I Reyes 18 Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998) | 46 versitos |
1
Encuentro de Elías y Abdías.
Pasado mucho tiempo, llegó la palabra de Yahvé a Elías, al tercer año, diciendo: «Vete, déjate ver a Ajab, pues voy a conceder lluvia sobre la superficie de la tierra.»
2 Elías partió para dejarse ver a Ajab. El hambre arreciaba en Samaría.
3 Ajab llamó a Abdías, mayordomo de palacio. (Abdías era profundamente temeroso de Yahvé.
4 Cuando Jezabel exterminó a los profetas de Yahvé, Abdías había tomado a cien de ellos y los había ocultado en una cueva, en dos grupos de cincuenta, alimentándolos con pan y agua).
5 Ajab dijo a Abdías: «Vete por el país, por todas las fuentes y torrentes; tal vez encontremos hierba y vivan los caballos y mulos y no nos quedemos con el ganado exterminado.»
6 Se repartieron el país para recorrerlo: Ajab se fue solo por un camino y Abdías solo por el otro.
7 Estando Abdías de camino, Elías salió a su encuentro. Lo reconoció y cayó rostro en tierra, y dijo «¿Eres tú, Elías, mi señor?»
8 Él respondió: «Yo soy. Vete y di a tu señor: “Elías está aquí”.»
9 Respondió: «¿Qué pecado he cometido? Así entregas a tu siervo en manos de Ajab para que me mate.
10 ¡Vive Yahvé tu Dios que no hay pueblo ni reino adonde mi señor no haya enviado a alguien a buscarte! Y si decían: “No está aquí”, hacía jurar al pueblo o al reino que no te habían encontrado.
11 Y ahora tú dices: “Vete y di a tu señor: Elías está aquí.”
12 Cuando me aleje de ti, el espíritu de Yahvé te llevará adonde yo no sepa; entonces llego y aviso a Ajab, pero no te encuentra y me mata. Sin embargo, tu siervo es temeroso de Yahvé desde su juventud.
13 ¿Nadie ha hecho saber a mi señor lo que hice cuando Jezabel mató a los profetas de Yahvé, que oculté a cien de los profetas de Yahvé, de cincuenta en cincuenta, en una cueva, y los alimenté con pan y agua?
14 Y ahora tú me dices: “Ve y di a tu señor: Elías está aquí.” ¡Me matará!»
15 Elías respondió: «¡Vive Yahvé Sebaot a quien sirvo que hoy me haré ver a él!»
16
Elías y Ajab.
Abdías fue al encuentro de Ajab y le dio aviso. Ajab partió al encuentro de Elías,
17 y al verlo, le dijo: «¿Eres tú, ruina de Israel?»
18 Él respondió: «No soy yo quien ha arruinado a Israel, sino tú y la casa de tu padre, por abandonar los mandatos de Yahvé y seguir a los Baales.
19 Pero ahora, haz un llamamiento y reúne en torno a mí a todo Israel en el monte Carmelo, y especialmente a los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal que comen a la mesa de Jezabel.»
20
El sacrificio del Carmelo.
Ajab hizo un llamamiento entre todos los israelitas y reunió a los profetas en el monte Carmelo.
21 Elías se acercó a todo el pueblo y dijo: «¿Hasta cuándo vais a estar cojeando sobre dos muletas? Si Yahvé es el Dios, seguidlo; si Baal lo es, seguid a Baal.» El pueblo no respondió palabra.
22 Elías les dijo: «Quedo yo solo como profeta de Yahvé, mientras que los profetas de Baal son cuatrocientos cincuenta.
23 Que nos den dos novillos; que ellos elijan uno, lo despedacen y lo acomoden sobre la leña, pero sin prenderle fuego. Yo prepararé el otro novillo y lo pondré sobre la leña, y tampoco prenderé fuego.
24 Clamaréis invocando el nombre de vuestro dios; yo clamaré invocando el nombre de Yahvé. Y el dios que responda por el fuego, ése es el Dios.» Todo el pueblo respondió: «¡Está bien lo que propones!»
25 Elías dijo a los profetas de Baal: «Elegid un novillo y preparadlo vosotros primero, pues sois más numerosos. Clamad invocando el nombre de vuestro dios, pero no pongáis fuego.»
26 Tomaron el novillo que les dieron, lo prepararon y estuvieron invocando el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía, diciendo: «¡Baal, respóndenos!» Pero no hubo voz ni respuesta. Danzaban cojeando en torno al altar que habían hecho.
27 Al mediodía, Elías se puso a burlarse de ellos y decía: «¡Gritad con voz más fuerte, porque él es dios, pero tendrá algún negocio, le habrá ocurrido algo, estará de camino; tal vez esté dormido y despertará!»
28 Gritaron con voz más fuerte, haciendose incisiones, según su costumbre, con cuchillos y lancetas hasta chorrear la sangre por sus cuerpos.
29 Pasado el mediodía, se pusieron a hacer el profeta hasta la hora de la presentación de la ofrenda, pero no hubo voz, no hubo quien escuchara ni quien respondiera.
30 Entonces Elías dijo a todo el pueblo: «Acercaos a mí.» Todo el pueblo se acercó a él. Entonces él restauró el altar de Yahvé que estaba demolido.
31 Elías tomó doce piedras (según el número de tribus de los hijos de Jacob, sobre el que viniera la palabra de Yahvé: «Tu nombre será Israel.»)
32 Erigió con las piedras un altar (al nombre de Yahvé), e hizo alrededor una zanja de la capacidad de un par de arrobas de sembrado.
33 Dispuso la leña, descuartizó el novillo y lo puso sobre la leña.
34 Dijo luego: «Llenad de agua cuatro tinajas y derramadla sobre el holocausto y sobre la leña.» Así lo hicieron. Dijo: «Hacedlo segunda vez», y segunda vez lo hicieron. Dijo: «Hacedlo tercera vez», y tercera vez lo hicieron.
35 El agua corrió alrededor del altar, e incluso la zanja se llenó de agua.
36 A la hora de la ofrenda, el profeta Elías se acercó y dijo: «Yahvé, Dios de Abrahán, de Isaac y de Israel, que se reconozca hoy que tú eres Dios en Israel y que yo soy tu servidor y que por orden tuya he obrado todas estas cosas.
37 Respóndeme, Yahvé, respóndeme, para que todo este pueblo sepa que tú, Yahvé, eres Dios y que tú has convertido sus corazones.»
38 Cayó el fuego de Yahvé, que devoró el holocausto y la leña, y lamió el agua de las zanjas.
39 Todo el pueblo lo vió, cayeron rostro en tierra y exclamaron: «¡Yahvé, él es Dios; Yahvé, él es Dios!»
40 Elías les dijo: «Echad mano a los profetas de Baal, que no escape ni uno de ellos». Les echaron mano y Elías los hizo bajar al torrente de Quisón, y allí los degolló.
41
Fin de la sequía.
Elías dijo a Ajab: «Sube, come y bebe, porque hay ruido de mucha lluvia.»
42 Ajab subió a comer y beber, mientras que Elías subía a la cima del Carmelo, y se encorvó hacia tierra, con el rostro entre las rodillas.
43 Dijo a su criado: «Sube y mira hacia el mar.» Subió, miró y dijo: «No hay nada.» Él dijo: «Vuelve.» Y así siete veces.
44 A la séptima dijo: «Aparece una nubecilla como la palma de una mano, que sube del mar.» Entonces dijo: «Sube y dile a Ajab: “Engancha el carro y desciende, no te detenga la lluvia”.»
45 En unos instantes los cielos se oscurecieron a causa de las nubes y el viento, y sobrevino una gran lluvia. Ajab montó en su carro y marchó a Yizreel.
46 La mano de Yahvé estaba sobre Elías, que se ciñó la cintura y echó a correr delante de Ajab hasta la entrada de Yizreel.

Patrocinio

 
 

Introducción a I Reyes

Los libros de los Reyes , como los de Samuel, constituían una sola obra en la Biblia hebrea. Corresponden a los dos últimos libros de los Reinos en la traducción griega, y de los Reyes en la Vulgata.

Son la continuación de los libros de Samuel, y 1 R 1-2 contiene la parte final del gran documento de 2 S 9-20. La larga narración del reinado de Salomón, 1 R 3-11, detalla la excelencia de su sabiduría, el esplendor de sus construcciones, sobre todo del Templo de Jerusalén, y la abundancia de sus riquezas. Es ciertamente una época gloriosa, pero el espíritu conquistador del reino de David ha desaparecido: se conserva, se organiza y, sobre todo, se saca partido de los triunfos de David. Se mantiene la oposición entre las dos fracciones del pueblo, y a la muerte de Salomón, en 931, el reino se divide: las diez tribus del Norte llevan a cabo una secesión agravada por un cisma religioso, 1 R 12-13. La historia paralela de los dos reinos de Israel y Judá se desarrolla de 1 R 14 a 2 R 17: con frecuencia es la historia de las luchas entre estos reinos hermanos, es también la de los asaltos del exterior por parte de Egipto contra Judá y de los arameos por el Norte. El peligro arrecia cuando los ejércitos asirios intervienen en la región, primero en el siglo IX, con más fuerza en el siglo VIII, cuando Samaría cae bajo sus golpes el 721, mientras que Judá se ha declarado ya vasallo. La historia, limitada ya a Judá, prosigue hasta la ruina de Jerusalén el 587 en 2 R 18-25 21. La narración se alarga al tratar de dos reinados, el de Ezequías, 2 R 18-20, y el de Josías, 2 R 22-23, marcados por un despertar nacional y una reforma religiosa. Los grandes acontecimientos políticos son entonces la invasión de Senaquerib bajo Ezequías el 701, en respuesta a la denegación del tributo asirio y, bajo Josías, la ruina de Asiria y la formación del imperio caldeo. Judá hubo de someterse a los nuevos amos de Oriente, pero pronto se rebeló. El castigo no se hizo esperar: el 597, los ejércitos de Nabucodonosor conquistaron Jerusalén y llevaron cautivos a una parte de sus habitantes; diez años después un amago de independencia provocó una segunda intervención de Nabucodonosor, que terminó el 587 con la ruina de Jerusalén y una segunda deportación. Reyes concluye con dos breves apéndices, 2Re_25:22-30 .

La obra cita nominalmente tres de sus fuentes, una Historia de Salomón, los Anales de los reyes de Israel y los Anales de los reyes de Judá, pero también existieron otras: además de la parte final del gran documento davídico, 1 R 1-2, una descripción del Templo, de origen sacerdotal, 1 R 6-7, y, sobre todo, una historia de Elías compuesta hacia fines del siglo IX y una historia de Eliseo un poco posterior; estas dos historias forman la base de los ciclos de Elías, 1 R 17 - 2 R 1, y de Eliseo, 2 R 2-13. Los relatos del reinado de Ezequías que presentan en escena a Isaías, 2Re_18:17-20:19, provienen de los discípulos de este profeta.

Cuando la utilización de las fuentes no lo impide, los sucesos quedan encerrados en un marco uniforme: se trata cada reinado como una unidad independiente y completa, su comienzo y su fin se señalan casi con las mismas fórmulas, en las que jamás falta un juicio sobre la conducta religiosa del rey. Se condena a todos los reyes de Israel a causa del pecado original de este reino, la fundación del santuario de Betel; entre los reyes de Judá, ocho solamente son alabados por su fidelidad general a las prescripciones de Yahvé. Pero esta alabanza queda restringida seis veces por la observación de que los altos no desaparecieron; únicamente Ezequías y Josías reciben una aprobación sin reservas.

Estos juicios se inspiran evidentemente en la ley del Deuteronomio sobre la unidad del santuario. Más aún: el descubrimiento del Deuteronomio bajo Josías y la reforma religiosa que inspiró señalan el punto culminante de toda esta historia, y toda la obra es una demostración de la tesis fundamental del Deuteronomio, repetida en 1 R 8 y 2 R 17: si el pueblo observa la alianza concluida con Dios, será bendecido; si la rompe, será castigado. Este influjo deuteronomista se encuentra también en el estilo, siempre que el redactor desarrolla o comenta sus fuentes.

Es probable que una primera redacción deuteronomista fuera hecha antes del Destierro, antes de la muerte de Josías en Meguidó el 609, y la alabanza otorgada a este rey, 2Re_23:25 (menos las últimas palabras) sería la conclusión de la obra primitiva. Una segunda edición, asimismo deuteronomista, se hizo durante el Destierro: después del 562, si se le atribuye el final del libro, 2Re_25:22-30 , o algo antes si ponemos su punto final después del relato de la segunda deportación, 2Re_25:21 , que tiene trazas de ser una conclusión. Hubo, finalmente, algunas adiciones, durante y después del Destierro.

Los libros de los Reyes se han de leer con el espíritu con que fueron escritos, como una historia de salvación: la ingratitud del pueblo elegido, la ruina sucesiva de las dos fracciones de la nación parecen llevar al fracaso el plan de Dios; pero siempre queda, para defender el futuro, un grupo de fieles que no han doblado las rodillas ante Baal, un resto de Sión que guarda la Alianza. La firmeza de las disposiciones divinas se manifiesta en la admirable subsistencia del linaje davídico, depositario de las promesas mesiánicas, y el libro, en su forma definitiva, se cierra con la gracia concedida a Jeconías, como aurora de una redención.

Fuente: Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros

Patrocinio

Notas

I Reyes 18,2
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Re_4:2+


I Reyes 18,4
NOTAS

18:4 Paréntesis que prepara 1Re_18:13. Sobre estos «profetas», ver 1Sa_10:5+; tendrán mucha importancia en el ciclo de Eliseo.

I Reyes 18,5
NOTAS

18:5 «Vete por el país» hebr.; «ven, vamos a recorrer el país» griego.

I Reyes 18,12
NOTAS

18:12 Estas súbitas desapariciones parecen haber sido uno de los rasgos de la historia de Elías, 2Re_2:16, hasta que definitivamente fue arrebatado, 2Re_2:11 s. El espíritu de Yahvé es una fuerza exterior que transporta al profeta, ver Eze_3:12; Eze_8:3; Eze_11:1; Eze_43:5; Hch_8:39.

I Reyes 18,15
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Sa_1:3+

I Reyes 18,18
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Jue_2:13+

NOTAS

18:18 «los mandatos de Yahvé» hebr.; el griego dice «a Yahvé».

I Reyes 18,19
NOTAS

18:19 Una glosa añade: «y a los cuatrocientos profetas de Aserá», de los que no se volverá a hablar. -Había extáticos entre los pueblos vecinos de Israel, Jer_27:9 s, y formaban colegios numerosos, como los profetas de Yahvé, 1Re_18:4. Aquí se trata de los devotos de Baal de Tiro, llamados a Israel por Jezabel, que los mantenía.

I Reyes 18,21
NOTAS

18:21 El sentido de la última palabra no es seguro, pero la traducción (ver griego) se acopla a la mímica de 1Re_18:26; los israelitas danzan a la vez para Yahvé y para Baal.

I Reyes 18,24
NOTAS

18:24 No sólo se trata de decidir cuál de los dos, Yahvé o Baal, es el señor del monte o el más poderoso, sino absolutamente, cuál de ellos es Dios: las palabras de Elías, su oración, 1Re_18:37, la aclamación del pueblo, 1Re_18:39, no dejan lugar a duda: lo que se dirime en esta competición es la fe monoteísta.

I Reyes 18,27
NOTAS

18:27 Las burlas de Elías se inspiran en la leyenda y en el culto al Baal de Tiro, mercader y viajero, como sus fieles, y cuyo «despertar» se celebraba según un texto griego.

I Reyes 18,29
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Re_18:36; 2Re_3:20; Dan_9:21

NOTAS

18:29 La mención del sacrificio de la tarde, Éxo_29:39; Núm_28:4; 2Re_16:15, es aquí una simple indicación de la hora.

I Reyes 18,31
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Gén_32:29 [Gén_32:28]

NOTAS

18:31 1Re_18:31 parece ser una glosa.

I Reyes 18,34
NOTAS

18:34 «Así lo hicieron» griego, omitido por hebr.

I Reyes 18,35
NOTAS

18:35 Elías no practicaba un rito mágico para atraer la lluvia; quiere hacer más deslumbrante el milagro del fuego.

I Reyes 18,37
NOTAS

18:37 El milagro demostrará: 1º, a los profetas de Baal y al séquito extranjero de Jezabel («que se reconozca», 1Re_18:36), que nada tienen que hacer en Israel, donde el Dios es Yahvé; 2º, a los israelitas («este pueblo», 1Re_18:37), que Yahvé es el único Dios que convierte a él los corazones.

I Reyes 18,38
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Núm_11:1; Núm_16:35; Lev_9:24; Jue_6:21

NOTAS

18:38 El texto añade: «las piedras y la tierra», glosa.

I Reyes 18,40
NOTAS

18:40 En la guerra entre Yahvé y Baal, los servidores de Baal sufren la suerte que entonces corrían los vencidos.

I Reyes 18,41
NOTAS

18:41 Se había ayunado como preparación del sacrificio y para conseguir la lluvia.

I Reyes 18,42
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Stg_5:18

I Reyes 18,45
NOTAS

18:45 Era entonces como una segunda capital para los reyes de Israel, 1Re_21:1; 2Re_8:29; 2Re_9:30 s.

I Reyes 18,46
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Re_3:15; Eze_1:3+