidón, y, al parecer, Cades de los hititas, muy al norte, en el Orontes, lo cual se trata de justificar invocando Núm_34:7-9; Eze_47:15-17, y las conquistas de David, 2Sa_8:3-12.

II Samuel  24,6
NOTAS

24:6 «al país de los hititas, a Cades», griego luc.; hebr. mal transmitido.

II Samuel  24,9
NOTAS

24:9 Cifras evidentemente exageradas, como otras muchas cifras análogas en el AT, y todavía aumentadas en Crónicas. El censo de Israel se hace aparte del de Judá, ver 2Sa_5:5+.

II Samuel  24,10
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Cr_21:7-17

[2] 1Sa_24:6 [1Sa_24:5]

II Samuel  24,11
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Sa_22:5

II Samuel  24,13
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Sa_21:1

[2] 2Sa 15-17

NOTAS

24:13 El hebr. trae el verbo en singular.

II Samuel  24,16
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Éxo_12:23+; 2Re_19:35

II Samuel  24,17
NOTAS

24:17 El griego ha conservado un texto quizá mejor: «fui yo, el pastor, quien pecó». La imagen del pastor es coherente con el texto que sigue.

II Samuel  24,18
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |1Cr_21:18-28

II Samuel  24,22
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Sa_6:14

II Samuel  24,23
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Re_19:21

II Samuel  24,24
NOTAS

24:24 Seiscientos siclos de oro según Crónicas. La era de Arauná se hallaba fuera de la ciudad, en la colina que dominaba la primitiva Jerusalén por el norte; allí se levantará el Templo de Salomón. Ver 2Sa_5:9+.

II Samuel  24,25
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Sa_21:14