Ezequiel  32 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 32 versitos |
1

Contra el faraón II

El año duodécimo, el día uno del mes duodécimo, me dirigió la palabra el Señor:
2 – Hijo de hombre, entona esta lamentación al faraón, rey de Egipto:
Parecías león de las naciones,
pero eres cocodrilo del Nilo;
chapoteas en la corriente
y enturbias las aguas con tus patas,
pateando en su corriente.
3 Esto dice el Señor:
Tenderé mi red sobre ti,
y con ella te atraparé,
4 te dejaré tendido en tierra,
te estrellaré contra el suelo,
para que aniden en ti
las aves del cielo
y se ceben en ti las fieras salvajes.
5 Pondré en las lomas tu carne
y llenaré con tu carroña los valles;
6 regaré con tu sangre la tierra,
la exprimiré sobre los cerros
y cauces de los ríos
se llenarán con tu aguaza.
7 Oscureceré el cielo
cuando te extingas
y enlutaré sus estrellas;
al sol lo cubriré con nubarrones
y la luna no dará más luz;
8 los astros fulgurantes del firmamento
por ti los enlutaré
y mandaré tinieblas a tu tierra
– oráculo del Señor– .
9 Afligiré el corazón de muchos pueblos
cuando llegue la noticia
de tu destrucción
a las naciones, a países desconocidos.
10 Al empuñar ante ellos mi espada
haré que se espanten de ti
muchos pueblos,
que sus reyes se horroricen de ti;
el día de tu abatimiento
temblarán a cada rato
por su propia vida.
11 Porque esto dice el Señor:
La espada del rey de Babilonia
te alcanzará.
12 A espada de valientes,
los más feroces de las naciones,
haré caer a tu tropa;
arrasaré el orgullo de Egipto
y quedará deshecha su tropa.
13 Acabaré con el ganado de la ribera
del río caudaloso:
no lo enturbiará ya el pie del hombre,
pezuña de ganado no lo enturbiará.
14 Entonces sosegaré sus aguas
y haré fluir su caudal como aceite
– oráculo del Señor– .
15 Cuando convierta a Egipto
en desolación
y quede el país despoblado,
cuando hiera a todos sus habitantes,
sabrán que yo soy el Señor.
16 Ésta es la lamentación que cantarán; la cantarán las capitales de las naciones, por Egipto y sus tropas la cantarán – oráculo del Señor– .
17 El año duodécimo, el quince del mes, me dirigió la palabra el Señor:
18 – Hijo de hombre, entona cantos fúnebres a las tropas de Egipto; condúcelas junto con las capitales de naciones ilustres a las profundidades de la tierra, con los que bajan a la fosa.
19 ¿Eres más privilegiado que los demás? Pues desciende, acuéstate con los incircuncisos.
20 Caerán en medio de muertos a espada y permanecerán con él todas sus tropas,
21 le dirán los más bravos guerreros en medio del abismo: Tú y tus aliados, bajen y permanezcan con los incircuncisos muertos a espada.
22 Allí está Asiria y todo su ejército rodeando su sepulcro; todos cayeron muertos a espada,
23 y los sepultaron en el fondo de la fosa, su ejército rodeando su sepultura; todos cayeron muertos a espada, por haber aterrorizado el mundo de los vivos.
24 Allí está Elam y sus tropas, rodeando su sepultura; todos cayeron muertos a espada, bajaron incircuncisos a las profundidades de la tierra, por haber aterrorizado el mundo de los vivos; arrastran su vergüenza con los que bajan a la fosa.
25 En medio de acuchillados le ha sido preparado un lecho a Elam, sus tropas rodeando su sepulcro; todos ellos incircuncisos, muertos a espada, por haber aterrorizado el mundo de los vivos; arrastran su vergüenza con los que bajan a la fosa, en medio de acuchillados los echaron.
26 Allí están Mesec y Tubal y sus tropas, rodeando su sepulcro; todos incircuncisos, muertos a espada, por haber aterrorizado el mundo de los vivos.
27 Pero no están sepultados con los valientes caídos en el pasado, que bajaron al abismo con sus armas de guerra: la espada bajo la cabeza, el escudo sobre su cuerpo. ¡Aún dan miedo sus hazañas en el mundo de los vivos!
28 Tú, en cambio, te irás desmoronando en medio de incircuncisos, yacerás con los muertos a espada.
29 Allí está Edom con sus reyes y príncipes: los sepultaron con los muertos a espada, yacerán con los incircuncisos que bajan a la fosa.
30 Allí están todos los caudillos del norte y los sidonios todos, que bajaron sin honor con los acuchillados, por haber infundido terror con sus proezas: yacen incircuncisos con los muertos a espada, arrastran su vergüenza con los que bajan a la fosa.
31 Viéndolos el faraón se consolará de la pérdida de sus tropas: muertos a espada el faraón y todo su ejército – oráculo del Señor– .
32 Por haber aterrorizado el mundo de los vivos, se encontrará tumbado en medio de incircuncisos, con los muertos a espada, el faraón con sus tropas – oráculo del Señor– .

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Introducción a Ezequiel 

EZEQUIEL

Su vida. No sabemos cuándo nació. Probablemente en su infancia y juventud conoció algo de la reforma de Josías, de su muerte trágica, de la caída de Nínive y del ascenso del nuevo imperio babilónico. Siendo de familia sacerdotal, recibiría su formación en el templo, donde debió oficiar hasta el momento del destierro. Es en el destierro donde recibe la vocación profética.
Su actividad se divide en dos etapas con un corte violento. La primera dura unos siete años, hasta la caída de Jerusalén; su tarea en ella es destruir sistemáticamente toda esperanza falsa; denunciando y anunciando hace comprender que es vano confiar en Egipto y en Sedecías, que la primera deportación es sólo el primer acto, preparatorio de la catástrofe definitiva. La caída de Jerusalén sella la validez de su profecía.
Viene un entreacto de silencio forzado, casi más trágico que la palabra precedente. Unos siete meses de intermedio fúnebre sin ritos ni palabras, sin consuelo ni compasión.
El profeta comienza la segunda etapa pronunciando sus oráculos contra las naciones: a la vez que socava toda esperanza humana en otros poderes, afirma el juicio de Dios en la historia. Después comienza a rehacer una nueva esperanza, fundada solamente en la gracia y la fidelidad de Dios. Sus oráculos precedentes reciben una nueva luz, los completa, les añade nuevos finales y otros oráculos de pura esperanza.

Autor del libro.
Lo que hoy conocemos como libro de Ezequiel no es enteramente obra del profeta, sino también, de su escuela. Por una parte, se le incorporan bastantes adiciones: especulaciones teológicas, fragmentos legislativos al final, aclaraciones exigidas por acontecimientos posteriores; por otra, con todo ese material se realiza una tarea de composición unitaria de un libro.
Su estructura es clara en las grandes líneas y responde a las etapas de su actividad: hasta la caída de Jerusalén (1-24); oráculos contra las naciones (25-32); después de la caída de Jerusalén (33-48). Esta construcción ofrece el esquema ideal de amenaza-promesa, tragedia-restauración. Sucede que este esquema se aplica también a capítulos individuales, por medio de adiciones o trasponiendo material de la segunda etapa a los primeros capítulos; también se traspone material posterior a los capítulos iniciales para presentar desde el principio una imagen sintética de la actividad del profeta.
El libro se puede leer como una unidad amplia, dentro de la cual se cobijan piezas no bien armonizadas: algo así como una catedral de tres naves góticas en la que se han abierto capillas barrocas con monumentos funerarios y estatuas de devociones limitadas.

Mensaje religioso. La lectura del libro nos hace descubrir el dinamismo admirable de una palabra que interpreta la historia para re-crearla, el dinamismo de una acción divina que, a través de la cruz merecida de su pueblo, va a sacar un puro don de resurrección. Este mensaje es el que hace a Ezequiel el profeta de la ruina y de la reconstrucción cuya absoluta novedad él solo acierta a barruntar en el llamado «Apocalipsis de Ezequiel» (38s), donde contempla el nuevo reino del Señor y al pueblo renovado reconociendo con gozo al Señor en Jerusalén, la ciudad del templo.
El punto central de la predicación de Ezequiel es la responsabilidad personal (18) que llevará a cada uno a responder de sus propias acciones ante Dios. Y estas obras que salvarán o condenarán a la persona están basadas en la justicia hacia el pobre y el oprimido. En una sociedad donde la explotación del débil era rampante, Ezequiel se alza como el defensor del hambriento y del desnudo, del oprimido por la injusticia y por los intereses de los usureros. Truena contra los atropellos y los maltratos y llama constantemente a la conversión. Sin derecho y sin justicia no puede haber conversión.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas