Daniel  4 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 37 versitos |
1 El rey Nabucodonosor, a todos los pueblos, naciones y lenguas que habitan en la tierra: Paz y prosperidad.
2 Quiero contar los signos y prodigios que el Dios Altísimo ha hecho conmigo:
3 ¡Qué grandes son sus signos,
qué admirables sus prodigios!
Su reinado es eterno,
su poder dura por todas las edades.
4

Visión del árbol
Ez 31

Yo, Nabucodonosor, estaba en paz en mi casa, con buena salud en mi palacio,
5 cuando tuve un sueño que me asustó y las fantasías de mi mente me llenaron de espanto.
6 Mandé que se presentaran todos los sabios de Babilonia para explicarme el sentido del sueño.
7 Acudieron los magos, astrólogos, hechiceros y adivinos; les conté mi sueño, pero no supieron explicarme su sentido.
8 Después se presentó Daniel – llamado Belsazar en honor de mi dios– , hombre dotado de espíritu profético, y le conté mi sueño:
9 – Belsazar, jefe de los magos, sé que posees espíritu profético y que no se te resiste ningún secreto; te contaré mi sueño y tú me lo explicarás.
10 Estando yo acostado tuve esta visión:
Vi un árbol gigantesco
en medio de la tierra:
11 el árbol se hacía corpulento,
su copa tocaba el cielo, se le veía
desde los extremos de la tierra.
12 Su follaje era hermoso,
de sus frutos abundantes
se alimentaban todos,
bajo él se guarecían
las fieras salvajes
y en su ramaje anidaban
las aves del cielo;
sustentaba a todos los vivientes.
13 Estando yo acostado tuve esta visión:
Vi bajar del cielo
un Guardián Sagrado
14 que gritó con voz fuerte:
Derriben el árbol, corten sus ramas,
arranquen sus hojas,
dispersen sus frutos;
que huyan de su sombra las fieras
y las aves de sus ramas.
15 Dejen en tierra
sólo el tronco con las raíces.
Encadenado con hierro y bronce
en medio del campo;
que lo empape el rocío,
compartirá con las fieras
los pastos del suelo.
16 Perderá el instinto de hombre
y adquirirá instintos de fiera,
y pasará en ese estado siete años.
17 Lo han decretado los Guardianes,
lo han anunciado los Santos,
para que todos los vivientes
reconozcan que el Altísimo es dueño
de los reinos humanos,
que da el reino a quien quiere
y pone al más humilde en el trono.
18 Éste es el sueño que he visto, yo, el rey Nabucodonosor; tú, Belsazar, explícame su sentido, porque ningún sabio ha sido capaz de hacerlo, mientras que tú posees espíritu profético.
19 Por un rato, Daniel, llamado Belsazar, quedó perplejo, espantado por sus pensamientos.
El rey le dijo:
– Belsazar, no te asustes de mi sueño o de su sentido.
Belsazar replicó:
– Señor, ojalá el sueño se refiera a tus enemigos y su interpretación a tus rivales.
20 El árbol gigantesco que viste, cuya copa tocaba el cielo y se veía hasta los confines de la tierra,
21 de hermoso follaje y frutos abundantes que sustentaban a todos, a cuya sombra habitaban las fieras salvajes y en cuyo ramaje anidaban las aves del cielo,
22 eres tú mismo, majestad; porque tu poder es inmenso, tu dominio alcanza hasta el cielo y tu imperio se extiende hasta los confines de la tierra.
23 El Guardián Sagrado que viste bajar del cielo y que dijo: Derriben el árbol, destrúyanlo dejando sólo su tronco y sus raíces en tierra; encadenado con bronce en medio del campo, empapado por el rocío de la noche compartirá con las fieras la hierba del suelo y pasará en ese estado siete años, significa lo siguiente:
24 Es el decreto del Altísimo pronunciado contra el rey, mi señor.
25 Te apartarán de los hombres, vivirás con las fieras, te alimentarás con hierba como los toros, te mojará el rocío de la noche, y así pasarás siete años; hasta que reconozcas que el Altísimo es dueño de los reinos humanos y da el poder a quien quiere.
26 Mandaron dejar el tronco con las raíces porque volverás a reinar cuando reconozcas que Dios es soberano.
27 Por tanto, majestad, acepta mi consejo: redime tus pecados con limosnas, tus delitos socorriendo a los pobres, para que dure tu tranquilidad.
28 Todo esto le sucedió al rey Nabucodonosor.
29 Al cabo de doce meses, paseando por su palacio de Babilonia,
30 dijo:
–Ésta es Babilonia la magnífica, que yo he construido como capital de mi reino, gracias a mi poderío y para honrar mi majestad.
31 No había acabado de hablar, cuando se oyó una voz en el cielo:
32 –¡Contigo hablo, rey Nabucodonosor! Has perdido el reino, te apartarán de los hombres, vivirás en compañía de las fieras comiendo hierba como los toros, te mojará el rocío de la noche, y así pasarás siete años, hasta que reconozcas que el Altísimo es dueño de los reinos humanos y da el poder a quien quiere.
33 Inmediatamente ejecutaron la sentencia contra Nabucodonosor, lo alejaron de los hombres, comió hierba como los toros, lo mojó el rocío de la noche, le crecieron plumas de buitre y garras de ave rapaz.
34 Pasado el tiempo, yo, Nabucodonosor, alcé los ojos al cielo, recobré la razón, bendije al Altísimo, alabé al que vive siempre:
35 Su reino es eterno,
su imperio dura
de generación en generación;
nada valen ante él
los que habitan la tierra,
y trata como quiere
al ejército del cielo;
nadie puede atentar contra él
ni exigirle cuentas de lo que hace.
36 En aquel momento recobré la razón, recobré los honores y la dignidad real, mis consejeros y nobles acudieron a mí, volví a ocupar el trono y creció mi poder incomparable.
37 Y ahora yo, Nabucodonosor, alabo y ensalzo y glorifico al Rey del cielo, porque sus obras son justas y rectos sus caminos; al que procede con soberbia lo humilla.

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Introducción a Daniel 

DANIEL

La obra. Lo que hoy leemos como libro de Daniel es una obra compleja y aparte en el Antiguo Testamento. Empezando por la lengua, encontramos una serie de capítulos escritos en hebreo que imita el clásico, otros están escritos en arameo, otros en griego. Una obra trilingüe.
Es muy fácil separar los fragmentos griegos como adiciones posteriores, escritas en esa lengua o traducidas de un original semítico. No es fácil dar razón definitiva de la mezcla de hebreo con arameo; es más razonable pensar que los textos se escribieron primero en hebreo y que parte se tradujo al arameo, lengua corriente de la época.
La distribución de formas y temas no coincide con el reparto de lenguas. Encontramos tres tipos fundamentales: una serie de episodios narrativos, que tienen por protagonistas a Daniel y sus compañeros; una serie de visiones de Daniel explicadas por un ángel; dos plegarias amplias y otras breves. Los relatos están en hebreo (1), arameo (2-6) y griego (13-14); las visiones en arameo (7) y hebreo (8-12); las amplias plegarias en griego (3,24-90) y las demás en la lengua del contexto.

Autor. El personaje Daniel -«Dios es mi juez», en hebreo- es introducido unas veces en tercera persona (1-6); otras, en primera (8-12), como si fuera el autor. En el capítulo 7 pasa de la tercera a la primera. En los relatos aparece como adivino y jefe de magos (4,5; 5,10-12), y como político y administrador real (2,48; 6,3s; 8,27).
Parece ser que en la antigüedad hubo un personaje famoso por su bondad y sabiduría, llamado Daniel ( Eze_14:14 .20; Eze_28:3 ). Fuera de la Biblia aparece como «Dnil» en el poema ugarítico de Aqhat. ¿Existió un personaje semejante, del mismo nombre, en tiempo del destierro? No lo sabemos. El caso es que Daniel se hizo legendario y popular; por eso lo seleccionaron como protagonista para esta obra. La pseudonimia es normal en el género apocalíptico: hay Apocalipsis de Henoc, de Moisés, de Isaías, de Baruc, etc.

Época. El libro está compuesto durante la persecución de Antíoco IV (175-163 a.C.), después del 167 a.C. y algo antes de su muerte. Por la persecución religiosa y las rivalidades internas, los judíos atraviesan una grave crisis. El autor quiere infundirles ánimo y esperanza: lo hace con un personaje ficticio y aureolado, en un género literario nuevo, el apocalíptico.
Algunos piensan que los capítulos 1-6 fueron escritos al final del período persa o al comienzo del helenista, o sea en la segunda mitad del s. IV a.C. Las adiciones griegas, por su carácter ficticio o fantástico, no permiten una datación probable.

Género apocalíptico. Con el libro de Daniel entra en el Antiguo Testamento un género literario nuevo, el género apocalíptico. El libro fue admitido en el canon judío de las Escrituras, no como libro profético, pues la serie estaba clausurada, sino entre los «Escritos», concepto vago y acogedor. En realidad, Daniel es el único escrito apocalíptico, entre muchos, considerado como inspirado por Dios. En las versiones griega y latina y en la tradición cristiana, Daniel figura como uno de los cuatro «profetas mayores».
La apocalíptica es heredera de la profecía; surge cuando la profecía se ha extinguido («ya no vemos nuestros estandartes, ni tenemos un profeta, ninguno de nosotros sabe hasta cuándo» Sal_74:9 ) y pretende llevar adelante su misión.
En momentos de crisis, la apocalíptica trae un mensaje de esperanza: la tribulación es pasajera, el Señor actuará, pronto y de modo definitivo. En varias ocasiones la apocalíptica se presenta como la visión actualizada de una profecía.

Tema. El tema del libro es el drama de la historia. Luchan y caen y se suceden imperios y reinos. Los soberanos y emperadores actúan como protagonistas, pero la historia está gobernada por Dios y es conducida a un desenlace que llega de modo repentino, aunque previsto por el vidente y explicado por el intérprete. El paso dramático de un imperio a otro anticipa y prefigura el cambio final: la restauración del reino definitivo y universal del Señor de la historia en la que los sujetos pasivos y sufrientes de la misma, los «elegidos y consagrados», pasarán a primer plano con un nuevo poder concedido por Dios. Lo que sucede después, se anuncia, no se describe.
Los recursos principales del género y del libro son la ficción narrativa y la alegoría. El autor despliega a grandes trazos el pasado, lo estiliza y lo cuenta como profecía. Para ello inventa un personaje pretérito, a quien da un nombre ilustre y pone en su boca la historia pasada como profecía de futuro. La alegoría sirve también para comunicar en clave enseñanzas políticamente peligrosas.
En el uso de la alegoría el autor de 2-7 ha sido genial. Con función alegórica ha sabido crear unas cuantas imágenes poderosas que han fecundado el arte y el pensamiento occidental: la estatua de diversos materiales, el emperador convertido en fiera, el festín de Baltasar, los jóvenes en el horno, Daniel en el foso de los leones, las cuatro fieras con el anciano y la figura humana. ¿Cuántos escritores podrán exhibir semejante repertorio? Gracias a su vigor imaginativo, esos símbolos han sobrevivido al fracaso de la expectación del autor, se han desprendido de sus ataduras alegóricas y han comenzado una nueva vida como instrumentos para interpretar la historia.

Daniel y el Nuevo Testamento. Tres doctrinas principales han influido de algún modo en el Nuevo Testamento. La angelología, incluso con los nombres concretos de Miguel y de Gabriel (Lucas, Judas y Apocalipsis). La doctrina de la resurrección y retribución en la otra vida. La «figura humana» del capítulo 7, que por una falsa traducción se convirtió en «el Hijo del Hombre» trascendente, el de la parusía anunciada.
Además de éstos, Mar_13:14 y Mat_24:15 mencionan al «ídolo abominable» de Dan_9:27 y 12,11; Mar_13:19 y Mat_24:21 citan literalmente a Dan_12:1 . Finalmente 1Co_6:2 parece basado en Dan_7:22 . De los relatos griegos, el de Susana ha tenido gran aceptación en la teología y en el arte cristiano.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Daniel  4,1-34Visión del árbol. Segundo sueño de Nabucodonosor. Este capítulo se puede dividir en tres secciones: el rey relata el sueño (7b-15); Daniel interpreta el sueño (16-24); cumplimiento del sueño (25-34). Antes de la narración del sueño por parte del mismo rey, se reconoce que el único Señor de cielos y tierra el Señor, Dios de Daniel, Dios de Israel, quien actúa por medio de sus fieles judíos, para quienes la sabiduría es muy diferente a la de los sabios y adivinos paganos. De nuevo, pues, se quiere subrayar la única y absoluta soberanía de Dios sobre reyes, reinos y naciones.