Ezequiel  34 Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998) | 31 versitos |
1
Los pastores de Israel.
La palabra de Yahvé se dirigió a mí en estos términos:
2 «Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel, profetiza. Dirás a los pastores: Así dice el Señor Yahvé: ¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! ¿No deben los pastores apacentar el rebaño?
3 Vosotros os habéis tomado la leche, os habéis vestido con la lana, habéis sacrificado las ovejas más pingües; no habéis apacentado el rebaño.
4 No habéis fortalecido a las ovejas débiles, no habéis cuidado a la enferma ni curado a la que estaba herida, no habéis tornado a la descarriada ni buscado a la perdida; sino que las habéis dominado con violencia y dureza.
5 Y ellas se han dispersado, por falta de pastor, y se han convertido en presa de todas las fieras del campo; andan dispersas.
6 Mi rebaño anda errante por todos los montes y altos collados; mi rebaño anda disperso por toda la superficie de la tierra, sin que nadie se ocupe de él ni salga en su busca.
7 «Por eso, pastores, escuchad la palabra de Yahvé:
8 Por mi vida, oráculo del Señor Yahvé, lo juro: Porque mi rebaño ha sido expuesto al pillaje y se ha hecho pasto de todas las fieras del campo por falta de pastor, porque mis pastores no se ocupan de mi rebaño, porque ellos, los pastores, se apacientan a sí mismos y no apacientan mi rebaño;
9 por eso, pastores, escuchad la palabra de Yahvé.
10 Así dice el Señor Yahvé: Aquí estoy yo contra los pastores: reclamaré mi rebaño de sus manos y les quitaré de apacentar mi rebaño. Así los pastores no volverán a apacentarse a sí mismos. Yo arrancaré mis ovejas de su boca, y no serán más su presa.
11 «Porque así dice el Señor Yahvé: Aquí estoy yo; yo mismo cuidaré de mi rebaño y velaré por él.
12 Como un pastor vela por su rebaño cuando se encuentra en medio de sus ovejas dispersas, así velaré yo por mis ovejas. Las recobraré de todos los lugares donde se habían dispersado en día de nubes y brumas.
13 Las sacaré de en medio de los pueblos, las reuniré de los países, y las llevaré de nuevo a su suelo. Las pastorearé por los montes de Israel, por los barrancos y por todos los poblados de esta tierra.
14 Las apacentaré en buenos pastos, y su majada estará en los montes de la excelsa Israel. Allí reposarán en buena majada; y pacerán pingües pastos por los montes de Israel.
15 Yo mismo apacentaré mis ovejas y yo las llevaré a reposar, oráculo del Señor Yahvé.
16 Buscaré la oveja perdida, tornaré a la descarriada, curaré a la herida, confortaré a la enferma; pero a la que está gorda y robusta la exterminaré; las pastorearé con justicia.
17 «En cuanto a vosotras, ovejas mías, así dice el Señor Yahvé: He aquí que yo voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carnero y macho cabrío.
18 ¿Os parece poco pacer en buenos pastos, para que pisoteéis con los pies el resto de vuestros pastos? ¿Os parece poco beber en agua limpia, para que enturbiéis el resto con los pies?
19 ¡Mis ovejas tienen que pastar lo que vuestros pies han pisoteado y beber lo que vuestros pies han enturbiado!
20 Por eso, así les dice el Señor Yahvé: Yo mismo voy a juzgar entre la oveja gorda y la flaca.
21 Puesto que vosotras habéis empujado con el flanco y con el lomo y habéis topado con los cuernos a todas las ovejas más débiles hasta dispersarlas fuera,
22 yo vendré a salvar a mis ovejas para que no estén más expuestas al pillaje; voy a juzgar entre oveja y oveja.
23 «Yo suscitaré para ponérselo al frente un solo pastor que las apacentará, mi siervo David: él las apacentará y será su pastor.
24 Yo, Yahvé, seré su Dios, y mi siervo David será príncipe en medio de ellos. Yo, Yahvé, he hablado.
25 Concluiré con ellos una alianza de paz, haré desaparecer de esta tierra las bestias feroces. Habitarán en seguridad en el desierto y dormirán en los bosques.
26 Yo los asentaré en los alrededores de mi colina, y mandaré a su tiempo la lluvia, que será una lluvia de bendición.
27 El árbol del campo dará su fruto, la tierra dará sus productos, y ellos vivirán en seguridad en su suelo. Y sabrán que yo soy Yahvé, cuando despedace las barras de su yugo y los libre de la mano de los que los tienen esclavizados.
28 No volverán a ser presa de las naciones, las bestias salvajes no volverán a devorarlos. Habitarán en seguridad y no se les turbará más.
29 Haré brotar para ellos un plantío famoso; no habrá más víctimas del hambre en el país, ni sufrirán más el ultraje de las naciones.
30 Y sabrán que yo, Yahvé su Dios, estoy con ellos, y que ellos, la casa de Israel, son mi pueblo, oráculo del Señor Yahvé.
31 Vosotras, ovejas mías, sois el rebaño humano que yo apaciento, y yo soy vuestro Dios, oráculo del Señor Yahvé.»

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Introducción a Ezequiel 

Ezequiel.
A diferencia del libro de Jeremías, el de Ezequiel se presenta como un todo bien ordenado. Después de una introducción, 1-3, donde el profeta recibe de Yahvé su misión, el cuerpo del libro se divide claramente en cuatro partes: 1º Los caps. 4-24 contienen casi exclusivamente reproches y amenazas contra los israelitas antes del asedio de Jerusalén; 2º, los caps. 25-32 son oráculos contra las naciones, donde el profeta hace extensiva la maldición divina a los cómplices y a los provocadores de la nación infiel; 3º, en los caps. 33-39, durante y después del asedio, el profeta consuela a su pueblo prometiéndole un porvenir mejor; 4º, prevé, en fin, caps. 40-48, el estatuto político y religioso de la comunidad futura, restablecida en Palestina.

Sin embargo, esta composición tan lógica encubre grandes fallas. Hay muchos duplicados, por ejemplo, Eze_3:17-21 = Eze_33:7-9 ; Eze_18:25-29 = Eze_33:17-20 , etc. Las indicaciones acerca de la mudez con que Dios hiere a Ezequiel, Eze_3:26 ; Eze_24:27 ; Eze_33:22 , están separadas por largos discursos. La visión del carro divino, 1:4-3:15, queda interrumpida por la visión del libro, 2:1-3:9. Igualmente la descripción de los pecados de Jerusalén, Eze_11:1-21 , es continuación del cap. 8 y corta abiertamente el relato de la partida del carro divino que, de Eze_10:22 pasa a Eze_11:22 . Los datos que se dan en los caps. 26-33 no se suceden en orden. Tales fallas son difícilmente imputables a un autor que escribe su obra de una vez. Es mucho más probable que se deban a discípulos que trabajaron valiéndose de escritos o recuerdos, combinándolos y completándolos. Así pues, el libro de Ezequiel ha corrido, en cierto modo, la suerte de los demás libros proféticos. Pero la igualdad de forma y de doctrina nos garantiza que esos discípulos nos han conservado fielmente el pensamiento y, en general, hasta las palabras de su maestro. Su trabajo redaccional resulta perceptible en la última parte del libro, 40-48, cuyo núcleo, sin embargo, se remonta al propio Ezequiel.

Según el libro en su estado actual, el profeta ejerció toda su actividad con los desterrados de Babilonia entre los años 593 y 571, fechas extremas que da el texto, Eze_1:2 y Eze_29:17 . Ha llamado la atención el que, en estas condiciones, los oráculos de la primera parte parezcan dirigidos a los habitantes de Jerusalén, y que, en ocasiones, Ezequiel parezca hallarse corporalmente presente en la ciudad, ver en especial Eze_11:13 . En vista de ello se ha emitido la hipótesis de un doble ministerio de Ezequiel: se habría quedado en Palestina, donde habría predicado hasta la ruina de Jerusalén el 587. Sólo entonces se habría unido a los cautivos de Babilonia. La visión del rollo en 2:1-3:9 señalaría la vocación del profeta en Palestina; la del carro divino, Eze_1:4-28 y Eze_3:10-15 , indicaría su llegada junto a los desterrados. El traslado de esta visión al comienzo del libro habría cambiado toda su perspectiva. Esta hipótesis sirve para responder a algunas dificultades, pero plantea otras. Supone serias modificaciones del texto, tiene que admitir que, aun durante su ministerio «palestinense», Ezequiel vivía de ordinario fuera de la ciudad, puesto que se le «traslada» a ella, Eze_8:3 , y resulta curioso que, si Ezequiel y Jeremías predicaron a la vez en Jerusalén, ninguno de ellos aluda al ministerio de su colega. Por otra parte, las dificultades de la tesis tradicional no son insuperables: las censuras dirigidas a la gente de Jerusalén servían de lección a los desterrados y, cuando Ezequiel parece hallarse en la Ciudad Santa, el texto dice expresamente que ha sido trasladado a ella «en visión», Eze_8:3 , como también ha sido devuelto «en visión», Eze_11:24 . La hipótesis de un doble ministerio conserva pocos partidarios.

Sea cual fuere la solución adoptada, es una misma la gran personalidad que se nos muestra en el libro. Ezequiel es un sacerdote, Eze_1:3 . Su mayor preocupación la constituye el Templo, trátese del Templo presente que está manchado de ritos impuros, 8, y al que abandona la gloria de Yahvé, 10, o del Templo futuro, cuyo diseño describe minuciosamente, 40-42, y adonde ve regresar a Yahvé, 43. Guarda el culto de la Ley, y al hacer historia de las infidelidades de Israel, 20, repite como un estribillo el reproche de haber «profanado los sábados». Tiene horror a las impurezas legales, Eze_4:14 , y una gran preocupación por separar lo sagrado de lo profano, Eze_45:1-6 . Como sacerdote que era, resolvía casos de derecho o de moral, y por esta razón su enseñanza adquiere un tono casuístico, 18. Su pensamiento y su vocabulario son afines a la Ley de Santidad, Lv 17-26. Sin embargo, no se puede demostrar que se haya inspirado en ella ni que la Ley de Santidad dependa de él, y las conexiones más llamativas se encuentran en pasajes redaccionales. Queda el hecho de que los dos conjuntos han sido transmitidos en ambientes de pensamiento muy afines. La obra de Ezequiel se integra en la corriente «sacerdotal», como la de Jeremías pertenecía a la corriente «deuteronomista».

Pero este sacerdote es también un activo profeta. Más que ningún otro, ha multiplicado las acciones simbólicas. Remeda con gestos el asedio de Jerusalén, 4:1-5:4, la salida de los emigrantes, Eze_12:1-7 , al rey de Babilonia en la encrucijada, Eze_21:23 s, la unión de Judá e Israel, Eze_37:15 s. Hasta en las pruebas personales que Dios le envía, él mismo es una «señal» para Israel, Eze_24:24 , como lo habían sido Oseas, Isaías y Jeremías. Pero la complejidad de sus acciones simbólicas contrasta con la simplicidad de gestos de sus predecesores.

Ezequiel es sobre todo un visionario. Su libro no contiene más que cuatro visiones propiamente dichas, pero ocupan un espacio considerable: 1-3; 8-11; 37; 40-48. Descubren un mundo fantástico: los cuatro animales del carro de Yahvé, la zarabanda cultual del Templo con el rebullicio de ganado y de ídolos, la llanura de los huesos que se reaniman, un Templo futuro dibujado como en el plano de un arquitecto, y de donde brota un río de ensueño en una geografía utópica. Este poder de imaginación se extiende a los cuadros alegóricos que pinta el profeta: las dos hermanas Oholá y Oholibá, 23, el Naufragio de Tiro, 27, el Faraón-Cocodrilo, 29 y 32, el Árbol Gigante, 31, la Bajada a los Infiernos, 32.

En contraste con esta potencia visual, y quizá como precio de la misma, como si la intensidad de las imágenes ahogara la expresión, el estilo de Ezequiel es monótono y gris, frío y diluido, de una pobreza extraña si se le compara con el de los grandes clásicos, con la vigorosa pureza de Isaías, o con el calor emocionado de Jeremías. El arte de Ezequiel se hace valer por sus dimensiones y su relieve, que crean como una atmósfera de horror sagrado ante el misterio de lo divino.

Se puede así deducir que, a pesar de estár unido a sus predecesores por muchos rasgos, Ezequiel abre un camino nuevo. Y esto es también verdad respecto de su doctrina. Ezequiel rompe con el pasado de su nación. El recuerdo de las promesas hechas a los Padres y de la Alianza concluida en el Sinaí aparece esporádicamente, pero si Dios ha salvado hasta el presente a su pueblo manchado desde su nacimiento, Eze_16:3 s, no lo ha hecho por cumplir las promesas, sino para defender la honra de su nombre, 20; si ha de sustituir la Alianza antigua con una Alianza eterna, Eze_16:60 ; Eze_37:26 s, no lo hará en premio de una «vuelta» del pueblo hacia él, sino por pura benevolencia, diríamos que por una gracia preveniente, y el arrepentimiento vendrá después, Eze_16:62-63 . El mesianismo de Ezequiel, poco explícito por lo demás, ya no es regio y glorioso: cierto que anuncia a un futuro David, pero éste no será más que el «pastor» de su pueblo, Eze_34:23 ; Eze_37:24 , un «príncipe», Eze_24:24 , y no un rey, pues para reyes no hay lugar en la visión teocrática del futuro, Eze_45:7 s. Rompe con la tradición de la solidaridad en el castigo y afirma el principio de la retribución individual, 18; ver 33. Solución teológica provisional que, desmentida muy a menudo por los hechos, llevará poco a poco a la idea de una retribución de ultratumba. Aunque Ezequiel era un sacerdote muy vinculado al Templo, rompe, como ya lo había hecho Jeremías, con la idea de que Dios esté ligado a su santuario. En Ezequiel se concilian el espíritu profético y el espíritu sacerdotal que tantas veces habían sido opuestos: los ritos —que subsisten— cobran su valor de los sentimientos que los inspiran. Toda la doctrina de Ezequiel se centra en la renovación interior: hay que hacerse un corazón nuevo y un espíritu nuevo, Eze_18:31 , o mejor, Dios mismo dará «otro» corazón, un corazón «nuevo» y pondrá en el hombre un espíritu «nuevo», Eze_11:19 ; Eze_36:26 . Como en el caso de la benevolencia divina que previene el arrepentimiento, nos hallamos también aquí en el umbral de la teología de la gracia, que desarrollarán San Juan y San Pablo.

Esta espiritualización de todos los datos religiosos es la gran aportación de Ezequiel. Cuando se le llama padre del Judaísmo, suele alegarse a menudo su afán de separación de lo profano, de pureza legal, sus minucias rituales, y se piensa en los fariseos. Esto es totalmente injusto: Ezequiel, tanto como Jeremías, aunque de otra manera, da origen a esa corriente espiritual muy pura que, pasando por el Judaísmo, desemboca en el Nuevo Testamento. Jesús es el Buen Pastor que Ezequiel había anunciado, y Jesús es quien ha inaugurado el culto en espíritu que el profeta había exigido.

Bajo otro aspecto, Ezequiel da comienzo a la corriente apocalíptica. Sus grandiosas visiones anuncian ya las de Daniel, y no es nada extraño que en el Apocalipsis de San Juan encontremos tan a menudo su influencia.

Fuente: Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros

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Notas

Ezequiel  34,1
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Jer_23:1-6; Zac_11:4-17; Mat_18:12-14; Luc_15:4-7; Jua_10:1-18+

NOTAS

34 La imagen del rey-pastor es antigua en el patrimonio literario de Oriente. Jeremías la aplicó a los reyes de Israel, para censurarles por haber cumplido mal sus funciones, Jer_2:8; Jer_10:21; Jer_23:1-3, y para anunciar que Dios daría a su pueblo nuevos pastores que le apacentaran en la justicia, Jer_3:15; Jer_23:4, y entre esos pastores un «germen», Jer_23:5-6, el Mesías. Ezequiel recoge el tema de Jer_23:1-6, que más tarde volverá a utilizar Zac_11:4-17; Zac_13:7. Echa en cara a los pastores, aquí los reyes y jefes civiles del pueblo, sus crímenes, Eze_34:1-10. Yahvé les quitará el rebaño al que maltratan, y él mismo se hará pastor de su pueblo (ver Gén_48:15; Gén_49:24; Isa_40:11; Sal_80:2 [Sal_80:1]; Sal_95:7 y Sal 23); se trata del anuncio de una teocracia, Eze_34:11-16 : de hecho, a la vuelta del Destierro no será restablecida la realeza. Sólo más tarde dará Yahvé a su pueblo (ver Eze_17:22; Eze_21:32 [Eze_21:27]) un pastor de su elección, Eze_34:23-24, un «príncipe» (ver Eze_45:7-8, Eze_45:17; Eze_46:8-10, Eze_46:16), nuevo David. La descripción del reinado de este príncipe, Eze_34:25-31, y el nombre de David que se le da (véase 2Sa_7:1+; también Isa_11:12+; Jer_23:5) sugieren una era mesiánica en la que el mismo Dios reinará, por su Mesías, sobre su pueblo, en justicia y paz. Se encuentra en este texto de Ezequiel el esbozo de la parábola de la oveja perdida, Mat_18:12-14; Luc_15:4-7, y, sobre todo, de la alegoría del buen Pastor, Jua_10:11-18, que, cotejándola con Ezequiel, aparece como una reivindicación mesiánica de Jesús. El buen Pastor será finalmente uno de los temas iconográficos más antiguos del Cristianismo.


Ezequiel  34,3
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Pe_5:2-4

NOTAS

34:3 «la leche» griego, Vulg.; «la grasa» hebr. (simple diferencia de vocalización).

Ezequiel  34,4
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Mat_18:12-14; Luc_15:4-7

Ezequiel  34,5
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Mat_9:36; Zac_10:2; Isa_56:9-12

Ezequiel  34,6
NOTAS

34:6 Alusión probable al culto de los altos.

Ezequiel  34,12
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Isa_66:18-19; Mat_24:31; Mat_25:32

Ezequiel  34,15
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Isa_40:11; Luc_15:4-7

Ezequiel  34,16
NOTAS

34:16 «la exterminaré» hebr.; «la cuidaré» griego y Vulg.

Ezequiel  34,17
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Mat_25:32-34

Ezequiel  34,25
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Isa_11:6-9+; Jer_23:5-6; Ose_2:20 [Ose_2:18]

Ezequiel  34,26
NOTAS

34:26 Según griego; hebr.: «yo haré de ella y de los alrededores de mi colina una bendición». -La colina es la de Sión.