I Samuel 25 Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998) | 44 versitos |
1
Muerte de Samuel.
Samuel murió. Todo Israel se congregó para llorarle y lo sepultaron en su heredad, en Ramá.
Historia de Nabal y Abigail.
David se puso en marcha y bajó al desierto de Parán.
2 Había un hombre en Maón que tenía su hacienda en Carmelo. Era un hombre muy rico; poseía tres mil ovejas y mil cabras. Estaba entonces en Carmelo, esquilando su rebaño.
3 El hombre se llamaba Nabal y su mujer se llamaba Abigail; ella era muy prudente y hermosa, pero el hombre era duro y de mala conducta. Era calebita.
4 Supo David en el desierto que Nabal estaba esquilando su rebaño
5 y mandó diez muchachos. David dijo a los muchachos: «Subid a Carmelo y llegad donde Nabal y le saludáis en mi nombre.
6 Le diréis: “Que sea así también el año que viene. Salud para tí, salud para tu casa y salud para todo lo tuyo.
7 He sabido que estás de esquileo; pues bien, tus pastores han estado con nosotros y nunca les hemos molestado ni han echado en falta nada de lo suyo mientras estuvieron en Carmelo.
8 Pregunta a tus criados y ellos te lo dirán. Que estos muchachos encuentren, pues, gracia a tus ojos, ya que hemos venido en un día de fiesta, y dales lo que tengas a mano para tus siervos y tu hijo David.”»
9 Llegaron los muchachos de David, dijeron a Nabal todas estas palabras en nombre de David y se quedaron esperando.
10 Pero Nabal respondió a los servidores de David: «¿Quién es David y quién es el hijo de Jesé? Abundan hoy en día los siervos que andan huídos de sus señores.
11 ¿Voy a tomar acaso mi pan y mi agua y las reses que he sacrificado para los esquiladores y se las voy a dar a unos hombres que no sé de dónde son?»
12 Los muchachos de David dieron la vuelta y se volvieron por su camino, y en llegando le comunicaron todas estas palabras.
13 David dijo a sus hombres: «Que cada uno ciña su espada.» Todos ciñeron su espada. También David se ciñó su espada. Subieron detrás de David unos cuatrocientos hombres, quedándose doscientos con el bagaje.
14 Uno de los servidores avisó a Abigail, mujer de Nabal, diciendo: «Mira que David ha enviado mensajeros desde el desierto para saludar a nuestro amo, y se ha lanzado contra ellos.
15 Sin embargo, esos hombres han sido muy buenos con nosotros, no nos han molestado y nada echamos en falta mientras anduvimos con ellos, cuando estábamos en el campo.
16 Fueron nuestra defensa noche y día todo el tiempo que estuvimos con ellos guardando el ganado.
17 Date cuenta y mira lo que debes hacer, porque ya está decretada la ruina de nuestro amo y de toda la casa, y es un necio al que nada se puede decir.
18 Tomó Abigail a toda prisa doscientos panes y dos odres de vino, cinco carneros ya preparados, cinco arrobas de trigo tostado, cien racimos de uvas pasas y doscientos panes de higos secos, y lo cargó sobre unos asnos,
19 diciendo a sus servidores: «Pasad delante de mí, que yo os sigo.» Pero nada dijo a su marido Nabal.
20 Cuando bajaba ella, montada en el asno, por lo cubierto de la montaña, David y sus hombres bajaban a su encuentro y se tropezó con ellos.
21 David se decía: «Muy en vano he guardado en el desierto todo lo de este hombre para que nada de lo suyo le faltase, pues me devuelve mal por bien.
22 Esto haga Dios a David y esto otro añada si para el alba dejo con vida ni un solo varón de los de Nabal.»
23 Apenas vio a David, se apresuró Abigail a bajar del asno y cayendo ante David se postró en tierra, y
24 arrojándose a sus pies le dijo: «Caiga sobre mí la falta, señor. Deja que tu sierva hable a tus oídos y escucha las palabras de tu sierva.
25 No haga caso mi señor de este necio de Nabal; porque le va bien el nombre: necio se llama y la vileza está con él; yo, tu sierva, no vi a los siervos que mi señor había enviado.
26 Ahora, mi señor, por Yahvé y por tu vida, por Yahvé que te ha impedido derramar sangre y tomarte la justicia por tu propia mano, que sean como Nabal tus enemigos y los que buscan la ruina de mi señor.
27 Cuanto a este presente que tu sierva ha hecho traer para mi señor, que sea entregado a los muchachos que marchan en pos de mi señor.
28 Perdona, por favor, la falta de tu sierva, ya que ciertamente hará Yahvé una casa permanente a mi señor, pues mi señor combate las batallas de Yahvé y no vendrá mal sobre ti en toda tu vida.
29 Y aunque se alza un hombre para perseguirte y buscar tu vida, la vida de mi señor está encerrada en la bolsa de la vida, al lado de Yahvé tu Dios, mientras que la vida de los enemigos de mi señor la volteará en el hueco de la honda.
30 Cuando haga Yahvé a mi señor todo el bien que te ha prometido y te haya establecido como caudillo de Israel,
31 que no haya turbación ni remordimiento en el corazón de mi señor por haber derramado sangre inocente y haberse tomado mi señor la justicia por su mano; y cuando Yahvé haya favorecido a mi señor, acuérdate de tu sierva.»
32 David dijo a Abigail: «Bendito sea Yahvé, Dios de Israel, que te ha enviado hoy a mi encuentro.
33 Bendita sea tu prudencia y bendita tú misma que me has impedido derramar sangre y tomarme la justicia por mi mano.
34 Pero con todo, vive Yahvé, Dios de Israel, que me ha impedido hacerte mal, que de no haberte apresurado a venir a mi encuentro, no le hubiera quedado a Nabal, al romper el alba, ni un solo varón.»
35 Tomó David de mano de ella lo que le traía y le dijo: «Sube en paz a tu casa; mira, he escuchado tu voz y he accedido a tu petición.»
36 Cuando Abigail llegó donde Nabal, estaba celebrando en su casa un banquete regio; estaba alegre su corazón y completamente borracho. No le dijo una palabra, ni grande ni pequeña, hasta el lucir del día.
37 Pero a la mañana, cuando se le pasó el vino a Nabal, le contó su mujer lo sucedido; el corazón se le murió en el pecho y se le quedó como una piedra.
38 Al cabo de unos diez días hirió Yahvé a Nabal y murió.
39 Oyó David que Nabal había muerto y dijo: «Bendito sea Yahvé que ha defendido mi causa contra la injuria de Nabal y ha preservado a su siervo de hacer mal. Yahvé ha hecho caer la maldad de Nabal sobre su cabeza.»
Envió David mensajeros para proponer a Abigail que fuera su mujer.
40 Llegaron los mensajeros de David a casa de Abigail en Carmelo y le hablaron diciendo: «David nos envía a ti para tomarte por mujer.»
41 Se levantó ella y se postró rostro en tierra diciendo: «Tu sierva es una esclava para lavar los pies de los siervos de mi señor.»
42 Se levantó Abigail apresuradamente, montó en su asno y, seguida de cinco de sus siervas, se fue tras los enviados de David y fue su mujer.
43 David había tomado también por mujer a Ajinoán de Yizreel y las dos fueron mujeres suyas.
44 Saúl había dado su hija Mical, mujer de David, a Paltí, hijo de Layis, de Galín.

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Introducción a I Samuel

Los libros de Samuel formaban una sola obra en la Biblia hebrea. La división en dos libros se remonta a la traducción griega que ha unido asimismo Samuel y Reyes bajo un mismo título: los cuatro libros de los Reinos; la Vulgata los llama los cuatro libros de los Reyes. El Samuel hebreo corresponde a los dos primeros. Este título proviene de la tradición que atribuía al profeta Samuel la composición de este escrito.

El texto es uno de los peor conservados del AT. La traducción griega de los Setenta da un texto bastante diferente, que se remonta a un prototipo del que las cuevas de Qumrán han proporcionado importantes fragmentos. Existían, pues, varias recensiones hebraicas de los libros de Samuel.

Se distinguen en él cinco partes:
a) Samuel, 1 S 1-7;
b) Samuel y Saúl, 1 S 8-15;
c) Saúl y David, 1 S 16 a 2 S 1;
d) David, 2 S 2-20;
e) suplementos, 2 S 21-24.

La obra combina o yuxtapone diversas fuentes y tradiciones sobre los comienzos del período monárquico. Hay una historia del arca y de su cautiverio entre los filisteos, 1 S 4-6, en la que no aparece Samuel y que proseguirá en 2 S 6. Está enmarcada por un relato de la infancia de Samuel, 1 S 1-3, y por otro relato que presenta a Samuel como el último de los Jueces y anticipa la liberación del yugo filisteo, 7. Samuel desempeña un papel esencial en la historia de la institución de la realeza, 1 S 8-12, donde se han distinguido desde hace tiempo dos grupos de tradiciones: 9; 1Sa_10:1-16 ; 11, por una parte, y 8; 1Sa_10:17-24 ; 12, por otra. Al primer grupo se le ha denominado versión monárquica del acontecimiento, y al segundo, versión antimonárquica; esta última sería posterior. En realidad ambas tradiciones son antiguas y solamente representan tendencias diferentes; además, la segunda corriente no es tan antimonárquica como se afirma, sino que solamente se opone a una realeza que no respetaría los derechos de Dios. Las guerras de Saúl contra los filisteos son narradas en 13-14, con una primera versión del rechazo de Saúl, 1Sa_13:7 a; una segunda versión de este rechazo se da en 15, en conexión con una guerra contra los amalecitas. Este rechazo prepara la unción de David por Samuel, 1Sa_16:1-13 . Sobre los comienzos de David y sus desavenencias con Saúl, se han recogido tradiciones paralelas y, al parecer, de igual antigüedad en 1Sa 16:14 - 2 S 1, donde los duplicados son frecuentes. El final de esta historia se encuentra en 2 S 2-5: el reinado de David en Hebrón, la guerra filistea y la toma de Jerusalén aseguran la confirmación de David como rey sobre todo Israel, 2Sa_5:12 . El cap. 6 prosigue la historia del arca; la profecía de Natán, 7, es antigua, pero ha sido retocada; el cap. 8 es un resumen redaccional. En 2 S 9 se inicia una larga narración que no concluirá hasta el comienzo de Reyes, 1R 1-2. Es la historia de la familia de David y de las luchas en torno a la sucesión al trono, escrita por un testigo ocular, en la primera mitad del reinado de Salomón. Queda interrumpida por 2 S 21-24, que agrupa trozos de origen diverso sobre el reinado de David.

Es posible que desde los primeros siglos de la monarquía hayan tomado cuerpo, además de la gran historia de 2 S 9-20, otras agrupaciones literarias: un primer ciclo de Samuel, dos historias de Saúl y David. Es posible, asimismo, que estos conjuntos hayan sido combinados en torno al año 700, pero los libros no recibieron su forma definitiva hasta que fueron incorporados a la gran historia deuteronomista. Sin embargo, la influencia del Deuteronomio resulta aquí menos visible que en Jueces y Reyes. Se la descubre particularmente en los primeros capítulos de la obra, especialmente en 1Sa_2:22-36 ; 7 y 12, quizá en una modificación de la profecía de Natán, 2 S 7; pero el relato de 2 S 9-20 se ha conservado casi sin retoque.

Los libros de Samuel abarcan el período que va de los orígenes de la monarquía israelita al final del reinado de David. La expansión de los filisteos (la batalla de Afec, 1 S 4, se sitúa hacia el 1050) ponía en peligro la existencia misma de Israel e impuso la monarquía. Saúl, hacia el 1030, es, en un principio, como un continuador de los Jueces, pero su reconocimiento por todas las tribus le confiere una autoridad universal y permanente: ha nacido la realeza. Comienza la guerra de liberación y los filisteos son arrojados hasta su territorio, 1 S 14; los encuentros ulteriores tienen lugar en los confines del territorio israelita, 1 S 17 (valle del Terebinto), 28 y 31 (Gelboé). Este último combate acaba en desastre y en él muere Saúl, hacia el 1010. La unidad nacional se ve de nuevo comprometida, David es consagrado rey en Hebrón por los de Judá, y las tribus del Norte le oponen a Isbaal, descendiente de Saúl, refugiado en Transjordania. Sin embargo, el asesinato de Isbaal hace posible la unión, y David es reconocido rey por Israel.

El segundo libro de Samuel no da más que un resumen de los resultados políticos del reinado de David: fueron, sin embargo, considerables. Los filisteos fueron definitivamente rechazados, la unificación del territorio concluye con la absorción de los enclaves cananeos, y en primer lugar Jerusalén, que se convirtió en la capital política y religiosa del reino. Fue sometida Transjordania, y David extendió su dominio sobre los arameos de Siria meridional. Con todo, cuando murió David, hacia el 970, la unidad nacional no estaba verdaderamente consolidada; David era rey de Israel y de Judá y estas dos fracciones se oponían a menudo: la rebelión de Absalón fue sostenida por las gentes del Norte, el benjaminita Seba quiso sublevar al pueblo al grito de «A tus tiendas, Israel». Se presiente ya el cisma.

Estos libros traen un mensaje religioso; exponen las condiciones y las dificultades de un reino de Dios sobre la tierra. El ideal sólo se ha conseguido bajo David; este logro ha sido precedido por el fracaso de Saúl y será seguido por todas las infidelidades de la monarquía, que atraerán la condenación de Dios y provocarán la ruina de la nación. A partir de la profecía de Natán, la esperanza mesiánica se ha alimentado de las promesas hechas a la casa de David. El NT se refiere a ellas tres veces, Hch_2:30 , 2Co_6:18 , Heb_1:5 . Jesús es descendiente de David, y el nombre de hijo de David que le da el pueblo es el reconocimiento de sus títulos mesiánicos. Los Padres han establecido un paralelo entre la vida de David y la de Jesús, el Cristo, el Ungido, elegido para salvación de todos, rey del pueblo espiritual de Dios y, sin embargo, perseguido por los suyos.

Fuente: Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros

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Notas

I Samuel 25,1
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] = 1Sa_28:3

NOTAS

25:1 Región al sur de Judá, que se extiende hasta la frontera de Egipto.


I Samuel 25,2
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Sa_15:12

I Samuel 25,5
NOTAS

25:5 El esquileo de las ovejas es ocasión de fiesta, ver 2Sa_13:23 s, en la que un rico propietario debe mostrarse generoso. David se aprovecha de ello para exigir la tasa que los nómadas imponen a las ciudades vecinas por la «protección» que les conceden no saqueándolas y alejando a los merodeadores, 1Sa_25:16. Es el derecho de «fraternidad».

I Samuel 25,6
NOTAS

25:6 Deseo de prosperidad que abre el saludo, ya que estamos en tiempo del esquileo de las ovejas.

I Samuel 25,21
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Rut_1:17+

I Samuel 25,22
NOTAS

25:22 (a) El hebr. lee «a los enemigos de David», que es un eufemismo como en 1Sa_20:16 para evitar la imprecación directa a David.

25:22 (b) Lit. «que orina contra la pared».

I Samuel 25,25
NOTAS

25:25 En hebreo, el término nabal designa al insensato que se porta mal con Dios y con los hombres, estúpido a la vez que impío y malvado, ver Isa_32:5 s. La mujer asocia nabal con nebalah, la infamia.

I Samuel 25,26
NOTAS

25:26 Participando de su trágica muerte, que Abigail prevé.

I Samuel 25,29
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Sal_69:29 [Sal_69:28]; Isa_4:3; Dan_12:1; Apo_3:5

NOTAS

25:29 En ella conserva Dios como un tesoro la vida de sus amigos. Imagen semejante a la del «libro de la vida», Sal_69:29 [Sal_69:28]; Isa_4:3; Dan_12:1; Apo_3:5.

I Samuel 25,43
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Sa_18:20 s; 1Sa_19:10 s; 2Sa_3:13 s