I Samuel 9 Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998) | 27 versitos |
1
Saúl y las asnas de su padre.
Había un hombre de Benjamín, llamado Quis, hijo de Abiel, hijo de Seror, hijo de Becorat, hijo de Afíaj. Era un benjaminita y hombre bien situado.
2 Tenía un hijo llamado Saúl, joven aventajado y apuesto. Nadie entre los israelitas le superaba en gallardía; de los hombros arriba aventajaba a todos.
3 Se habían extraviado unas asnas pertenecientes a su padre Quis. Dijo Quis a su hijo Saúl: «Toma contigo uno de los criados y vete a buscar las asnas.»
4 Atravesó la montaña de Efraín, atravesó el territorio de Salisá y no encontraron nada; cruzaron el país de Saalín, pero no estaban allí; cruzaron el país de Benjamín y no encontraron nada.
5 Cuando llegaron a la comarca de Suf, dijo Saúl a su criado que le acompañaba: «Vamos a volvernos, no sea que mi padre se olvide de las asnas y se inquiete por nosotros.»
6 Pero él respondió: «Cabalmente hay en esta ciudad un hombre de Dios. Es hombre acreditado: todo lo que dice se cumple con seguridad. Vamos, pues, allá y acaso nos oriente en nuestro viaje.»
7 Saúl dijo a su criado: «Vamos a ir, pero, ¿qué ofreceremos a ese hombre? No queda pan en nuestros zurrones y no tenemos ningún regalo que llevar al hombre de Dios. ¿Qué nos queda?»
8 Replicó el criado y dijo a Saúl: «Es el caso que tengo en mi poder un cuarto de siclo de plata; se lo daré al hombre de Dios y nos orientará sobre nuestro viaje.»
9 Antes, en Israel, cuando alguien iba a consultar a Dios, decía: «Vayamos al vidente,» porque en vez de «profeta» como hoy, antes se decía «vidente».
10 Saúl dijo a su criado: «Tienes razón; vamos, pues.» Y se fueron a la ciudad donde se encontraba el hombre de Dios.
11
Saúl encuentra a Samuel.
Cuando subían por la cuesta de la ciudad, encontraron a unas muchachas que salían a sacar agua y les preguntaron: «¿Está aquí el vidente?»
12 Ellas les respondieron con estas palabras: «Sí, ahí delante de ti; date prisa, pues acaba ahora de llegar a la ciudad, porque hay hoy un sacrificio por el pueblo en el alto.
13 En cuanto entréis en la ciudad, le encontraréis antes de que suba al alto para la comida. El pueblo no comerá antes que él llegue, porque es él quien ha de bendecir el sacrificio; y a continuación comerán los invitados. Subid ahora y al momento lo encontraréis.»
14 Subieron, pues, a la ciudad, y cuando entraban en la ciudad salía Samuel en dirección a ellos para subir al alto.
15 Ahora bien, la víspera de la venida de Saúl Yahvé había revelado a Samuel:
16 «Mañana, a esta misma hora, te enviaré un hombre de la tierra de Benjamín, lo ungirás como jefe de mi pueblo Israel y él librará a mi pueblo de la mano de los filisteos, porque he visto a mi pueblo y su clamor ha llegado hasta mí.»
17 Y cuando Samuel vio a Saúl, Yahvé le indicó: «Éste es el hombre del que te he hablado. Él regirá a mi pueblo.»
18 Saúl se acercó a Samuel en medio de la puerta, y le dijo: «Indícame, por favor, dónde está la casa del vidente.»
19 Samuel respondió a Saúl: «Yo soy el vidente; sube delante de mí al alto y comeréis hoy conmigo. Mañana por la mañana te despediré y te descubriré todo lo que hay en tu corazón.
20 No te preocupes por las asnas que perdiste hace tres días, porque ya han aparecido. Por lo demás, ¿para quién es lo mejor de Israel? ¿No es para ti y para la casa de tu padre?»
21 Saúl respondió: «¿No soy yo de Benjamín, una de las menores tribus de Israel? ¿No es mi familia la más pequeña de todas las de la tribu de Benjamín? ¿Cómo me dices estas cosas?»
22 Tomó Samuel a Saúl y a su criado y los hizo entrar en la sala, y les dio un asiento a la cabecera de los invitados, que eran unos treinta.
23 Después dijo Samuel al cocinero: «Sirve la porción que te di, la que te dije que pusieras aparte.»
24 Tomó el cocinero la pierna y lo que había encima, lo puso delante de Saúl y dijo: «Aquí tienes, delante de ti, lo que se guardó. Come, porque ha sido guardado para el tiempo reservado para ti, al decir: He invitado al pueblo.» Aquel día Saúl comió con Samuel.
25 Bajaron del alto a la ciudad. Se extendió una estera para Saúl en el terrado,
26 y se acostó.
Consagración de Saúl.
Cuando apuntó el alba, llamó Samuel a Saúl en el terrado y le dijo: «Levántate, que voy a despedirte.» Se levantó Saúl y salieron ambos afuera, Samuel y Saúl.
27 Habían bajado hasta las afueras de la ciudad, cuando Samuel dijo a Saúl: «Manda a tu criado que se adelante —y se adelantó—, y tú quédate ahora para que te dé a conocer la palabra de Dios.»

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Introducción a I Samuel

Los libros de Samuel formaban una sola obra en la Biblia hebrea. La división en dos libros se remonta a la traducción griega que ha unido asimismo Samuel y Reyes bajo un mismo título: los cuatro libros de los Reinos; la Vulgata los llama los cuatro libros de los Reyes. El Samuel hebreo corresponde a los dos primeros. Este título proviene de la tradición que atribuía al profeta Samuel la composición de este escrito.

El texto es uno de los peor conservados del AT. La traducción griega de los Setenta da un texto bastante diferente, que se remonta a un prototipo del que las cuevas de Qumrán han proporcionado importantes fragmentos. Existían, pues, varias recensiones hebraicas de los libros de Samuel.

Se distinguen en él cinco partes:
a) Samuel, 1 S 1-7;
b) Samuel y Saúl, 1 S 8-15;
c) Saúl y David, 1 S 16 a 2 S 1;
d) David, 2 S 2-20;
e) suplementos, 2 S 21-24.

La obra combina o yuxtapone diversas fuentes y tradiciones sobre los comienzos del período monárquico. Hay una historia del arca y de su cautiverio entre los filisteos, 1 S 4-6, en la que no aparece Samuel y que proseguirá en 2 S 6. Está enmarcada por un relato de la infancia de Samuel, 1 S 1-3, y por otro relato que presenta a Samuel como el último de los Jueces y anticipa la liberación del yugo filisteo, 7. Samuel desempeña un papel esencial en la historia de la institución de la realeza, 1 S 8-12, donde se han distinguido desde hace tiempo dos grupos de tradiciones: 9; 1Sa_10:1-16 ; 11, por una parte, y 8; 1Sa_10:17-24 ; 12, por otra. Al primer grupo se le ha denominado versión monárquica del acontecimiento, y al segundo, versión antimonárquica; esta última sería posterior. En realidad ambas tradiciones son antiguas y solamente representan tendencias diferentes; además, la segunda corriente no es tan antimonárquica como se afirma, sino que solamente se opone a una realeza que no respetaría los derechos de Dios. Las guerras de Saúl contra los filisteos son narradas en 13-14, con una primera versión del rechazo de Saúl, 1Sa_13:7 a; una segunda versión de este rechazo se da en 15, en conexión con una guerra contra los amalecitas. Este rechazo prepara la unción de David por Samuel, 1Sa_16:1-13 . Sobre los comienzos de David y sus desavenencias con Saúl, se han recogido tradiciones paralelas y, al parecer, de igual antigüedad en 1Sa 16:14 - 2 S 1, donde los duplicados son frecuentes. El final de esta historia se encuentra en 2 S 2-5: el reinado de David en Hebrón, la guerra filistea y la toma de Jerusalén aseguran la confirmación de David como rey sobre todo Israel, 2Sa_5:12 . El cap. 6 prosigue la historia del arca; la profecía de Natán, 7, es antigua, pero ha sido retocada; el cap. 8 es un resumen redaccional. En 2 S 9 se inicia una larga narración que no concluirá hasta el comienzo de Reyes, 1R 1-2. Es la historia de la familia de David y de las luchas en torno a la sucesión al trono, escrita por un testigo ocular, en la primera mitad del reinado de Salomón. Queda interrumpida por 2 S 21-24, que agrupa trozos de origen diverso sobre el reinado de David.

Es posible que desde los primeros siglos de la monarquía hayan tomado cuerpo, además de la gran historia de 2 S 9-20, otras agrupaciones literarias: un primer ciclo de Samuel, dos historias de Saúl y David. Es posible, asimismo, que estos conjuntos hayan sido combinados en torno al año 700, pero los libros no recibieron su forma definitiva hasta que fueron incorporados a la gran historia deuteronomista. Sin embargo, la influencia del Deuteronomio resulta aquí menos visible que en Jueces y Reyes. Se la descubre particularmente en los primeros capítulos de la obra, especialmente en 1Sa_2:22-36 ; 7 y 12, quizá en una modificación de la profecía de Natán, 2 S 7; pero el relato de 2 S 9-20 se ha conservado casi sin retoque.

Los libros de Samuel abarcan el período que va de los orígenes de la monarquía israelita al final del reinado de David. La expansión de los filisteos (la batalla de Afec, 1 S 4, se sitúa hacia el 1050) ponía en peligro la existencia misma de Israel e impuso la monarquía. Saúl, hacia el 1030, es, en un principio, como un continuador de los Jueces, pero su reconocimiento por todas las tribus le confiere una autoridad universal y permanente: ha nacido la realeza. Comienza la guerra de liberación y los filisteos son arrojados hasta su territorio, 1 S 14; los encuentros ulteriores tienen lugar en los confines del territorio israelita, 1 S 17 (valle del Terebinto), 28 y 31 (Gelboé). Este último combate acaba en desastre y en él muere Saúl, hacia el 1010. La unidad nacional se ve de nuevo comprometida, David es consagrado rey en Hebrón por los de Judá, y las tribus del Norte le oponen a Isbaal, descendiente de Saúl, refugiado en Transjordania. Sin embargo, el asesinato de Isbaal hace posible la unión, y David es reconocido rey por Israel.

El segundo libro de Samuel no da más que un resumen de los resultados políticos del reinado de David: fueron, sin embargo, considerables. Los filisteos fueron definitivamente rechazados, la unificación del territorio concluye con la absorción de los enclaves cananeos, y en primer lugar Jerusalén, que se convirtió en la capital política y religiosa del reino. Fue sometida Transjordania, y David extendió su dominio sobre los arameos de Siria meridional. Con todo, cuando murió David, hacia el 970, la unidad nacional no estaba verdaderamente consolidada; David era rey de Israel y de Judá y estas dos fracciones se oponían a menudo: la rebelión de Absalón fue sostenida por las gentes del Norte, el benjaminita Seba quiso sublevar al pueblo al grito de «A tus tiendas, Israel». Se presiente ya el cisma.

Estos libros traen un mensaje religioso; exponen las condiciones y las dificultades de un reino de Dios sobre la tierra. El ideal sólo se ha conseguido bajo David; este logro ha sido precedido por el fracaso de Saúl y será seguido por todas las infidelidades de la monarquía, que atraerán la condenación de Dios y provocarán la ruina de la nación. A partir de la profecía de Natán, la esperanza mesiánica se ha alimentado de las promesas hechas a la casa de David. El NT se refiere a ellas tres veces, Hch_2:30 , 2Co_6:18 , Heb_1:5 . Jesús es descendiente de David, y el nombre de hijo de David que le da el pueblo es el reconocimiento de sus títulos mesiánicos. Los Padres han establecido un paralelo entre la vida de David y la de Jesús, el Cristo, el Ungido, elegido para salvación de todos, rey del pueblo espiritual de Dios y, sin embargo, perseguido por los suyos.

Fuente: Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros

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Notas

I Samuel 9,1
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Cr_8:33

NOTAS

9 El relato de 9:1—10:16 no tiene relación con lo precedente. Éste procede de Ramá y supone que Saúl fue ungido siendo joven, y que esa unción se mantuvo en secreto, como la de David, 16. Pero la unción está asociada a la toma de poder. Es seguro que Saúl fue ungido, 1Sa_24:7 [1Sa_24:6], 1Sa_24:11 [1Sa_24:10]; 1Sa_26:9, 1Sa_26:11, 1Sa_26:16, 1Sa_26:23; 2Sa_1:14-15; es probable que lo fuera por Samuel, pero se ignora en qué circunstancias. La historia queda centrada en Saúl, y Samuel no es presentado como Juez, sino como un profeta a quien Saúl encuentra por casualidad. La realeza ha sido voluntad de Yahvé; el primer rey es su elegido.


I Samuel 9,2
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Sa_10:23; 1Sa_16:12

NOTAS

9:2 Nombre que significa «pedido (a Dios)». La precisión sobre la estatura de Saúl al final del v. procede de 1Sa_10:23.

I Samuel 9,6
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Deu_33:1; 1Re_13:1

[2] Jue_13:6

NOTAS

9:6 Probablemente Ramá, la ciudad de Samuel, 1Sa_7:17.

I Samuel 9,7
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Núm_22:7; 2Re_5:15

NOTAS

9:7 No se consultaba a un profeta sin ofrecerle un presente, Núm_22:7; 1Re_14:3; 2Re_4:42; 2Re_5:15; 2Re_8:8. Ver Amó_7:12; Miq_3:11; Eze_13:19.

I Samuel 9,11
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Gén_24:11; Éxo_2:16

[2] Sir_46:15

NOTAS

9:11 Término raro para designar a un profeta. 1Sa_9:9, glosa mal insertada en el texto, explica la equivalencia entre «vidente» y «profeta» para preparar así 1Sa_9:11.

I Samuel 9,12
NOTAS

9:12 Los «altos» eran santuarios erigidos en las alturas cercanas a las ciudades. Eran ya una tradición cananea, que se adoptó poniendo a Yahvé en el lugar de Baal, Jue_6:25 s. El culto legítimo los toleró por mucho tiempo (1Re_3:4 s), hasta que fueron prohibidos por la ley relativa a la unicidad del santuario (Deu_12:2+).

I Samuel 9,13
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Lev_3:1+

NOTAS

9:13 La comida era un elemento esencial del sacrificio de comunión, ver Lev_3:1+.

I Samuel 9,15
NOTAS

9:15 Lit. «había abierto la oreja», imagen bastante frecuente para expresar la idea de un mensaje o advertencia dirigido por una persona a otra, ver 1Sa_20:2, 1Sa_20:12; 1Sa_22:8, 1Sa_22:17.

I Samuel 9,16
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Hch_9:10-16

[2] Éxo_3:7; Éxo_3:10

NOTAS

9:16 El final del v. se inspira en Éxo_3:7, Éxo_3:9, como bien ha visto el griego, que habla de «la miseria de mi pueblo».

I Samuel 9,17
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Jua_1:33; 1Sa_16:12

I Samuel 9,20
NOTAS

9:20 Primer anuncio de la proclamación de Saúl.

I Samuel 9,24
NOTAS

9:24 Texto difícil. Parece que una porción escogida se ha reservado para hacer que Saúl sea el presidente del banquete, atribuyéndole así el derecho de decir que es él quien convoca a los invitados. La acción y las palabras ponen de relieve el papel futuro de Saúl y anticipan lo que hará y dirá Samuel al día siguiente.

I Samuel 9,26
NOTAS

9:26 (a) El terrado es a la vez el lugar donde se han entrevistado Samuel y Saúl y el lugar donde éste ha dormido y ha sido interpelado por Samuel. La narración es en este punto muy hábil.

9:26 (b) Los reyes de Israel eran ungidos por un hombre de Dios (sacerdote o profeta), ver 1Sa_16:13; 1Re_1:39; 2Re_9:6; 2Re_11:12. Este rito confería al rey un carácter sagrado y le hacía vasallo de Yahvé; era «el ungido de Yahvé», ver 1Sa_2:35; 1Sa_24:7 [1Sa_24:6], 1Sa_24:11 [1Sa_24:10]; 1Sa_26:9, 1Sa_26:16, y la nota a Éxo_30:22+.