I Macabeos 8 Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998) | 32 versitos |
1
Elogio de los romanos.
La fama de los romanos llegó a oídos de Judas. Decían que eran poderosos, se mostraban benévolos con todos los que se les unían, establecían amistad con cuantos acudían a ellos
2 (y eran poderosos). Le contaron sus guerras y las proezas que habían realizado entre los galos, cómo les habían dominado y sometido a tributo;
3 todo cuanto habían hecho en la región de España para hacerse con las minas de plata y oro de allí,
4 cómo se habían hecho dueños de todo el país gracias a su prudencia y perseverancia (a pesar de hallarse aquel país a larga distancia del suyo); a los reyes venidos contra ellos desde los confines de la tierra, los habían derrotado e inferido fuerte descalabro, y los demás les pagaban tributo cada año;
5 habían vencido en la guerra a Filipo, a Perseo, rey de los Queteos, y a cuantos se habían alzado contra ellos, y los habían sometido;
6 Antíoco el Grande, rey de Asia, había ido a hacerles la guerra con ciento veinte elefantes, caballería, carros y tropas muy numerosas, y fue derrotado,
7 le apresaron vivo y le obligaron, a él y a sus sucesores en el trono, a pagarles un fuerte tributo, a entregar rehenes y a ceder
8 algunas de sus mejores provincias: la provincia índica, Media y Lidia, que le quitaron para dárselas al rey Eumeno;
9 los de Grecia habían concebido el proyecto de ir a exterminarlos,
10 y en sabiéndolo los romanos, enviaron contra ellos a un solo general, les hicieron la guerra, mataron a muchos de ellos, llevaron cautivos a sus mujeres y niños, saquearon sus bienes, subyugaron el país, arrasaron sus fortalezas y los sometieron a servidumbre hasta el día de hoy;
11 a los demás reinos y a las islas, a cuantos en alguna ocasión les hicieron frente, los destruyeron y redujeron a servidumbre.
12 En cambio, a sus amigos y a los que en ellos buscaron apoyo, les mantuvieron su amistad. Tienen bajo su dominio a los reyes vecinos y a los lejanos, y todos cuantos oyen su nombre los temen.
13 Aquellos a quienes quieren ayudar a conseguir el trono, reinan; y deponen a los que ellos quieren. Han alcanzado gran altura.
14 No obstante, ninguno de ellos se ciñe la diadema ni se viste de púrpura para engreírse con ella.
15 Se han creado un Consejo, donde cada día trescientos veinte consejeros deliberan constantemente en favor del pueblo para mantenerlo en buen orden.
16 Confían cada año a uno solo el mando sobre ellos y el dominio de toda su tierra. Todos obedecen a este solo hombre sin que haya entre ellos envidias ni celos.
17
Alianza de los judíos con los romanos.
Judas eligió a Eupólemo, hijo de Juan, hijo de Hacós, y a Jasón, hijo de Eleazar, y los envió a Roma a concertar amistad y alianza,
18 para sacudirse el yugo de encima, porque veían que el reino de los griegos tenía a Israel sometido a servidumbre.
19 Partieron, pues, para Roma y luego de un larguísimo viaje, entraron en el Consejo, donde tomando la palabra, dijeron:
20 «Judas, llamado Macabeo, sus hermanos y el pueblo judío nos han enviado donde vosotros para concertar con vosotros alianza y paz y para que nos inscribáis en el número de vuestros aliados y amigos.»
21 La propuesta les pareció bien.
22 Ésta es la copia de la carta que enviaron a Jerusalén, grabada en planchas de bronce, para que fuesen allí para ellos documento de paz y alianza:
23 «Felicidad a los romanos y a la nación de los judíos por mar y tierra para siempre. Lejos de ellos la espada y el enemigo.
24 Pero, si le sobreviene una guerra primero a Roma o a cualquiera de sus aliados en cualquier parte de sus dominios,
25 la nación de los judíos luchará a su lado, según las circunstancias se lo dicten, de todo corazón.
26 No darán a los enemigos ni les suministrarán trigo, armas, dinero ni naves. Así lo ha decidido Roma. Guardarán sus compromisos sin recibir compensación alguna.
27 De la misma manera, si sobreviene una guerra primero a la nación de los judíos, los romanos lucharán a su lado, según las circunstancias se lo dicten, con toda el alma.
28 No darán a los combatientes trigo, armas, dinero ni naves. Así lo ha decidido Roma. Guardarán sus compromisos sin dolo.
29 En estos términos se han concertado los romanos con el pueblo de los judíos.
30 Si posteriormente unos y otros deciden añadir o quitar algo, lo podrán hacer a su agrado, y lo que añadan o quiten será valedero.
31 «En cuanto a los males que el rey Demetrio les ha causado, le hemos escrito diciéndole: “¿Por qué has hecho sentir pesadamente tu yugo sobre nuestros amigos y aliados los judíos?
32 Si otra vez vuelven a quejarse de ti, nosotros les haremos justicia y te haremos la guerra por mar y tierra.”»

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Introducción a I Macabeos

LOS LIBROS DE LOS MACABEOS

Introducción
Los dos libros de los Macabeos no formaban parte del canon de la Escritura de los judíos, pero han sido reconocidos por la Iglesia cristiana como inspirados (libros deuterocanónicos). Se refieren a la historia de las luchas sostenidas contra los soberanos seléucidas para conseguir la libertad religiosa y política del pueblo judío. El título les viene del sobrenombre de Macabeo dado al héroe principal de esta historia, 1Ma_2:4 , y que también se aplicó a sus hermanos.

El Primer libro de los Macabeos fija en su introducción, 1-2 , los adversarios que se enfrentan: el helenismo invasor, que halla cómplices en algunos judíos, y la reacción de la conciencia nacional, adherida a la Ley y al Templo. Por un lado, Antíoco Epífanes que profana el Templo y desencadena la persecución; por el otro, Matatías que lanza el grito de guerra santa. El cuerpo del libro se divide en tres partes, consagradas a las actividades de los tres hijos de Matatías que sucesivamente se ponen a la cabeza de la resistencia. Judas Macabeo (166-160 a. C.), 3:1-9:22, obtiene una serie de victorias sobre los generales de Antíoco, purifica el Templo y logra para los judíos la libertad de vivir conforme a sus costumbres. Bajo Demetrio I, las intrigas del sumo sacerdote Alcimo le crean dificultades, pero continúan sus éxitos militares, y Nicanor, que quería destruir el Templo, es derrotado y muerto. Judas busca la alianza de los romanos para asegurar sus posiciones. Muere en el campo de batalla. Le sucede su hermano Jonatán (160-142), 9:23-12:53. Las maniobras políticas alcanzan entonces mayor importancia que las operaciones militares. Jonatán se aprovecha con habilidad de las rivalidades de los que pretenden el trono de Siria: es nombrado sumo sacerdote por Alejandro Balas, reconocido por Demetrio II y confirmado por Antíoco VI. Trata de concertar alianza con los romanos y los espartanos. Va dilatándose el territorio sometido a su control y parece asegurada la paz interior, cuando Jonatán cae en manos de Trifón, que le hace morir, así como al joven Antíoco VI. El hermano de Jonatán, Simón (142-134), 13:1-16:24, apoya a Demetrio II, que recupera el poder. Demetrio, y luego Antíoco VII, le reconocen como sumo sacerdote, estratega y etnarca de los judíos. Con esto, está ya conseguida la autonomía política. Estos títulos le son confirmados por un decreto del pueblo. Se renueva la alianza con los romanos. Es una época de paz y prosperidad. Pero Antíoco VII se vuelve contra los judíos, y Simón, con dos de sus hijos, es asesinado por su yerno, que creía hacer con esto un servicio al soberano.

La narración, pues, abarca cuarenta años, desde la subida de Antíoco Epífanes, el año 175, hasta la muerte de Simón, a quien sucede Juan Hircano, el 134 a. C. Se escribió en hebreo, pero sólo se conserva en una traducción griega. Su autor es judío de Palestina y ha compuesto su obra después del 134, pero antes de la toma de Jerusalén por Pompeyo el 63 a. C. Las últimas líneas del libro, 1Ma_16:23-24 , indican que fue escrito hacia el final del reinado de Juan Hircano, como fecha más temprana, probablemente hacia el año 100 a. C. Es un documento precioso para la historia de aquel tiempo, siempre que se tenga en cuenta el género literario, imitación de las antiguas crónicas de Israel, y las intenciones del autor. Porque, por mucho que se extienda en narrar los sucesos de la guerra y las intrigas políticas, el autor quiere relatar una historia religiosa. Considera las desgracias de su pueblo como castigo del pecado y atribuye a la asistencia de Dios los éxitos de sus adalides. Es un judío celoso de su fe y ha comprendido que ésta era la que estaba en juego en la lucha entre la influencia pagana y las costumbres de los padres. Es, pues, un decidido adversario de la helenización y se siente lleno de admiración por los héroes que han combatido por la Ley y por el Templo, y que han conquistado para el pueblo la libertad religiosa y luego la independencia nacional. Es el cronista de una lucha en que se salvó el Judaísmo, portador de la Revelación.

Fuente: Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros

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Notas

I Macabeos 8,1
NOTAS

8 El elogio de los romanos sirve de introducción al tratado concluido entre Judas y Roma, 1Ma_8:17 s. Ésta ayudaba de buena gana a los rebeldes para debilitar a las monarquías todavía no del todo sometidas.


I Macabeos 8,2
NOTAS

8:2 Lit. «los gálatas». Probablemente se trata de los galos cisalpinos, sometidos el 222.

I Macabeos 8,5
NOTAS

8:5 Filipo, rey de Macedonia, fue derrotado el 197 en Cinoscéfalos y su hijo Perseo el 168 en Pidna.

I Macabeos 8,7
NOTAS

8:7 Derrota de Magnesia de Sípilos, el 189, seguida del gravosísimo tratado de Apamea, ver 2Ma_3:1+.

I Macabeos 8,10
NOTAS

8:10 Estos dos vv. no pueden menos de referirse a la derrota de la liga aquea, a la destrucción de Corinto y a la reducción de Grecia a provincia romana, el 146. El autor rebasa ampliamente el horizonte de Judas.

I Macabeos 8,16
NOTAS

8:16 En realidad había dos cónsules, pero quizá el autor solamente conoce la existencia de un único cónsul, que estaba encargado de los asuntos de Oriente.

I Macabeos 8,17
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Ma_4:11

NOTAS

8:17 Esta embajada parece que tuvo lugar antes de la muerte de Nicanor (que sólo en dos meses fue anterior a la de Judas): uno siente deseos de identificarla con la que Josefo menciona para el año 161.

I Macabeos 8,22
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Ma_14:18

I Macabeos 8,30
NOTAS

8:30 Aquí concluye el texto del tratado, cuyo estilo recuerda otros documentos similares. El párrafo siguiente resume una respuesta oral dada a los enviados.