I Samuel 10 Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998) | 27 versitos |
1 Tomó Samuel el cuerno de aceite y lo derramó sobre la cabeza de Saúl, y después le besó diciendo: «¿No es Yahvé quien te ha ungido como caudillo de su heredad? Tú regirás al pueblo de Yahvé y le librarás de la mano de los enemigos que lo rodean. Y ésta será para ti la señal de que Yahvé te ha ungido como caudillo de su heredad.
2 En cuanto te separes hoy de mí, encontrarás dos hombres junto a la tumba de Raquel, sobre la frontera de Benjamín, en Selsaj, y ellos te dirán: “Las asnas que has ido a buscar ya han aparecido. Ahora tu padre ha olvidado el asunto de las asnas y está preocupado por vosotros, diciendo: ¿Qué debo hacer por mi hijo?”
3 Pasando más allá, cuando llegues a la Encina del Tabor, encontrarás tres hombres que suben hacia Dios, a Betel, uno llevará tres cabritos, otro llevará tres tortas de pan, y el tercero llevará un odre de vino.
4 Te saludarán y te darán dos ofrendas de pan, que tú tomarás de su mano.
5 Llegarás después a Guibeá de Dios, donde se encuentran los gobernadores de los filisteos, y a la entrada de la ciudad tropezarás con un grupo de profetas que bajan del alto, precedidos del añafil, el adufe, la flauta y la cítara, en trance profético.
6 Te invadirá entonces el espíritu de Yahvé, entrarás en trance con ellos y quedarás cambiado en otro hombre.
7 Cuando se te hayan cumplido estas señales, haz lo que te viniere a mano, porque Dios está contigo.
8 Bajarás delante de mí a Guilgal, y yo me reuniré allí contigo para ofrecer holocaustos y sacrificios de comunión. Esperarás siete días a que yo vaya a tu encuentro y te diré lo que debes hacer.»
9
Vuelta de Saúl.
Apenas volvió las espaldas para dejar a Samuel, le cambió Dios el corazón y todas las señales se realizaron aquel mismo día.
10 Cuando llegaron allí, a Guibeá, venía frente a él un grupo de profetas; le invadió el espíritu de Dios y se puso en trance en medio de ellos.
11 Los que lo conocían de toda la vida lo vieron profetizando con los profetas, y todos los del pueblo se decían entre sí: «¿Qué le ha pasado al hijo de Quis? ¿Conque también Saúl anda entre los profetas?»
12 Replicó uno de allá: «Y ¿quién es su padre?» Y así pasó a proverbio: «¿Conque también Saúl entre los profetas?»
13 Y cuando salió del trance se fue a su casa.
14 El tío de Saúl le dijo a él y a su criado: «¿A dónde habéis ido?» Contestó: «A buscar las asnas. Y como no vimos nada, acudimos a Samuel.»
15 Dijo el tío de Saúl: «Vamos, cuéntame qué os ha dicho Samuel.»
16 Saúl dijo a su tío: «Sencillamente, nos avisó que las asnas habían aparecido.» Pero no le dijo ni palabra de lo que le había dicho Samuel acerca del reino.
17
Saúl es designado rey por suertes.
Samuel convocó al pueblo en Mispá junto a Yahvé.
18 Y dijo a los israelitas: «Así ha dicho Yahvé, el Dios de Israel: Yo hice subir a Israel de Egipto y os libré de la mano de Egipto y de la mano de todos los reinos que os tenían oprimidos.
19 Pero vosotros ahora habéis rechazado a vuestro Dios, a aquel mismo que os salvó de todos vuestros males y aprietos, y le habéis dicho: “No: tú asígnanos un rey”. Ahora, pues, compareced delante de Yahvé distribuidos por tribus y familias.»
20 Samuel hizo acercarse a todas las tribus de Israel y fue designada la tribu de Benjamín.
21 Hizo que se acercara la tribu de Benjamín por familias y fue designada la familia de Matrí. Y fue designado Saúl, hijo de Quis, y lo buscaron, pero no lo encontraron.
22 Entonces volvieron a interrogar a Yahvé: «¿Ha venido ese hombre?» Dijo Yahvé: «Aquí lo tenéis escondido entre la impedimenta.»
23 Corrieron y lo sacaron de allí y, puesto en medio del pueblo, les llevaba a todos la cabeza.
24 Dijo Samuel a todo el pueblo: «¿Veis al que ha elegido Yahvé? No hay como él en todo el pueblo.» Y todo el pueblo gritó: «¡Viva el rey!»
25 Samuel dictó al pueblo el fuero real y lo puso por escrito, depositándolo delante de Yahvé, y despidió Samuel a todo el pueblo, a cada cual a su casa.
26 También Saúl se fue a su casa, a Guibeá; le acompañaron algunos valientes a quienes Dios tocó el corazón.
27 Pero algunos malvados dijeron: «¡Qué nos va a salvar ése!» Y lo despreciaron y no le llevaron regalos. Pero él no contestó.

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Introducción a I Samuel

Los libros de Samuel formaban una sola obra en la Biblia hebrea. La división en dos libros se remonta a la traducción griega que ha unido asimismo Samuel y Reyes bajo un mismo título: los cuatro libros de los Reinos; la Vulgata los llama los cuatro libros de los Reyes. El Samuel hebreo corresponde a los dos primeros. Este título proviene de la tradición que atribuía al profeta Samuel la composición de este escrito.

El texto es uno de los peor conservados del AT. La traducción griega de los Setenta da un texto bastante diferente, que se remonta a un prototipo del que las cuevas de Qumrán han proporcionado importantes fragmentos. Existían, pues, varias recensiones hebraicas de los libros de Samuel.

Se distinguen en él cinco partes:
a) Samuel, 1 S 1-7;
b) Samuel y Saúl, 1 S 8-15;
c) Saúl y David, 1 S 16 a 2 S 1;
d) David, 2 S 2-20;
e) suplementos, 2 S 21-24.

La obra combina o yuxtapone diversas fuentes y tradiciones sobre los comienzos del período monárquico. Hay una historia del arca y de su cautiverio entre los filisteos, 1 S 4-6, en la que no aparece Samuel y que proseguirá en 2 S 6. Está enmarcada por un relato de la infancia de Samuel, 1 S 1-3, y por otro relato que presenta a Samuel como el último de los Jueces y anticipa la liberación del yugo filisteo, 7. Samuel desempeña un papel esencial en la historia de la institución de la realeza, 1 S 8-12, donde se han distinguido desde hace tiempo dos grupos de tradiciones: 9; 1Sa_10:1-16 ; 11, por una parte, y 8; 1Sa_10:17-24 ; 12, por otra. Al primer grupo se le ha denominado versión monárquica del acontecimiento, y al segundo, versión antimonárquica; esta última sería posterior. En realidad ambas tradiciones son antiguas y solamente representan tendencias diferentes; además, la segunda corriente no es tan antimonárquica como se afirma, sino que solamente se opone a una realeza que no respetaría los derechos de Dios. Las guerras de Saúl contra los filisteos son narradas en 13-14, con una primera versión del rechazo de Saúl, 1Sa_13:7 a; una segunda versión de este rechazo se da en 15, en conexión con una guerra contra los amalecitas. Este rechazo prepara la unción de David por Samuel, 1Sa_16:1-13 . Sobre los comienzos de David y sus desavenencias con Saúl, se han recogido tradiciones paralelas y, al parecer, de igual antigüedad en 1Sa 16:14 - 2 S 1, donde los duplicados son frecuentes. El final de esta historia se encuentra en 2 S 2-5: el reinado de David en Hebrón, la guerra filistea y la toma de Jerusalén aseguran la confirmación de David como rey sobre todo Israel, 2Sa_5:12 . El cap. 6 prosigue la historia del arca; la profecía de Natán, 7, es antigua, pero ha sido retocada; el cap. 8 es un resumen redaccional. En 2 S 9 se inicia una larga narración que no concluirá hasta el comienzo de Reyes, 1R 1-2. Es la historia de la familia de David y de las luchas en torno a la sucesión al trono, escrita por un testigo ocular, en la primera mitad del reinado de Salomón. Queda interrumpida por 2 S 21-24, que agrupa trozos de origen diverso sobre el reinado de David.

Es posible que desde los primeros siglos de la monarquía hayan tomado cuerpo, además de la gran historia de 2 S 9-20, otras agrupaciones literarias: un primer ciclo de Samuel, dos historias de Saúl y David. Es posible, asimismo, que estos conjuntos hayan sido combinados en torno al año 700, pero los libros no recibieron su forma definitiva hasta que fueron incorporados a la gran historia deuteronomista. Sin embargo, la influencia del Deuteronomio resulta aquí menos visible que en Jueces y Reyes. Se la descubre particularmente en los primeros capítulos de la obra, especialmente en 1Sa_2:22-36 ; 7 y 12, quizá en una modificación de la profecía de Natán, 2 S 7; pero el relato de 2 S 9-20 se ha conservado casi sin retoque.

Los libros de Samuel abarcan el período que va de los orígenes de la monarquía israelita al final del reinado de David. La expansión de los filisteos (la batalla de Afec, 1 S 4, se sitúa hacia el 1050) ponía en peligro la existencia misma de Israel e impuso la monarquía. Saúl, hacia el 1030, es, en un principio, como un continuador de los Jueces, pero su reconocimiento por todas las tribus le confiere una autoridad universal y permanente: ha nacido la realeza. Comienza la guerra de liberación y los filisteos son arrojados hasta su territorio, 1 S 14; los encuentros ulteriores tienen lugar en los confines del territorio israelita, 1 S 17 (valle del Terebinto), 28 y 31 (Gelboé). Este último combate acaba en desastre y en él muere Saúl, hacia el 1010. La unidad nacional se ve de nuevo comprometida, David es consagrado rey en Hebrón por los de Judá, y las tribus del Norte le oponen a Isbaal, descendiente de Saúl, refugiado en Transjordania. Sin embargo, el asesinato de Isbaal hace posible la unión, y David es reconocido rey por Israel.

El segundo libro de Samuel no da más que un resumen de los resultados políticos del reinado de David: fueron, sin embargo, considerables. Los filisteos fueron definitivamente rechazados, la unificación del territorio concluye con la absorción de los enclaves cananeos, y en primer lugar Jerusalén, que se convirtió en la capital política y religiosa del reino. Fue sometida Transjordania, y David extendió su dominio sobre los arameos de Siria meridional. Con todo, cuando murió David, hacia el 970, la unidad nacional no estaba verdaderamente consolidada; David era rey de Israel y de Judá y estas dos fracciones se oponían a menudo: la rebelión de Absalón fue sostenida por las gentes del Norte, el benjaminita Seba quiso sublevar al pueblo al grito de «A tus tiendas, Israel». Se presiente ya el cisma.

Estos libros traen un mensaje religioso; exponen las condiciones y las dificultades de un reino de Dios sobre la tierra. El ideal sólo se ha conseguido bajo David; este logro ha sido precedido por el fracaso de Saúl y será seguido por todas las infidelidades de la monarquía, que atraerán la condenación de Dios y provocarán la ruina de la nación. A partir de la profecía de Natán, la esperanza mesiánica se ha alimentado de las promesas hechas a la casa de David. El NT se refiere a ellas tres veces, Hch_2:30 , 2Co_6:18 , Heb_1:5 . Jesús es descendiente de David, y el nombre de hijo de David que le da el pueblo es el reconocimiento de sus títulos mesiánicos. Los Padres han establecido un paralelo entre la vida de David y la de Jesús, el Cristo, el Ungido, elegido para salvación de todos, rey del pueblo espiritual de Dios y, sin embargo, perseguido por los suyos.

Fuente: Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros

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Notas

I Samuel 10,1
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Sa_9:16-17

[2] 1Sa_14:10+; Deu_32:9; Deu_7:6+


I Samuel 10,2
NOTAS

10:2 Nombre de lugar de localización desconocida.

I Samuel 10,4
NOTAS

10:4 El hebr. dice «dos panes» y omite la palabra «ofrenda», porque, en una época tardía, este término designaba lo destinado a los sacerdotes, y Saúl era laico, ver Lev_23:17-20.

I Samuel 10,5
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Sa_13:3

NOTAS

10:5 (a) Otro nombre de Guibeá, la patria de Saúl, 1Sa_10:10 s; 1Sa_11:4; 1Sa_15:34.

10:5 (b) Lo extraño del plural hebreo en esta palabra ha hecho que las versiones la hayan leído en singular. Esta precisión prepara 1Sa_13:3.

10:5 (c) Estos profetas, que vivían en grupos, provocaban con la música y las gesticulaciones un éxtasis que se hacía contagioso, 1Sa_19:20-24; 1Re_22:10 s. Se los ha comparado con las hermandades de derviches modernos. Los pueblos vecinos de Israel conocían (p.e. los profetas de Baal, 1Re_18:25-29) esta forma inferior de vida religiosa, que el culto de Yahvé toleró por largo tiempo, 1Re_18:4. Los encontramos de nuevo, esta vez sosegados, en torno a Eliseo, 2Re_2:3+. Los grandes profetas de Israel serán de otra clase, ver la Introducción a los profetas.

I Samuel 10,6
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Jue_3:10+

I Samuel 10,7
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Gén_39:2

I Samuel 10,8
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Lev_1:1+; 1Sa_3:1+

NOTAS

10:8 Cerca de Jericó, ver Jos_4:19+. 1Sa_10:8 es una adición que prepara 1Sa_13:8-15 y que procede de otra fuente.

I Samuel 10,10
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Sa_19:20-24

NOTAS

10:10 El relato no se detiene a referir el cumplimiento de las dos primeras señales. La tercera es, por lo demás, de naturaleza diferente y se apoya en un proverbio que se repite en 1Sa_19:18-24.

I Samuel 10,12
NOTAS

10:12 La pregunta da a entender que este grupo no puede reclamar para sí un fundador o un antepasado con prestigio. Este juicio negativo alcanza también a Saúl, cuya presencia causa extrañeza.

I Samuel 10,17
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Sa_7:5+

NOTAS

10:17 Tradición del santuario de Mispá, ver 1Sa_7:5+, paralela a la de la unción, 9:26—10:16. Sobre este sorteo, ver Jos_7:14-18.

I Samuel 10,18
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Jue_6:8-9; Éxo_20:2; Lev_25:38

I Samuel 10,20
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Jos_7:16-18

I Samuel 10,21
NOTAS

10:21 El proceso del sorteo es descrito aquí de forma muy simplificada.

I Samuel 10,23
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Sa_9:2

I Samuel 10,24
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Re_1:39; 2Re_11:12

I Samuel 10,25
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Sa_8:11-18; Deu_17:18-20; Jos_24:26-28

NOTAS

10:25 Este «fuero real», ver 1Sa_8:11-13, es aquí un texto escrito, una «constitución», un pacto que liga entre sí al rey y al pueblo, ver 2Re_11:17.

I Samuel 10,26
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Sa_11:12-14

NOTAS

10:26 «algunos valientes» griego; hebr. corrompido.

I Samuel 10,27
NOTAS

10:27 Lit. «y estuvo como silencioso».