Exodo  22 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 31 versitos |
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Leyes acerca de la propiedad

– Cuando alguien robe un toro o una oveja para matarlo o venderlo, restituirá cinco toros por toro y cuatro ovejas por oveja.
2 – Si un ladrón es sorprendido abriendo un boquete en un muro y lo hieren de muerte, no hay homicidio;
3 pero si es a la luz del día, es un caso de homicidio. El ladrón está obligado a restituir la totalidad de lo robado, y si no tiene con qué pagar, será vendido por el valor de lo robado.
4 Si el toro, el asno o el cordero robados se hallan aún vivos en manos del ladrón, éste restituirá el doble.
5 »Cuando alguien arrase un campo o una viña llevando a su rebaño a pastar en campo ajeno, restituirá con lo mejor de su propio campo o viña.
6 »Cuando se declare un incendio y se propague por los matorrales y devore las cosechas, los sembrados o el campo, el causante del incendio pagará los daños.
7 »Cuando alguien confíe en depósito a su prójimo dinero o cualquier otro objeto, y el objeto sea robado de casa de éste, entonces, si se descubre al ladrón, restituirá el doble,
8 y si no se descubre al ladrón, el dueño de la casa se presentará ante Dios y jurará que no ha tocado el objeto de su prójimo.
9 »En delitos contra la propiedad, ya sea de toro, asno, oveja, vestimentas o cualquier otro objeto perdido, si uno afirma que el objeto es suyo, se llevará el pleito ante Dios, y aquél a quien Dios declare culpable, pagará al otro el doble.
10 »Cuando alguien confíe en depósito a su prójimo un asno, un toro, una oveja o cualquier otro animal y el animal muere o se daña o es robado sin que nadie lo vea,
11 entonces el pleito se decidirá jurando ante Dios que no ha tocado el animal de su prójimo. El dueño del animal aceptará el juramento y no habrá restitución;
12 pero si se lo han robado viéndolo él, entonces se restituirá al dueño.
13 Si lo han descuartizado las fieras salvajes, se presentará como prueba el animal descuartizado y no habrá restitución.
14 »Cuando alguien pida en préstamo a su prójimo un animal, y el animal se dañe o muera estando ausente su dueño, debe restituirlo.
15 Si el dueño estaba presente, no habrá restitución. Si el acreedor es un jornalero, se le descontará de su salario.
16 »Cuando alguien seduzca a una muchacha soltera y se acueste con ella, pagará la dote y la tomará por mujer.
17 Si el padre de la muchacha no quiere dársela, entonces el seductor pagará la dote que se da por las vírgenes.
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Legislación apodíctica

– No dejarás con vida a la hechicera.
19 »El que se acueste con bestias, será condenado a muerte.
20 »El que ofrezca sacrificios a los dioses – fuera del Señor– será exterminado.
21 »No oprimirás ni maltratarás al emigrante, porque ustedes fueron emigrantes en Egipto.
22 »No explotarás a viudas ni a huérfanos,
23 porque si los explotas y ellos gritan a mí, yo los escucharé.
24 Se encenderá mi ira contra ustedes y los haré morir a espada, dejando a sus mujeres viudas y a sus hijos huérfanos.
25 »Si prestas dinero a uno de mi pueblo, a un pobre que habita contigo, no serás con él un usurero, cargándole de intereses.
26 »Si tomas en prenda la ropa de tu prójimo, se la devolverás antes de ponerse el sol,
27 porque no tiene otro vestido para cubrir su cuerpo y para acostarse. Si grita a mí, yo le escucharé, porque yo soy compasivo.
28 »No blasfemarás contra Dios y no maldecirás al jefe de tu pueblo.
29 »No te demores en ofrecer los primeros frutos de tu cosecha y de tu vendimia.
»Me darás el primogénito de tus hijos;
30 lo mismo harás con tus toros y ovejas: durante siete días quedará la cría con su madre y el octavo día me la entregarás.
31 »Ustedes estarán consagrados a mí: no coman carne de animal despedazado en el campo; arrójensela a los perros.

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Introducción a Exodo 

ÉXODO

El Éxodo, segundo libro del Pen tateuco, es el libro de la li beración y de la Alianza, de los primeros pa sos por el desierto y de la fabricación del instrumental cúltico. Libro heterogéneo por tema y origen. La división te máti ca se da por bloques bastante diferenciados, la división por origen impone mu chas veces destrenzar lo trenzado por el autor del libro ac tual.

Salida de Egipto. Éste es el gran libro épico de la liberación. El Señor irrumpe en la historia poniéndose al lado de un pueblo de esclavos, oprimido por Egipto, una de las potencias de aquel entonces. El faraón resiste al actuar divino por ra zón de Estado: razón política, por que la minoría extranjera se está haciendo mayoría; razón militar, porque podrían convertirse en peli groso apoyo del enemigo; ra zón económica, porque suministran mano de obra gratis.
Es inevitable el choque de fuerzas. En diez encuentros el Señor descarga sus golpes. Los dos primeros encuentros quedan indecisos; al tercero, el Señor se impone; al séptimo, el faraón reconoce su culpa; al décimo, los israelitas son empujados a salir del país de la opresión. El autor último, utilizando textos diversos, compone un cuadro estilizado y grandioso.
El Señor actúa, en parte, por medio de Moisés, el gran liberador humano, que repite por adelantado la experiencia del pueblo, se so lidariza con él, lo moviliza. Se en frenta tenazmente con el faraón y va creciendo en estatura hasta hacerse figura legendaria.
El último acto se desenvuelve en un escenario cósmico: un de sierto hostil que se dilata a la espalda, un agua amenazadora que cierra el paso al frente, un viento aliado que cumple las órdenes de Dios. En la batalla cósmica se consuma la derrota de un ejército prepotente y la salvación de un pueblo desarmado.
Estos capítulos se clavan en la memoria del pueblo, convirtiéndose en modelo o patrón de sucesivas liberaciones; con la misma función penetran en el Nuevo Testamento y extienden su influjo e inspiración incluso a gente que no cree en ese Dios liberador. El Señor será para siempre en Israel «el que nos sacó de Egipto, de la esclavitud».

Historicidad. ¿Quiso el autor escribir historia, o sea, relatar hechos sucedidos? En caso afirmativo, ¿qué criterios y técnicas narrativas empleó? Partiendo del texto, ¿podemos reconstruir un proceso histórico? Y si esto es posible, ¿podemos rastrear sus huellas?
El libro no nos ayuda mucho a responder a estas preguntas, pues es muy vago en detalles significativos, y contiene grandes silencios y lagunas al respecto, p. ej. ¿Cómo se llama el faraón? -En otros libros se suministran nombres: Necó, Nabucodonosor, Ciro, etc.-. No se aducen fechas. Casi todo es anónimo e indiferenciado.
Fuera del libro no encontramos en la literatura circundante referencias precisas a los hechos narrados. La arqueología de Palestina ofrece un testimonio ambiguo. Evidencia movimientos de población y cambios culturales hacia el 1200 a.C. al pasar de la edad de bronce a la del hierro; pero en muchos detalles no concuerda con el relato bíblico.
No cabe duda, sin embargo, que el autor está narrando hechos que sucedieron y que marcaron para siempre la identidad del pueblo de Israel. Y es este sentido de su propia trayectoria histórica lo que quiere dejar constancia escrita.
A favor de la historicidad básica del libro del Éxodo, se aduce la exactitud del color egipcio y muchos detalles: nombres, prácticas, fenómenos. Y sobre todo, un argumento de coherencia: sin una experiencia egipcia y una salida con un guía, es muy difícil explicar la historia sucesiva y los textos bíblicos.
Se señala como fecha más probable para los acontecimientos el reinado en Egipto de Ramsés II, nieto de Ramsés I, fundador de la dinastía XVIII, e hijo de Seti I, quien restableció el dominio egipcio sobre Palestina y Fenicia. Firmado el tratado de paz con el monarca hitita Hatusilis III, el faraón sucumbió a una fiebre constructora; ciudades, monumentos, estatuas.

Mensaje religioso. Pero por encima de todo, el Éxodo es el testimonio de la revelación de Dios como liberador, sensible al dolor y al clamor de un pueblo que sufre la opresión y que, por tanto, decide inclinar su fuerza en favor del débil.
Esta auto-revelación de un Dios que no tolera la opresión ni la injusticia, es la clave para entender la forma cómo la fe israelita describe las acciones que dieron como resultado su liberación del poderío egipcio. Pero también sigue siendo la clave permanente para que todo pueblo oprimido, de hoy y de mañana, se sacuda de la opresión de toda esclavitud, contando siempre no sólo con la aprobación de Dios, sino lo que es más importante, con el poder y el aliento de su presencia liberadora.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Exodo  22,1-16Leyes acerca de la propiedad. Esta sección está dedicada al delito contra la propiedad, esto es, al robo, abuso o negligencia contra el bien ajeno. En ningún caso hay pena de muerte. Israel se cuidó de legislar la pena capital contra el robo, pero sí fue muy rígido con las multas e indemnizaciones si se probaba este delito (21,37). Los casos en que se necesitaba aportar pruebas o el sospechoso debía probar su inocencia se resolvían ante el Señor. Hemos de suponer que el lugar propicio para dirimir estos asuntos era el Santuario. Seguramente, consistía en una declaración de inocencia invocando el Nombre del Señor que -dada la gravedad de pronunciar el Nombre divino- debía acatar la contraparte. Menospreciar el juramento era menospreciar el mismo nombre del Señor, aunque quien juraba invocando el Nombre divino también podía hacerlo maliciosamente. Eso es lo que el segundo mandamiento prohíbe: «No pronunciarás el nombre del Señor, tu Dios, en falso. Porque el Señor no dejará sin castigo a quien pronuncie su nombre en falso» (20,7). Nótese cómo esta sección se cierra con el caso de la seducción de una muchacha (22,15s), inmediatamente después de las leyes sobre el robo de toros, asnos y otros objetos de propiedad personal. La mujer, ya fuera la esposa o la hija, era considerada como un objeto de propiedad personal, cuyo valor estaba en muchos casos por debajo de un toro, de un asno o de un esclavo.


Exodo  22,17-30Legislación apodíctica. La legislación apodíctica -es decir, una serie de mandatos en imperativo- va realmente hasta 23,19. En muchos de sus aspectos incluso supera a los diez mandamientos; al insistir en el amor y la misericordia debidos al prójimo, supera la mera preocupación ética y la equidad del decálogo. Aunque el contexto narrativo nos sitúa en el Sinaí, durante la promulgación del código de la Alianza, todos estos preceptos y normas suponen una larga experiencia de Israel como pueblo en tierra cananea. Cuando Israel tiene que volver a reflexionar sobre su pasado, su origen y sus compromisos fundacionales, proyecta hacia el origen del pueblo aquellas normas que considera necesarias para mejorar su presente y, sobre todo, para caminar más seguro hacia el futuro. Algunas leyes reflejan una sensibilidad y una gran sintonía con el querer de Dios (20-26); otras, por el contrario, pueden parecernos demasiado injustas y hasta contrarias a la voluntad de Dios. No es posible descontextualizarlas ni juzgarlas desde nuestros criterios actuales, pero tampoco podemos quedarnos con la idea simplista de que Dios permitía todo eso porque se trataba de un pueblo en formación. Dios nunca quiso ni querrá cosas semejantes; es la conciencia misma del pueblo la que proyecta como voluntad de Dios aquello que considera bueno en un determinado momento, y Dios asume ese riesgo de aparecer «a posteriori» como un ser injusto e insensible en ciertos aspectos.