II Samuel  19 Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998) | 44 versitos |
1
Dolor de David.
Entonces el rey se estremeció. Subió a la estancia que había encima de la puerta y rompió a llorar. Decía mientras caminaba: «¡Hijo mío, Absalón; hijo mío, hijo mío, Absalón! ¡Quién me diera haber muerto en tu lugar, Absalón, hijo mío, hijo mío!»
2 Avisaron a Joab: «Mira que el rey está llorando y lamentándose por Absalón.»
3 La victoria se trocó en duelo aquel día para todo el pueblo, porque aquel día supo el pueblo que el rey estaba desolado por su hijo.
4 Y aquel día fue entrando el ejército a escondidas en la ciudad, como cuando va a escondidas un ejército que huye avergonzado de la batalla.
5 El rey, tapado el rostro, decía con grandes gemidos: «¡Hijo mío, Absalón; Absalón, hijo mío, hijo mío!»
6 Entró Joab en la casa, donde el rey, y le dijo: «Estás hoy cubriendo de vergüenza el rostro de todos tus servidores, que han salvado hoy tu vida, la vida de tus hijos y tus hijas, la vida de tus mujeres y la vida de tus concubinas,
7 porque amas a los que te aborrecen y aborreces a los que te aman; hoy has demostrado que nada te importan tus jefes ni tus soldados; ahora comprendo que si Absalón viviera y todos nosotros hubiéramos muerto hoy, te habría parecido bien.
8 Ahora, pues, levántate, sal y habla al corazón de tus servidores, porque por Yahvé te juro que, si no sales, no quedará contigo esta noche ni un hombre, y esto sería para ti mayor calamidad que cuantas vinieron sobre ti desde tu juventud hasta hoy.»
9 Se levantó el rey y vino a sentarse a la puerta. Se avisó a todo el ejército: «El rey está sentado a la puerta», y todo el ejército se presentó ante el rey.
Se prepara la vuelta de David.
Israel había huido cada uno a su tienda.
10 Y todo el pueblo discutía en todas las tribus de Israel diciendo: «El rey nos libró de nuestros enemigos y nos salvó de manos de los filisteos y ahora ha tenido que huir del país, lejos de Absalón.
11 Pero Absalón, a quien ungimos por rey nuestro, ha muerto en la batalla. Así pues, ¿por qué estáis sin hacer nada para traer al rey?»
12 (12b) Llegaron hasta el rey estas palabras de todo Israel;
(12a) y el rey David mandó a decir a los sacerdotes Sadoc y Abiatar: «Decid a los ancianos de Judá: “¿Por qué vais a ser los últimos en traer al rey a su casa?
13 Sois mis hermanos, mi carne y mis huesos sois, y ¿vais a ser los últimos en hacer volver al rey?”
14 Decid también a Amasá: “¿No eres tú hueso mío y carne mía? Esto me haga Dios y esto me añada si no entras a mi servicio toda mi vida como jefe del ejército, en lugar de Joab.”»
15 Entonces se inclinó el corazón de todos los hombres de Judá como un solo hombre y enviaron a decir al rey: «Vuelve, tú y todos tus servidores.»
16
Episodios de la vuelta: Semeí.
Volvió, pues, el rey y llegó hasta el Jordán. Judá llegó hasta Guilgal, viniendo al encuentro del rey para ayudar al rey a pasar el Jordán.
17 Semeí, hijo de Guerá, benjaminita de Bajurín, se apresuró a bajar con los hombres de Judá al encuentro del rey David.
18 Venían con él mil hombres de Benjamín. Sibá, criado de la casa de Saúl, sus quince hijos y sus veinte siervos bajaron al Jordán delante del rey,
19 para ayudar a pasar a la familia del rey, y hacer todo lo que le pareciera bien.
Semeí, hijo de Guerá, se echó ante el rey, cuando hubo pasado el Jordán,
20 y dijo al rey: «No me impute culpa mi señor y no recuerdes el mal que tu siervo hizo el día en que mi señor el rey salía de Jerusalén; que no lo guarde el rey en su corazón,
21 porque bien conoce tu siervo que he pecado, pero he venido hoy el primero de toda la casa de José, para bajar al encuentro de mi señor el rey.»
22 Entonces Abisay, hijo de Sarvia, tomó la palabra y dijo: «¿Es que no va a morir Semeí por haber maldecido al ungido de Yahvé?»
23 Pero David dijo: «¿Qué tengo yo con vosotros, hijos de Sarvia, que os convertís hoy en adversarios míos? ¿Ha de morir hoy alguien en Israel? ¿Acaso no conozco que hoy vuelvo a ser rey de Israel?»
24 El rey dijo a Semeí: «No morirás.» Y el rey se lo juró.
25
Mefibóset.
También Mefibóset, nieto de Saúl, bajó al encuentro del rey. No había aseado sus manos, no había cuidado su bigote ni había lavado sus vestidos desde el día en que se marchó el rey hasta el día en que volvió en paz a Jerusalén.
26 Cuando llegó al encuentro del rey, éste le dijo: «¿Por qué no viniste conmigo, Mefibóset?»
27 Respondió él: «¡Oh rey, señor mío! Mi servidor me engañó: Tu siervo se había dicho: “Aparejaré mi asno, montaré en él y me iré con el rey”, porque tu siervo es cojo.
28 Ha calumniado a tu siervo ante mi señor el rey. Pero el rey mi señor es como el Ángel de Dios y harás lo que bien te pareciere.
29 Pues toda la familia de mi padre merecía la muerte de parte del rey mi señor, y tú, con todo, has puesto a tu siervo entre los que comen a tu mesa. ¿Qué derecho tengo yo a implorar todavía al rey?»
30 El rey le dijo: «¿Para qué vas a seguir repitiendo tus palabras? He decidido que tú y Sibá os repartáis las tierras.»
31 Dijo Mefibóset al rey: «Y aun todo puede llevárselo, ya que mi señor el rey ha vuelto en paz a su casa.»
32
Barzilay.
También Barzilay de Galaad había bajado de Roguelín y había pasado el Jordán con el rey para despedirle en el Jordán.
33 Barzilay era muy anciano; tenía ochenta años. Había proporcionado alimentos al rey durante su estancia en Majanáin, porque era un hombre muy rico.
34 Dijo el rey a Barzilay: «Sigue conmigo y yo te mantendré junto a mí en Jerusalén.»
35 Pero Barzilay dijo al rey: «¿Cuántos podrán ser los años de mi vida para que suba con el rey a Jerusalén?
36 Ochenta años tengo. ¿Puedo hoy distinguir entre lo bueno y lo malo? Tu siervo no llega ya a saborear lo que come o bebe, ni alcanzo ya a oír la voz de los cantores y cantoras. ¿Por qué tu siervo ha de seguir siendo una carga para el rey mi señor?
37 Tu siervo continuará con el rey un poco más allá del Jordán, pero ¿para qué ha de concederme el rey tal recompensa?
38 Permite que tu siervo se vuelva para morir en mi ciudad, junto al sepulcro de mi padre y de mi madre. Aquí está tu siervo Quinhán. Que siga él con el rey mi señor y haz con él lo que bien te parezca.»
39 Dijo el rey: «Que venga Quinhán conmigo; haré por él cuanto desees, y todo cuanto me pidas te lo concederé.»
40 Todo el pueblo pasó el Jordán. Pasó el rey, que besó a Barzilay y le bendijo, y éste se volvió a su casa.
41
Israel y Judá se disputan al rey.
Siguió el rey hacia Guilgal y Quinhán pasó con él. Hicieron pasar a todo el pueblo de Judá y la mitad del pueblo de Israel.
42 En esto todos los hombres de Israel fueron al rey y le dijeron: «¿Por qué nuestros hermanos, los hombres de Judá, te tienen secuestrado y han hecho pasar el Jordán al rey, a su casa y a todos los hombres de David con él?»
43 Todos los hombres de Judá respondieron a los hombres de Israel: «Porque el rey está emparentado conmigo. ¿Por qué te ha de irritar esto? ¿Hemos comido acaso a expensas del rey? ¿O nos hemos reservado algo para nosotros?»
44 Los hombres de Israel respondieron a los hombres de Judá: «Yo tengo diez partes del rey y más derechos que tú sobre David. ¿Por qué me has menospreciado? ¿No hablé yo primero para hacer volver a mi rey?» Pero las palabras de los hombres de Judá fueron más ásperas que las de los hombres de Israel.

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Introducción a II Samuel 

Los libros de Samuel formaban una sola obra en la Biblia hebrea. La división en dos libros se remonta a la traducción griega que ha unido asimismo Samuel y Reyes bajo un mismo título: los cuatro libros de los Reinos; la Vulgata los llama los cuatro libros de los Reyes. El Samuel hebreo corresponde a los dos primeros. Este título proviene de la tradición que atribuía al profeta Samuel la composición de este escrito.

El texto es uno de los peor conservados del AT. La traducción griega de los Setenta da un texto bastante diferente, que se remonta a un prototipo del que las cuevas de Qumrán han proporcionado importantes fragmentos. Existían, pues, varias recensiones hebraicas de los libros de Samuel.

Se distinguen en él cinco partes:
a) Samuel, 1 S 1-7;
b) Samuel y Saúl, 1 S 8-15;
c) Saúl y David, 1 S 16 a 2 S 1;
d) David, 2 S 2-20;
e) suplementos, 2 S 21-24.

La obra combina o yuxtapone diversas fuentes y tradiciones sobre los comienzos del período monárquico. Hay una historia del arca y de su cautiverio entre los filisteos, 1 S 4-6, en la que no aparece Samuel y que proseguirá en 2 S 6. Está enmarcada por un relato de la infancia de Samuel, 1 S 1-3, y por otro relato que presenta a Samuel como el último de los Jueces y anticipa la liberación del yugo filisteo, 7. Samuel desempeña un papel esencial en la historia de la institución de la realeza, 1 S 8-12, donde se han distinguido desde hace tiempo dos grupos de tradiciones: 9; 1Sa_10:1-16 ; 11, por una parte, y 8; 1Sa_10:17-24 ; 12, por otra. Al primer grupo se le ha denominado versión monárquica del acontecimiento, y al segundo, versión antimonárquica; esta última sería posterior. En realidad ambas tradiciones son antiguas y solamente representan tendencias diferentes; además, la segunda corriente no es tan antimonárquica como se afirma, sino que solamente se opone a una realeza que no respetaría los derechos de Dios. Las guerras de Saúl contra los filisteos son narradas en 13-14, con una primera versión del rechazo de Saúl, 1Sa_13:7 a; una segunda versión de este rechazo se da en 15, en conexión con una guerra contra los amalecitas. Este rechazo prepara la unción de David por Samuel, 1Sa_16:1-13 . Sobre los comienzos de David y sus desavenencias con Saúl, se han recogido tradiciones paralelas y, al parecer, de igual antigüedad en 1Sa 16:14 - 2 S 1, donde los duplicados son frecuentes. El final de esta historia se encuentra en 2 S 2-5: el reinado de David en Hebrón, la guerra filistea y la toma de Jerusalén aseguran la confirmación de David como rey sobre todo Israel, 2Sa_5:12 . El cap. 6 prosigue la historia del arca; la profecía de Natán, 7, es antigua, pero ha sido retocada; el cap. 8 es un resumen redaccional. En 2 S 9 se inicia una larga narración que no concluirá hasta el comienzo de Reyes, 1R 1-2. Es la historia de la familia de David y de las luchas en torno a la sucesión al trono, escrita por un testigo ocular, en la primera mitad del reinado de Salomón. Queda interrumpida por 2 S 21-24, que agrupa trozos de origen diverso sobre el reinado de David.

Es posible que desde los primeros siglos de la monarquía hayan tomado cuerpo, además de la gran historia de 2 S 9-20, otras agrupaciones literarias: un primer ciclo de Samuel, dos historias de Saúl y David. Es posible, asimismo, que estos conjuntos hayan sido combinados en torno al año 700, pero los libros no recibieron su forma definitiva hasta que fueron incorporados a la gran historia deuteronomista. Sin embargo, la influencia del Deuteronomio resulta aquí menos visible que en Jueces y Reyes. Se la descubre particularmente en los primeros capítulos de la obra, especialmente en 1Sa_2:22-36 ; 7 y 12, quizá en una modificación de la profecía de Natán, 2 S 7; pero el relato de 2 S 9-20 se ha conservado casi sin retoque.

Los libros de Samuel abarcan el período que va de los orígenes de la monarquía israelita al final del reinado de David. La expansión de los filisteos (la batalla de Afec, 1 S 4, se sitúa hacia el 1050) ponía en peligro la existencia misma de Israel e impuso la monarquía. Saúl, hacia el 1030, es, en un principio, como un continuador de los Jueces, pero su reconocimiento por todas las tribus le confiere una autoridad universal y permanente: ha nacido la realeza. Comienza la guerra de liberación y los filisteos son arrojados hasta su territorio, 1 S 14; los encuentros ulteriores tienen lugar en los confines del territorio israelita, 1 S 17 (valle del Terebinto), 28 y 31 (Gelboé). Este último combate acaba en desastre y en él muere Saúl, hacia el 1010. La unidad nacional se ve de nuevo comprometida, David es consagrado rey en Hebrón por los de Judá, y las tribus del Norte le oponen a Isbaal, descendiente de Saúl, refugiado en Transjordania. Sin embargo, el asesinato de Isbaal hace posible la unión, y David es reconocido rey por Israel.

El segundo libro de Samuel no da más que un resumen de los resultados políticos del reinado de David: fueron, sin embargo, considerables. Los filisteos fueron definitivamente rechazados, la unificación del territorio concluye con la absorción de los enclaves cananeos, y en primer lugar Jerusalén, que se convirtió en la capital política y religiosa del reino. Fue sometida Transjordania, y David extendió su dominio sobre los arameos de Siria meridional. Con todo, cuando murió David, hacia el 970, la unidad nacional no estaba verdaderamente consolidada; David era rey de Israel y de Judá y estas dos fracciones se oponían a menudo: la rebelión de Absalón fue sostenida por las gentes del Norte, el benjaminita Seba quiso sublevar al pueblo al grito de «A tus tiendas, Israel». Se presiente ya el cisma.

Estos libros traen un mensaje religioso; exponen las condiciones y las dificultades de un reino de Dios sobre la tierra. El ideal sólo se ha conseguido bajo David; este logro ha sido precedido por el fracaso de Saúl y será seguido por todas las infidelidades de la monarquía, que atraerán la condenación de Dios y provocarán la ruina de la nación. A partir de la profecía de Natán, la esperanza mesiánica se ha alimentado de las promesas hechas a la casa de David. El NT se refiere a ellas tres veces, Hch_2:30 , 2Co_6:18 , Heb_1:5 . Jesús es descendiente de David, y el nombre de hijo de David que le da el pueblo es el reconocimiento de sus títulos mesiánicos. Los Padres han establecido un paralelo entre la vida de David y la de Jesús, el Cristo, el Ungido, elegido para salvación de todos, rey del pueblo espiritual de Dios y, sin embargo, perseguido por los suyos.

Fuente: Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros

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Notas

II Samuel  19,3
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Sa_15:30


II Samuel  19,11
NOTAS

19:12 (a) David quiere que primero le llame su tribu: es la voz de la sangre, y también el presentimiento de que su dinastía no puede contar más que con la fidelidad de Judá.

19:12 (b) El hebr. repite al final de 2Sa_19:12 [2Sa_19:11] «a su casa», pero esta precisión es inútil.

II Samuel  19,13
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Rut_1:17+

NOTAS

19:14 Hay que ganarse ante todo al jefe militar de la revuelta, 2Sa_17:25. David soporta mal las violencias de Joab y quisiera alejarlo, pero Joab se desembarazará de su rival (2Sa_20:8-13) y seguirá en su puesto hasta la muerte de David, 1Re_2:5 s, 1Re_2:28 s.

II Samuel  19,15
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Sa_16:5-13

II Samuel  19,17
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Sa_16:1-4; 2Sa_19:25-31 [2Sa_19:24-30]

II Samuel  19,20
NOTAS

19:21 Con la cual se relaciona a veces a Benjamín.

II Samuel  19,21
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Sa_16:9-10

II Samuel  19,22
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Sa_11:13

II Samuel  19,23
NOTAS

19:24 Pero se reserva una venganza póstuma, 1Re_2:8 s, 1Re_2:34-36.

II Samuel  19,24
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Sa_16:1-4

[2] Deu_21:12

NOTAS

19:25 La mención «a Jerusalén», que en el hebr. se halla al comienzo de 2Sa_19:26 [2Sa_19:25], se ha desplazado en el cur-so de la transmisión del texto, pero su lugar debe ser éste.

II Samuel  19,28
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Sa_9:10

II Samuel  19,32
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Sa_17:27-29

II Samuel  19,37
NOTAS

19:38 El hijo de Barzilay.

II Samuel  19,40
NOTAS

19:41 El hebr. da aquí una ortografía de este nombre propio diferente de la que tiene en 2Sa_19:38-39 [2Sa_19:37-38].

II Samuel  19,43
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Re_11:31