Eclesiástico 39 Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998) | 35 versitos |
1
El escriba.
No así el que se aplica de lleno
a meditar la ley del Altísimo.
Indaga la sabiduría de todos los antiguos,
y dedica su ocio a estudiar las profecías,
2 conserva los relatos de los hombres célebres,
y penetra en las sutilezas de las parábolas,
3 busca el sentido oculto de los proverbios,
y se interesa por los enigmas de las parábolas.
4 En medio de los poderosos presta su servicio,
se presenta ante los jefes;
viaja por tierras extranjeras,
experimenta lo bueno y lo malo de los hombres.
5 Por la mañana dirige su corazón
hacia el Señor, su Hacedor;
suplica ante el Altísimo,
abre su boca en oración,
y ruega por sus pecados.
6 Si el Señor, el Grande, lo quiere,
lo llenará de espíritu de inteligencia;
le hará derramar como lluvia las palabras de su sabiduría,
y en la oración dará gracias al Señor.
7 Enderezará su consejo y su ciencia,
y meditará los misterios ocultos.
8 Mostrará la instrucción recibida,
y se gloriará en la ley de la alianza del Señor.
9 Muchos elogiarán su inteligencia,
y jamás será olvidada.
No desaparecerá su recuerdo,
su nombre vivirá de generación en generación.
10 Las naciones hablarán de su sabiduría,
y la asamblea proclamará su alabanza.
11 Mientras viva, su nombre será famoso entre mil,
y cuando muera, esto le bastará.
12
Invitación a alabar a Dios.
Todavía voy a exponer mis reflexiones,
que estoy lleno como luna llena.
13 Escuchadme, hijos piadosos, y creced
como rosal plantado junto a corrientes de agua.
14 Como incienso derramad buen olor,
floreced como el lirio,
exhalad perfume, entonad un cantar,
bendecid al Señor por todas sus obras.
15 Reconoced la grandeza de su nombre,
dadle gracias, proclamad su alabanza,
con vuestros cánticos y con las cítaras,
alabadlo con estas palabras:
16 ¡Qué hermosas son todas las obras del Señor!,
todas sus órdenes se cumplen a su tiempo.
No hay por qué decir: ¿Qué es esto? Y esto ¿para qué sirve?
Todo se indagará a su tiempo.
17 A su palabra el agua se detuvo como una masa,
a su voz se formaron los depósitos de las aguas.
18 A una orden suya se cumple todo cuanto desea,
y nadie puede impedir su salvación.
19 Todas las acciones de los hombres están ante él,
y nada puede ocultarse a sus ojos.
20 Su mirada abarca toda la eternidad,
y nada le causa admiración.
21 No hay por qué decir: ¿Qué es esto? Y esto ¿para qué sirve?,
pues todo ha sido creado con un fin.
22 Su bendición se ha desbordado como un río,
como un diluvio ha inundado la tierra;
23 pero las naciones heredarán su ira,
como cuando él convirtió las aguas en salinas.
24 Para los fieles son llanos sus caminos,
para los malvados son piedras de tropiezo.
25 Desde el principio los bienes han sido creados para los buenos,
así como los males para los pecadores.
26 Esenciales para la vida del hombre
son: agua, fuego, hierro y sal,
flor de harina de trigo, leche y miel,
mosto, aceite y vestido.
27 Todas estas cosas son bienes para los piadosos,
pero para los pecadores se transforman en males.
28 Hay vientos creados para castigar,
y en su furia refuerzan los azotes;
en el momento final desencadenan su fuerza,
y desahogan la ira de su creador.
29 Fuego y granizo, hambre y muerte,
todos han sido creados para castigar.
30 Dientes de fieras, escorpiones, víboras
y espada vengadora para matar a los malvados.
31 Todos se alegran de recibir sus órdenes,
están preparados para intervenir en la tierra,
y llegada la ocasión no transgredirán su mandato.
32 Por eso desde el principio yo estaba convencido,
he reflexionado y lo he puesto por escrito:
33 «Las obras del Señor son todas buenas,
y él provee oportunamente a cualquier necesidad.
34 No hay por qué decir: Esto es peor que aquello,
porque todo será reconocido en su momento.
35 Y ahora con todo el corazón y a plena voz cantad himnos,
y bendecid el nombre del Señor.»

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Introducción a Eclesiástico

ECLESIÁSTICO
Introducción
Este libro forma parte de la Biblia griega, pero no figura en el canon judío. Es, pues, uno de los libros deuterocanónicos admitidos por la Iglesia cristiana. Sin embargo, fue compuesto en hebreo. San Jerónimo lo conoció en su lengua original y los rabinos lo citaron. Cerca de dos tercios de este texto hebreo fueron encontrados en 1896 en los restos de varios manuscritos de la Edad Media procedentes de una antigua sinagoga de El Cairo. Pequeños fragmentos han aparecido más recientemente en una cueva de Qumrán y en 1964 se ha descubierto en Masada un largo texto que contiene 39:27-44:17 en escritura de comienzos del siglo I a. C. Por último, en 1982, se ha encontrado un nuevo folio que contiene 31:24-32:7 y 32:12-33:8. Las variantes de estos testigos entre sí y en relación con las traducciones griega y siríaca indican que el libro circuló muy pronto en diversas recensiones.

Dado el estado fragmentario del texto hebreo, nuestra traducción se ha hecho sobre el texto griego (más exactamente, sobre los tres principales manuscritos, Sinaítico, Alejandrino y Vaticano, que forman lo que se llama «texto recibido»), indicando en nota determinadas variantes del hebreo.

Su título latino, Ecclesiasticus (liber), es una denominación reciente (San Cipriano), que sin duda subraya el uso oficial que de él hacía la Iglesia, en contraposición con la Sinagoga. En griego, ver la firma, Sir_51:30 , el libro se llamaba «Sabiduría de Jesús Ben Sirá» y el autor es también nombrado en Sir_50:27 . Actualmente los estudiosos le llaman Ben Sirá o el Sirácida (según la forma griega Sirac). El nieto del autor explica en un prólogo, vv. 1-34, que tradujo el libro cuando vino a residir en Egipto el año 38 del rey Evergetes, v.27. No puede tratarse más que de Tolomeo VII Evergetes, y la fecha corresponde al año 132 a. C. Su abuelo, Ben Sirá, vivió, pues, y escribió hacia el 190-180. Un argumento interno confirma esta fecha: Ben Sirá hace del sumo sacerdote Simón un elogio basado en recuerdos personales, Sir_50:1-21 . Se trata de Simón II, que no murió antes del 200.

Palestina acababa de entrar bajo la dominación de los Seléucidas, el 198. La adopción de costumbres extranjeras, la helenización, era favorecida por una parte de la clase dirigente, y pronto pretendería imponerla por la fuerza Antíoco Epífanes (175-163). Ben Sirá opone a estas amenazadoras novedades toda la fuerza de la tradición. Él es un escriba que une el amor de la Sabiduría al de la Ley. Está lleno de fervor por el Templo y sus ceremonias, lleno de respeto por el sacerdocio, pero también conoce a fondo los libros sagrados, los Profetas y, sobre todo, los escritos sapienciales. Y él mismo ha querido ofrecer la instrucción de la sabiduría para todos los que la buscan, Sir_33:18 ; Sir_50:27 , ver el prólogo del traductor, vv. 7-14.

Por su forma, el libro está claramente en la línea de sus predecesores y de sus modelos. Si exceptuamos la parte que celebra la gloria de Dios en la naturaleza, 42:15-43:33, y en la historia, 44:1-50:29, el libro no es menos heterogéneo que las colecciones de los Proverbios o que el Eclesiastés. Los temas más diversos son abordados sin orden y con reiteraciones; son tratados como pequeños cuadros que, sin mucha trabazón, agrupan breves máximas. Se añaden al libro dos apéndices: un himno de acción de gracias, Sir_51:1-12 , y un poema sobre la búsqueda de la sabiduría, Sir_51:13-30 . El texto hebreo de este último trozo se ha encontrado en una cueva de Qumrán, incluido en un manuscrito del Salterio; este descubrimiento confirma que al principio existió por separado antes de su agregación al Eclesiástico.

La doctrina es tan tradicional como la forma. La sabiduría que predica Ben Sirá viene del Señor, su principio es el temor de Dios, forma a la juventud y procura la felicidad. Tiene las mismas incertidumbres que Job y el Eclesiastés sobre el destino humano y el problema de las sanciones. Tiene fe en la retribución, siente la importancia trágica de la hora de la muerte, pero no sabe aún cómo pagará Dios a cada uno según sus obras. Sobre la naturaleza misma de la Sabiduría divina, Sir_24:1-22 , prolonga las intuiciones de los Proverbios y de Job.

Pero Ben Sirá es un innovador cuando identifica a la Sabiduría con la Ley proclamada por Moisés, Sir_24:23-24 , como también lo hará el poema sapiencial de Baruc, Bar_3:9-4:4; a diferencia, pues, de sus predecesores, integra la sabiduría en la corriente legalista. Más aún, ve la observancia de la Ley en una práctica del culto, Sir_35:1-10 ; es un fervoroso ritualista.

Y también, a diferencia de los antiguos sabios, Ben Sirá medita sobre la Historia de Salvación, 44:1-49:16. Hace desfilar a las grandes figuras del Antiguo Testamento, desde Henoc hasta Nehemías. De tres de ellos, Salomón (a pesar de ser el primer sabio), Roboán y Jeroboán, emite el mismo severo juicio que la historia deuteronómica y, como ésta, condena en bloque a todos los reyes, excepto a David, Ezequías y Josías. Pero se siente orgulloso del pasado de su pueblo, se detiene sobre todo en los santos y recuerda los prodigios que Dios realizó por medio de ellos. Dios hizo con Noé, Abrahán, Jacob, Moisés, Aarón, Pinjás y David una alianza, que sin duda abarca a todo el pueblo, pero que asegura privilegios duraderos a ciertas familias, sobre todo sacerdotales. Porque siente hondamente el honor del sacerdocio, en su galería de antepasados concede un rasgo excepcional a Aarón y Pinjás, y concluye con el entusiasta elogio de un contemporáneo, el sumo sacerdote Simón. Evoca las glorias pasadas con cierta melancolía pensando en el presente, y a propósito de los Jueces y de los Profetas Menores, desea que «reflorezcan sus huesos en su tumba», Sir_46:12 ; Sir_49:10 , que tengan sucesores. Escribe en vísperas de la sublevación de los Macabeos, y si la ha vivido, ha podido pensar que sus deseos han sido escuchados.

En esta Historia de Salvación, Ben Sirá, que pone de relieve la noción de Alianza, no deja, por decirlo así, ningún resquicio para la esperanza en una salvación futura. Es verdad que en su oración de Sir_36:1-17 recuerda a Dios sus promesas y le pide que tenga misericordia de Sión y reúna las tribus de Jacob. Pero esta expresión de un nacionalismo profético es excepcional en el Sirácida. Como auténtico sabio, parece haberse resignado a la situación, humillante, pero apacible, a la que su pueblo se veía reducido. Confía en que llegará la liberación, pero ésta será el premio de la fidelidad a la Ley, no la obra de un Mesías salvador. Ben Sirá es el último testigo canónico de la sabiduría judía en Palestina. Es el representante por excelencia de aquellos jasidim, los «piadosos» del Judaísmo, ver 1Ma_2:42 *, que pronto defenderán su fe contra la persecución de Antíoco Epífanes y que mantendrán en Israel islotes fieles en los que germinará la predicación de Cristo. Aunque no fue aceptado en el canon hebreo, el Eclesiástico aparece frecuentemente citado en los escritos rabínicos; en el Nuevo Testamento, la epístola de Santiago toma de él muchas expresiones, el evangelio de San Mateo se refiere a él varias veces, y, hoy todavía, la liturgia se hace eco de esta antigua tradición de sabiduría.

Fuente: Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros

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Notas

Eclesiástico 39,1
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Sal_1:2

NOTAS

39:1 Ley, sabiduría, profecías parece que son las tres partes de la Escritura, ver Prólogo, 1,8-10,24-25.


Eclesiástico 39,2
NOTAS

39:2 El escriba es ante todo el conservador de las Escrituras, pero también está encargado de explicarlas al pueblo, ver Esd_7:6+. Respecto de la parábola o masal, ver la Introducción.

Eclesiástico 39,4
NOTAS

39:4 El escriba es a menudo funcionario, ministro, embajador.

Eclesiástico 39,6
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Isa_11:2

Eclesiástico 39,10
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] = Sir_44:15

Eclesiástico 39,11
NOTAS

39:11 Lit. «él (ello) le basta» ekpoiei conj.; «trabaja para él (?)» empoiei griego. -Texto difícil. El sentido parece ser que si muere sin haber tenido tiempo de alcanzar la gloria humana, no debe el escriba dolerse de sus esfuerzos.

Eclesiástico 39,13
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Sal_1:3

Eclesiástico 39,16
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Sal_104:24; Sal_33:9

[2] Ecl_3:11

NOTAS

39:16 Estos dos esticos, que sólo se encuentran en el griego, son parcialmente un duplicado de Sir_39:21. Parece que significan: inútil plantear prematuramente cuestiones sobre el orden del mundo. Un día u otro, por la recompensa o el castigo, Dios hará ver la utilidad de tal o cual elemento que planteaba dificultades (Sir_39:21, Sir_39:34). Entonces, el sabio que estudie las cosas «a su tiempo», las comprenderá. Puede haber en este pasaje un intento de puntualización de algunas páginas pesimistas del Eclesiastés.

Eclesiástico 39,17
NOTAS

39:17 Alusiones a los muchos milagros referentes al agua: creación, Gén_1:9, diluvio, Gén_7:11, paso del mar, Éxo_14:21-22, y del Jordán, Jos_3:16, y quizá también al misterio de las nubes, depósitos inagotables. Ver Sal_104:6-13.

Eclesiástico 39,18
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Sa_14:6

Eclesiástico 39,19
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Sab_1:7-8

Eclesiástico 39,22
NOTAS

39:22 El autor piensa en las crecidas bienhechoras del Nilo. -El hebr. dice: «como un Nilo».

Eclesiástico 39,23
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Gén_19:24-26

Eclesiástico 39,25
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Sir_33:14-15

NOTAS

39:25 «los males»; var. hebr.: «el bien o el mal».

Eclesiástico 39,28
NOTAS

39:28 Según griego 248 y sir.: «en su furor él ha endurecido sus látigos».

Eclesiástico 39,29
NOTAS

39:29 Testamento de los XII Patriarcas: «(El cielo inferior) contiene el fuego, la nieve, el hielo, dispuestos para el día del juicio, en el justo juicio de Dios. Porque allí están los espíritus de venganza para el castigo de los hombres» (Leví 3:2). Ben Sirá considera también las plagas como guardadas en reserva, pero su perspectiva no parece ser propiamente escatológica.

Eclesiástico 39,32
NOTAS

39:32 Es el anuncio solemne de la conclusión optimista: todo lo ha querido Dios para un fin. Todo está dentro del orden y el hombre no tiene por qué lamentarse de nada; solamente sufre si lo ha merecido.

Eclesiástico 39,35
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Sal_145:21