Nahúm.
Se ha sostenido, aunque sin pruebas suficientes, que esta introducción (o todo el libro) tenía origen cultual o, al menos, había sido empleado en la liturgia del Templo.
La profecía es algo anterior a la conquista de Nínive el 612. Se siente vibrar aquí toda la pasión de Israel contra el enemigo hereditario, el pueblo de Asur, se oye cantar a las esperanzas que despierta su caída. Mas, a través de este nacionalismo violento, que no vislumbra aún el Evangelio, ni siquiera el universalismo de la segunda parte de Isaías, se expresa un ideal de justicia y de fe: la ruina de Nínive es un juicio de Dios que castiga al enemigo del plan divino, Nah_1:11; Nah_2:1 [Nah_1:15], al opresor de Israel, Nah_1:12-13, y de todos los pueblos, Nah_3:1-7.
El opúsculo de Nahúm parece que alimentó las esperanzas humanas de Israel hacia el 612, pero la alegría fue breve y la ruina de Jerusalén siguió de cerca a la de Nínive. Entonces se amplió y ahondó el sentido del mensaje, e Isa_52:7 repite la imagen de Nah_2:1 [Nah_1:15] para describir la llegada de la salvación. En Qumrán se han encontrado los fragmentos de un comentario de Nahúm que aplicaba arbitrariamente las expresiones del profeta a los enemigos de la comunidad.