II Reyes 24,1-7Joaquín de Judá. Joaquín es el rey que Egipto ha impuesto en Judá; su verdadero nombre era Eliacim, pero el faraón se lo cambia por el de Joaquín. Todavía bajo el dominio egipcio, Nabucodonosor de Babilonia somete a Judá. El rey Joaquín se rebela, pensando tal vez que Egipto lo defendería; sin embargo, Babilonia intensifica sus ataques y no sólo mantiene sometida a Judá, sino que además arrincona a Egipto al arrebatar sus últimos territorios en Canaán (24,7). De nuevo se recalca que todas estas acciones contra Judá son enviadas por el Señor para castigar los pecados de los reyes que no fueron fieles al querer divino.
II Reyes 24,8-17Jeconías de Judá. Ya no hay nada que hacer. Babilonia es ahora el dueño absoluto de todos los territorios al occidente del Éufrates, incluido Egipto. Judá, gobernada por Jeconías, no puede hacer sino rendirse pacíficamente al nuevo amo mundial, quien se alza con los tesoros del Templo y con todo lo valioso que hay en Jerusalén. Para refrendar aún más su dominio, se hace también con el rey, con su familia y con lo más representativo de la clase noble dirigente del país. Estamos ante la primera de al menos tres deportaciones selectivas que aún realizará Babilonia. Las profecías, aunque no se especifica cuáles, se están cumpliendo.
II Reyes 24,18-20Sedecías de Judá. Al igual que Egipto, Babilonia impone a un nuevo rey, Matanías, tío del rey deportado, cuyo nombre pasa a ser Sedecías. También este rey
«hizo lo que el Señor reprueba
» (19), con lo cual también contribuyó a acelerar el castigo definitivo.