Hechos 26 Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998) | 32 versitos |
1 Agripa dijo a Pablo: «Se te permite hablar en tu favor.» Entonces Pablo extendió su mano y empezó su defensa:
2
Discurso de Pablo ante el rey Agripa.
«Me considero feliz, rey Agripa, al tener que defenderme hoy ante ti de todas las cosas de que me acusan los judíos,
3 principalmente porque tú conoces todas las costumbres y cuestiones de los judíos. Por eso te pido que me escuches pacientemente.
4 «Todos los judíos conocen mi vida desde mi juventud, desde cuando estuve en el seno de mi nación, en Jerusalén.
5 Ellos me conocen de mucho tiempo atrás y si quieren pueden testificar que yo he vivido como fariseo conforme a la secta más estricta de nuestra religión.
6 Y ahora estoy aquí procesado por la esperanza que tengo en la promesa hecha por Dios a nuestros padres,
7 cuyo cumplimiento están esperando nuestras doce tribus en el culto que asiduamente, noche y día, rinden a Dios. Por esta esperanza, oh rey, soy acusado por los judíos.
8 ¿Por qué tenéis vosotros por increíble que Dios resucite a los muertos?
9 «Yo, pues, me había creído obligado a combatir con todos los medios el nombre de Jesús, el Nazoreo.
10 Así lo hice en Jerusalén y, con poderes recibidos de los sumos sacerdotes, yo mismo encerré a muchos santos en las cárceles; y cuando se les condenaba a muerte, yo contribuía con mi voto.
11 Frecuentemente recorría todas las sinagogas y a fuerza de castigos les obligaba a blasfemar y, rebosando furor contra ellos, los perseguía hasta en las ciudades extranjeras.
12 «En este empeño iba hacia Damasco con plenos poderes y la autorización de los sumos sacerdotes;
13 y al medio día, yendo de camino vi, oh rey, una luz venida del cielo, más resplandeciente que el sol, que me envolvió a mí y a mis compañeros en su resplandor.
14 Caímos todos nosotros a tierra y yo oí una voz que me decía en lengua hebrea: “Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues? Te es duro dar coces contra el aguijón.”
15 Yo respondí: “¿Quién eres, Señor?” Y me dijo el Señor: “Yo soy Jesús a quien tú persigues.
16 Pero levántate, y ponte en pie; pues me he aparecido a ti para constituirte servidor y testigo tanto de las cosas que de mí has visto como de las que te manifestaré.
17 Yo te libraré de tu pueblo y de los gentiles, a los cuales yo te envío ,
18 para que les abras los ojos ; para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y del poder de Satanás a Dios; y para que reciban el perdón de los pecados y una parte en la herencia entre los santificados, mediante la fe en mí”.
19 «Así pues, rey Agripa, no fui desobediente a la visión celestial,
20 sino que primero a los habitantes de Damasco, después a los de Jerusalén y por todo el país de Judea y también a los gentiles he predicado que se convirtieran y que se volvieran a Dios haciendo obras dignas de conversión.
21 Por esto los judíos, habiéndome prendido en el Templo, intentaban darme muerte.
22 Con el auxilio de Dios hasta el presente me he mantenido firme dando testimonio a pequeños y grandes sin decir cosa que esté fuera de lo que los profetas y el mismo Moisés dijeron que había de suceder:
23 que el Cristo había de padecer y que, después de resucitar el primero de entre los muertos, anunciaría la luz al pueblo y a los gentiles.»
24
Reacciones en el auditorio.
Mientras estaba él diciendo esto en su defensa, Festo le interrumpió gritándole: «Estás loco, Pablo; las muchas letras te hacen perder la cabeza.»
25 Pablo contestó: «No estoy loco, excelentísimo Festo, sino que proclamo cosas verdaderas y sensatas.
26 Bien enterado está de estas cosas el rey, ante quien hablo con valentía; no creo que se le oculte nada, pues no han pasado en un rincón.
27 ¿Crees, rey Agripa, a los profetas? Yo sé que crees.»
28 Agripa contestó a Pablo: «Por poco me convences para hacer de mí un cristiano.»
29 Y Pablo replicó: «Quiera Dios que por poco o por mucho, no solamente tú, sino todos los que me escuchan hoy, llegaran a ser tales como yo soy, a excepción de estas cadenas.»
30 El rey, el procurador, Berenice y los que con ellos estaban sentados se levantaron,
31 y mientras se retiraban iban diciéndose unos a otros: «Este hombre no hace nada digno de muerte o de prisión.»
32 Agripa dijo a Festo: «Podría quedar en libertad este hombre si no hubiera apelado al César.»

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Introducción a Hechos

HECHOS DE LOS APÓSTOLES

Introducción
El tercer evangelio y el libro de los Hechos eran primitivamente las dos partes de una única obra, que nosotros titularíamos hoy «Historia de los orígenes cristianos». Desde muy pronto el segundo libro empezó a conocerse bajo el título «Hechos de los Apóstoles» o «Hechos de Apóstoles», según la moda de la literatura helenística que ya había divulgado obras como los «Hechos» de Aníbal, los «Hechos» de Alejandro, etc.; en el canon del NT está separado del evangelio de Lucas por el evangelio de Juan que se ha intercalado. La relación original de estos dos libros del NT viene indicada por sus respectivos Prólogos así como por su parentesco literario. El Prólogo de los Hechos que, como el del tercer evangelio Luc_1:1-4 , se dirige a un tal Teófilo, Hch_1:1 , remite a este evangelio como a un «primer libro», resumiendo su propósito y recogiendo los últimos sucesos (apariciones del Resucitado y Ascensión) para empalmar con ellos la continuación del relato. El otro vínculo que une estrechamente a estos dos libros es la lengua. Las características (de vocabulario, gramática y estilo) que aparecen a todo lo largo de los Hechos, y que confirman la unidad literaria de esta obra, las encontramos también en el tercer evangelio; lo que apenas permite dudar de que ambos libros son obra de un mismo autor.

La tradición de la Iglesia es unánime en reconocer que este autor es san Lucas. Nunca, ni en la antigüedad ni en nuestros días, se ha propuesto seriamente otro nombre. Así lo admitía ya hacia el año 175 el conjunto de las iglesias, como lo manifiesta la conformidad existente entre el documento romano llamado Canon de Muratori, el Prólogo «antimarcionita», san Ireneo, los Alejandrinos y Tertuliano. Juicio unánime que, en realidad, corroboran los indicios internos. Según sus escritos, el autor parece ser un cristiano de la generación apostólica, judío muy helenizado o, mejor, griego de amplia instrucción y versado a fondo así en las cosas judías como en la Biblia griega. Ahora bien, lo que sabemos de Lucas por las epístolas paulinas cuadra a la perfección con estos datos. El Apóstol lo presenta como un compañero muy querido que está a su lado durante su cautiverio, Col_4:14 ; Flm_1:24 ; 2Tm_4:11 . Según Col_4:10-14 , Lucas es de origen pagano (de Antioquía de Siria según una vieja tradición) y médico, lo que comportaría una cierta cultura, aun cuando esté lejos de ser cierto que Lucas emplee en sus escritos un vocabulario específicamente médico.

Nada seguro hallamos en la tradición antigua para fijar la fecha en que escribía. El libro concluye con la prisión romana de Pablo, probablemente en 61-63, y en todo caso su composición debe ser posterior a la del tercer evangelio (¿antes del 70? ¿hacia el 80?, pero nada impone una fecha posterior al 70). Como lugar de composición se han propuesto Antioquía y Roma.

¿Cuáles son las fuentes utilizadas por Lucas para componer su obra? El autor de los Hechos declara «haber investigado diligentemente todo desde los orígenes» sumándose a los que ya habían «intentado narrar ordenadamente las cosas que se han verificado entre nosotros» ( Luc_1:1-4 , que constituye el prólogo general de la obra completa). Tales expresiones hacen suponer, por un lado, que ha buscado informaciones precisas y, por otro, que ha aprovechado relatos ya existentes. El examen del libro confirma esta impresión. A pesar de una actividad literaria siempre vigilante, cuya mano se advierte por doquier asegurando la unidad del libro, se pueden distinguir también sin dificultad algunas corrientes principales en las tradiciones recogidas por Lucas. Los doce primeros capítulos del libro de los Hechos refieren la vida de la primera comunidad reunida en torno a Pedro después de la Ascensión, 1-5 , y los comienzos de su expansión a raíz de las iniciativas misioneras de Felipe, Hch_8:4-40 , de los «helenistas», 6:1-8:3; Hch_11:19-30 ; Hch_13:1-3 , y en fin del mismo Pedro, 9:32-11:18; 12. Las tradiciones «petrinas» subyacentes se emparentarían con el «Evangelio de Pedro» que es conocido en la literatura de la Iglesia antigua. Para la segunda parte de los Hechos el autor habría utilizado relatos de la conversión de Pablo, de sus viajes misioneros, y de su viaje por mar a Roma como prisionero. En todo caso, Lucas parece haber tenido a mano cartas paulinas, y podía haber pedido datos al mismo Pablo, a quien conocía por lo menos en el período de su cautiverio. Otras personas (¿Silas o Timoteo?) podrían haberle suministrado informaciones circunstanciadas sobre tal o cual episodio. En tres ocasiones durante su relato, Hch_16:10-17 ; 20:5-21:18; 27:1-28:16 (y ya también Hch_11:28 en el texto occidental), Lucas emplea la primera persona del plural. Siguiendo a san Ireneo, algunos exegetas han creído ver en los pasajes de los Hechos redactados en estilo «nosotros» la prueba de que Lucas acompañó a Pablo en su segundo y tercer viajes misioneros y en su viaje por mar a Roma. Contrasta, sin embargo, con ello el hecho de que Pablo no menciona nunca a Lucas como compañero de su obra de evangelización, por lo que este «nosotros» parece ser más bien el vestigio textual de un diario de viaje hecho por un compañero de Pablo (¿Silas?) y utilizado por el autor de los Hechos. El viaje descrito por el diario puede tener que ver con la colecta hecha por las iglesias de Macedonia y Acaya para la iglesia de Jerusalén, ver Hch_24:17 ; 1Co_16:1-4 ; 2 Co 8-9; Rom_15:25-29 . Una vez reunido este rico material, Lucas lo organizó hábilmente en unidad literaria, distribuyendo de la mejor manera los diversos elementos y uniéndolos unos con otros por medio de estribillos redaccionales, por ej. Hch_6:7 ; Hch_9:31 ; Hch_12:24 ; etc.

El valor histórico de los Hechos de los Apóstoles no es uniforme. De un lado, las fuentes de que Lucas disponía no eran homogéneas; de otro, en el manejo de estas fuentes se movía con bastante libertad según el espíritu de la historiografía antigua, subordinando los datos históricos a su plan literario y sobre todo a sus intereses teológicos. Los relatos de los viajes de san Pablo reflejan con mayor o menor extensión y exactitud el mundo del Mediterráneo oriental en el primer siglo: administración romana, ciudades griegas, cultos, rutas, geografía política y topografía local. En cambio, los relatos de la primera parte del libro son en general mucho menos circunstanciados. Lucas establece un cierto paralelismo entre los milagros de Pedro y los de Pablo: comparar Hch_3:1-10 con Hch_14:8-10 ; Hch_5:15 con Hch_19:12 ; Hch_5:19 o Hch_12:6-11 , Hch_12:17 con Hch_16:23-26 , Hch_16:40 ; Hch_8:15-17 con Hch_19:2-7 ; Hch_8:18-24 con Hch_13:6-11 ; Hch_9:36-42 con Hch_20:7-12 . Además, algunos de los relatos de milagros tienen sus paralelos en los evangelios: comparar Hch_3:6-7 con Luc_4:39 y Mar_1:31 ; Hch_9:33-34 con Luc_5:24-25 ; Hch_20:10 , Hch_20:12 con Luc_8:52-55 ; es también evidente que las últimas palabras de Esteban, Hch_7:59-60 , se asemejan a las de Jesús, Luc_23:34 , Luc_23:36 . El discurso de Pablo en Antioquía de Pisidia, Hch_13:16-41 , no deja de tener analogías con los de Pedro en Jerusalén, Hch_2:14-36 ; Hch_3:12-26 ; Hch_4:8-12 ; Hch_5:29-32 , el de Esteban, Hch_7:1-53 , y también el de Pedro en Cesarea, Hch_10:34-43 . Es, pues, razonable suponer que Lucas no había recibido estos discursos tal como los reprodujo, sino que los compuso utilizando algunos temas esenciales de la predicación primitiva apoyados con argumentos que se habían hecho tradicionales y moldeados con fórmulas nemotécnicas: florilegios de textos escriturísticos para los judíos, reflexiones de filosofía común para los griegos, y para todos el anuncio esencial (Kerygma) de Cristo muerto y resucitado, con el llamamiento a la conversión y al bautismo. Lucas habría conocido, primero por tradición y luego por experiencia, estos esquemas de la primera predicación cristiana, y es esto lo que le permitió, con su finísimo sentido psicológico, impregnar estos discursos de una enseñanza de valor auténtico e importancia capital. Se han señalado a menudo discrepancias entre el libro de los Hechos y las epístolas paulinas, que Lucas parece haber utilizado pero no en detalle. Es notable, por ejemplo, que no se haya preocupado de armonizar las cinco visitas de san Pablo a Jerusalén en los Hechos con los datos de Gal 1:15-2:10. En otro orden de cosas, se advierte un cierto contraste entre el retrato de Pablo dibujado en los Hechos y el que Pablo hace de sí mismo en su correspondencia. En Atenas Pablo se manifiesta netamente menos severo para con las religiones paganas que en su epístola a los Romanos: comparar Hch_17:22-31 con Rom_1:18-32 (pero ver también Sab_13:1-10 , donde el autor, a la vez que condena la idolatría, disculpa los desvíos que algunos sufren buscando a Dios). En general Lucas atribuye al Apóstol una actitud más conciliadora que la de las epístolas: comparar Hch_21:20-26 con Gál_2:12 ss; Hch_16:3 con Gál_2:3 ; Gál_5:1-12 . Pero no debe olvidarse que cada autor se mueve por intereses bastante diferentes. Pablo es un polemista que sabe ser intransigente (pero ver también 1Co_9:19-23 ) mientras que el propósito de Lucas es demostrar la unidad profunda que existía entre los primeros discípulos.

A este respecto, la objetividad del libro de los Hechos ha sido atacada sesgadamente planteando la cuestión de su finalidad . La escuela de F. Ch. Baur ha querido ver en él un escrito de compromiso compuesto en el siglo II para conciliar las tendencias opuestas del petrinismo y del paulinismo. Este sistema tiene el mérito de señalar la existencia innegable de tensiones en la Iglesia primitiva; pero supone una fecha demasiado tardía, y en su forma radical ya nadie lo sostiene hoy. Otros, por su parte, todavía denuncian con frecuencia a esta obra de ser un alegato, con todo lo que esto puede implicar de deformación de los hechos. Lucas haría en ella una apología de Pablo destinada a convencer a las autoridades romanas de que él no era culpable de ningún delito político. Y, en efecto, no se puede negar que Lucas subraya el carácter puramente religioso del conflicto que enfrenta a los judíos con Pablo y la indiferencia de las autoridades romanas ante tal conflicto. Pero, aunque esto parece responder a la verdad histórica, en todo caso no es más que un aspecto de la obra. El libro de los Hechos es cosa muy distinta de un memorial para presentar ante el tribunal de Roma. Lo que persigue es nada menos que referir, por sí misma, la historia de los orígenes cristianos.

Para convencerse de ello, basta con examinar su plan . Se ve en él plasmada la aseveración inicial de Cristo: «Seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra», Hch_1:8 . La fe se implanta primero sólidamente en Jerusalén, donde la primera comunidad crece en gracia y número, 1-5 . Enseguida comienza la expansión, preparada por la tendencia universalista de los convertidos del judaísmo helenístico y por su expulsión a raíz del martirio de san Esteban, 6:1-8:3: se llega a Samaría, Hch_8:4-25 , así como a la llanura costera hasta Cesarea, donde por primera vez entran gentiles en la Iglesia, Hch_8:26-40 ; 9:32-11:18, al tiempo que la conversión de Pablo nos informa de que ya hay cristianos en Damasco y presagia la evangelización de Cilicia, Hch_9:1-30 . Estribillos, como Hch_9:31 (que añade Galilea) ponen bien de relieve la difusión de la fe. A continuación es Antioquía la que recibe el mensaje de Jesús, Hch_11:19-26 y que se va a convertir en un foco de irradiación, no sin guardar con Jerusalén contactos en los que se toman acuerdos sobre los principales problemas misioneros, Hch_11:27-30 ; Hch_15:1-35 . Se trata ahora, en efecto, de que el Evangelio llegue a los gentiles. A partir de la conversión de Cornelio, Pedro, después de ser encarcelado en Jerusalén, sale con destino desconocido, Hch_12:17 ; y en adelante es Pablo quien, en el relato de Lucas, ocupará el primer plano. Después de un primer viaje con Bernabé a Chipre y Asia Menor antes de la asamblea de Jerusalén, 13-14 , dos viajes más le llevarán hasta Macedonia y Grecia, 15:36-18:22, y a Éfeso, 18:23-21:17. Siempre regresa a Jerusalén, y su arresto en esta ciudad, seguido de su encarcelamiento en Cesarea, 21:18-26:32, le permitirán ser conducido, preso pero siempre misionero, hasta Roma, donde, aun sin librarse de las cadenas, anuncia a Cristo, 27-28 . Vista desde Jerusalén, esta capital del imperio representa perfectamente «los confines de la tierra», por lo que Lucas puede aquí poner fin a su libro.

Podremos quizá lamentar que no nos haya dicho nada de la actividad de los otros apóstoles, ni de la fundación de ciertas iglesias como la de Alejandría, o incluso la de Roma, donde la fe cristiana se había implantado ciertamente antes de la llegada del Apóstol (ver la Epístola a los Romanos, sobre todo Hch_15:22 ss). Nada dice tampoco del apostolado de Pedro fuera de Palestina, y es verdad que la persona de Pablo ocupa en su obra un lugar preponderante, hasta el punto de llenar ella sola toda la segunda mitad. Más que una historia materialmente completa, lo que Lucas ha querido darnos es una exposición de la fuerza de expansión espiritual del Cristianismo; y la enseñanza teológica que ha sabido deducir de los hechos de que disponía posee un valor universal e insustituible, que constituye el valor auténtico de su obra.

Esta aportación doctrinal es múltiple y no podemos evocar aquí más que sus puntos principales. Lo que la obra expone es la fe en Cristo, base del kerygma apostólico. Por los discursos conocemos los principales textos escriturísticos que sirvieron, bajo la guía del Espíritu, para la formulación de la cristología y la argumentación ante los judíos; son de notar particularmente los temas del Siervo, Hch_3:13 , Hch_3:26 ; Hch_4:27 , Hch_4:30 ; Hch_8:32-33 , y de Jesús nuevo Moisés, Hch_3:22 s; Hch_7:20 s, y nuevo Elías, Hch_1:9-11 ; Hch_3:20-21 . La resurrección se prueba por el Sal_16:8-11 ( Hch_2:24-32 ; Hch_13:34-37 ). La historia del pueblo elegido debe poner en guardia a los judíos contra la resistencia a la gracia, Hch_7:2-53 ; Hch_13:16-41 . Para los gentiles, se recurre a argumentos de una teodicea más general, Hch_14:15-17 ; Hch_17:22-31 . Pero los apóstoles son ante todo «testigos», Hch_1:8 +, y Lucas nos resume su «kerygma», Hch_2:22 +, relatándonos también sus signos taumatúrgicos. El problema crucial de la Iglesia naciente tenía que ser el acceso de los gentiles a la salvación, y sobre este punto el libro de los Hechos nos brinda alguna luz, aunque sin descubrirnos toda la envergadura de las dificultades y de las controversias ocasionadas por esta cuestión en la Iglesia e incluso entre sus dirigentes (ver Gál_2:11 +): los hermanos de Jerusalén, agrupados en torno a Santiago, siguen fieles a la Ley judía, Hch_15:1 , Hch_15:5 ; Hch_21:20 s; pero los «helenistas», cuyo portavoz es Esteban, sienten la necesidad de romper con el culto del Templo; y Pedro, y después sobre todo Pablo, hacen triunfar en la asamblea de Jerusalén el principio de la salvación por la fe en Cristo, que dispensa a los gentiles de la circuncisión y de las observancias mosaicas. No es menos cierto que Lucas nos muestra a Pablo empezando siempre por dirigirse a los judíos, para volverse después a los gentiles sólo cuando se ve rechazado por sus hermanos de raza, Hch_13:5 +. Sobre la vida de las comunidades cristianas nos bosqueja un cuadro que tiene tintes sin duda ideales, por no decir utópicos, pero que se inspira en los recuerdos de los primeros años tanto como en las realidades eclesiales de una época más tardía: vida de oración y reparto de bienes en la joven iglesia de Jerusalén; administración del bautismo de agua y del bautismo en el Espíritu, Hch_1:5 +; celebración de la Eucaristía, Hch_2:42 +; esbozos de organización eclesiástica en los «profetas» y los «doctores», Hch_13:1 +, o también en los «presbíteros» que presiden la iglesia de Jerusalén, Hch_11:30 +, y que Pablo establece en las iglesias que él funda, Hch_14:23 . Todo ello impregnado, dirigido, impulsado por un soplo invencible del Espíritu Santo. A este Espíritu, sobre el que Lucas había ya insistido en su evangelio, Luc_4:1 +, lo presenta en acción incesante en la expansión de la Iglesia, Hch_1:8 +, hasta el punto de que se ha podido llamar a los Hechos «el evangelio del Espíritu Santo». Es esto lo que da a esta obra ese aroma de alegría espiritual, de maravilla sobrenatural, de la que sólo podrán extrañarse los que no comprenden ese fenómeno único en el mundo que fue el nacimiento del Cristianismo. Si a todas estas riquezas teológicas añadimos la preciosa aportación de tantos detalles concretos que de otro modo no habríamos conocido, si se acierta a saborear los retratos de fina psicología en que Lucas se distingue, piezas incisivas y hábiles como el discurso delante de Agripa, 26 , páginas conmovedoras como el adiós a los presbíteros de Éfeso, Hch_20:17-38 , relatos vivos y realistas como el motín de los orfebres, Hch_19:23-41 , se convendrá en que este libro, único en su género en el NT, representa un tesoro cuya falta hubiera empobrecido notablemente nuestro conocimiento de los orígenes del Cristianismo.

El texto de los Hechos, como el del resto del NT, ha llegado a nosotros con muchas variantes de detalle. Pero más que en otros libros merecen retener nuestra atención las que provienen del texto llamado «occidental» (códice de Beza, versiones latina, siríaca y copta, antiguos escritores eclesiásticos). Ofrecen éstas un texto que es a menudo más conciso que el texto alejandrino, pero que contiene también detalles concretos y pintorescos que el otro desconoce. En realidad, estas dos tradiciones textuales parecen representar redacciones sucesivas del libro de los Hechos. Nuestra traducción se ha hecho las más de las veces sobre el texto alejandrino, pero un buen número de variantes del texto occidental se han señalado en nota o incluso han sido admitidas en el texto traducido.

Fuente: Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros

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Notas

Hechos 26,1
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Hch_13:16


Hechos 26,2
NOTAS

26:2 Tras un exordio insinuante, vv. Hch_26:2-3; ver Hch_24:2-3, Hch_24:10, Pablo proclama la perfecta conformidad de su fe cristiana con la creencia farisea en la resurrección, vv. Hch_26:4-8; ver Hch_23:8+; refiere luego las circunstancias de su conversión, vv. Hch_26:9-18; ver Hch_9:1-18; Hch_22:3-16; concluye con un resumen de su predicación, que no presenta el Cristianismo más que como el cumplimiento de las Escrituras, vv. Hch_26:19-23; ver Hch_13:15-47. Detrás de la controversia, se ve aparecer aquí toda la cuestión de las relaciones entre Judaísmo y Cristianismo, ver Hch_24:14+.

Hechos 26,3
NOTAS

26:3 Otra traducción: «porque tú conoces mejor que nadie».

Hechos 26,4
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Hch_22:3

Hechos 26,6
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Hch_23:6

Hechos 26,7
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Dan_12:1-3; 2Ma_7:9

NOTAS

26:7 La esperanza mesiánica se concreta en la creencia en la resurrección de los justos destinados a tomar parte en el Reino al fin de los tiempos, ver Dan_12:1-3; 2Ma_7:9+. Esta esperanza ha comenzado a realizarse con la resurrección de Cristo, que de este modo se convierte en el fundamento de la esperanza cristiana, 1Co_15:15-22; Col_1:18.

Hechos 26,8
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Rom_4:17; 2Co_1:9; Heb_11:19

NOTAS

26:8 Var. vv. Hch_26:7-8 : «esta promesa por la que nuestras doce tribus rinden a Dios, noche y día, un culto asiduo, en la esperanza de alcanzar su cumplimiento; por ella soy ahora acusado por los judíos; esto es, que Dios resucita a los muertos».

Hechos 26,9
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] = Hch_9:1-18

[2] = Hch_22:5-16

[3] Mat_2:23+

Hechos 26,10
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Hch_9:13+

[2] Hch_8:1; Hch_22:20

Hechos 26,14
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Hch_21:40+

[2] 1Co_9:16 s

NOTAS

26:14 Expresión proverbial entre los griegos para caracterizar una resistencia inútil: como la del buey, que al dar coces contra el aguijón, sólo consigue lastimarse.

Hechos 26,16
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Eze_2:1

[2] Hch_1:8+; Hch_20:24

Hechos 26,17
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Jer_1:5-8

Hechos 26,18
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Isa_42:7; Isa_42:16; Hch_9:17-18; Jua_8:12+; Col_1:12-14; 1Pe_2:9

[2] Deu_33:3-4

NOTAS

26:18 (a) La misión de Pablo se describe aquí por medio de rasgos bíblicos relativos a las grandes misiones proféticas: Jeremías, el Siervo de Yahvé.

26:18 (b) En Hch_9:17-18, el que pasa de las tinieblas a la luz es Pablo, al recobrar la vista. En Hch_22:16 (ver Hch_9:18), es Pablo el que debe purificarse de sus pecados recibiendo el bautismo. De este modo, lo que él mismo ha experimentado se convierte en símbolo de su misión con respecto a los demás.

Hechos 26,19
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Gál_1:16

Hechos 26,20
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Hch_2:38+; Luc_3:8 p

Hechos 26,21
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Hch_21:30-31

Hechos 26,22
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Hch_2:23+

Hechos 26,23
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Co_15:20-23

[2] Hch_13:47

Hechos 26,24
NOTAS

26:24 Festo queda aturdido por la erudición bíblica de Pablo y, sin duda, también por el estilo judío de argumentar. Agripa, por su parte, se calla, visiblemente afectado; ver su respuesta evasiva en el v. Hch_26:28.

Hechos 26,25
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Jua_18:37-38

Hechos 26,26
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Hch_13:46+

NOTAS

26:26 Se trata de hechos que dan cumplimiento a las Escrituras (v. 23): la pasión y la resurrección de Jesús, la extensión de la predicación apostólica. Todo esto es público y notorio.

Hechos 26,28
NOTAS

26:28 La palabra conserva aún su valor de apodo, ver Hch_11:26+. -Var.: «Por poco, con tus argumentos, haces de mí un cristiano» o bien: «Por poco te convences de que me has hecho cristiano».

Hechos 26,29
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Hch_28:20

NOTAS

26:29 Juego de palabras con el «por poco» de Agripa.

Hechos 26,31
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Hch_23:29+

Hechos 26,32
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Hch_25:11; Hch_28:19