Eclesiástico 10 Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998) | 30 versitos |
1 El gobernante sabio instruye a su pueblo,
la autoridad inteligente está bien consolidada.
2 Según el jefe de estado, así serán sus ministros,
según el gobernador de la ciudad, así serán todos sus habitantes.
3 Un rey sin instrucción arruina a su pueblo,
los gobernantes prudentes hacen prosperar la ciudad.
4 En manos del Señor está el gobierno de la tierra,
y a su debido tiempo suscitará a la persona conveniente.
5 En manos del Señor está el éxito del hombre,
él otorga su gloria al legislador.
6
La soberbia.
Sea cual sea su agravio, no guardes rencor al prójimo,
y no actúes guiado por un arrebato de violencia.
7 La soberbia es odiosa al Señor y a los hombres,
para ambos es un delito la injusticia.
8 La soberanía pasa de una nación a otra,
a causa de las injusticias, las violencias y el dinero.
9 ¿De qué se enorgullece el que es tierra y ceniza?,
¡si ya en vida su vientre es podredumbre!
10 La larga enfermedad desconcierta al médico,
y quien hoy es rey mañana morirá.
11 Y cuando un hombre muere,
recibe como herencia lombrices, bichos y gusanos.
12 Principio de la soberbia es alejarse del Señor,
apartar el corazón del Creador.
13 Porque principio de la soberbia es el pecado,
el que se aferra a ella difunde iniquidad.
Por eso el Señor les infligió asombrosos castigos,
y abatió a los soberbios hasta aniquilarlos.
14 El Señor derribó del trono a los poderosos,
y en su lugar hizo sentar a los sencillos.
15 El Señor arrancó la raíz de los soberbios,
y en su lugar plantó a los humildes.
16 El Señor arrasó los territorios de las naciones,
y los destruyó hasta los cimientos de la tierra.
17 A algunos los arrebató y destruyó,
y borró de la tierra su recuerdo.
18 No está hecha la soberbia para el hombre,
ni la violencia para el nacido de mujer.
19
Los dignos de honor.
¿Qué raza es digna de honor? La del hombre.
¿Qué raza es digna de honor? Los que temen al Señor.
¿Qué raza es despreciable? La del hombre.
¿Qué raza es despreciable? Los que violan la ley.
20 Entre hermanos se honra al mayor,
pero el Señor honra a los que le temen.
22 Ricos, distinguidos o pobres,
sea su orgullo el temor del Señor.
23 No es justo despreciar al pobre inteligente,
ni es conveniente honrar al pecador.
24 El noble, el juez y el poderoso reciben honores,
pero ninguno de ellos es mayor que quien teme al Señor.
25 El criado sabio tendrá hombres libres a su servicio,
y el hombre inteligente no lo criticará.
26
Humildad y verdad.
No presumas de sabio cuando cumplas tus obligaciones,
ni te gloríes, cuando estés en aprieto.
27 Más vale el que trabaja y anda sobrado
que el que alardea y carece de pan.
28 Hijo, ten una moderada estima de ti mismo,
y valórate en la justa medida.
29 ¿Quién protegerá al que peca contra sí mismo?,
¿quién respetará al que se desprecia a sí mismo?
30 El pobre es honrado por su saber,
y el rico por su riqueza.
31 Quien es apreciado en la pobreza, ¡cuánto más lo será en la riqueza!
quien es despreciado en la riqueza, ¡cuánto más lo será en la pobreza!

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Introducción a Eclesiástico

ECLESIÁSTICO
Introducción
Este libro forma parte de la Biblia griega, pero no figura en el canon judío. Es, pues, uno de los libros deuterocanónicos admitidos por la Iglesia cristiana. Sin embargo, fue compuesto en hebreo. San Jerónimo lo conoció en su lengua original y los rabinos lo citaron. Cerca de dos tercios de este texto hebreo fueron encontrados en 1896 en los restos de varios manuscritos de la Edad Media procedentes de una antigua sinagoga de El Cairo. Pequeños fragmentos han aparecido más recientemente en una cueva de Qumrán y en 1964 se ha descubierto en Masada un largo texto que contiene 39:27-44:17 en escritura de comienzos del siglo I a. C. Por último, en 1982, se ha encontrado un nuevo folio que contiene 31:24-32:7 y 32:12-33:8. Las variantes de estos testigos entre sí y en relación con las traducciones griega y siríaca indican que el libro circuló muy pronto en diversas recensiones.

Dado el estado fragmentario del texto hebreo, nuestra traducción se ha hecho sobre el texto griego (más exactamente, sobre los tres principales manuscritos, Sinaítico, Alejandrino y Vaticano, que forman lo que se llama «texto recibido»), indicando en nota determinadas variantes del hebreo.

Su título latino, Ecclesiasticus (liber), es una denominación reciente (San Cipriano), que sin duda subraya el uso oficial que de él hacía la Iglesia, en contraposición con la Sinagoga. En griego, ver la firma, Sir_51:30 , el libro se llamaba «Sabiduría de Jesús Ben Sirá» y el autor es también nombrado en Sir_50:27 . Actualmente los estudiosos le llaman Ben Sirá o el Sirácida (según la forma griega Sirac). El nieto del autor explica en un prólogo, vv. 1-34, que tradujo el libro cuando vino a residir en Egipto el año 38 del rey Evergetes, v.27. No puede tratarse más que de Tolomeo VII Evergetes, y la fecha corresponde al año 132 a. C. Su abuelo, Ben Sirá, vivió, pues, y escribió hacia el 190-180. Un argumento interno confirma esta fecha: Ben Sirá hace del sumo sacerdote Simón un elogio basado en recuerdos personales, Sir_50:1-21 . Se trata de Simón II, que no murió antes del 200.

Palestina acababa de entrar bajo la dominación de los Seléucidas, el 198. La adopción de costumbres extranjeras, la helenización, era favorecida por una parte de la clase dirigente, y pronto pretendería imponerla por la fuerza Antíoco Epífanes (175-163). Ben Sirá opone a estas amenazadoras novedades toda la fuerza de la tradición. Él es un escriba que une el amor de la Sabiduría al de la Ley. Está lleno de fervor por el Templo y sus ceremonias, lleno de respeto por el sacerdocio, pero también conoce a fondo los libros sagrados, los Profetas y, sobre todo, los escritos sapienciales. Y él mismo ha querido ofrecer la instrucción de la sabiduría para todos los que la buscan, Sir_33:18 ; Sir_50:27 , ver el prólogo del traductor, vv. 7-14.

Por su forma, el libro está claramente en la línea de sus predecesores y de sus modelos. Si exceptuamos la parte que celebra la gloria de Dios en la naturaleza, 42:15-43:33, y en la historia, 44:1-50:29, el libro no es menos heterogéneo que las colecciones de los Proverbios o que el Eclesiastés. Los temas más diversos son abordados sin orden y con reiteraciones; son tratados como pequeños cuadros que, sin mucha trabazón, agrupan breves máximas. Se añaden al libro dos apéndices: un himno de acción de gracias, Sir_51:1-12 , y un poema sobre la búsqueda de la sabiduría, Sir_51:13-30 . El texto hebreo de este último trozo se ha encontrado en una cueva de Qumrán, incluido en un manuscrito del Salterio; este descubrimiento confirma que al principio existió por separado antes de su agregación al Eclesiástico.

La doctrina es tan tradicional como la forma. La sabiduría que predica Ben Sirá viene del Señor, su principio es el temor de Dios, forma a la juventud y procura la felicidad. Tiene las mismas incertidumbres que Job y el Eclesiastés sobre el destino humano y el problema de las sanciones. Tiene fe en la retribución, siente la importancia trágica de la hora de la muerte, pero no sabe aún cómo pagará Dios a cada uno según sus obras. Sobre la naturaleza misma de la Sabiduría divina, Sir_24:1-22 , prolonga las intuiciones de los Proverbios y de Job.

Pero Ben Sirá es un innovador cuando identifica a la Sabiduría con la Ley proclamada por Moisés, Sir_24:23-24 , como también lo hará el poema sapiencial de Baruc, Bar_3:9-4:4; a diferencia, pues, de sus predecesores, integra la sabiduría en la corriente legalista. Más aún, ve la observancia de la Ley en una práctica del culto, Sir_35:1-10 ; es un fervoroso ritualista.

Y también, a diferencia de los antiguos sabios, Ben Sirá medita sobre la Historia de Salvación, 44:1-49:16. Hace desfilar a las grandes figuras del Antiguo Testamento, desde Henoc hasta Nehemías. De tres de ellos, Salomón (a pesar de ser el primer sabio), Roboán y Jeroboán, emite el mismo severo juicio que la historia deuteronómica y, como ésta, condena en bloque a todos los reyes, excepto a David, Ezequías y Josías. Pero se siente orgulloso del pasado de su pueblo, se detiene sobre todo en los santos y recuerda los prodigios que Dios realizó por medio de ellos. Dios hizo con Noé, Abrahán, Jacob, Moisés, Aarón, Pinjás y David una alianza, que sin duda abarca a todo el pueblo, pero que asegura privilegios duraderos a ciertas familias, sobre todo sacerdotales. Porque siente hondamente el honor del sacerdocio, en su galería de antepasados concede un rasgo excepcional a Aarón y Pinjás, y concluye con el entusiasta elogio de un contemporáneo, el sumo sacerdote Simón. Evoca las glorias pasadas con cierta melancolía pensando en el presente, y a propósito de los Jueces y de los Profetas Menores, desea que «reflorezcan sus huesos en su tumba», Sir_46:12 ; Sir_49:10 , que tengan sucesores. Escribe en vísperas de la sublevación de los Macabeos, y si la ha vivido, ha podido pensar que sus deseos han sido escuchados.

En esta Historia de Salvación, Ben Sirá, que pone de relieve la noción de Alianza, no deja, por decirlo así, ningún resquicio para la esperanza en una salvación futura. Es verdad que en su oración de Sir_36:1-17 recuerda a Dios sus promesas y le pide que tenga misericordia de Sión y reúna las tribus de Jacob. Pero esta expresión de un nacionalismo profético es excepcional en el Sirácida. Como auténtico sabio, parece haberse resignado a la situación, humillante, pero apacible, a la que su pueblo se veía reducido. Confía en que llegará la liberación, pero ésta será el premio de la fidelidad a la Ley, no la obra de un Mesías salvador. Ben Sirá es el último testigo canónico de la sabiduría judía en Palestina. Es el representante por excelencia de aquellos jasidim, los «piadosos» del Judaísmo, ver 1Ma_2:42 *, que pronto defenderán su fe contra la persecución de Antíoco Epífanes y que mantendrán en Israel islotes fieles en los que germinará la predicación de Cristo. Aunque no fue aceptado en el canon hebreo, el Eclesiástico aparece frecuentemente citado en los escritos rabínicos; en el Nuevo Testamento, la epístola de Santiago toma de él muchas expresiones, el evangelio de San Mateo se refiere a él varias veces, y, hoy todavía, la liturgia se hace eco de esta antigua tradición de sabiduría.

Fuente: Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros

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Notas

Eclesiástico 10,4
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Jer_27:5; Pro_8:15-16; Isa_11:2-5


Eclesiástico 10,5
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Rom_13:1

Eclesiástico 10,6
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Lev_19:18; Mat_5:21-24; Mat_18:21-22

Eclesiástico 10,9
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Gén_2:7; Gén_18:27; Sir_17:32

NOTAS

10:9 Texto corregido según sir. hex. y algunos comentarios; el griego resulta oscuro («un ser que, vivo, arroja (?) sus intestinos»); el hebr., corrompido, es ininteligible.

Eclesiástico 10,10
NOTAS

10:10 El texto parece afirmar la inutilidad de los esfuerzos humanos para salvar al hombre destinado a la muerte, pero ver cap. 38.

Eclesiástico 10,11
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Isa_14:11; Job_17:14

Eclesiástico 10,12
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Deu_8:14

Eclesiástico 10,14
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Luc_1:52; 1Sa_2:4-8

Eclesiástico 10,15
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Sir_33:12; Dan_2:35

NOTAS

10:15 «los soberbios» conj.; «las naciones» griego (las dos palabras gráficamente se parecen mucho en hebr., pero Sir_10:15 falta); «las naciones orgullosas» lat.

Eclesiástico 10,16
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Isa_40:15-17; Sab_11:21-22

Eclesiástico 10,19
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Jer_9:22-23 [Jer_9:23-24]; 1Co_1:26-31; 2Co_10:17; Stg_1:9

Eclesiástico 10,20
NOTAS

10:20 Griego 248 añade: «21 Si temes al Señor, te aceptará, pero si eres obstinado y orgulloso, te rechazará».

Eclesiástico 10,22
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Sir_9:16

Eclesiástico 10,25
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Pro_17:2; Pro_11:29

NOTAS

10:25 Compárense con esta máxima las declaraciones de San Pablo sobre la esclavitud, Gál_3:28; Col_3:11; Flm_1:16.

Eclesiástico 10,26
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Luc_17:10

Eclesiástico 10,27
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Pro_12:9; Jer_9:22 [Jer_9:23]; 1Co_1:31

Eclesiástico 10,30
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Sir_11:1; Sir_10:22