Judith 7 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 32 versitos |
1

Asedio de la ciudad

Al día siguiente Holofernes ordenó a su ejército y a las tropas aliadas que levantaran el campamento y avanzaran hacia Betulia, ocuparan los desfiladeros de la montaña y atacaran a los israelitas.
2 Aquel mismo día todos los soldados emprendieron el avance. El ejército contaba ciento setenta mil soldados de infantería y doce mil jinetes, – además de los de intendencia– , sin contar los encargados del equipaje y la enorme muchedumbre de a pie mezclada con ellos.
3 Formaron en orden de batalla en el valle cercano a Betulia, junto a la fuente, desplegándose a lo ancho en dirección de Dotán, hasta Belmain, y a lo largo desde Betulia hasta Ciamón, frente a Esdrelón.
4 Cuando los israelitas vieron aquella multitud, comentaron aterrorizados:
–Éstos van a barrer la superficie de la tierra; ni los montes más altos, ni las colinas, ni los barrancos aguantarán tanto peso.
5 Cada cual empuñó sus armas, encendieron hogueras en las torres y estuvieron en guardia toda la noche.
6 Al segundo día Holofernes desplegó toda la caballería ante los israelitas de Betulia,
7 exploró las subidas a la ciudad, inspeccionó los manantiales de agua y los ocupó, dejando allí destacamentos militares. Luego regresó a donde estaba su gente.
8 Los mandos moabitas, los oficiales de Esaú y los jefes del litoral fueron a decirle:
9 – Si su alteza nos hace caso, el ejército no sufrirá ni un rasguño.
10 Esos israelitas no confían en sus armas, sino en la altura de los montes donde viven, porque las cimas de esos montes no son fáciles de escalar.
11 Por eso, alteza, no les presentes batalla y no sufrirás ni una baja.
12 Quédate en el campamento, reserva a tus soldados y permítenos ocupar el manantial que brota al pie del monte,
13 porque de ahí sacan el agua los de Betulia. Así, cuando la sed acabe con ellos, entregarán la ciudad. Nosotros subiremos con nuestros soldados a la cumbre de los montes cercanos y acamparemos allí, para impedir que alguien salga de la ciudad.
14 Se consumirán de hambre, con sus mujeres y niños. Antes de que los toque la espada caerán tendidos en las calles de la ciudad,
15 y así les harás pagar bien caro su rebeldía, cuando no quisieron salir a tu encuentro en son de paz.
16 La propuesta le gustó a Holofernes y a sus ayudantes. Ordenó que aquel plan se llevara a efecto,
17 y los amonitas emprendieron la marcha con cinco mil asirios; acamparon en el valle y ocuparon los manantiales y las fuentes de los israelitas.
18 Los edomitas y amonitas subieron a la sierra, acamparon frente a Dotán y mandaron destacamentos hacia el sur y al este, frente a Egrebel, cerca de Cus, sobre el torrente Mocmur. El grueso del ejército asirio acampó en la llanura, cubriendo todo el suelo. Sus tiendas de campaña y equipos formaban un campamento de una extensión enorme, porque eran una multitud inmensa.
19 Al verse cercados por el enemigo, sin posibilidad de escapar, los israelitas se desanimaron, y gritaron al Señor, su Dios.
20 El ejército asirio – infantería, caballería y carros– mantuvo el cerco treinta y cuatro días. Los vecinos de Betulia gastaron el agua de las tinajas;
21 los pozos se agotaron, y ya ni un solo día podían beber agua hasta saciarse, porque estaba racionada.
22 Los niños estaban sin fuerzas, las mujeres y los jóvenes desfallecían de sed y caían por las calles y junto a las puertas de la ciudad completamente exhaustos.
23 Hasta que un buen día todos, jóvenes, mujeres y niños, se amotinaron contra Ozías y los jefes de la ciudad, gritando contra los ancianos:
24 – Que Dios sea el juez entre nosotros y ustedes, porque nos han causado un gran mal al no querer negociar la paz con los asirios.
25 Ahora ya no hay quien nos ayude. Dios nos ha vendido a los asirios para que sucumbamos ante ellos, muriendo atrozmente de sed.
26 Llamen a los asirios y entréguenles la ciudad entera como botín a Holofernes y a todo el ejército.
27 Más vale que nos saqueen: seremos sus esclavos, pero salvaremos la vida, y no veremos con nuestros ojos morir a nuestros niños, ni expirar a nuestras mujeres y nuestros hijos.
28 Si no lo hacen hoy mismo, invocamos por testigos contra ustedes al cielo y la tierra y a nuestro Dios, Señor de nuestros padres, que nos castiga como merecen nuestros pecados y los de nuestros padres.
29 Entonces se levantó de la asamblea un lamento unánime, y gritaron al Señor Dios a grandes voces.
30 Ozías les dijo:
– Tengan confianza, hermanos. Vamos a resistir otros cinco días, y en ese plazo el Señor, Dios nuestro, se compadecerá de nosotros. ¡Porque no nos va a abandonar hasta el fin!
31 Si pasados los cinco días no hemos recibido ayuda, obraré como ustedes dicen.
32 Disolvió la reunión, y cada uno regresó a su puesto: los hombres subieron a las murallas y torres de la ciudad, y mandaron a casa a las mujeres y niños. Mientras tanto en la población se propagaba el desánimo.

Patrocinio

 
 

Introducción a Judith

JUDIT

Contexto histórico. Siempre tuvo Israel que enfrentarse con culturas extranjeras, sin perder su identidad o casi recreándola por contraste. Fue relativamente fácil con la cultura egipcia, cananea, babilónica, etc., pero la penetración y difusión del helenismo plantea al pueblo una de sus mayores crisis históricas.
El helenismo representa algo nuevo, sobre todo como irradiación de una cultura atractiva y fascinadora. Si las armas de Alejandro Magno vencieron, la cultura helénica convence. ¿Será una amenaza para Israel, para ese pueblo extraño que vive separado de los demás? ¿Podrá asimilar Israel la cultura griega del helenismo como un día asimiló la cultura cananea?
Hay que distinguir, a corto plazo, dos épocas en el desafío del helenismo. En la primera etapa, algunos espíritus críticos saben volver su mirada inquisitiva y crítica sobre sus propias tradiciones y doctrinas. A esta época podrían pertenecer el libro de Jonás y el Eclesiastés. Sin embargo, la posible asimilación pacífica queda violentamente truncada por la conjunción de dos fuerzas: los excesos de los círculos progresistas y la opresión de un tirano extranjero, Antíoco IV Epífanes, el gran enemigo del pueblo judío, del que hablan los libros de los Macabeos y al que parece referirse el libro de Judit.

El libro de Judit. En estas circunstancias, durante los azares de la rebelión de los Macabeos, nuestro autor anónimo se pone a componer una historia -probablemente hacia finales del s. II a.C.- que sirva para animar a la resistencia. Será una historia conocida y nueva, ideal y realizable; sonará a cosa vieja, pero tendrá una clave de lectura en el momento actual. La acumulación de datos precisos le sirve para enmascarar la referencia peligrosa a los hechos del día; los lectores de la época entendían fácilmente ese guiño malicioso, que suena ya en el nombre de la protagonista («La Judía»).
El argumento, reducido a esqueleto, es de pura ascendencia bíblica, aunque es nuevo el hecho de que el pueblo no haya pecado. Tradicional es el motivo de la mujer que seduce y vence al enemigo (Yael-Sísara, Dalila-Sansón); Judit toma algunos rasgos proféticos, denunciando a los jefes su falta de confianza, presentándose a Holofernes como confidente de Dios. También son tradicionales los motivos del extranjero alabando a Israel, el descubrimiento del asesinato, las danzas y el canto de victoria, la soberbia del extranjero agresor, el castigo del enemigo por la noche y la liberación por la mañana.
A esto se añade la abundante fraseología tradicional, que sumerge al lector en un lenguaje familiar, bastante concentrado. Este recurso literario tiene una función decisiva: el pasado todavía es presente y puede volver a repetirse, incluso adoptando formas nuevas.
El autor narra los hechos con amplitud, en proceso cronológico lineal (salvo dos síntesis históricas). Es maestro en el arte de sustentar y estrechar la acción, en la creación de escenas sugerentes, en la aceleración rítmica cuando llega el momento culminante. Descuella su manejo de la ironía a diversos niveles: caracterización de Nabucodonosor y Holofernes, las palabras de Judit al general enemigo, las alusiones del autor al partido colaboracionista.
En su estilo destaca el amor a las enumeraciones que expresan riqueza, extensión, universalidad, y la expresión enfática, retórica, y los discursos que piden una recitación dramática.

Texto. A través de la complicada y literal traducción griega es fácil, muchas veces, leer el texto del original hebreo que se encuentra detrás, con suficiente seguridad para mejorar dicha traducción.

Mensaje religioso. Es la destacada personalidad de Judit, «La Judía», la que encarna el mensaje religioso del libro, personalidad más simbólica que individual. Judit es encarnación del pueblo, como novia (por la belleza) y como madre, según la tradición profética. Encarna la piedad y fidelidad al Señor y la confianza en Dios, el valor con la sagacidad. Es una figura ideal que podrá inspirar a cualquier hijo de Israel. Como viuda puede representar el sufrimiento del pueblo, aparentemente abandonado de su Señor (Is 49 y 54); puede concentrar toda su fidelidad en el único Señor del pueblo. No teniendo hijos físicos, puede asumir la maternidad de todo el pueblo y convertirse en «bienhechora de Israel». Judit aconseja como Débora, hiere como Yael, canta como María.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Patrocinio

Notas

Judith 7,1-32Asedio de la ciudad. El excesivo número de soldados movilizados para atacar a una ciudad que con toda seguridad no era demasiado grande, es solamente un artificio simbólico para resaltar una vez más la extrema desproporción entre el poderío asirio, en el que ponen toda su confianza, y la limitación del objetivo militar (10). Los versículos 9-15 son el contrapunto al discurso de Ajior. Mientras este hombre desaconseja a Holofernes el ataque, aquí encontramos los prácticos consejos de un habitante de la región que con toda seguridad pondrán a la ciudad y sus habitantes en manos asirias. El inminente peligro de caer en manos de Holofernes llega a su máximo punto con la escasez de agua en la ciudad y, con ello, el amotinamiento de la población (20-29) que, además, nos recuerda las rebeliones en el desierto (cfr. Éxo_15:22-24; Éxo_16:2s; Éxo_17:2s), quedando, además, planteada la oposición entre dos corrientes contrarias: la que prefiere entregarse pacíficamente aunque queden reducidos a servidumbre, y la que prefiere resistir mientras aguarda una intervención del Señor que les devuelva la libertad y los mantenga con vida.