Genesis 37 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 36 versitos |
1

Ciclo Patriarcal: José
Sueños de José
Eclo 34,1-8

Jacob se estableció en el país cananeo, la tierra donde había residido su padre.
2 Ésta es la historia de la familia de Jacob. José tenía diecisiete años y pastoreaba el rebaño con sus hermanos. Ayudaba a los hijos de Bilha y Zilpa, mujeres de su padre, y trajo a su padre malos informes de sus hermanos.
3 Israel prefería a José entre sus hijos, porque le había nacido en edad avanzada, y le hizo una túnica con mangas.
4 Sus hermanos, al ver que su padre lo prefería entre los hermanos, le tomaron rencor y hasta le negaban el saludo.
5 José tuvo un sueño y se lo contó a sus hermanos, con lo cual a ellos les aumentó el rencor.
6 Les dijo:
– Escuchen lo que he soñado.
7 Estábamos atando gavillas en el campo, de pronto mi gavilla se alzó y se tenía en pie mientras las gavillas de ustedes, formaban un círculo en torno a la mía y se postraban ante ella.
8 Le contestaron sus hermanos:
–¿Vas a ser tú nuestro rey? ¿Vas a ser tú nuestro señor?
Y les crecía el rencor por los sueños que les contaba.
9 José tuvo otro sueño y se lo contó a sus hermanos:
– He tenido otro sueño: El sol y la luna y once estrellas se postraban ante mí.
10 Cuando se lo contó a su padre y a sus hermanos, su padre le reprendió:
–¿Qué es eso que has soñado? ¿Es que yo y tu madre y tus hermanos vamos a postrarnos por tierra ante ti?
11 Sus hermanos le tenían envidia, pero su padre se guardó el asunto.
12 Sus hermanos se trasladaron a Siquén a apacentar el rebaño de su padre.
13 Israel dijo a José:
– Tus hermanos se encuentran pastoreando en Siquén. Quiero enviarte allá.
Contestó él:
– Aquí me tienes.
14 Le dijo:
– Vete a ver qué tal están tus hermanos y qué tal el rebaño y tráeme noticias.
Así lo envió desde el valle de Hebrón y él se dirigió a Siquén.
15 Un hombre lo encontró perdido por el campo y le preguntó qué buscaba;
16 él dijo:
– Busco a mis hermanos; te ruego que me digas dónde pastorean.
17 El hombre le contestó:
– Se han marchado de aquí; les oí decir que iban hacia Dotán.
José fue tras sus hermanos y los encontró en Dotán.
18 Cuando ellos lo vieron venir a lo lejos, antes de que se acercara tramaron su muerte.
19 Y comentaban:
–¡Ahí viene ese soñador!
20 Vamos a matarlo y echarlo en un pozo; después diremos que lo ha devorado una fiera, y veremos en qué terminan sus sueños.
21 Cuando Rubén oyó esto, intentó librarlo de sus manos y les dijo:
– No cometamos un homicidio.
22 Y añadió Rubén:
– No derramen sangre; échenlo en este pozo, aquí en el desierto y no pongan las manos sobre él.
Era para librarlo de sus manos y devolverlo a su padre.
José vendido por sus hermanos
23 Cuando José llegó adonde estaban sus hermanos, ellos le quitaron la túnica con mangas que llevaba,
24 lo agarraron y echaron en un pozo; era un pozo vacío, sin agua.
25 Después se sentaron a comer. Levantando la vista vieron una caravana de ismaelitas que transportaban en camellos goma de aromas, bálsamo y resina de Galaad a Egipto.
26 Judá propuso a sus hermanos:
–¿Qué ganamos con matar a nuestro hermano y echar tierra sobre su sangre?
27 Vamos a venderlo a los ismaelitas y no pongamos las manos en él; que al fin es hermano nuestro, de nuestra carne y sangre.
Los hermanos aceptaron.
28 Al pasar unos mercaderes madianitas, retiraron a José del pozo y lo vendieron a los ismaelitas por veinte pesos de plata. Éstos se llevaron a José a Egipto.
29 Entretanto Rubén volvió al pozo, y al ver que José no estaba en el pozo, se rasgó las vestiduras,
30 volvió a sus hermanos y les dijo:
– El muchacho no está; y yo, ¿a dónde voy yo ahora?
31 Ellos tomaron la túnica de José, degollaron un cabrito, empaparon en sangre la túnica y
32 enviaron la túnica con manchas a su padre con este recado:
– Hemos encontrado esto; mira a ver si es la túnica de tu hijo o no.
33 Él al reconocerla dijo:
–¡Es la túnica de mi hijo! Una fiera lo ha devorado, ha descuartizado a José.
34 Jacob se rasgó las vestiduras, se vistió de luto y estuvo mucho tiempo de duelo por su hijo.
35 Vinieron todos sus hijos e hijas para consolarlo. Pero él rehusó el consuelo diciendo:
– Bajaré a la tumba haciendo duelo por mi hijo.
Su padre lo lloró.
36 Y los madianitas lo vendieron en Egipto a Putifar, ministro y jefe de la guardia del faraón.

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Introducción a Genesis

PENTATEUCO

La tradición judía y los Evangelios lo llaman Torá, o sea, Ley, Instrucción. También se llama «libro de Moisés», o «Pentateuco» en alusión a los cinco rollos o estuches donde se guardaba el texto escrito en papiro o pergamino. Por su contenido, es una historia ambiciosa que comienza con la creación del mundo y termina con la muerte de Moisés, cuya narración se ve interrumpida al acoger diversos cuerpos legales con un genérico propósito fundacional.
El Pentateuco es palabra narrativa que funda historia y con ello conciencia de pueblo, funda un patrimonio común y compartido. Es ley que crea una comunidad humana distinta y organizada. La historia es ley en cuanto sustenta y dirige la vida de un pueblo; la ley configura la historia y pertenece a ella, no es la versión mítica de un orden cósmico que está fuera del tiempo.

División del Pentateuco. La división en cinco rollos es funcional, se guía por el tema y por el tamaño; útil un tiempo para el manejo, más adelante para la cita, sin embargo, hay otras divisiones que penetran más en la naturaleza del libro, como:
1.La división en unidades, que iremos dando en sucesivas introducciones y títulos.
2.Los cuatro cuerpos o fuentes literarias que la investigación del s. XIX designó con las siglas J (Yahvista), E (Elohísta), D (Deuteronomista), y P (Sacerdotal), pertenecientes a los s. X, IX, VII y V a.C. respectivamente. Según esta hipótesis, que hoy se mantiene como la más razonable y comúnmente aceptada, el Pentateuco actual es el resultado de la fusión de estas cuatro fuentes en un relato unificado.
El autor final compone unas veces yuxtaponiendo o insertando bloques, otras, conservando duplicaciones narrativas, y finalmente, trenzando dos o más relatos en una línea continuada. Separar hoy las piezas integrantes y asignarlas una determinada fuente es tarea relativamente fácil cuando se trata de bloques, no muy difícil cuando se encuentran duplicados, cada vez más arriesgada cuando se quieren destrenzar párrafos, frases, y palabras.
3.Más adelante, la investigación descubrió que las supuestas fuentes no eran documentos originales, sino a su vez colecciones de textos previos. Las fuentes resultaban representar escuelas teológicas y literarias, ser compilaciones de textos oficiales o confluencia de tradiciones orales. La investigación se desplazó a trazar la pista evolutiva de las tradiciones precedentes o subsistentes después de la primera fijación escrita.

Género literario y autor. En cuanto al genero literario, encontramos en estos libros gran variedad: 1. Géneros narrativos como la leyenda o saga, el relato idílico, patético, humorístico, heroico, épico. 2. Leyes, códigos y listas. 3. Bendiciones, plegarias, emblemas, odas. 4. Textos cúlticos de celebración, de catequesis, de predicación.
Tal variedad de géneros produce su correspondiente variedad de estilos que puede desconcertar al lector, el cual encuentra junto a páginas maestras de narración, listas de nombres, minuciosas descripciones de instrumental litúrgico, normas extrañas, exhortaciones reiterativas. El resultado es una obra fascinadora, amena, entretenida, aburrida, pesada... Un inmenso paisaje con cumbres narrativas y barrancos polvorientos, con sendas llanas y veredas escabrosas.
Más que una obra, el Pentateuco parece una colección de piezas heterogéneas: registros de archivo, códigos legales o litúrgicos, documentos jurídicos, poemas, relatos. Con todo, la narración es el elemento importante: desde la vocación de Abrahán hasta la muerte de Moisés, fluye un relato serpenteante, accidentado y bien orientado, produciendo páginas que pertenecen a lo mejor de la literatura universal.
Es claro que el libro no tiene un autor en el sentido normal del término. Podemos pensar en Moisés como origen remoto de corrientes literarias: la corriente narrativa que cuenta los sucesos con entusiasmo religioso, la actividad legal, la corriente parenética o de exhortación. Mentalmente podemos pensar en un coro jerárquico de verdaderos autores anónimos, que a lo largo de siglos han contribuido a esta magna obra.

Mensaje religioso. El Pentateuco es uno de los libros fundamentales de nuestra fe y de la fe del pueblo judío. La convicción de que Dios es el protagonista de la historia afecta profundamente a toda la obra. Dios es quien la pone en movimiento y la dirige con su acción y más aún con su palabra; es también protagonista de la Ley, como legislador, garante y sancionador último. Pero Dios es un protagonista que actúa suscitando verdaderos protagonistas humanos: sean individuos de notable personalidad, sea el pueblo escogido como agente de una historia vivida y narrada.
Toda la obra del Pentateuco, desde la creación hasta las promesas y las alianzas, pone ya el fundamento de lo que será toda la Biblia: la revelación del amor de Dios por el ser humano. Por amor lo creó a su imagen y semejanza; por amor lo llamó a mantener una relación personal con Él, y por amor se comprometió en la historia humana, haciendo de ésta una historia de salvación: «Si el Señor se enamoró de ustedes y los eligió... fue por puro amor» ( Deu_7:7 s).


GENESIS

La tradición judía designa este primer libro de la Biblia con el nombre de «Bereshit», palabra con la cual comienza en su original hebreo. La posterior traducción a la lengua griega (s. III a.C.) lo denominó con la palabra «Génesis», y así pasó también a la lengua latina y a nuestra lengua castellana. La palabra «Génesis» significa «origen o principio».
De algún modo, corresponde al contenido del libro, ya que sus temas principales pretenden mostrarnos en un primer momento, el origen del mundo, por creación; el origen del mal, por el pecado; y el origen de la cultura, de la dispersión de los pueblos, y de la pluralidad de las lenguas. En un segundo momento, el origen de la salvación por la elección de un hombre, que será padre de un pueblo; después, la era patriarcal, como prehistoria del pueblo elegido: Abrahán, Isaac, Jacob, y también José.
Al comenzar la obra con la creación del mundo, el autor responsable de la composición actual hace subir audazmente la historia de salvación hasta el momento primordial, el principio de todo, en un intento de dar respuesta a los grandes enigmas que acosan al ser humano: el cosmos, la vida y la muerte, el bien y el mal, el individuo y la sociedad, la familia, la cultura y la religión. Tales problemas reciben una respuesta no teórica o doctrinal, sino histórica, de acontecimientos. Y de esta historia la humanidad es la responsable. Pero tal historia está soberanamente dirigida por Dios, para la salvación de toda la humanidad.

División del libro. El libro se puede dividir cómodamente en tres bloques: orígenes (1-11), ciclo patriarcal (12-36), y ciclo de José (37-50). A través de estos bloques narrativos el autor va tejiendo una historia que es al mismo tiempo su respuesta religiosa a los enigmas planteados.
El bien y el mal. Dios lo crea todo bueno (1); por la serpiente y la primera pareja humana entra el mal en el mundo (2s); el mal desarrolla su fuerza y crece hasta anegar la tierra; apenas se salva una familia (4-11). Comienza una etapa en que el bien va superando al mal, hasta que al final (50), incluso a través del mal, Dios realiza el bien. Ese bien es fundamentalmente vida y amistad con Dios.
Fraternidad. El mal en la familia humana se inaugura con un fratricidio (4) que rompe la fraternidad primordial; viene una separación de hermanos (13; 21), después una tensión que se resuelve en reconciliación (27-33); falla un intento de fratricidio (37) y lentamente se recompone la fraternidad de los doce hermanos (42-50).
Salvación. El pecado atrae calamidades, y Dios suministra medios para que se salven algunos: del diluvio, Noé en el arca (6-9); del hambre, Abrahán en Egipto (12); del incendio, Lot (19); del odio y la persecución, Jacob en Siria (28-31); de la muerte, José en Egipto (37); del hambre, sus hermanos en Egipto (41-47). Esta gravitación de los semitas hacia Egipto tiene carácter provisional hasta que se invierta la dirección del movimiento.
Muchas narraciones y personajes del Génesis han adquirido en la tradición cristiana un valor de tipos o símbolos más allá de la intención inmediata de los primeros narradores.

Historia y arqueología. La historia profana no nos suministra un cuadro donde situar los relatos del Génesis. Las eras geológicas no encajan en la semana laboral y estilizada de Gn 1. El capítulo 4 expone unos orígenes de la cultura donde surgen simultáneamente agricultores y pastores, donde la Edad del Bronce y la del Hierro se superponen, dejando entrever o sospechar una era sin metales.
Los Patriarcas tienen geografía, pero no historia (y el intento de Gn 14 no mejora la información). José está bien ambientado en Egipto, sin distinguirse por rasgos de época o dinastía.
La arqueología ha podido reunir unos cuantos datos, documentos, monumentos, pinturas, en cuyo cuadro genérico encajan bien los Patriarcas bíblicos; ese cuadro se extiende varios siglos (XIX-XVI a.C.). Hay que citar, sobre todo, los archivos de Mari (s. XVIII a.C.), los de Babilonia, testimonios de una floreciente cultura religiosa, literaria y legal, heredada en gran parte de los sumerios. Este material nos ofrece un magnífico marco cultural para leer el Génesis, aunque no ofrece un marco cronológico.
Cuando se piensa que los semitas han sucedido a los sumerios, que los amorreos (occidentales) dominan en Babilonia y desde allí en Asiria, que la cultura babilónica se transmite por medio de los hurritas al imperio indoeuropeo de los hititas, se comprende mejor lo que es la concentración narrativa del Génesis.

Mensaje religioso. Dios intervine en esta historia profundamente humana como verdadero protagonista. En muchos rasgos actúa a imagen del ser humano, pero su soberanía aparece sobre todo porque su medio ordinario de acción es la palabra. La misma palabra que dirige la vida de los Patriarcas, crea el universo con su poder.
La aparición de Dios es misteriosa e imprevisible. Es la Palabra de Dios la que establece el contacto decisivo entre el ser humano y su Dios. Como la Palabra de Dios llama e interpela a la persona libre, el hombre y la mujer quedan engranados como verdaderos autores en la historia de la salvación.
La Palabra de Dios es mandato, anuncio, promesa. El ser humano debe obedecer, creer, esperar: esta triple respuesta es el dinamismo de esta historia, tensa hacia el futuro, comprometida con la tierra y comprometida con Dios, intensamente humana y soberanamente divina.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Genesis 37,1-22Sueños de José. No es de extrañar que entre tantos hijos de Jacob surjan diferencias y discrepancias. Lo que llama la atención es que sea precisamente uno de los hermanos menores la causa del conflicto intrafamiliar. José manifiesta en sus sueños una tendencia y un deseo de dominar a sus hermanos (7s) y hasta a sus propios padres (9s), lo cual aumenta la envidia y el odio de sus hermanos (8.11), granjeados además por la especial predilección de su padre (4). La reacción de sus hermanos es eliminarlo (20), pero en medio de todo hay algo de respeto por la vida, y eso es en definitiva lo que salva a José de la muerte (21s.26).


Genesis 37,23-36José vendido por sus hermanos. La diversidad de tradiciones en torno a la historia de José queda de manifiesto en la aparente contradicción sobre el hermano que lo defiende de los demás hermanos (21.26). Lo mismo vale decir sobre sus compradores: se supone que los hermanos aceptan la propuesta de Judá de venderlo a unos ismaelitas (27); pero se le vende a unos madianitas (28), aunque de nuevo se menciona a los ismaelitas. Rubén aparece como ajeno por completo a la transacción, al punto de rasgarse sus vestiduras, pues cree que sus hermanos han asesinado a José, al no hallarlo en el pozo (29).
El centro de esta sección lo ocupa el proceder engañoso de los hijos de Jacob (31-33), que se constituye de nuevo en una especie de retribución para Jacob. Él, que llegó al extremo de engañar a su padre para robar a su hermano la bendición, es ahora engañado por sus propios hijos, aunque este engaño sólo sea temporal y con un desenlace feliz. Otra manera de acentuar el proceder de Dios aún en medio de engaños y falsías humanos.