II Reyes  20 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 21 versitos |
1

Enfermedad de Ezequías

En aquel tiempo, Ezequías cayó enfermo de muerte. El profeta Isaías, hijo de Amós, fue a visitarlo, y le dijo:
– Así dice el Señor: Ordena todos los asuntos de tu casa, porque vas a morir sin remedio.
2 Entonces Ezequías volvió la cara a la pared y oró al Señor:
3 – Señor, recuerda que he caminado en tu presencia con corazón sincero e íntegro y que he hecho lo que te agrada.
Y lloró con largo llanto.
4 Pero no había salido Isaías del patio central, cuando recibió esta Palabra del Señor:
5 – Vuelve a decirle a Ezequías, jefe de mi pueblo: Así dice el Señor, Dios de tu padre David: He escuchado tu oración, he visto tus lágrimas. Mira, voy a sanarte: dentro de tres días podrás subir al templo;
6 y añado a tus días otros quince años. Te libraré de las manos del rey de Asiria, a ti y a esta ciudad; protegeré a esta ciudad, por mí y por mi siervo David.
7 Isaías ordenó:
– Hagan una pasta de higos; que lo apliquen a la herida, y sanará.
8 Ezequías le preguntó:
–¿Y cuál es la señal de que el Señor me va a sanar y dentro de tres días podré subir al templo?
9 Isaías respondió:
–Ésta es la señal de que el Señor cumplirá la palabra dada: ¿Quieres que la sombra adelante diez grados o que atrase diez?
10 Ezequías comentó:
– Es fácil que la sombra adelante diez grados, lo difícil es que atrase diez.
11 El profeta Isaías clamó al Señor, y el Señor hizo que la sombra atrasase diez grados en el reloj de Acaz.
12

Embajada de Merodac Baladán

En aquel tiempo, Merodac Baladán, hijo de Baladán, rey de Babilonia, envió cartas y regalos al rey Ezequías cuando se enteró de que se había restablecido de su enfermedad.
13 Ezequías se alegró y enseñó a los mensajeros su tesoro: la plata y el oro, los bálsamos y ungüentos, toda la vajilla y cuanto había en sus depósitos. No quedó nada en su palacio y en sus dominios que Ezequías no les enseñase.
14 Pero el profeta Isaías se presentó al rey Ezequías y le dijo:
–¿Qué ha dicho esa gente, y de dónde vienen a visitarte?
Ezequías contestó:
– Han venido de un país lejano: de Babilonia.
15 Isaías preguntó:
–¿Qué han visto en tu casa?
Ezequías dijo:
– Todo. No he dejado nada de mis tesoros sin enseñárselo.
16 Entonces Isaías le dijo:
– Escucha la Palabra del Señor:
17 Mira, llegarán días en que se llevarán a Babilonia todo lo que hay en tu palacio, cuanto atesoraron tus abuelos hasta hoy. No quedará nada, dice el Señor.
18 Y a los hijos que salieron de ti, que tú engendraste, se los llevarán a Babilonia para que sirvan como palaciegos del rey.
19 Ezequías dijo:
– Es auspiciosa la Palabra del Señor que has pronunciado, porque se decía a sí mismo: Mientras yo viva, habrá paz y seguridad.
20 Para más datos sobre Ezequías y sus victorias y las obras que hizo: la cisterna y el canal que construyó para llevar el agua a la ciudad, véanse los Anales del Reino de Judá.
21 Ezequías murió, y su hijo Manasés le sucedió en el trono.

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Introducción a II Reyes 

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Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

II Reyes  20,1-11Enfermedad de Ezequías. Ante la inminencia de su muerte, refrendada por la palabra profética (1c), encontramos de nuevo la faceta piadosa, orante, del rey. Con el argumento de su rectitud de vida consigue del Señor una revocación de la palabra dada por medio de Isaías, y es el mismo profeta quien le anuncia la decisión divina no sólo de prolongar sus días, sino de concederle un período de paz y de tranquilidad respecto a su enemigo Asiria (5s). Extrañamente, nos encontramos con un Ezequías dudoso, que pide una señal del cumplimiento de dichas promesas. Decimos extrañamente, porque unos versículos atrás hemos visto a un rey que se ha mantenido firme y confiado en su Señor, pese a las amenazas del rey asirio y pese a la constatación de que su poderío militar ha sembrado el pánico, el terror y la muerte por donde pasa. De todos modos, Isaías le demuestra la veracidad de la Palabra del Señor con un signo: atrasa diez grados la sombra del reloj de sol. ¡Irónicamente, el resto de años del rey comienza a ensombrecerse a partir de este momento!


II Reyes  20,12-21Embajada de Merodac Baladán. Ezequías ha recibido una embajada muy especial proveniente de Babilonia, que viene a congratularlo por el restablecimiento de su salud. En medio de la euforia, el rey les enseña todos los tesoros y riquezas del Templo y de palacio. Esto provoca una ensombrecedora profecía de Isaías sobre el fin de Judá a manos de los babilonios. Visto que dicho vaticinio se dará a largo plazo, el rey toma las palabras del profeta como buen anuncio, puesto que semejante augurio no acaecerá durante su reinado. Ezequías hace gala del egoísmo propio de quienes ostentan el poder, a los que sólo preocupa que su integridad personal esté a salvo. Termina este capítulo con la consabida fórmula sobre la muerte del rey y su sucesión (21).