I Samuel 2 Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998) | 36 versitos |
1
Cántico de Ana.
Entonces Ana dijo esta oración:
«Mi corazón exulta en Yahvé,
mi fuerza se apoya en Dios,
mi boca se burla de mis enemigos,
porque he gozado de tu socorro.
2 No hay Santo como Yahvé,
(porque nadie hay fuera de ti),
ni roca como nuestro Dios.
3 No multipliquéis palabras altaneras,
no salga de vuestra boca la arrogancia.
4 Dios de sabiduría es Yahvé,
Él juzga las acciones.
El arco de los fuertes se ha quebrado,
los que tambalean se ciñen de fuerza.
5 Los hartos se contratan por pan,
los hambrientos dejan su trabajo.
La estéril da a luz siete veces,
la de muchos hijos se marchita.
6 Yahvé da muerte y vida,
hace bajar al Seol y retornar.
7 Yahvé enriquece y despoja,
abate y ensalza.
8 Levanta del polvo al humilde,
alza del muladar al indigente
para sentarlo junto a los nobles,
y darle en heredad trono de gloria,
pues de Yahvé los pilares de la tierra
y sobre ellos ha asentado el universo.
9 Guarda los pasos de sus fieles,
y los malos perecen en tinieblas
(pues no por la fuerza triunfa el hombre).
10 Yahvé, ¡quebrantados sus rivales!,
el Altísimo truena desde el cielo.
Yahvé juzga los confines de la tierra,
da pujanza a su Rey,
exalta el poder de su Ungido.»
11 Partió Elcaná para su casa de Ramá, y el niño servía a Yahvé a las órdenes del sacerdote Elí.
12
Los hijos de Elí.
Los hijos de Elí eran unos malvados que no conocían a Yahvé
13 ni las normas de los sacerdotes respecto del pueblo: cuando alguien ofrecía un sacrificio, venía el criado del sacerdote, mientras se estaba cociendo la carne, con el tenedor de tres dientes en la mano,
14 lo hincaba en el caldero o la olla, en la cacerola o el puchero, y el sacerdote se quedaba con todo lo que sacaba el tenedor; y así hacían con todos los israelitas que iban allí, a Siló.
15 Incluso antes de que quemasen la grasa, venía el criado del sacerdote y decía al que sacrificaba: «Dame carne para asársela al sacerdote. No te aceptará carne hervida, sino solamente carne cruda.»
16 Y si el hombre le decía: «Primero se quema la grasa, y después tomarás cuanto se te antoje», le respondía: «No, me lo darás ahora o lo tomo por la fuerza.»
17 Yahvé consideraba grave el pecado de los jóvenes, porque la gente despreciaba la ofrenda hecha a Yahvé.
18
Samuel en Siló.
El muchacho Samuel estaba al servicio de Yahvé, vestido con efod de lino.
19 Le hacía su madre un vestido pequeño que le llevaba de año en año, cuando subía con su marido para ofrecer el sacrificio anual.
20 Bendecía luego Elí a Elcaná y a su mujer diciendo: «Que Yahvé te conceda descendencia de esta mujer a causa de la súplica que ha presentado a Yahvé.» Y ellos se volvían a su lugar.
21 En efecto, Yahvé visitó a Ana, que concibió y dio a luz tres hijos y dos hijas; el niño Samuel crecía ante Yahvé.
22
Nuevos datos sobre los hijos de Elí.
Elí era muy anciano. Cuando se enteró de todo cuanto sus hijos hacían a todo Israel,
23 y de que se acostaban con las mujeres que servían a la entrada de la Tienda del Encuentro, les dijo: «¿Por qué hacéis estas villanías que yo mismo he oído comentar a todo el pueblo?
24 No, hijos míos, los rumores que oigo no son buenos...
25 Si un hombre peca contra otro hombre, Dios será el árbitro; pero si el hombre peca contra Yahvé, ¿quién intercederá por él?» Pero ellos no escucharon la voz de su padre, porque Yahvé deseaba hacerles morir.
26 Cuanto al niño Samuel, iba creciendo y haciéndose grato tanto a Yahvé como a los hombres.
27
Anuncio del castigo.
Vino un hombre de Dios a Elí y le dijo: «Así ha dicho Yahvé. Claramente me he revelado a la casa de tu padre, cuando ellos estaban en Egipto al servicio de la casa del faraón.
28 Y lo elegí entre todas las tribus de Israel para ser mi sacerdote, para subir a mi altar, incensar la ofrenda y llevar el efod en mi presencia, y he concedido a la casa de tu padre parte en todos los sacrificios por el fuego de los hijos de Israel.
29 ¿Por qué pisoteáis el sacrificio y la oblación que yo dispuse en la Morada, y por qué honras a tus hijos más que a mí, cebándoos con lo mejor de todas las oblaciones de mi pueblo Israel?
30 Por eso —palabra de Yahvé, Dios de Israel— yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían siempre en mi presencia, pero ahora —palabra de Yahvé— me guardaré bien de ello. Porque a los que me honran, yo los honro, pero los que me desprecian son despreciados.
31 He aquí que vienen días en que amputaré tu brazo y el brazo de la casa de tu padre, de suerte que en tu casa los hombres no lleguen a madurar.
32 Mirarás como enemigo la Morada y todo el bien que yo haré a Israel, y nunca habrá hombres maduros en tu casa.
33 Conservaré a alguno de los tuyos cabe mi altar para que sus ojos se consuman y tu alma se marchite, pero la mayor parte de los tuyos perecerá por la espada de los hombres.
34 Será para ti señal lo que va a suceder a tus dos hijos Jofní y Pinjás: en el mismo día morirán los dos.
35 Yo me suscitaré un sacerdote fiel, que obre según mi corazón y mis deseos, le edificaré una casa permanente y caminará siempre en presencia de mi ungido.
36 El que quedare de tu casa vendrá a postrarse ante él para conseguir algún dinero o una hogaza de pan y dirá: “Destíname, por favor, a una función sacerdotal cualquiera, para que tenga un bocado de pan que comer.”»

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Introducción a I Samuel

Los libros de Samuel formaban una sola obra en la Biblia hebrea. La división en dos libros se remonta a la traducción griega que ha unido asimismo Samuel y Reyes bajo un mismo título: los cuatro libros de los Reinos; la Vulgata los llama los cuatro libros de los Reyes. El Samuel hebreo corresponde a los dos primeros. Este título proviene de la tradición que atribuía al profeta Samuel la composición de este escrito.

El texto es uno de los peor conservados del AT. La traducción griega de los Setenta da un texto bastante diferente, que se remonta a un prototipo del que las cuevas de Qumrán han proporcionado importantes fragmentos. Existían, pues, varias recensiones hebraicas de los libros de Samuel.

Se distinguen en él cinco partes:
a) Samuel, 1 S 1-7;
b) Samuel y Saúl, 1 S 8-15;
c) Saúl y David, 1 S 16 a 2 S 1;
d) David, 2 S 2-20;
e) suplementos, 2 S 21-24.

La obra combina o yuxtapone diversas fuentes y tradiciones sobre los comienzos del período monárquico. Hay una historia del arca y de su cautiverio entre los filisteos, 1 S 4-6, en la que no aparece Samuel y que proseguirá en 2 S 6. Está enmarcada por un relato de la infancia de Samuel, 1 S 1-3, y por otro relato que presenta a Samuel como el último de los Jueces y anticipa la liberación del yugo filisteo, 7. Samuel desempeña un papel esencial en la historia de la institución de la realeza, 1 S 8-12, donde se han distinguido desde hace tiempo dos grupos de tradiciones: 9; 1Sa_10:1-16 ; 11, por una parte, y 8; 1Sa_10:17-24 ; 12, por otra. Al primer grupo se le ha denominado versión monárquica del acontecimiento, y al segundo, versión antimonárquica; esta última sería posterior. En realidad ambas tradiciones son antiguas y solamente representan tendencias diferentes; además, la segunda corriente no es tan antimonárquica como se afirma, sino que solamente se opone a una realeza que no respetaría los derechos de Dios. Las guerras de Saúl contra los filisteos son narradas en 13-14, con una primera versión del rechazo de Saúl, 1Sa_13:7 a; una segunda versión de este rechazo se da en 15, en conexión con una guerra contra los amalecitas. Este rechazo prepara la unción de David por Samuel, 1Sa_16:1-13 . Sobre los comienzos de David y sus desavenencias con Saúl, se han recogido tradiciones paralelas y, al parecer, de igual antigüedad en 1Sa 16:14 - 2 S 1, donde los duplicados son frecuentes. El final de esta historia se encuentra en 2 S 2-5: el reinado de David en Hebrón, la guerra filistea y la toma de Jerusalén aseguran la confirmación de David como rey sobre todo Israel, 2Sa_5:12 . El cap. 6 prosigue la historia del arca; la profecía de Natán, 7, es antigua, pero ha sido retocada; el cap. 8 es un resumen redaccional. En 2 S 9 se inicia una larga narración que no concluirá hasta el comienzo de Reyes, 1R 1-2. Es la historia de la familia de David y de las luchas en torno a la sucesión al trono, escrita por un testigo ocular, en la primera mitad del reinado de Salomón. Queda interrumpida por 2 S 21-24, que agrupa trozos de origen diverso sobre el reinado de David.

Es posible que desde los primeros siglos de la monarquía hayan tomado cuerpo, además de la gran historia de 2 S 9-20, otras agrupaciones literarias: un primer ciclo de Samuel, dos historias de Saúl y David. Es posible, asimismo, que estos conjuntos hayan sido combinados en torno al año 700, pero los libros no recibieron su forma definitiva hasta que fueron incorporados a la gran historia deuteronomista. Sin embargo, la influencia del Deuteronomio resulta aquí menos visible que en Jueces y Reyes. Se la descubre particularmente en los primeros capítulos de la obra, especialmente en 1Sa_2:22-36 ; 7 y 12, quizá en una modificación de la profecía de Natán, 2 S 7; pero el relato de 2 S 9-20 se ha conservado casi sin retoque.

Los libros de Samuel abarcan el período que va de los orígenes de la monarquía israelita al final del reinado de David. La expansión de los filisteos (la batalla de Afec, 1 S 4, se sitúa hacia el 1050) ponía en peligro la existencia misma de Israel e impuso la monarquía. Saúl, hacia el 1030, es, en un principio, como un continuador de los Jueces, pero su reconocimiento por todas las tribus le confiere una autoridad universal y permanente: ha nacido la realeza. Comienza la guerra de liberación y los filisteos son arrojados hasta su territorio, 1 S 14; los encuentros ulteriores tienen lugar en los confines del territorio israelita, 1 S 17 (valle del Terebinto), 28 y 31 (Gelboé). Este último combate acaba en desastre y en él muere Saúl, hacia el 1010. La unidad nacional se ve de nuevo comprometida, David es consagrado rey en Hebrón por los de Judá, y las tribus del Norte le oponen a Isbaal, descendiente de Saúl, refugiado en Transjordania. Sin embargo, el asesinato de Isbaal hace posible la unión, y David es reconocido rey por Israel.

El segundo libro de Samuel no da más que un resumen de los resultados políticos del reinado de David: fueron, sin embargo, considerables. Los filisteos fueron definitivamente rechazados, la unificación del territorio concluye con la absorción de los enclaves cananeos, y en primer lugar Jerusalén, que se convirtió en la capital política y religiosa del reino. Fue sometida Transjordania, y David extendió su dominio sobre los arameos de Siria meridional. Con todo, cuando murió David, hacia el 970, la unidad nacional no estaba verdaderamente consolidada; David era rey de Israel y de Judá y estas dos fracciones se oponían a menudo: la rebelión de Absalón fue sostenida por las gentes del Norte, el benjaminita Seba quiso sublevar al pueblo al grito de «A tus tiendas, Israel». Se presiente ya el cisma.

Estos libros traen un mensaje religioso; exponen las condiciones y las dificultades de un reino de Dios sobre la tierra. El ideal sólo se ha conseguido bajo David; este logro ha sido precedido por el fracaso de Saúl y será seguido por todas las infidelidades de la monarquía, que atraerán la condenación de Dios y provocarán la ruina de la nación. A partir de la profecía de Natán, la esperanza mesiánica se ha alimentado de las promesas hechas a la casa de David. El NT se refiere a ellas tres veces, Hch_2:30 , 2Co_6:18 , Heb_1:5 . Jesús es descendiente de David, y el nombre de hijo de David que le da el pueblo es el reconocimiento de sus títulos mesiánicos. Los Padres han establecido un paralelo entre la vida de David y la de Jesús, el Cristo, el Ungido, elegido para salvación de todos, rey del pueblo espiritual de Dios y, sin embargo, perseguido por los suyos.

Fuente: Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros

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Notas

I Samuel 2,1
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Sal 2; Sal 18; Luc_1:45-55

[2] Luc_1:47; Isa_61:10

NOTAS

2 A este cántico se le ha llamado «el prototipo del Magnificat», pero el tono del Magnificat es mucho más personal. Éste es un salmo de la época monárquica que expresa la esperanza de los «humildes», ver Sof_2:3+, y concluye con la evocación del Rey-Mesías. El haberlo puesto en boca de Ana se explica por la alusión de 1Sa_2:5 b a la mujer «estéril». -Texto corregido en los 1Sa_2:1, 1Sa_2:3, 1Sa_2:5, 1Sa_2:10.


I Samuel 2,2
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Lev_17:1+

[2] Sal_18:3+ [Sal_18:2]

I Samuel 2,4
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Isa_40:29

I Samuel 2,5
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Sal_113:9; Isa_54:1

NOTAS

2:5 «su trabajo» (`abod) conj.; «hasta» (`ad) hebr.

I Samuel 2,6
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Deu_32:39; 2Re_5:7; Sab_16:13; Sal_30:4 [Sal_30:3]; Tob_13:2; Stg_4:12; Luc_1:52-53; Sal_113:7-8

I Samuel 2,8
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Sal_75:4 [Sal_75:3]; Sal_104:5; Job_9:6; Job_38:6

I Samuel 2,10
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Sal_98:9

[2] Sal_89:25 [Sal_89:24]

NOTAS

2:10 «el Altísimo» ('elyôn) conj.; «contra él» (`alaw) hebr.

I Samuel 2,13
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Deu_18:3; Lev_7:29-36

NOTAS

2:13 Los hijos de Elí no observan las normas que fijaban la porción de los sacerdotes, ver Lev_7:28 s; Núm_18:8 s; Deu_18:3.

I Samuel 2,16
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Lev_3:3-5

I Samuel 2,17
NOTAS

2:17 Lit. «los hombres despreciaban». El reproche se extiende al conjunto de los israelitas que aceptan la situación creada por los hijos de Elí.

I Samuel 2,18
NOTAS

2:18 La fórmula es semejante a la de 1Sa_2:11, pero subraya ya el vínculo entre Yahvé y Samuel. El efod de lino era normalmente una vestidura sacerdotal, ver 1Sa_22:18; 2Sa_6:14. ¿Quiere dar a entender el texto que Samuel era sacerdote? El texto que viene a continuación no lo dice. Es probablemente otra manera de sugerir que Samuel es más importante que Elí y sus hijos.

I Samuel 2,23
NOTAS

2:23 (a) Este segundo reproche, que falta en griego, toma una expresión de Éxo_38:8 y añade nuevas sombras al sacerdocio de Siló.

2:23 (b) La precisión «estas villanías», que parece una glosa, es propia del hebreo, que emite así un juicio sobre los hijos de Elí.

I Samuel 2,24
NOTAS

2:24 Final del v. corrompido; hebr. «ofendiendo al pueblo de Yahvé».

I Samuel 2,25
NOTAS

2:25 Como en otros pasajes de la Biblia, Éxo_4:21; Jos_11:20; Isa_6:9-10, etc., el endurecimiento del pecador es atribuido a Yahvé como causa primera. Pero se trata de un modo de hablar semítico, que de ninguna manera pretende negar la libertad humana.

I Samuel 2,26
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Sir_46:13; Luc_2:52

I Samuel 2,27
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Sa_3:11-14

NOTAS

2:27 (a) Este episodio es una inserción tardía que repite la idea de 1Sa_3:11-14. La muerte de Jofní y Pinjás, 1Sa_4:11, no será más que la «señal», 1Sa_2:34, de las futuras desgracias anunciadas en 1Sa_2:33 : matanza de los sacerdotes de Nob, descendientes de Elí, 1Sa_22:18-19, excepto Abiatar, 1Sa_22:22-23, que será destituido por Salomón, 1Re_2:27; en 1Sa_2:35 : sustitución por la familia de Sadoc, que a partir de Salomón contará con el favor del rey, «el ungido del Señor»; pero 1Sa_2:36 no corresponde a la situación descrita en 2Re_23:9, y la composición podría ser anterior al reinado de Josías.

2:27 (b) Se alude aquí a Leví como antepasado del sacerdocio.

I Samuel 2,28
NOTAS

2:28 Este efod no es un vestido que se ciñe, como el de 1Sa_2:18, sino un objeto que «se lleva», que se puede «acercar», 1Sa_14:3; 1Sa_23:6; 1Sa_30:7, y que contiene las suertes sagradas mediante las cuales se consulta a Yahvé, 1Sa_14:18 s; 1Sa_23:9 s; 1Sa_30:8, ver 1Sa_14:41+. Aparece en la época de los Jueces, Jue_17:5; Jue_18:14 s (el efod de Gedeón será condenado como símbolo idolátrico) y no vuelve a mencionarse en los relatos posteriores a David (una alusión en Ose_3:4).

I Samuel 2,29
NOTAS

2:29 Término sin preposición en hebreo, que parece ser una designación poética del santuario de Jerusalén, ver Sal_26:8; Sal_68:6 [Sal_68:5].

I Samuel 2,30
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Sa_22:26; Sal_18:26 [Sal_18:25]

NOTAS

2:30 La promesa de Yahvé se ve aquí cuestionada por el pecado de los sacerdotes de Siló.

I Samuel 2,33
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Sa_22:18-19; 1Sa_14:10+

I Samuel 2,35
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Sa_4:11

I Samuel 2,36
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Sa_9:26+