1 CANTICO DE MOISÉS Prestad oído, cielos, y hablaré, escuche la tierra las palabras de mi boca. |
2 Como lluvia se derrame mi doctrina, caiga como rocío mi palabra, como suave lluvia sobre la hierba verde, como aguacero sobre el césped. |
3 Porque voy a aclamar el nombre de Yahvé; ¡ensalzad a nuestro Dios! |
4 Él es la Roca, su obra es consumada, pues todos sus caminos son justicia. Es Dios de lealtad, no de perfidia, es justo y recto. |
5 Se han pervertido los que él engendró sin tara, generación perversa y tortuosa. |
6 ¿Así pagáis a Yahvé, pueblo insensato y necio? ¿No es él tu padre, el que te creó, el que te hizo y te fundó? |
7 Acuérdate de los días de antaño, considera los años de edad en edad. Interroga a tu padre, que te lo contará, a tus ancianos, que te lo dirán. |
8 Cuando el Altísimo repartió las naciones, cuando distribuyó a los hijos de Adán, fijó las fronteras de los pueblos, según el número de los hijos de Dios; |
9 mas la porción de Yahvé fue su pueblo, Jacob su parte de heredad. |
10 En tierra desierta lo encuentra, en la soledad rugiente de la estepa. Y lo envuelve, lo sustenta, lo cuida, como a la niña de sus ojos. |
11 Como un águila incita a su nidada, revolotea sobre sus polluelos, así él despliega sus alas y lo toma, y lo lleva sobre su plumaje. |
12 Sólo Yahvé lo guía a su destino, con él ningún dios extranjero. |
13 Le hace cabalgar por las alturas de la tierra, lo alimenta de los frutos del campo, le da a gustar miel de la peña, y aceite de la dura roca, |
14 cuajada de vacas y leche de ovejas, con la grasa de corderos; carneros de raza de Basán, y machos cabríos, con la flor de los granos de trigo, y por bebida la roja sangre de la uva. |
15 Come Jacob, se sacia, engorda Yesurún, respinga, te has puesto grueso, rollizo, turgente, rechaza a Dios, su Hacedor, desprecia a la Roca, su salvación. |
16 Lo encelan con dioses extraños, lo irritan con abominaciones. |
17 Sacrifican a demonios, no a Dios, a dioses que desconocían, a nuevos, recién llegados, que no veneraron vuestros padres. |
18 (¡Desdeñas a la Roca que te dio el ser, olvidas al Dios que te engendró!) |
19 Yahvé lo ha visto y, en su ira, ha desechado a sus hijos y a sus hijas. |
20 Ha dicho: Les voy a esconder mi rostro, a ver en qué paran. Porque es una generación torcida, hijos sin lealtad. |
21 Me han encelado con lo que no es Dios, me han irritado con sus vanos ídolos; pues yo también voy a encelarles con el que no es pueblo, con una nación fatua los irritaré! |
22 Porque se ha inflamado el fuego de mi ira, que quemará hasta las honduras del Seol; devorará la tierra y sus productos, abrasará los cimientos de los montes. |
23 Acumularé desgracias sobre ellos, agotaré en ellos mis saetas. |
24 Andarán extenuados de hambre, consumidos de fiebre y mala peste. Dientes de fieras mandaré contra ellos, con veneno de reptiles. |
25 Por fuera la espada sembrará orfandad, y dentro reinará el espanto. Caerán a la vez joven y doncella, niño de pecho y viejo encanecido. |
26 He dicho: A polvo los reduciría, borraría su recuerdo de entre los hombres, |
27 si no temiera azuzar el furor del enemigo, y que lo entiendan al revés sus adversarios, no sea que digan: «Es nuestra mano la que prevalece, y no es Yahvé el que hace todo esto.» |
28 Porque es gente que ha perdido el juicio, y no hay inteligencia en ellos. |
29 Si fueran sabios, podrían entenderlo, sabrían vislumbrar su suerte última. |
30 Pues, ¿cómo un solo hombre puede perseguir a mil, y dos poner en fuga a una miríada, sino porque su Roca se los ha vendido, porque Yahvé se los ha entregado? |
31 Mas no es su roca como nuestra Roca, y nuestros enemigos son testigos. |
32 Porque su viña es viña de Sodoma y de las plantaciones de Gomorra: uvas venenosas son sus uvas, racimos amargos sus racimos; |
33 su vino, un veneno de serpiente, mortal ponzoña de áspid. |
34 Pero él, ¿no está guardado junto a mí, sellado en mis tesoros? |
35 A mí me toca la venganza y el pago para el momento en que su pie vacile. Porque está cerca el día de su ruina, ya se precipita lo que les espera. |
36 (Que Yahvé va a hacer justicia al pueblo suyo, va a apiadarse de sus siervos.) Porque verá que su fuerza se agota, que no queda ya libre ni esclavo. |
37 Dirá entonces: ¿Dónde están sus dioses, roca en que buscaban su refugio, |
38 los que comían la grasa de sus sacrificios y bebían el vino de sus libaciones? ¡Levántense y os salven, sean ellos vuestro amparo! |
39 Ved ahora que yo soy yo, y que no hay otro Dios junto a mí. Yo hago morir y hago vivir, yo hiero y yo sano (y no hay quien libre de mi mano). |
40 Sí, yo alzo al cielo mi mano, y digo: Tan cierto como que vivo eternamente, |
41 cuando afile el rayo de mi espada, y mi mano empuñe el Juicio, tomaré venganza de mis adversarios y daré el pago a quienes me aborrecen. |
42 Embriagaré de sangre mis saetas, y mi espada se saciará de carne: de sangre de muertos y cautivos, de cabezas encrestadas de enemigos. |
43 ¡Cielos, exultad con él, y adórenle los hijos de Dios! ¡Aclamadlo, naciones, con su pueblo, y todos los mensajeros de Dios narren su fuerza! Porque él vengará la sangre de sus siervos, tomará venganza de sus adversarios, dará su pago a quienes le aborrecen y purificará el suelo de su pueblo. |
44 Fue Moisés y pronunció en presencia del pueblo todas las palabras de este cántico, acompañado de Josué, hijo de Nun. |
45 La Ley, fuente de vida. Cuando Moisés acabó de pronunciar estas palabras a todo Israel, |
46 les dijo: «Estad bien atentos a todas estas palabras con las que hoy os juramento. Mandaréis a vuestros hijos que cuiden de poner en práctica todas las palabras de esta Ley. |
47 Porque no es una palabra vana para vosotros, sino que es vuestra vida, y por esta palabra prolongaréis vuestros días en la tierra que vais a tomar en posesión al pasar el Jordán.» |
48 Anuncio de la muerte de Moisés. Yahvé habló a Moisés aquel mismo día y le dijo: |
49 «Sube a esa montaña de los Abarín, al monte Nebo que está en el país de Moab, frente a Jericó, y contempla la tierra de Canaán que yo doy en propiedad a los israelitas. |
50 En el monte al que vas a subir morirás, e irás a reunirte con los tuyos, como tu hermano Aarón murió en el monte Hor y fue a reunirse con los suyos. |
51 Por haberme sido infieles en medio de los israelitas, en las aguas de Meribá de Cades, en el desierto de Sin, por no haber reconocido mi santidad en medio de los israelitas, |
52 por eso, sólo de lejos verás la tierra, pero no entrarás en ella, en esa tierra que yo doy a los israelitas.» |