Daniel  13 Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998) | 64 versitos |
1
Susana y el juicio de Daniel
Vivía en Babilonia un hombre llamado Joaquín.
2 Se había casado con una mujer llamada Susana, hija de Jelcías, que era muy bella y fiel a Dios.
3 Sus padres eran justos y habían educado a su hija según la ley de Moisés.
4 Joaquín era muy rico y tenía un jardín contiguo a su casa; como era el más ilustre de los judíos, todos solían reunirse allí.
5 Aquel año habían sido designados jueces dos ancianos del pueblo, de esos de quienes dice el Señor: «Los ancianos y jueces que presumen de guías del pueblo han traído la injusticia de Babilonia.»
6 Ellos frecuentaban la casa de Joaquín y todos los que tenían algún pleito pendiente acudían a ellos.
7 A mediodía, cuando la gente se marchaba, Susana entraba a pasear en el jardín de su marido.
8 Los dos ancianos la veían a diario cuando entraba a pasear y llegaron a desearla apasionadamente.
9 Perdieron la cabeza y desviaron su atención, olvidándose de Dios y de sus sentencias justas.
10 Los dos estaban locos de pasión por ella, pero no se atrevían a confesarse mutuamente su tormento,
11 pues les daba vergüenza reconocer el deseo de tener relaciones con ella,
12 y todos los días acechaban afanosamente para verla.
13 Un día se dijeron el uno al otro: «Vámonos a casa, que es la hora de comer».Al salir, se separaron,
14 pero dieron la vuelta y regresaron al mismo sitio. Tras preguntarse mutuamente el motivo, terminaron reconociendo su pasión y acordaron aprovechar la ocasión en que pudieran sorprenderla sola.
15 Un día, mientras acechaban el momento apropiado, entró Susana como en días anteriores acompañada solamente por dos criadas y, como hacía calor, quiso bañarse en el jardín.
16 No había nadie allí, excepto los dos ancianos que escondidos la espiaban.
17 Susana dijo a las criadas: «Traedme aceite y perfumes, y cerrad las puertas del jardín para que pueda bañarme.»
18 Ellas obedecieron, cerraron las puertas del jardín y salieron por la puerta lateral para traer lo que Susana había pedido, sin ver a los ancianos que estaban escondidos.
19 En cuanto salieron las criadas, los dos ancianos se levantaron, se acercaron corriendo a ella
20 y le dijeron: «Las puertas del jardín están cerradas y nadie nos ve. Nosotros te deseamos; así que déjanos acostarnos contigo.
21 Si te niegas, te acusaremos diciendo que estabas con un joven y que por eso habías despedido a tus criadas.»
22 Susana empezó a gemir y dijo: «¡No tengo escapatoria! Si consiento, me espera la muerte; pero si me niego, no me libraré de vosotros.
23 Prefiero caer en vuestras manos por no consentir a pecar contra el Señor.»
24 Y Susana se puso a gritar a grandes voces. Pero los dos ancianos también gritaron contra ella,
25 y uno de ellos corrió a abrir las puertas del jardín.
26 Al oír el griterío en el jardín, los de la casa se precipitaron por la puerta lateral para ver qué ocurría,
27 y cuando los ancianos contaron su historia, los criados quedaron abochornados, porque jamás se había dicho de Susana nada parecido.
28 A la mañana siguiente, cuando la gente se reunió en casa de Joaquín, su marido, llegaron también los dos ancianos con la perversa intención de condenar a muerte a Susana.
29 Y en presencia del pueblo dijeron: «Id a buscar a Susana, la hija de Jelcías y mujer de Joaquín.» Fueron a buscarla
30 y ella compareció acompañada de sus padres, sus hijos y todos sus parientes.
31 Susana era sumamente delicada y muy hermosa.
32 Aquellos canallas le ordenaron que se quitase el velo con el que estaba cubierta, para poder regodearse en su belleza.
33 Sus familiares y todos los que la veían rompieron a llorar.
34 Entonces los dos ancianos se levantaron en medio de la asamblea y pusieron sus manos sobre la cabeza de Susana.
35 Ella, llorando, levantó la mirada al cielo, pues su corazón confiaba plenamente en el Señor.
36 Los ancianos dijeron: «Mientras paseábamos nosotros solos por el jardín, entró ésta con dos criadas, cerró las puertas y despidió a las doncellas.
37 Entonces se le acercó un joven que estaba escondido y se acostó con ella.
38 Nosotros estábamos en un rincón del jardín y, al ver la infamia, corrimos hacia ellos
39 y los sorprendimos abrazados, pero a él no pudimos atraparlo porque era más fuerte que nosotros, y abriendo la puerta se escapó.
40 A ésta, en cambio, la agarramos y le preguntamos quién era aquel joven,
41 pero no quiso decírnoslo. De todo esto nosotros somos testigos.»
La asamblea los creyó como ancianos y jueces del pueblo que eran, y condenaron a muerte a Susana.
42 Entonces Susana se puso a gritar a grandes voces: «Dios eterno, que ves lo escondido y conoces todo antes de que suceda,
43 tú sabes que éstos han dado falso testimonio contra mí. Y ahora tengo que morir, sin haber hecho nada de lo que éstos han tramado injustamente contra mí.»
44 El Señor la escuchó
45 y, cuando era conducida a la muerte, despertó el santo espíritu de un muchacho llamado Daniel,
46 que se puso a gritar: «¡Yo soy inocente de la sangre de esta mujer!»
47 Toda la gente se volvió hacia él y le preguntaron: «¿Qué significa eso que acabas de decir?»
48 Él, de pie en medio de ellos, respondió: «¿Tan necios sois, israelitas, como para condenar a una hija de Israel sin hacer interrogatorios y sin investigar la verdad?
49 ¡Volved al tribunal, porque éstos han dado falso testimonio contra ella!»
50 La gente volvió rápidamente y los ancianos dijeron a Daniel: «Siéntate aquí en medio de nosotros e infórmanos, ya que Dios te ha concedido tal privilegio.»
51 Daniel les dijo: «Separadlos lejos el uno del otro, que voy a interrogarlos.»
52 Una vez separados, Daniel llamó a uno de ellos y le dijo: «Envejecido en la maldad, ahora reaparecen tus delitos del pasado,
53 cuando dictabas sentencias injustas, condenando a los inocentes y absolviendo a los culpables, aunque el Señor ordenaba: «No condenarás a muerte al inocente ni al justo.»
54 Si realmente la viste, dinos bajo qué árbol los viste abrazados.» Él respondió: «Bajo una acacia.»
55 Y Daniel replicó: «Tu mentira se vuelve contra tí, pues un ángel de Dios ya ha recibido la sentencia divina y te partirá por medio.»
56 Una vez retirado éste, mandó traer al otro y le dijo: «¡Raza de Canaán, que no de Judá; la belleza te ha seducido y la pasión ha pervertido tu corazón!
57 Así tratabais a las mujeres israelitas, y ellas por miedo se acostaban con vosotros. Pero una mujer judía no se ha sometido a vuestra maldad.
58 Ahora dime: ¿Bajo qué árbol los sorprendiste abrazados?» Él respondió: «Bajo una encina.»
59 Y Daniel replicó: «También tu mentira se vuelve contra ti, porque el ángel del Señor ya está esperando con la espada, para dividirte por medio. Y así acabará con vosotros.»
60 Entonces toda la asamblea se puso a gritar a grandes voces, bendiciendo a Dios que salva a los que esperan en él.
61 Luego se levantaron contra los dos ancianos, a quienes Daniel había declarado convictos por propia confesión de falso testimonio
62 y les aplicaron el mismo castigo que ellos habían tramado contra su prójimo: de acuerdo con la ley de Moisés, fueron ejecutados. Y aquel día se salvó una vida inocente.
63 Jelcías y su mujer dieron gracias a Dios por su hija Susana, lo mismo que su marido Joaquín y todos sus parientes, porque no había hecho nada vergonzoso.
64 Y a partir de aquel día, Daniel gozó de gran estima entre el pueblo.

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Introducción a Daniel 

Daniel.
Por su contenido, el libro de Daniel se divide en dos partes. Los caps. 1-6 son narrativos: Daniel y sus tres compañeros al servicio de Nabucodonosor, 1; el sueño de Nabucodonosor: la estatua compuesta de materiales diversos, 2; la adoración de la estatua de oro y los tres compañeros de Daniel en el horno, 3; la locura de Nabucodonosor, 4; el festín de Baltasar, 5; Daniel en la fosa de los leones, 6. En todos estos casos, Daniel o sus compañeros salen triunfantes de una prueba de la que depende su vida, o al menos su reputación, y los paganos glorifican a Dios que los ha salvado. Las escenas suceden en Babilonia, en los reinados de Nabucodonosor, de su «hijo» Baltasar y del sucesor de éste, «Darío el Medo». Las visiones de los caps. 7-12 tienen como beneficiario a Daniel: las Cuatro Bestias, 7; el Macho Cabrío y el Carnero, 8; las setenta Semanas, 9; la gran visión del Tiempo de la Cólera y del Tiempo del Fin, 10-12. Llevan la fecha de los reinados de Baltasar, de Darío el Medo y de Ciro, rey de Persia, y están localizadas en Babilonia.

De esta división se ha deducido alguna vez la existencia de dos escritos de épocas diferentes combinados por un editor. Pero otros indicios contradicen esta distinción. Los relatos están en tercera persona y Daniel mismo refiere las visiones, pero la primera visión, 7, está encuadrada entre una introducción y una conclusión en tercera persona. El comienzo del libro está en hebreo, pero en Dan_2:4 se pasa bruscamente al arameo, que prosigue hasta el fin de 7, invadiendo así la parte de las visiones; los últimos capítulos están otra vez en hebreo. Se han propuesto diversas explicaciones para esta dualidad de lengua, aunque ninguna resulta convincente. Por ejemplo, la división según el estilo (1ª o 3ª persona) y la división según la lengua (hebreo o arameo) no corresponden a la que se deduce del contenido (relatos o visiones). Por otra parte, el cap. 7 es comentado por el 8, pero es paralelo del cap. 2; su arameo es el mismo que el de los caps. 2-4, pero rasgos de su estilo reaparecen en los caps. 8-12, aunque están escritos en hebreo. Este cap. 7 forma, pues, un nexo entre las dos partes del libro y asegura su unidad. Además Baltasar y Darío el Medo aparecen en las dos partes del libro, originando las mismas dificultades para los historiadores. En fin, los procedimientos literarios y la línea del pensamiento son idénticos de un cabo al otro del libro, y esta igualdad es el argumento más fuerte en favor de la unidad de su composición.

La fecha de ésta queda fijada por el claro testimonio que da el cap. 11. Las guerras entre Seléucidas y Lágidas y una parte del reinado de Antíoco Epífanes se narran en él con gran lujo de detalles insignificantes para el propósito del autor. Este relato no se parece a ninguna profecía del Antiguo Testamento y, a pesar de su estilo profético, refiere sucesos ya ocurridos. Pero a partir de Dan_11:40 cambia el tono; se anuncia el «Tiempo del Fin» de una manera que recuerda a los otros profetas. El libro, pues, habría sido compuesto durante la persecución de Antíoco Epífanes y antes de la muerte de éste, incluso antes de la victoria de la insurrección macabea, es decir, entre el 167 y el 164.

Nada hay en el resto del libro que se oponga a esta fecha. Los relatos de la primera parte se sitúan en la época caldea, pero algunos indicios muestran que el autor está bastante lejos de los acontecimientos. Baltasar es hijo de Nabonid, y no de Nabucodonosor como dice el texto, y jamás ha tenido el título de rey. Darío el Medo es desconocido para los historiadores y no hay lugar para él entre el último rey caldeo y Ciro el persa, que había ya vencido a los Medos. El ambiente neobabilonio se describe con palabras de origen persa; incluso instrumentos de la orquesta de Nabucodonosor llevan nombres transcritos del griego. Las fechas que se dan en el libro no concuerdan entre sí ni con la historia, tal como la conocemos, y parecen puestas al frente de los capítulos sin mucha preocupación por la cronología. El autor se ha valido de tradiciones, orales o escritas, que circulaban en su época. Los manuscritos del mar Muerto contienen fragmentos de un ciclo de Daniel que está emparentado con el libro canónico, en especial una oración de Nabonid que recuerda Dan 3:31—4:34, donde el nombre de Nabucodonosor sustituye al de Nabonid. El autor, o sus fuentes, nombra como héroe de sus historias piadosas a un Daniel o Dan'el al que Eze_14:14-20 ; Eze_28:3 cita como a un justo o sabio de los tiempos antiguos y al que también conocían los poemas de Râs Samrâ en el siglo XIV antes de nuestra era.

Siendo el libro tan reciente, se explica su lugar en la Biblia hebrea. Ha sido admitido en ella después de la fijación del canon de los Profetas, y se le ha colocado entre Ester y Esdras, en el grupo heterogéneo de los «otros escritos» que forman la última parte del canon hebreo. Las Biblias griega y latina vuelven a colocarlo entre los profetas y le añaden algunas partes deuterocanónicas: el Salmo de Azarías y el Cántico de los tres jóvenes, Dan_3:24-90 , la historia de Susana, donde brilla el candor clarividente del joven Daniel, 13, las historias de Bel y de la serpiente sagrada que son sátiras de la idolatría, 14. La traducción griega de los Setenta (LXX) difiere grandemente de la de Teodoción (Teod.), que es muy afín al texto masorético.

La finalidad del libro es sostener la fe y la esperanza de los judíos perseguidos por Antíoco Epífanes. Daniel y sus compañeros se han visto sometidos a las mismas pruebas: abandono de las prescripciones de la Ley, 1, tentaciones de idolatría, 3 y 6; pero han salido victoriosos, y los antiguos perseguidores han tenido que reconocer el poder del verdadero Dios. Al perseguidor moderno se le pinta con rasgos más negros, pero cuando la Cólera de Dios quede satisfecha, Dan_8:19 ; Dan_11:36 , vendrá el Tiempo del Fin, Dan_8:17 ; Dan_11:40 , en que el perseguidor será abatido, Dan_8:25 ; Dan_11:45 . Entonces se acabarán las desdichas y el pecado, y tendrá lugar el advenimiento del Reino de los Santos, gobernado por un «Hijo de hombre», cuyo imperio jamás pasará, 7.

Esta espera del Fin, esta esperanza del Reino está presente a lo largo de todo el libro, Dan_2:44 ; Dan_3:33 (100) [ Dan_4:3 ]; Dan_4:31 [ Dan_4:34 ]; Dan_7:14 . Dios se ocupará de que llegue en el plazo que él ha fijado, pero que a la vez abarca toda la duración de la humanidad. Los momentos de la historia del mundo se convierten en momentos del plan divino en un plano eterno. El pasado, el presente, el futuro, todo se hace profecía, porque todo ello se ve a la luz de Dios «que hace alternar estaciones y tiempos», Dan_2:21 . Con esta visión, a la vez temporal e intemporal, el autor revela el sentido profético de la historia. Este secreto de Dios, Dan_2:18 , etc.; Dan_4:6 [ Dan_4:9 ], es descubierto por mediación de seres misteriosos, que son los mensajeros y agentes del Altísimo; la doctrina de los ángeles cobra fuerza en el libro de Daniel, como también en el de Ezequiel y sobre todo en el de Tobías. La revelación versa sobre el designio escondido de Dios para con su pueblo y todos los pueblos. Afecta tanto a las naciones como a los individuos. Un texto importante sobre la resurrección anuncia el despertar de los muertos a una vida o a un oprobio eternos, Dan_12:2 . El Reino que se espera se extenderá a todos los pueblos, Dan_7:14 , no tendrá fin, será el Reino de los Santos, Dan_7:18 , el Reino de Dios, Dan_3:33 (100); Dan_4:31 [ Dan_4:34 ], el Reino del Hijo de hombre, a quien se dio todo poder, Dan_7:13-14 .

Este misterioso Hijo de hombre, al que Dan_7:18 y 21-27 identifica con la comunidad de los Santos, es también su cabeza, el jefe del reino escatológico, pero no es el Mesías davídico. Esta interpretación individual se hizo corriente en el Judaísmo y la reiteró Jesús, que se aplicó el título de Hijo del hombre para recalcar el carácter trascendente y espiritual de su mesianismo, Mat_8:20 .

El libro de Daniel ya no representa a la verdadera corriente profética. No contiene la predicación de un profeta enviado por Dios con misión ante sus contemporáneos, fue compuesto e inmediatamente escrito por un autor que se oculta detrás de un seudónimo, como ocurre ya con el librito de Jonás. Las historias edificantes de la primera parte tienen parecido con una clase de escritos de sabiduría de las que tenemos un ejemplo antiguo en la historia de José del Génesis, y otro ejemplo reciente en el libro de Tobías, escrito poco antes que Daniel. Las visiones de la segunda parte ofrecen la revelación de un secreto divino, explicado por los ángeles, para los tiempos futuros, en un estilo intencionadamente enigmático; este «libro sellado», Dan_12:4 , inaugura plenamente el género apocalíptico, que había sido preparado por Ezequiel y que florecerá en la literatura judía. El Apocalipsis de San Juan es su equivalente en el Nuevo Testamento, pero aquí se rompen los sellos del libro cerrado, Ap 5-6, las palabras ya no se conservan en secreto, porque «el Tiempo está cerca», Apo_22:10 , y se espera la venida del Señor, Apo_22:20 ; 1Co_16:22 .

Fuente: Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros

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Notas

Daniel  13,1
NOTAS

13 Aquí comienzan las adiciones griegas, véase la Introducción.


Daniel  13,5
NOTAS

13:5 Se ignora a qué texto escriturístico se refiere.

Daniel  13,22
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Lev_20:10; Deu_22:22; Jua_8:4-5

NOTAS

13:22 Estaba prescrita la pena de muerte por el adulterio, Lev_20:10; Deu_22:22; ver Jua_8:4-5.

Daniel  13,29
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Núm_5:18-22

Daniel  13,34
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Lev_24:14

NOTAS

13:34 En la lapidación precedida de la imposición de manos, intervenía toda la comunidad.

Daniel  13,42
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Heb_4:13; Sal_33:13-15; Pro_15:11

Daniel  13,45
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Dan_4:5 [Dan_4:8]; Dan_5:11; Dan_5:14

Daniel  13,50
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Sab_4:8-9

Daniel  13,53
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Éxo_23:7

Daniel  13,54
NOTAS

13:54 Aquí y en Dan_13:58-59 el texto griego presenta un juego de palabras para designar el árbol y el castigo: sjinos y sjisei; primos y kataprisê.

Daniel  13,62
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Deu_19:16-21