Ezequiel  48 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 35 versitos |
1 Lista de las tribus:
En el extremo norte – que va desde el Mediterráneo, por Jetlón y el Paso de Jamat, hasta Hazar Enon, separando por el norte la región de Damasco de la de Jamat– , se extiende de este a oeste el territorio de Dan.
2 Lindando con Dan, se extiende de este a oeste el territorio de Aser.
3 Lindado con Aser, se extiende de este a oeste el territorio de Neftalí.
4 Lindando con Neftalí, se extiende de este a oeste el territorio de Manasés.
5 Lindando con Manasés, se extiende de este a oeste el territorio de Efraín.
6 Lindando con Efraín, se extiende de este a oeste el territorio de Rubén.
7 Lindado con Rubén, se extiende de este a oeste el territorio de Judá.
8 Lindando con Judá, se extiende de este a oeste el territorio sagrado: medirá doce kilómetros y medio de anchura, y de este a oeste, lo mismo que las demás porciones. En el centro se levantará el santuario.
9 El territorio sagrado que reservarán como tributo al Señor tendrá doce kilómetros y medio de longitud por diez de anchura.
10 Beneficiarios del territorio sagrado: A los sacerdotes les corresponderá una parcela rectangular, de doce kilómetros y medio de longitud – lados norte y sur– por cinco de anchura – lados oriental y occidental– . En el centro se levantará el santuario del Señor.
11 Se trata de los sacerdotes consagrados, descendientes de Sadoc, que se hicieron cargo de mi servicio y no se extraviaron como los levitas, cuando se extraviaron los israelitas,
12 y les corresponderá una porción sacrosanta del territorio sagrado de la tierra, colindante con la de los levitas.
13 A los levitas les corresponderá una parcela de doce kilómetros y medio de longitud por cinco de anchura, lindando con la de los sacerdotes. Área total del territorio sagrado: doce kilómetros y medio de longitud por diez de anchura.
14 Nada de esto podrán vender ni permutar. No podrán enajenar lo mejor de la tierra, porque es porción santa del Señor.
15 Queda una extensión de dos kilómetros y medio de anchura por doce y medio de longitud: es terreno profano. Pertenece a la ciudad para viviendas y pastos. La ciudad se levantará en el centro.
16 Área de la ciudad: dos mil doscientos cincuenta metros por cada lado, norte, sur, este y oeste.
17 Tendrá ciento veinticinco metros de prados comunales al norte, sur, este y oeste.
18 Quedan al este y al oeste de la ciudad, colindantes con el territorio sagrado, sendas parcelas de cinco kilómetros de longitud. Con lo que produzcan se alimentarán los que trabajen en la ciudad.
19 Las labrarán los obreros de todas las tribus israelitas que trabajen en la ciudad.
20 Área total del territorio sagrado, incluyendo lo que pertenece a la ciudad: un cuadrado de doce kilómetros y medio de lado.
21 Quedan los terrenos del príncipe. Están situados a ambos lados del territorio sagrado y de las posesiones de la ciudad. Se extienden por el este desde la raya de doce kilómetros y medio hasta la frontera oriental, y por el oeste, desde la raya de doce kilómetros y medio hasta la frontera occidental, paralelos a los territorios de las tribus. Pertenecen al príncipe. En medio quedará el territorio sagrado con el santuario del templo.
22 Igualmente, las propiedades de los levitas y de la ciudad quedarán enclavadas entre los terrenos del príncipe y los territorios de Judá y de Benjamín.
23 Resto de las tribus:
De este a oeste se extiende el territorio de Benjamín.
24 Lindando con Benjamín, se extiende de este a oeste el territorio de Simeón.
25 Lindado con Simeón, se extiende de este a oeste el territorio de Isacar.
26 Lindando con Isacar, se extiende de este a oeste el territorio de Zabulón.
27 Lindando con Zabulón, se extiende de este a oeste el territorio de Gad.
28 El territorio de Gad coincide al sur con la frontera sur, que va desde Palma, por el oasis de Meribá Cades, siguiendo el cauce del torrente, hasta el Mediterráneo.
29 Ésta es la tierra que distribuirán en propiedad hereditaria a las tribus de Israel y éstas son sus porciones – oráculo del Señor– .
30 Puertas de salida de la ciudad: llevarán los nombres de las tribus de Israel.
31 Por el lado norte, que mide dos mil doscientos cincuenta metros, tres puertas: la puerta de Rubén, la puerta de Judá y la puerta de Leví.
32 Por el lado oriental, que mide dos mil doscientos cincuenta metros, tres puertas: la puerta de José, la puerta de Benjamín y la puerta de Dan.
33 Por el lado sur, que mide dos mil doscientos cincuenta metros, tres puertas: la puerta de Simeón, la puerta de Isacar y la puerta de Zabulón.
34 Por el lado occidental, que mide dos mil doscientos cincuenta metros, tres puertas: la puerta de Gad, la puerta de Aser y la puerta de Neftalí.
35 Perímetro de la ciudad: nueve kilómetros.
Desde entonces la ciudad se llamará El Señor está allí.

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Introducción a Ezequiel 

EZEQUIEL

Su vida. No sabemos cuándo nació. Probablemente en su infancia y juventud conoció algo de la reforma de Josías, de su muerte trágica, de la caída de Nínive y del ascenso del nuevo imperio babilónico. Siendo de familia sacerdotal, recibiría su formación en el templo, donde debió oficiar hasta el momento del destierro. Es en el destierro donde recibe la vocación profética.
Su actividad se divide en dos etapas con un corte violento. La primera dura unos siete años, hasta la caída de Jerusalén; su tarea en ella es destruir sistemáticamente toda esperanza falsa; denunciando y anunciando hace comprender que es vano confiar en Egipto y en Sedecías, que la primera deportación es sólo el primer acto, preparatorio de la catástrofe definitiva. La caída de Jerusalén sella la validez de su profecía.
Viene un entreacto de silencio forzado, casi más trágico que la palabra precedente. Unos siete meses de intermedio fúnebre sin ritos ni palabras, sin consuelo ni compasión.
El profeta comienza la segunda etapa pronunciando sus oráculos contra las naciones: a la vez que socava toda esperanza humana en otros poderes, afirma el juicio de Dios en la historia. Después comienza a rehacer una nueva esperanza, fundada solamente en la gracia y la fidelidad de Dios. Sus oráculos precedentes reciben una nueva luz, los completa, les añade nuevos finales y otros oráculos de pura esperanza.

Autor del libro.
Lo que hoy conocemos como libro de Ezequiel no es enteramente obra del profeta, sino también, de su escuela. Por una parte, se le incorporan bastantes adiciones: especulaciones teológicas, fragmentos legislativos al final, aclaraciones exigidas por acontecimientos posteriores; por otra, con todo ese material se realiza una tarea de composición unitaria de un libro.
Su estructura es clara en las grandes líneas y responde a las etapas de su actividad: hasta la caída de Jerusalén (1-24); oráculos contra las naciones (25-32); después de la caída de Jerusalén (33-48). Esta construcción ofrece el esquema ideal de amenaza-promesa, tragedia-restauración. Sucede que este esquema se aplica también a capítulos individuales, por medio de adiciones o trasponiendo material de la segunda etapa a los primeros capítulos; también se traspone material posterior a los capítulos iniciales para presentar desde el principio una imagen sintética de la actividad del profeta.
El libro se puede leer como una unidad amplia, dentro de la cual se cobijan piezas no bien armonizadas: algo así como una catedral de tres naves góticas en la que se han abierto capillas barrocas con monumentos funerarios y estatuas de devociones limitadas.

Mensaje religioso. La lectura del libro nos hace descubrir el dinamismo admirable de una palabra que interpreta la historia para re-crearla, el dinamismo de una acción divina que, a través de la cruz merecida de su pueblo, va a sacar un puro don de resurrección. Este mensaje es el que hace a Ezequiel el profeta de la ruina y de la reconstrucción cuya absoluta novedad él solo acierta a barruntar en el llamado «Apocalipsis de Ezequiel» (38s), donde contempla el nuevo reino del Señor y al pueblo renovado reconociendo con gozo al Señor en Jerusalén, la ciudad del templo.
El punto central de la predicación de Ezequiel es la responsabilidad personal (18) que llevará a cada uno a responder de sus propias acciones ante Dios. Y estas obras que salvarán o condenarán a la persona están basadas en la justicia hacia el pobre y el oprimido. En una sociedad donde la explotación del débil era rampante, Ezequiel se alza como el defensor del hambriento y del desnudo, del oprimido por la injusticia y por los intereses de los usureros. Truena contra los atropellos y los maltratos y llama constantemente a la conversión. Sin derecho y sin justicia no puede haber conversión.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Ezequiel  48,1-35El manantial del templo.Las anteriores disposiciones referentes al lugar sagrado -templo-, las personas sagradas -sacerdotes y levitas- y al príncipe sirven como marco para introducir este nuevo elemento de la visión de Ezequiel: el río de vida que brota desde el costado oriental del templo y que se va extendiendo fecundando todo el territorio, incluso el Mar Muerto. Es como si la maldición y la desgracia que han pesado sobre Israel y su territorio comenzaran a desaparecer al paso del agua vivificante y purificadora que brota desde el nuevo templo habitado por la Gloria del Señor . Siglos después, esta misma imagen será utilizada por el autor del Apocalipsis (Apo_22:1s).
El territorio fecundado y fertilizado idealmente por el manantial que brota del templo es repartido también ideal y equitativamente entre las doce tribus de Israel (Apo_47:13-48, 29); siete habitarán al norte del templo y cinco habitarán al sur; cada tribu recibirá una franja de tierra que va desde el Mediterráneo hasta la frontera oriental del país.
Esta imagen es la síntesis final del territorio reconquistado y de la ciudad y el templo reconstruidos (Apo_48:30-35). La ciudad adquiere un nombre simbólico cargado de sentido esperanzador para los israelitas que se encuentran en el exilio: «Dios está aquí».