I Macabeos 6 Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998) | 63 versitos |
1
Fin de Antíoco Epífanes.
El rey Antíoco, en su recorrido por la región alta, tuvo noticia de que había una ciudad en Persia, llamada Elimaida, famosa por sus riquezas, su plata y su oro.
2 Tenía un templo rico en extremo, donde se guardaban armaduras de oro, corazas y armas dejadas allí por Alejandro, hijo de Filipo, rey de Macedonia, que fue el primer rey de los griegos.
3 Allá se fue con intención de tomar la ciudad y entrar a saco en ella. Pero no lo consiguió, porque los habitantes de la ciudad, al conocer sus propósitos,
4 le ofrecieron resistencia armada, y tuvo que salir huyendo y marcharse de allí con gran tristeza para volverse a Babilonia.
5 Todavía se hallaba en Persia, cuando llegó un mensajero anunciándole la derrota de las tropas enviadas a la tierra de Judá.
6 Lisias, en primer lugar, había ido al frente de un poderoso ejército, pero había tenido que huir ante los judíos. Éstos se habían crecido con las tropas y los muchos despojos tomados a los ejércitos vencidos.
7 Habían destruido la Abominación levantada por él sobre el altar de Jerusalén. Habían rodeado de altas murallas como antes el santuario, así como a Bet Sur, ciudad del rey.
8 Ante tales noticias, quedó el rey consternado, presa de intensa agitación, y cayó en cama enfermo de pesadumbre por no haberle salido las cosas como él quería.
9 Muchos días permaneció allí, renovándose sin cesar su profunda tristeza, hasta que sintió que se iba a morir.
10 Hizo venir entonces a todos sus amigos y les dijo: «Huye el sueño de mis ojos y mi corazón desfallece de ansiedad.
11 Me decía a mí mismo: ¿Por qué he llegado a este extremo de aflicción y me encuentro en tan gran tribulación, siendo así que he sido bueno y amado en mi gobierno?
12 Pero ahora caigo en cuenta de los males que hice en Jerusalén, cuando me llevé los objetos de plata y oro que en ella había y envié gente para exterminar sin motivo a los habitantes de Judá.
13 Reconozco que por esta causa me han sobrevenido los males presentes y muero de inmensa pesadumbre en tierra extraña.»
14
Advenimiento de Antíoco V.
Llamó luego a Filipo, uno de sus amigos, y lo puso al frente de todo su reino.
15 Le dio su diadema, sus vestidos y su anillo, encargándole que educara a su hijo Antíoco y lo preparara para que fuese rey.
16 Allí murió el rey Antíoco el año ciento cuarenta y nueve.
17 Lisias, al saber la muerte del rey, puso en el trono a su hijo Antíoco, al que había educado desde niño, y le dio el sobrenombre de Eupátor.
18
Judas Macabeo pone cerco a la Ciudadela de Jerusalén.
La guarnición de la Ciudadela tenía sitiado a Israel en el recinto del Lugar Santo; buscaba siempre ocasión de causarle mal y de ofrecer apoyo a los paganos.
19 Resuelto Judas a exterminarlos, convocó a todo el pueblo para sitiarlos.
20 El año ciento cincuenta, una vez reunidos, dieron comienzo al sitio de la Ciudadela y construyeron plataformas de tiro e ingenios de guerra.
21 Pero algunos de los sitiados lograron romper el cerco y juntándoseles otros de entre los impíos de Israel,
22 acudieron al rey para decirle: «¿Hasta cuándo vas a estar sin hacer justicia y sin vengar a nuestros hermanos?
23 Nosotros aceptamos de buen grado servir a tu padre, seguir sus órdenes y obedecer sus edictos.
24 Ésta es la causa por la que nuestros conciudadanos se nos muestran hostiles. Han matado a cuantos de nosotros han caído en sus manos y nos han arrebatado nuestras haciendas.
25 Pero no sólo han alzado su mano sobre nosotros, sino también sobre todos tus territorios.
26 He aquí que hoy tienen puesto cerco a la Ciudadela de Jerusalén con intención de tomarla y han fortificado el santuario y Bet Sur.
27 Si no te apresuras a atajarles, se atreverán a más, y ya te será imposible contenerlos.»
28
Campaña de Antíoco V y de Lisias.
Batalla de Bet Zacaría.
Al oírlo el rey, montó en cólera y convocó a todos sus amigos, capitanes del ejército y comandantes de la caballería.
29 Le llegaron tropas mercenarias de otros reinos y de las islas del mar.
30 El número de sus fuerzas era de cien mil infantes, veinte mil jinetes y treinta y dos elefantes adiestrados para la guerra.
31 Viniendo por Idumea, pusieron cerco a Bet Sur y la atacaron durante mucho tiempo, valiéndose de ingenios de guerra. Pero los sitiados, en salidas que hacían, se los quemaban y peleaban valerosamente.
32 Entonces Judas partió de la Ciudadela y acampó en Bet Zacaría, frente al campamento real.
33 El rey se levantó de madrugada y puso en marcha el ejército con todo su ímpetu por el camino de Bet Zacaría. Los ejércitos se dispusieron para entrar en batalla y se tocaron las trompetas.
34 A los elefantes les habían mostrado zumo de uvas y moras para prepararlos al combate.
35 Las bestias estaban repartidas entre las falanges. Mil hombres, con cota de malla y casco de bronce en la cabeza, se alineaban al lado de cada elefante. Además, con cada bestia iban quinientos jinetes escogidos,
36 que estaban donde el animal estuviese y lo acompañaban adonde fuese, sin apartarse de él.
37 Cada elefante llevaba sobre sí, sujeta con cinchas, una torre fuerte de madera como defensa y tres guerreros que combatían desde ella, además del conductor.
38 Al resto de la caballería el rey lo colocó a un lado y otro, en los flancos del ejército, con la misión de hostigar al enemigo y proteger las falanges.
39 Cuando el sol dio sobre los escudos de oro y bronce, resplandecieron los montes a su fulgor y brillaron como antorchas encendidas.
40 Una parte del ejército real se desplegó por las alturas de los montes, mientras algunos lo hicieron por el llano; y avanzaban con seguridad y buen orden.
41 Se estremecían todos los que oían el griterío de aquella muchedumbre y el estruendo que levantaba al marchar y entrechocar las armas; era, en efecto, un ejército numeroso y fuerte.
42 Judas y su ejército se adelantaron para entrar en batalla, y sucumbieron seiscientos hombres del ejército real.
43 Eleazar, llamado Avarán, viendo una de las bestias que iba protegida de una coraza real y que aventajaba en corpulencia a todas las demás, creyó que el rey iba en ella,
44 y se entregó por salvar a su pueblo y conseguir un nombre inmortal.
45 Corrió audazmente hasta la bestia, metiéndose entre la falange, matando a derecha e izquierda y haciendo que los enemigos se apartaran de él a un lado y a otro;
46 se deslizó debajo del elefante e hiriéndole por debajo, lo mató. Cayó a tierra el animal sobre él y allí murió Eleazar.
47 Los judíos, al fin, viendo la potencia del reino y la impetuosidad de sus tropas, cedieron ante ellas.
48
Los sirios toman Bet Sur y sitian el monte Sión.
El ejército real subió a Jerusalén, al encuentro de los judíos, y el rey acampó contra Judea y contra el monte Sión.
49 Hizo la paz con los de Bet Sur, que salieron de la ciudad al no tener allí víveres para sostener el sitio por ser año sabático para la tierra.
50 El rey ocupó Bet Sur y dejó allí una guarnición para su defensa.
51 Muchos días estuvo sitiando el santuario. Levantó allí plataformas de tiro e ingenios de guerra, lanzallamas, catapultas, escorpiones de lanzar flechas y hondas.
52 Por su parte, los sitiados construyeron ingenios contra los ingenios de los otros y combatieron durante muchos días.
53 Pero no había víveres en los almacenes, porque aquel era año séptimo, y además los israelitas liberados de los paganos y traídos a Judea habían consumido las últimas reservas.
54 Víctimas, pues, del hambre, dejaron unos pocos hombres en el Lugar Santo y los demás se dispersaron cada uno a su casa.
55
El rey concede a los judíos la libertad religiosa.
Lisias se enteró de que Filipo, aquel a quien el rey Antíoco había confiado antes de morir la educación de su hijo Antíoco para el trono,
56 había vuelto de Persia y Media y con él las tropas que acompañaron al rey, y que trataba de hacerse con la dirección del gobierno.
57 Entonces se apresuró a señalar la conveniencia de volverse, diciendo al rey, a los capitanes del ejército y a la tropa: «De día en día venimos a menos; las provisiones faltan; la plaza que asediamos está bien fortificada y los negocios del reino nos urgen.
58 Demos, pues, la mano a estos hombres, hagamos la paz con ellos y con toda su nación
59 y permitámosles vivir según sus costumbres tradicionales, pues irritados por habérselas abolido nosotros, se han portado de esta manera.»
60 El rey y los capitanes aprobaron la idea y el rey envió a proponer la paz a los sitiados. Éstos la aceptaron,
61 y el rey y los capitanes se la juraron. Con esta garantía salieron de la fortaleza
62 y el rey entró en el monte Sión. Pero al ver la fortaleza de aquel lugar, violó el juramento que había hecho y ordenó destruir la muralla que lo rodeaba.
63 Luego, a toda prisa, partió y volvió a Antioquía, donde encontró a Filipo dueño de la ciudad. Le atacó y se apoderó de la ciudad por la fuerza.

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Introducción a I Macabeos

LOS LIBROS DE LOS MACABEOS

Introducción
Los dos libros de los Macabeos no formaban parte del canon de la Escritura de los judíos, pero han sido reconocidos por la Iglesia cristiana como inspirados (libros deuterocanónicos). Se refieren a la historia de las luchas sostenidas contra los soberanos seléucidas para conseguir la libertad religiosa y política del pueblo judío. El título les viene del sobrenombre de Macabeo dado al héroe principal de esta historia, 1Ma_2:4 , y que también se aplicó a sus hermanos.

El Primer libro de los Macabeos fija en su introducción, 1-2 , los adversarios que se enfrentan: el helenismo invasor, que halla cómplices en algunos judíos, y la reacción de la conciencia nacional, adherida a la Ley y al Templo. Por un lado, Antíoco Epífanes que profana el Templo y desencadena la persecución; por el otro, Matatías que lanza el grito de guerra santa. El cuerpo del libro se divide en tres partes, consagradas a las actividades de los tres hijos de Matatías que sucesivamente se ponen a la cabeza de la resistencia. Judas Macabeo (166-160 a. C.), 3:1-9:22, obtiene una serie de victorias sobre los generales de Antíoco, purifica el Templo y logra para los judíos la libertad de vivir conforme a sus costumbres. Bajo Demetrio I, las intrigas del sumo sacerdote Alcimo le crean dificultades, pero continúan sus éxitos militares, y Nicanor, que quería destruir el Templo, es derrotado y muerto. Judas busca la alianza de los romanos para asegurar sus posiciones. Muere en el campo de batalla. Le sucede su hermano Jonatán (160-142), 9:23-12:53. Las maniobras políticas alcanzan entonces mayor importancia que las operaciones militares. Jonatán se aprovecha con habilidad de las rivalidades de los que pretenden el trono de Siria: es nombrado sumo sacerdote por Alejandro Balas, reconocido por Demetrio II y confirmado por Antíoco VI. Trata de concertar alianza con los romanos y los espartanos. Va dilatándose el territorio sometido a su control y parece asegurada la paz interior, cuando Jonatán cae en manos de Trifón, que le hace morir, así como al joven Antíoco VI. El hermano de Jonatán, Simón (142-134), 13:1-16:24, apoya a Demetrio II, que recupera el poder. Demetrio, y luego Antíoco VII, le reconocen como sumo sacerdote, estratega y etnarca de los judíos. Con esto, está ya conseguida la autonomía política. Estos títulos le son confirmados por un decreto del pueblo. Se renueva la alianza con los romanos. Es una época de paz y prosperidad. Pero Antíoco VII se vuelve contra los judíos, y Simón, con dos de sus hijos, es asesinado por su yerno, que creía hacer con esto un servicio al soberano.

La narración, pues, abarca cuarenta años, desde la subida de Antíoco Epífanes, el año 175, hasta la muerte de Simón, a quien sucede Juan Hircano, el 134 a. C. Se escribió en hebreo, pero sólo se conserva en una traducción griega. Su autor es judío de Palestina y ha compuesto su obra después del 134, pero antes de la toma de Jerusalén por Pompeyo el 63 a. C. Las últimas líneas del libro, 1Ma_16:23-24 , indican que fue escrito hacia el final del reinado de Juan Hircano, como fecha más temprana, probablemente hacia el año 100 a. C. Es un documento precioso para la historia de aquel tiempo, siempre que se tenga en cuenta el género literario, imitación de las antiguas crónicas de Israel, y las intenciones del autor. Porque, por mucho que se extienda en narrar los sucesos de la guerra y las intrigas políticas, el autor quiere relatar una historia religiosa. Considera las desgracias de su pueblo como castigo del pecado y atribuye a la asistencia de Dios los éxitos de sus adalides. Es un judío celoso de su fe y ha comprendido que ésta era la que estaba en juego en la lucha entre la influencia pagana y las costumbres de los padres. Es, pues, un decidido adversario de la helenización y se siente lleno de admiración por los héroes que han combatido por la Ley y por el Templo, y que han conquistado para el pueblo la libertad religiosa y luego la independencia nacional. Es el cronista de una lucha en que se salvó el Judaísmo, portador de la Revelación.

Fuente: Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros

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Notas

I Macabeos 6,1
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |2Ma 9; 2Ma_1:11-17

NOTAS

6 El lugar propio de este episodio estaría, cronológicamente, antes de la Dedicación del Templo, 1Ma_4:36. El relato del fin de Antíoco Epífanes, referido de manera análoga por Polibio, es mucho más sobrio que en 2 M.

6:1 En realidad, no se conoce ninguna ciudad con el nombre de Elimaida, forma griega de «Elam», Gén_10:22. Elimaida es el país en torno a Susa, antigua capital de Persia, Neh_1:1, y, en sentido restringido, la región montañosa al nordeste de esta ciudad.


I Macabeos 6,2
NOTAS

6:2 El templo de Nanea-Artemis, ver 2Ma_1:13.

I Macabeos 6,7
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Ma_1:54; 1Ma_4:45

I Macabeos 6,8
NOTAS

6:8 En realidad Antíoco debió de morir antes de estos acontecimientos, pero el autor de 1 M tiene que adaptar su relato a la cronología que se ha fijado.

I Macabeos 6,13
NOTAS

6:13 De hecho, Persia dependía aún del imperio seléucida. -Para el autor de 1 M, la muerte del rey no es castigo por el saqueo del templo de Artemisa, como para el autor de 2 M, sino por el de Jerusalén. Pero los dos autores le atribuyen los mismos sentimientos de arrepentimiento.

I Macabeos 6,14
NOTAS

6:14 Este Filipo, a quien vuelve a encontrarse en 1Ma_6:55 y 2Ma_9:29, es distinto del Filipo de 2Ma_5:22; 2Ma_8:8. Nombrado regente y tutor del joven Antíoco, recibe en depósito las insignias reales destinadas a este último.

I Macabeos 6,16
NOTAS

6:16 En septiembre u octubre del 164.

I Macabeos 6,18
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Ma_1:33-35

I Macabeos 6,20
NOTAS

6:20 Es decir, 163-162. El asedio de la Ciudadela sigue a la expedición de Idumea que tuvo lugar después de Pentecostés del 163, 1Ma_1:33. El autor de 2 M no habla de ello.

I Macabeos 6,24
NOTAS

6:24 Al comienzo del v., el texto (excepto algunos mss y Vulg.) añade: «dieron comienzo al sitio», ditografía de 1Ma_6:20.

I Macabeos 6,25
NOTAS

6:25 «tus territorios» Vet. Lat.; «sus territorios» griego; «nuestros territorios» Vulg.

I Macabeos 6,28
NOTAS

6:28 En realidad, el que actúa es Lisias; Antíoco sólo tiene nueve años. -«comandantes», lit. «encargados de las riendas», título del que no hay otro testimonio.

I Macabeos 6,31
NOTAS

6:31 Probablemente por el valle del Terebinto, 1Sa_17:2, y Odolán, 2Ma_12:38. En Modín tendrá lugar un primer encuentro, 2Ma_13:14.

I Macabeos 6,32
NOTAS

6:32 A 9 km al norte de Bet Sur. Una aldea lleva todavía este nombre.

I Macabeos 6,37
NOTAS

6:37 «tres» conj.; «treinta (o treinta y dos)» griego y lat. El original hebr. traía sin duda salîsîm, «los tres (hombres que montan un carro)», ver Éxo_14:7; Éxo_15:4; 2Re_10:25; el traductor leería selôsîm, «treinta». -«el conductor», lit. «el hindú»: expresión que terminó designando la profesión.

I Macabeos 6,38
NOTAS

6:38 Lit. «con la misión de hostigar (al enemigo) y proteger (o cerrar) las falanges». -Una parte del texto dice faranxin en lugar de falanxin: «con la misión de cerrar las gargantas» (ver 1Ma_6:40?).

I Macabeos 6,39
NOTAS

6:39 Posiblemente una reminiscencia bíblica, ver 1Re_10:16.

I Macabeos 6,44
NOTAS

6:44 Ver Gál_1:4; 1Ti_2:6; Tit_2:14. -Parece tratarse de la acción que 2Ma_13:14 sitúa «en las cercanías de Modín».

I Macabeos 6,49
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Lev_25:1+

NOTAS

6:49 Según Lev_25:1, el año sabático excluía la siembra y la siega. Había comenzado el otoño del 164, ya que esta escasez data del otoño del 163.

I Macabeos 6,51
NOTAS

6:51 Los «escorpiones» son ballestas. Esta descripción de la artillería de sitio seléucida es la más completa de las conocidas.

I Macabeos 6,53
NOTAS

6:53 «en los almacenes» angeiois conj. según lat.; «en el santuario» hagiois griego.

I Macabeos 6,57
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |2Ma_11:13-33

I Macabeos 6,59
NOTAS

6:59 Este cambio se explica por la muerte de Antíoco Epífanes, partidario de la helenización a la fuerza, por el quebranto que la carencia de víveres produce en los dos campos, 1Ma_6:57, y por las intrigas de Filipo, 1Ma_6:56.

I Macabeos 6,62
NOTAS

6:62 El rescripto del rey, 2Ma_11:25, devolvía el templo a los judíos y no mencionaba las murallas, pero nuestro autor las considera inseparables y por lo mismo ve en este gesto el quebrantamiento de una promesa.