Eclesiástico 49 Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998) | 16 versitos |
1
Josías.
El recuerdo de Josías es una mezcla de incienso
preparada por el arte del perfumista.
Es dulce como miel en la boca,
como música en medio de un banquete.
2 Trabajó por la reforma del pueblo
y extirpó la idolatría abominable.
3 Enderezó su corazón hacia el Señor
y en una época impía fortaleció la piedad.
4
Últimos reyes y profetas.
Fuera de David, Ezequías y Josías,
todos cometieron muchos pecados.
Y por abandonar la ley del Altísimo,
los reyes de Judá desaparecieron.
5 Pues entregaron a otros su poder,
y su gloria a una nación extranjera.
6 Incendiaron la ciudad elegida del santuario,
y dejaron desiertas sus calles,
7 según la palabra de Jeremías, a quien maltrataron,
consagrado profeta desde el seno de su madre,
para arrancar, destruir y derribar ,
y también para construir y plantar.
8 Ezequiel tuvo la visión de la gloria
que Dios le reveló en el carro de querubines,
9 porque se acordó de sus enemigos en la tempestad,
y favoreció a los que seguían el camino recto.
10 En cuanto a los doce profetas,
que sus huesos revivan en sus tumbas,
porque ellos consolaron a Jacob
y lo salvaron con esperanza confiada.
11
Zorobabel y Josué.
¿Cómo elogiaremos a Zorobabel?
¡Es como un anillo en la mano derecha,
12 y lo mismo Josué, hijo de Josedec!
En sus días construyeron el templo,
levantaron un santuario consagrado al Señor,
destinado a una gloria eterna.
13
Nehemías.
También es grande la memoria de Nehemías,
él levantó nuestras murallas en ruinas,
puso puertas y cerrojos
y reconstruyó nuestras moradas.
14
Recapitulación.
Nadie hubo en el mundo igual a Henoc,
pues fue arrebatado de la tierra.
15 Ni nació nunca hombre alguno como José,
guía de sus hermanos, apoyo de su pueblo;
cuyos huesos fueron venerados.
16 Sem y Set fueron famosos entre los hombres,
pero por encima de todos los vivientes sobresale Adán.

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Introducción a Eclesiástico

ECLESIÁSTICO
Introducción
Este libro forma parte de la Biblia griega, pero no figura en el canon judío. Es, pues, uno de los libros deuterocanónicos admitidos por la Iglesia cristiana. Sin embargo, fue compuesto en hebreo. San Jerónimo lo conoció en su lengua original y los rabinos lo citaron. Cerca de dos tercios de este texto hebreo fueron encontrados en 1896 en los restos de varios manuscritos de la Edad Media procedentes de una antigua sinagoga de El Cairo. Pequeños fragmentos han aparecido más recientemente en una cueva de Qumrán y en 1964 se ha descubierto en Masada un largo texto que contiene 39:27-44:17 en escritura de comienzos del siglo I a. C. Por último, en 1982, se ha encontrado un nuevo folio que contiene 31:24-32:7 y 32:12-33:8. Las variantes de estos testigos entre sí y en relación con las traducciones griega y siríaca indican que el libro circuló muy pronto en diversas recensiones.

Dado el estado fragmentario del texto hebreo, nuestra traducción se ha hecho sobre el texto griego (más exactamente, sobre los tres principales manuscritos, Sinaítico, Alejandrino y Vaticano, que forman lo que se llama «texto recibido»), indicando en nota determinadas variantes del hebreo.

Su título latino, Ecclesiasticus (liber), es una denominación reciente (San Cipriano), que sin duda subraya el uso oficial que de él hacía la Iglesia, en contraposición con la Sinagoga. En griego, ver la firma, Sir_51:30 , el libro se llamaba «Sabiduría de Jesús Ben Sirá» y el autor es también nombrado en Sir_50:27 . Actualmente los estudiosos le llaman Ben Sirá o el Sirácida (según la forma griega Sirac). El nieto del autor explica en un prólogo, vv. 1-34, que tradujo el libro cuando vino a residir en Egipto el año 38 del rey Evergetes, v.27. No puede tratarse más que de Tolomeo VII Evergetes, y la fecha corresponde al año 132 a. C. Su abuelo, Ben Sirá, vivió, pues, y escribió hacia el 190-180. Un argumento interno confirma esta fecha: Ben Sirá hace del sumo sacerdote Simón un elogio basado en recuerdos personales, Sir_50:1-21 . Se trata de Simón II, que no murió antes del 200.

Palestina acababa de entrar bajo la dominación de los Seléucidas, el 198. La adopción de costumbres extranjeras, la helenización, era favorecida por una parte de la clase dirigente, y pronto pretendería imponerla por la fuerza Antíoco Epífanes (175-163). Ben Sirá opone a estas amenazadoras novedades toda la fuerza de la tradición. Él es un escriba que une el amor de la Sabiduría al de la Ley. Está lleno de fervor por el Templo y sus ceremonias, lleno de respeto por el sacerdocio, pero también conoce a fondo los libros sagrados, los Profetas y, sobre todo, los escritos sapienciales. Y él mismo ha querido ofrecer la instrucción de la sabiduría para todos los que la buscan, Sir_33:18 ; Sir_50:27 , ver el prólogo del traductor, vv. 7-14.

Por su forma, el libro está claramente en la línea de sus predecesores y de sus modelos. Si exceptuamos la parte que celebra la gloria de Dios en la naturaleza, 42:15-43:33, y en la historia, 44:1-50:29, el libro no es menos heterogéneo que las colecciones de los Proverbios o que el Eclesiastés. Los temas más diversos son abordados sin orden y con reiteraciones; son tratados como pequeños cuadros que, sin mucha trabazón, agrupan breves máximas. Se añaden al libro dos apéndices: un himno de acción de gracias, Sir_51:1-12 , y un poema sobre la búsqueda de la sabiduría, Sir_51:13-30 . El texto hebreo de este último trozo se ha encontrado en una cueva de Qumrán, incluido en un manuscrito del Salterio; este descubrimiento confirma que al principio existió por separado antes de su agregación al Eclesiástico.

La doctrina es tan tradicional como la forma. La sabiduría que predica Ben Sirá viene del Señor, su principio es el temor de Dios, forma a la juventud y procura la felicidad. Tiene las mismas incertidumbres que Job y el Eclesiastés sobre el destino humano y el problema de las sanciones. Tiene fe en la retribución, siente la importancia trágica de la hora de la muerte, pero no sabe aún cómo pagará Dios a cada uno según sus obras. Sobre la naturaleza misma de la Sabiduría divina, Sir_24:1-22 , prolonga las intuiciones de los Proverbios y de Job.

Pero Ben Sirá es un innovador cuando identifica a la Sabiduría con la Ley proclamada por Moisés, Sir_24:23-24 , como también lo hará el poema sapiencial de Baruc, Bar_3:9-4:4; a diferencia, pues, de sus predecesores, integra la sabiduría en la corriente legalista. Más aún, ve la observancia de la Ley en una práctica del culto, Sir_35:1-10 ; es un fervoroso ritualista.

Y también, a diferencia de los antiguos sabios, Ben Sirá medita sobre la Historia de Salvación, 44:1-49:16. Hace desfilar a las grandes figuras del Antiguo Testamento, desde Henoc hasta Nehemías. De tres de ellos, Salomón (a pesar de ser el primer sabio), Roboán y Jeroboán, emite el mismo severo juicio que la historia deuteronómica y, como ésta, condena en bloque a todos los reyes, excepto a David, Ezequías y Josías. Pero se siente orgulloso del pasado de su pueblo, se detiene sobre todo en los santos y recuerda los prodigios que Dios realizó por medio de ellos. Dios hizo con Noé, Abrahán, Jacob, Moisés, Aarón, Pinjás y David una alianza, que sin duda abarca a todo el pueblo, pero que asegura privilegios duraderos a ciertas familias, sobre todo sacerdotales. Porque siente hondamente el honor del sacerdocio, en su galería de antepasados concede un rasgo excepcional a Aarón y Pinjás, y concluye con el entusiasta elogio de un contemporáneo, el sumo sacerdote Simón. Evoca las glorias pasadas con cierta melancolía pensando en el presente, y a propósito de los Jueces y de los Profetas Menores, desea que «reflorezcan sus huesos en su tumba», Sir_46:12 ; Sir_49:10 , que tengan sucesores. Escribe en vísperas de la sublevación de los Macabeos, y si la ha vivido, ha podido pensar que sus deseos han sido escuchados.

En esta Historia de Salvación, Ben Sirá, que pone de relieve la noción de Alianza, no deja, por decirlo así, ningún resquicio para la esperanza en una salvación futura. Es verdad que en su oración de Sir_36:1-17 recuerda a Dios sus promesas y le pide que tenga misericordia de Sión y reúna las tribus de Jacob. Pero esta expresión de un nacionalismo profético es excepcional en el Sirácida. Como auténtico sabio, parece haberse resignado a la situación, humillante, pero apacible, a la que su pueblo se veía reducido. Confía en que llegará la liberación, pero ésta será el premio de la fidelidad a la Ley, no la obra de un Mesías salvador. Ben Sirá es el último testigo canónico de la sabiduría judía en Palestina. Es el representante por excelencia de aquellos jasidim, los «piadosos» del Judaísmo, ver 1Ma_2:42 *, que pronto defenderán su fe contra la persecución de Antíoco Epífanes y que mantendrán en Israel islotes fieles en los que germinará la predicación de Cristo. Aunque no fue aceptado en el canon hebreo, el Eclesiástico aparece frecuentemente citado en los escritos rabínicos; en el Nuevo Testamento, la epístola de Santiago toma de él muchas expresiones, el evangelio de San Mateo se refiere a él varias veces, y, hoy todavía, la liturgia se hace eco de esta antigua tradición de sabiduría.

Fuente: Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros

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Notas

Eclesiástico 49,2
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Re 22-23

NOTAS

49:2 Hebr,: «se apesadumbró por nuestra apostasía».


Eclesiástico 49,5
NOTAS

49:5 O apoyándose en alianzas extranjeras, o bien provocando el destierro como castigo de sus pecados, ver el hebr.: «(Dios) entregó», en lugar de «entregaron».

Eclesiástico 49,6
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Lam_1:4; Lam_2:3

Eclesiástico 49,7
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Jer_1:5

[2] Jer_1:10

NOTAS

49:7 Lit. «por la mano de Jeremías».

Eclesiástico 49,8
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Eze 1-3; Eze 9-10

Eclesiástico 49,9
NOTAS

49:9 Quizá alusión a la profecía contra Gog, Ez 38-39 (ver en especial Sir_38:22), pero el texto no es seguro y la mención de los «enemigos» podría deberse a una confusión entre el hebr. 'iyob («Job») y 'oyeb («enemigo»). Hebr.: «8 Ezequiel vio una visión, reveló los aspectos del carro, 9 y también mencionó a Job, que consumó todos los caminos rectos», ver Eze_14:14, Eze_14:20.

Eclesiástico 49,10
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Sir_46:12+

NOTAS

49:10 Los doce profetas menores que, según el orden del canon hebreo, siguen a los tres mayores. Está claro que en cuanto a los libros proféticos, la Biblia de Ben Sirá estaba completa.

Eclesiástico 49,11
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Hag_2:23

Eclesiástico 49,14
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Sir_44:16

Eclesiástico 49,15
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Gén_50:25-26

Eclesiástico 49,16
NOTAS

49:16 Después de «vivientes» se omite «en la creación».