Oseas  13 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 16 versitos |
1

Síntesis histórica

Efraín hablaba e imponía,
la autoridad estaba en Israel;
pero se hizo culpable de idolatría
y murió.
2 Y ahora continúan pecando:
se funden imágenes,
se hacen ídolos de plata
con destreza,
obras de pura artesanía.
En su honor inmolan corderos,
les dan a beber sangre de novillos.
3 Por eso serán nube matutina,
rocío que al alba se evapora,
paja arrebatada por el viento,
humo por la chimenea.
4 Pero yo soy el Señor,
Dios tuyo desde Egipto,
no conocías a otro dios más que a mí,
ningún salvador fuera de mí.
5 Yo te conocí en el desierto,
en tierra abrasadora.
6 Yo los apacenté y se hartaron,
se hartaron
y se enorgulleció su corazón,
y así se olvidaron de mí.
7 Seré para ellos como leopardo,
los acecharé
como pantera en el camino,
8 los asaltaré como una osa
a quien roban las crías
y les desgarraré el pecho;
allí los devoraré como un león,
las fieras los descuartizarán.
9 Si yo destruyo, Israel,
¿quién te auxiliará?,
10 ¿dónde está tu rey para salvarte?,
¿y los alcaldes de tus ciudades?
Tú me los pediste:
Dame rey y príncipes.
11 Airado te di un rey,
y encolerizado te lo quito.
12 La culpa de Efraín está registrada,
está archivado su pecado.
13 Cuando su madre
estaba con dolores,
fue criatura torpe,
que no se puso a tiempo
en posición para salir del vientre.
14 ¿Los libraré del poder del abismo,
los rescataré de la muerte?
¡Qué plagas las tuyas, oh muerte,
qué pestes las del abismo!
El consuelo se aparta de mi vista.
15 Aunque fructifique entre cañaverales,
vendrá viento del este,
viento del Señor,
subiendo del desierto,
y secará su fuente,
agotará su manantial;
se llevará sus tesoros,
sus enseres preciosos.
16 Samaría pagará la culpa
de rebelarse contra su Dios:
los pasarán a cuchillo,
estrellarán a las criaturas,
abrirán el vientre de las embarazadas.

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Introducción a Oseas 

OSEAS

Época. Según el título del libro, el profeta Oseas, hijo de Beerí ejerció su actividad en el reino del Norte, durante el reinado de Jeroboán II (782-753 a.C.). Jehú, jefe militar de una guarnición, se levantó a vengar violentamente los crímenes pasados y selló la venganza haciendo asesinar a Jezabel en el campo de Yezrael -con matanzas criminales vengó crímenes pasados-. Fundó una vigorosa dinastía que contó cinco reyes y duró cien años (841-753 a.C.); el penúltimo rey de esta dinastía fue Jeroboán II. Durante su reinado restableció las fronteras nacionales, desde el Paso de Jamat hasta el Mar Muerto, sometiendo de nuevo el reino transjordánico de Moab.
Con la paz vino la prosperidad, y con ella graves diferencias sociales, lujo, confianza en los bienes de la tierra, corrupción de costumbres. Pero también cultivo de las artes: con dependencia extranjera en las artes plásticas, con soberana maestría en la literatura. En este siglo comienza una edad de oro literaria -al menos una época clásica- que culminará con Isaías, y que cuenta con poetas tan importantes como Amós y Oseas, y magníficos narradores como los autores de tantas páginas incorporadas en el libro de los Reyes.
A la muerte de Jeroboán II comienza la rápida decadencia del reino del Norte. En treinta años se suceden cuatro dinastías por asesinato y usurpación. El reino dejó de existir en el 722 a.C. El título del libro, con su cronología parcial, da a entender que la actividad de Oseas continuó tras la muerte de Jeroboán II; de hecho en sus páginas se reflejan los cambios violentos de dinastías. No sabemos si el profeta llegó a contemplar la destrucción de su patria.

Temas de su profecía.
Oseas es sobre todo un profeta acusador. El pecado capital que denuncia es la infidelidad al Señor, presentada como fornicación, prostitución y adulterio. Esa infidelidad se muestra ante todo en el culto de los ídolos, con sus altares y sacrificios, las consultas a los adivinos, los cultos de fertilidad y la prostitución sagrada. Otra forma de infidelidad son las alianzas políticas, especialmente con Asiria y Egipto cuyo poderío militar y político ocupa el puesto de Dios. Sus consecuencias son la dependencia económica, tributos onerosos, y al final la represión y la deportación (7,8-12; 8,9s).
En sus profecías se puede resaltar la denuncia a la confianza del pueblo en sus fortificaciones militares y en sus riquezas (8,14; 11, 13s; 12,9); su ambición, con sus secuelas de usurpaciones, la inestabilidad política, y la debilidad del rey (7,3-7; 10,15; 13,10s). Finalmente, aunque con menos desarrollo que en otros profetas, denuncia las injusticias sociales (4,1s; 6,6.8s; 7,1; 10,12s).

Mensaje religioso. Domina en la predicación de Oseas la articulación pecado-castigo, muchas veces con la correspondencia inspirada en la ley del Talión: porque rechazan son rechazados, por olvidarse serán olvidados, una infidelidad engendra otra, los cultos de fertilidad producen esterilidad, la paloma atolondrada cae en la red, la novilla atrae el yugo, el arco falso provoca la espada certera. A veces se enuncia genéricamente (5,5; 7,2), y en forma de aforismo suena así: «Siembran vientos, cosechan tempestades».
Sin embargo, esta «ley del Talión» no es la última palabra del Señor; su amor es su última palabra, y porque sigue amando habrá salvación. Es más, el perdón está concedido antes de que el pueblo se convierta. Esta inagotable paciencia y fidelidad de Dios a su pueblo viene expresada en la imagen más importante del libro: el símbolo conyugal con que Oseas representa las relaciones de Dios con su pueblo.
Quizás el amor inquebrantable a su esposa infiel, le hizo al profeta penetrar en el misterio del amor de Dios a su pueblo. Dios es como un esposo, celoso pero paciente, siempre tendiendo la mano y esperando que su pueblo le corresponda con la fidelidad de una obediencia amorosa.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Oseas  13,1-16Síntesis histórica. De la mención del patriarca Jacob pasa a los días del desierto, cuando Dios no abandonó jamás a su pueblo, sino que lo guió y le prodigó su alimento y su bebida. En respuesta, Israel se porta como un rebelde y abandona a su Dios. Siguiendo con las imágenes del desierto, el profeta compara a Dios con sus fieras para anunciar el castigo que merece Israel.
Varios son los pecados atribuidos a Samaría, capital del reino del norte, pero dos parecen ser los más importantes: 1. El cisma propiciado por Jeroboán en el 931 a.C., a la muerte de Salomón. Los autores sagrados, incluidos los profetas, siempre señalaron al reino del norte como al único responsable de la división. Con todo, habría que leer en clave de justicia 1Re_12:1-19 para entender los verdaderos motivos de la separación. 2. El otro pecado, consecuencia del anterior, fue haber suplantado el culto al Señor, verdadero Dios, por los ídolos cananeos y por el par de toros de oro que muy pronto entronizó Jeroboán en Dan -frontera norte del reino- y en Betel -frontera sur- (cfr. 1Re_12:28-30). En la mentalidad del profeta, éste es el origen de todos los males y desgracias de reino del Norte, los cuales son considerados castigos merecidos por las faltas de Israel.