Efesios  6 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 24 versitos |
1

Hijos y esclavos

Hijos, obedezcan a sus padres [en atención al Señor], porque esto es lo justo.
2 El primer mandamiento que contiene una promesa es éste: Honra a tu padre y a tu madre
3 para que te vaya bien y vivas mucho tiempo en la tierra.
4 Padres, no irriten a sus hijos; edúquenlos, más bien, en la disciplina e instrúyanlos en el amor de Dios.
5 Esclavos, obedezcan a sus amos corporales, escrupulosa y sinceramente, como si sirvieran a Cristo;
6 no por servilismo o para halagarlos, sino como siervos de Cristo que cumplen con toda el alma la voluntad de Dios.
7 Sirvan a sus dueños de buena gana como si se tratara del Señor, y no de hombres;
8 conscientes de que el Señor le pagará a cada uno lo bueno que haga, sea esclavo o libre.
9 Amos, compórtense con sus siervos del mismo modo, y dejen de lado las amenazas, conscientes de que tanto ellos como ustedes tienen el mismo Señor que está en el cielo y que no hace distinción de personas.
10

Lucha contra el mal

Por lo demás, fortalézcanse con el Señor y con su fuerza poderosa.
11 Vístanse la armadura de Dios para poder resistir los engaños del Diablo.
12 Porque no estamos luchando contra seres de carne y hueso, sino contra las autoridades, contra las potestades, contra los soberanos de estas tinieblas, contra las fuerzas espirituales del mal.
13 Por tanto, tomen las armas de Dios para poder resistir el día funesto y permanecer firmes a pesar de todo.
14 Cíñanse con el cinturón de la verdad, vistan la coraza de la justicia,
15 calcen las sandalias del celo para propagar la Buena Noticia de la paz.
16 Tengan siempre en la mano el escudo de la fe, en el que se apagarán los dardos incendiarios del maligno.
17 Pónganse el casco de la salvación, y empuñen la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios.
18 Vivan orando y suplicando, oren en toda ocasión animados por el Espíritu; permanezcan despiertos y oren con perseverancia por todos los consagrados;
19 también por mí, para que cuando yo abra la boca, se me conceda el don de la palabra y pueda exponer libremente el misterio de la Buena Noticia,
20 del cual soy mensajero en prisión: que pueda anunciarlo libremente, como es debido.
21

Saludo final

Tíquico, el hermano querido y ministro fiel del Señor les informará para que sepan cómo me va y lo que hago.
22 Para eso se lo envío, para que tengan noticias mías y para que los consuele.
23 A los hermanos paz, amor y fe de parte de Dios Padre y del Señor Jesucristo.
24 La gracia esté con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con amor incorruptible.

Patrocinio

 
 

Introducción a Efesios 

EFESIOS

Éfeso y Pablo. Desde tiempos antiguos, Éfeso fue una ciudad importante por su situación geográfica. En tiempos de Pablo era la capital de la provincia romana de Asia. Entre sus muchos edificios suntuosos descollaba el templo de Artemisa, diosa asiática de la fecundidad (cfr. Hch 19). Como ciudad romana del Mediterráneo oriental, formaba terna con Antioquía y Alejandría.
Cuando Pablo visitó Éfeso ( Hch_19:1 ) encontró allí algunos cristianos no muy bien formados. Les instruyó y constituyó con ellos una floreciente comunidad de paganos convertidos, base de operaciones para la expansión misionera. El Apóstol residió allí tres años entre éxitos y dificultades.

¿Carta de Pablo a los efesios? Los «tres» datos son discutidos por una crítica competente. En primer lugar, se duda de que se trate efectivamente de una carta. Suena más bien a tratado o a exposición homilética vertida en el molde epistolar como recurso literario. Habría que catalogarla en el género de celebración o panegírico. Faltan en el texto, por ejemplo, el tono personal y las referencias a una situación concreta propias de una carta.
En segundo lugar, se duda de que la carta haya salido de la pluma de Pablo. El autor parece no conocer personalmente a los destinatarios ( Hch_1:15 ; Hch_3:2 ), situación extraña si se tiene en cuenta que el Apóstol vivió tres años en dicha comunidad. El estilo, por otra parte, es notablemente inferior al de las cartas auténticamente paulinas. También es diversa o más evolucionada su doctrina; por ejemplo, a muchas Iglesias locales sucede una Iglesia única y universal, tras la superación de la controversia entre judíos y paganos.
Finalmente, está también en discusión que los destinatarios sean los efesios. El nombre de la ciudad falta en algunos códices importantes. ¿Fue borrada del texto original para dejar un espacio en blanco disponible para otras localidades? Dado el carácter del escrito y teniendo en cuenta la noticia de Col_4:16 , algunos biblistas piensan que la carta estaba dirigida en un principio a Laodicea. Otros, por el contrario, que era un texto circular dirigido a una amplia audiencia de Iglesias de Asia.

Autor, destinatarios y fecha de composición de la carta. Todo lo dicho anteriormente hace pensar que el autor es un discípulo de Pablo que escribe después de la muerte del Apóstol a paganos convertidos de la segunda generación, entre los años 70-90. Si atribuye su escrito a Pablo es para dar autoridad a sus reflexiones y, apoyado en las enseñanzas de su maestro que va desarrollando, iluminar la vida de las Iglesias en las nuevas circunstancias por las que atravesaban, veinte o treinta años después de que fueran fundadas por el Apóstol.

Contenido de la carta. El contexto en que viven las comunidades de esta segunda generación ha cambiado notablemente. Después de la destrucción de Jerusalén (año 70), las tensiones entre los cristianos procedentes del judaísmo y los convertidos del paganismo han ido paulatinamente desapareciendo. Ahora, los judeo-cristianos son una pequeña minoría dentro de una comunidad de creyentes que se ha desplazado y esparcido definitivamente más allá de las fronteras de Palestina. Esta situación hacía urgente una reflexión sobre el misterio de una Iglesia que, consciente ya de su universalidad, necesitaba ahondar en el vínculo de comunión que la mantenía unida y plural al mismo tiempo. Pero, sobre todo, profundizar en el alcance de su misión universal.
La Carta a los Efesios comienza donde termina la Carta a los Colosenses. Ambas se complementan. Si aquella habla de Cristo, ésta habla de la Iglesia. Dios tenía un plan escondido por siglos, revelado y ejecutado en y por Jesucristo. Ahora, este plan se despliega en y por la Iglesia. Si Colosenses resalta la dimensión cósmica de la mediación salvadora de Cristo, Efesios coloca la misión de la Iglesia en el centro mismo del universo, como sacramento de salvación de ese cosmos que Cristo llena con su poder vivificador.
Es así como el autor nos presenta a la Iglesia: universal; pueblo de Dios y esposa del Mesías; nueva creación de una humanidad unificada; edificio compacto y cuerpo en crecimiento que se llena de la plenitud de aquel que llena completamente todas las cosas ( Col_1:22 s), Cristo, su cabeza. Más que por la suma de Iglesias locales, o por la coexistencia de judíos penitentes y paganos convertidos, la unidad se realiza derribando muros, aboliendo divisiones, infundiendo un Espíritu único. No en vano la Carta a los Efesios ha sido llamada la «carta magna de la unidad».

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Patrocinio

Notas

Efesios  6,1-9Hijos y esclavos. Pablo recuerda a los efesios que la Ley del decálogo sigue en pie, y que el cuarto mandamiento ocupa el primer lugar en referencia al prójimo (cfr. Col_3:20s). De entre todas las personas a las que hay que amar, los padres son los primeros (cfr. Eclo 3). Los padres tienen deberes correlativos para con los hijos, aunque no los mencione el decálogo. La educación de los hijos es un tema frecuente en el mundo sapiencial bíblico y en la cultura griega. Era, también es cierto, una educación marcada por el rigor y la dureza. Esto explica que Pablo recomiende a los padres que «no irriten a sus hijos» (4). Hay que darles la corrección que les daría Dios mismo.
También los esclavos pertenecen al ámbito de la familia. Pablo no propone un cambio de orden social. No puede ni tiene a mano una alternativa social o política al sistema de esclavitud de su tiempo. Sin embargo, resalta la reciprocidad de deberes y trato entre amos y esclavos, y sobre todo, la igualdad radical bajo el «amo único» que es Dios (,1). Es esta posición revolucionaria de su mensaje evangélico la que terminó acabando con la institución de la esclavitud antigua, y nos anima hoy a seguir luchando contra las esclavitudes de nuestro tiempo.


Efesios  6,10-20Lucha contra el mal. Pablo ha exhortado a los efesios a aprovechar la oportunidad de salvación y a estar vigilantes. De ahí que, para él, la vida cristiana sea una milicia. El Evangelio tiene enemigos aguerridos y peligrosos contra los que hay que luchar y por tanto debemos estar pertrechados con las armas de Dios. La metáfora de las armas de Dios tiene una honda resonancia bíblica. Sab_5:16-22 habla de escudo, armadura y espada; Isa_59:17, de coraza, casco y manto. Pablo recoge la imagen y la carga de contenido cristiano, y así contempla al creyente armado y pertrechado con la verdad, la justicia, el evangelio de la paz, la fe y la salvación. En esta batalla declarada, Pablo no sólo contempla al creyente individual luchando contra sus propios pecados, sino a la entera comunidad cristiana, la Iglesia, enfrentada a fuerzas malignas de dimensiones cósmicas, contra las que el individuo aislado aparece impotente. Usando los conceptos del género literario apocalíptico, habla, personificándolos, de «soberanos de estas tinieblas... las fuerzas espirituales del mal» (12), viendo en ellos los causantes de la atmósfera contaminante de pecado que convierte a la historia humana en «malos tiempos».
Hoy, esos poderes malignos tienen otros nombres: es la violencia globalizada producida por estructuras económicas supranacionales que oprimen y esclavizan al pobre; es la contaminación y la destrucción de los recursos naturales del planeta a causa de un desenfrenado consumismo; es la fuerza global de la imagen y de la propaganda al servicio de valores que deshumanizan y acaban destruyendo a hombres y mujeres. Contra estas modernas «fuerzas del mal», la comunidad humana parece impotente y desarmada.
El Apóstol no es un pesimista, al contrario. De todos esos poderes Jesucristo ha salido triunfante y sus armas victoriosas están a nuestra disposición. Su exhortación, pues, es una llamada al compromiso de la comunidad entera, con una serie de verbos que expresan el apremio y la urgencia: «tomen las armas... cíñanse... vistan... calcen... Tengan siempre en la mano... pónganse» (13-17). Nuestro «aliado» en la lucha es el Señor, y su presencia victoriosa entre nosotros se consigue con la oración (cfr. Sal_35:1-4), que es el consejo final con que termina Pablo su carta, animando a los efesios a ser constantes en rezar y suplicar... con perseverancia... por todos... también por él (18s). Oración y compromiso, o como diría la sabiduría popular: «A Dios rogando y con el mazo dando».
Efesios  6,21-24Saludo final. A diferencia de otras cartas, Pablo sólo menciona en su saludo final a Tíquico (cfr. Col_4:7), portador de la carta y enviado a animar y confortar a los efesios. A éstos les desea la gracia del Señor.