Salmos 139 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 24 versitos |
1 Señor, tú me sondeas y me conoces.
2 Sabes cuando me siento o me levanto,
de lejos percibes mis pensamientos;
3 disciernes mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.
4 Aún no ha llegado la palabra a mi lengua,
y ya, Señor, la conoces toda.
5 Me estrechas por detrás y por delante,
apoyas sobre mí tu palma.
6 Tanto saber me sobrepasa,
es sublime y no lo alcanzo.
7 ¿Adónde me alejaré de tu aliento?,
¿adónde huiré de tu presencia?
8 Si subiera al cielo, allí estás tú;
si me acostara en el abismo, allí estás;
9 si me remontara con las alas de la aurora
para instalarme en el confín del mar,
10 aun allí me guiaría tu izquierda
y tu derecha me aferraría.
11 Si dijera: Que me encubra la tiniebla
y la luz se haga noche en torno a mí,
12 ni la tiniebla es tenebrosa para ti,
aun la noche es luminosa como el día:
la tiniebla es como la luz del día.
13 Tú formaste mis entrañas,
me tejiste en el seno materno.
14 Te doy gracias porque eres prodigioso:
soy un misterio, misteriosa obra tuya;
y tú me conoces hasta el fondo,
15 no se te oculta mi osamenta.
Cuando en lo oculto era formado,
entretejido en lo profundo de la tierra,
16 tus ojos veían mi ser informe.
En tu libro estaban escritos
todos mis días, ya planeados,
antes de llegar el primero.
17 ¡Qué insondable me resultan tus pensamientos,
oh Dios, qué incalculable su suma!
18 Si los cuento, son más que granos de arena;
y aunque terminara aún me quedarías tú.
19 Si mataras, oh Dios, al malvado
y se alejasen de mí los sanguinarios,
20 pues hablan de ti dolosamente,
y tus adversarios cuchichean en vano.
21 ¿No odiaré a quienes te odian, Señor?
¿No detestaré a quienes se levantan contra ti?
22 Los odio con odio sin límites,
los tengo por enemigos.
23 Oh Dios, sondéame y conoce mi corazón,
examíname y conoce mis pensamientos.
24 Mira, si mi camino es errado
y guíame por el camino recto.

Patrocinio

 
 

Introducción a Salmos

LOS SALMOS

Los salmos son la oración de Israel. Son la expresión de la experiencia humana vuelta hacia Dios. Son expresión de la vida de un pueblo seducido por Dios. La tradición atribuye muchos de ellos al rey David, y algunos a Córaj y a Asaf; pero esto es sólo una cuestión convencional. Una cadena anónima de poetas, a lo largo de siglos, es la imagen más realista sobre los autores de estas piezas.
Como son variadas las circunstancias de la vida y lo fueron las de la historia, así surgieron, se repitieron y se afianzaron algunos tipos de salmos. Por eso resulta preferible una clasificación tipológica atendiendo al tema, los motivos, la composición y el estilo.
Los himnos cantan la alabanza y suelen ser comunitarios: su tema son las acciones de Dios en la creación y la historia. Muy cerca están las acciones de gracias por beneficios personales o colectivos: la salud recobrada, la inocencia reivindicada, una victoria conseguida, las cosechas del campo. De la necesidad brota la súplica, que es tan variada de temas como lo son las necesidades del individuo o la sociedad; el orante motiva su petición, como para convencer o mover a Dios. De la súplica se desprende a veces el acto de confianza, basado en experiencias pasadas o en la simple promesa de Dios.
Los salmos reales se ocupan de diversos aspectos, que llegan a componer una imagen diferenciada del rey: batallas, administración de la justicia, boda, coronación, elección de la dinastía, y hay un momento en que estos salmos empiezan a cargarse de expectación mesiánica. Otro grupo canta y aclama el reinado del Señor, para una justicia universal.
El pecador confiesa su pecado y pide perdón en salmos penitenciales, o bien el grupo celebra una liturgia penitencial. Hay salmos para diversas ocasiones litúrgicas, peregrinaciones y otras fiestas. Otros se pueden llamar meditaciones, que versan sobre la vida humana o sobre la historia de Israel. Y los hay que no se dejan clasificar o que rompen el molde riguroso de la convención.
Los salmos se compusieron para su uso repetido: no los agota el primer individuo que los compone o encarga, ni la primera experiencia histórica del pueblo. Como realidades literarias, quedan disponibles para nuevas significaciones, con los símbolos capaces de desplegarse en nuevas circunstancias. A veces un retoque, una adición los adapta al nuevo momento; en otros casos basta cambiar la clave.
Por esta razón los salmos se conservaron y coleccionaron. Sabemos que surgieron agrupaciones menores y que después se coleccionaron en cinco partes (como un pentateuco de oración): 2-41; 42-72; 73-89; 90-106; 107-150. En el proceso de coleccionar, la división y numeración sufrió menoscabo: algunos salmos están arbitrariamente cortados en dos (9-10; 42-43); otros aparecen duplicados, al menos en parte (70 y 40; 53 y 14). Se explica que en la tradición griega se haya impuesto otra numeración. Aquí daremos la numeración Hebrea, añadiendo entre paréntesis la grecolatina.
En general, el estilo de los salmos se distingue por su realismo e inmediatez, no disminuido por la riqueza de imágenes y símbolos elementales; sólo algunos fragmentos con símbolos de ascendencia mítica se salen del cuadro general. Es intensa la expresión sin caer jamás en sentimentalismo. El lirismo es más compartido que personal; en muchos casos podríamos hablar de planteamientos y desarrollos dramáticos. La sonoridad y el ritmo son factores importantes del estilo. No sabemos cómo se ejecutaban: muchos se cantaban, probablemente con solistas y coro unísono; algunos quizá se danzaban, otros se recitaban en marchas o procesiones; otros acompañarían ritos específicos. Algunas de las notas añadidas por los transmisores parecen referirse a la ejecución. Estas notas, que asignan una situación histórica o dan una instrucción litúrgica, no son originales, por eso han sido omitidas en el texto, aunque entren en la numeración admitida.
Los salmos son también oración privilegiada de la comunidad cristiana y del individuo aislado. Muchos fueron rezados por nuesto Señor Jesucristo, quien les dio la plenitud de sentido que podían transportar. La experiencia de Israel y del hombre pasan por Cristo y debe encontrar de nuevo expresión en estas oraciones; su lenguaje puede llegar a ser lenguaje del rezo cristiano. El libro de los salmos es un repertorio que suministra textos para diversas ocasiones y a diversos niveles; su lectura puede interesar, pero sólo rezados serán realmente comprendidos.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Patrocinio

Notas

Salmos 139,1-24Esta meditación sapiencial sobre el conocimiento y la presencia de Dios acaso tuvo su «íncipit» ante la presión de los malvados (19-22): alguien ha sido acusado injustamente, quizás de idolatría y apela a Dios. En este ambiente compone su poema, que está formado por una breve introducción (1) y cuatro estrofas: A. El conocimiento divino (2-6). B. La presencia de Dios (7-12). A. El conocimiento/poder divino (13-16). C. El fiel y el rechazo de los ídolos (17-22). Los versículos 23s forman la inclusión con el versículo 1. Decir que Dios conoce es lo mismo que afirmar que Dios se dona amorosamente. Es un amor que abarca todo el ser humano, comprendido en las expresiones polares: sentarse y levantarse, camino y descanso, silencio y palabra, por detrás y por delante... Los verbos que se refieren a la actuación divina son de esta índole: conocer y discernir, saber y estrechar, apoyar la palma y saber... El conocimiento/amor de Dios resulta inefable e inenarrable (1-6). Dios está por doquier y nada impide su presencia: arriba y abajo, en la aurora y en ocaso, en la tiniebla primordial y en la oscuridad nocturna... (7-12). Todo queda iluminado por la presencia divina (12). Su presencia en nuestra vida se remonta a los tiempos de nuestra gestación en el seno materno (13). No se contenta con estar presente, es activo: nos formó y entretejió (15), como fue entretejido el paño que cubría el Arca: con bordados y recamados. La arquitectura humana es tan divina que lleva la huella de Dios en la carne. El ser humano es un «misterio, misteriosa obra de Dios» (14). Las andanzas de esta maravillosa obra de Dios que es el ser humano son cariñosamente cuidadas por la solicitud divina (16). ¿Puede comprenderse que alguien hable dolosamente de Dios? ¿No es irracional que alguien odie al Señor, si todo bien nos viene de Él? Irrastreables son los caminos de Dios, su sabiduría es un abismo (cfr. Rom_11:33). Dios nos estrecha y abraza no para condenarnos, sino para orientar nuestros pasos hacia su amor. Si queremos saborear el amor divino y apreciar la dignidad del hombre nos vendrá bien orar con este magnífico salmo.