Levítico 23 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 44 versitos |
1

Festividades del Señor

El Señor habló a Moisés:
2 – Di a los israelitas: Éstas son las festividades del Señor en las que convocarán asamblea litúrgica; son mis festividades:
3

El sábado

Durante seis días trabajarán, pero el día séptimo es día de descanso solemne, de asamblea litúrgica. No harán trabajo alguno. Es día de descanso dedicado al Señor, en cualquier lugar donde habiten.
4 Éstas son las festividades del Señor, las asambleas litúrgicas que convocarán a su debido tiempo.
5

La Pascua
Éx 12s

El día catorce del primer mes, al atardecer, es la Pascua del Señor.
6 El día quince del mismo mes es la fiesta de los panes ázimos dedicada al Señor. Comerán panes sin levadura durante siete días.
7 El primer día se reunirán en asamblea litúrgica, y no harán trabajo ni tarea alguna.
8 Los siete días ofrecerán oblaciones al Señor. Al séptimo día se volverán a reunir en asamblea litúrgica, y no harán trabajo ni tarea alguna.
9

La primera gavilla

El Señor habló a Moisés:
10 – Di a los israelitas: Cuando entren en la tierra que yo les voy a dar, y recojan la cosecha, la primera gavilla se la llevarán al sacerdote.
11 El día siguiente al sábado, éste la agitará ritualmente en presencia del Señor, para que les sea aceptada.
12 Ese mismo día ofrecerán al Señor en holocausto un cordero de un año sin defecto;
13 harán también una ofrenda de dos décimas de harina de la mejor calidad amasada con aceite – ofrenda de aroma que aplaca al Señor– y una libación de un litro de vino.
14 No comerán pan de granos tiernos tostados hasta el día en que lleven su ofrenda a Dios.
Ésta es una ley perpetua para todas las generaciones en cualquier lugar donde habiten.
15

Las primicias
Dt 26,1-11

Pasadas siete semanas completas, a contar desde el día siguiente al sábado – día en que llevaron la gavilla para la agitación ritual– ,
16 hasta el día siguiente al séptimo sábado, es decir, a los cincuenta días, harán una nueva ofrenda al Señor.
17 Desde sus poblados traerán pan para la agitación ritual: dos tortas de dos décimos de harina de la mejor calidad, cocidas con levadura. Son las primicias del Señor.
18 Además del pan, ofrecerán en holocausto al Señor siete corderos de un año sin defecto, un novillo y dos carneros, que junto con la ofrenda y las libaciones es ofrenda de aroma que aplaca al Señor.
19 Ofrecerán también en sacrificio por el pecado un chivo y dos corderos de un año en sacrificio de comunión.
20 El sacerdote lo agitará ritualmente, junto con el pan de las primicias, en presencia del Señor. Es porción santa del Señor para el sacerdote.
21 El mismo día se reunirán en asamblea litúrgica y no harán trabajo alguno.
Ésta es una ley perpetua para todas las generaciones en cualquier lugar donde habiten.
22 Cuando recojan la cosecha de sus tierras, no segarás todo tu campo hasta el borde ni volverás a buscar las espigas caídas; se lo dejarás al pobre y al emigrante. Yo soy el Señor, su Dios.
23

Año nuevo
Nm 29,1-6

El Señor habló a Moisés:
24 – Di a los israelitas: El día primero del séptimo mes es día de descanso solemne. Se anunciará con un toque. Se reunirán en asamblea litúrgica.
25 No harán trabajo alguno, y ofrecerán una ofrenda al Señor.
26

Día de la Expiación
Nm 29,7-11

El Señor dijo a Moisés:
27 – El día diez del séptimo mes es el día de la expiación. Se reunirán en asamblea litúrgica, harán penitencia y ofrecerán una ofrenda al Señor.
28 No harán trabajo alguno, porque es día de expiación. Es el día en que se realiza la expiación por ustedes en presencia del Señor, su Dios.
29 Todo el que en ese día no haga penitencia será excluido de su pueblo.
30 A quien trabaje, lo exterminaré de su pueblo.
31 No harán trabajo alguno. Ésta es una ley perpetua para todas las generaciones en cualquier lugar dónde habiten.
32 Es día de descanso solemne, en el que harán penitencia. Desde el nueve por la tarde al diez por la tarde guardarán descanso.
33

Fiesta de las Chozas
Nm 29,12-38

El Señor habló a Moisés:
34 – Di a los israelitas: El día quince del séptimo mes comienza la fiesta de las Chozas, dedicada al Señor, y dura siete días.
35 El día primero se reunirán en asamblea litúrgica. No harán trabajo alguno.
36 Durante los siete días ofrecerán oblaciones al Señor. Al octavo volverán a reunirse en asamblea litúrgica y a ofrecer una ofrenda al Señor. Es día de reunión religiosa solemne. No harán trabajo alguno.
37 Éstas son las festividades del Señor en las que se reunirán en asamblea litúrgica y ofrecerán al Señor oblaciones, holocaustos y ofrendas, sacrificios de comunión y libaciones, según corresponda a cada día,
38 además de los sábados del Señor y de los dones y cuantos sacrificios ofrezcan al Señor, sea en cumplimiento de un voto o voluntariamente.
39 Desde el día quince del séptimo mes, recogida ya la cosecha, celebrarán la fiesta del Señor durante siete días. El primero y el octavo son días de descanso solemne.
40 El primer día cortarán frutos de árboles de adorno, palmas, ramas de árboles frondosos y de sauces, y harán fiesta siete días en presencia del Señor.
41 Celebrarán esta fiesta dedicada al Señor anualmente, por espacio de siete días. Ésta es una ley perpetua para todas las generaciones: la celebrarán el séptimo mes.
42 Habitarán los siete días en chozas. Todo israelita nativo habitará en chozas;
43 para que sepan las futuras generaciones que yo hice habitar a los israelitas en chozas cuando los saqué de Egipto. Yo soy el Señor, su Dios.
44 Moisés comunicó a los israelitas las festividades del Señor.

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Introducción a Levítico

LEVITICO

De todos los libros del Antiguo Testamento, el Levítico es el más extraño, el más erizado e impenetrable. Tabúes de alimentos, normas primitivas de higiene, insignificantes prescripciones rituales acobardan o aburren al lector de mejor voluntad. Hay creyentes que comienzan con los mejores deseos a leer la Biblia, y al llegar al Levítico desisten.
Es verdad que este libro puede interesar al etnólogo, porque encuentra en él, cuidadosamente formulados y relativamente organizados, múltiples usos parecidos a los de otros pueblos, menos explícitos y articulados. Sólo que no buscamos satisfacer la curiosidad etnológica. El Levítico es un libro sagrado, recogido entero por la Iglesia y ofrecido a los cristianos para su alimento espiritual como Palabra de Dios.
El Levítico, libro cristiano, ¿no sería mejor decir que es un libro abolido por Cristo? Todos los sacrificios reducidos a uno, y éste renovado en la sencillez de un convite fraterno; todas las distinciones de animales puros e impuros arrolladas por el dinamismo de Cristo, que todo lo asume y santifica. Desde la plenitud y sencillez liberadora de Cristo, el Levítico se nos antoja como un catálogo de prescripciones jurídicas abolidas, como país de prisión que recordamos sin nostalgia. Este sentido dialéctico del libro es interesante, desde luego, y llegará hasta ser necesario para denunciar la presencia reptante del pasado entre nosotros, para sanarmos de la tentación de recaída.
Entonces, ¿aquellas leyes eran malas? ¿Cómo las atribuye la Escritura a Dios? Tenemos que seguir buscando un acceso vivo a estas páginas, y no es poco que desafíen nuestro conformismo y curiosidad. El Levítico nos obliga a buscar, y esto es algo.

Contexto histórico en el que surgió el Levítico. En el s. V a.C. los judíos formaban una provincia bajo el dominio de Persia. No tenían independencia política ni soberanía nacional y dependían económicamente del gobierno imperial. No tenían rey ni tampoco, quizás, profetas, pues la época de las grandes personalidades proféticas había ya pasado. Pero eran libres para practicar su religión, seguir su derecho tradicional y resolver sus pleitos. Muchos judíos vivían y crecían en la diáspora.
En estas circunstancias el Templo y el culto de Jerusalén son la gran fuerza de cohesión, y los sacerdotes sus administradores. La otra fuerza es la Torá, conservada celosamente, interpretada y aplicada con razonable uniformidad en las diversas comunidades. Es así como surgió el enorme cuerpo legislativo conocido posteriormente con el nombre de Levítico -perteneciente al mundo sacerdotal o clerical- con todas las normas referentes al culto, aunque contiene algunas de ámbito civil o laico.
Con cierta lógica, el recopilador insertó este código legal en la narrativa del Éxodo, en el tiempo transcurrido -casi dos años- desde la llegada de los israelitas al Sinaí (Éx 19) y su salida (Nm 10). Es así como el libro del Levítico llegó a formar parte del Pentateuco.

Mensaje religioso. Procuremos trasladarnos al contexto vital del libro, no por curiosidad distante, sino buscando el testimonio humano. Pues bien, en estas páginas se expresa un sentido religioso profundo: el ser humano se enfrenta con Dios en el filo de la vida y la muerte, en la conciencia de pecado e indignidad, en el ansia de liberación y reconciliación. Busca a Dios en el banquete compartido; se preocupa del prójimo tanteando diagnósticos, adivinando y previniendo contagios, ordenando las relaciones sexuales para la defensa de la familia.
El Levítico es en gran parte un libro de ceremonias, sin la interpretación viva y sin los textos recitados. En este sentido, resulta un libro de consulta más que de lectura. Pero, si superando la maraña de pequeñas prescripciones, llegamos a auscultar un latido de vida religiosa, habremos descubierto una realidad humana válida y permanente.
Traslademos el libro al contexto cristiano, y desplegará su energía dialéctica. Ante todo nos hará ver cómo lo complejo se resuelve en la simplicidad de Cristo. Pero al mismo tiempo debemos recordar que la simplicidad de Cristo es concentración, y que esa concentración exige un despliegue para ser comprendida en su pluralidad de aspectos y riqueza de contenido. Cristo concentra en su persona y obra lo sustancial y permanente de las viejas ceremonias; éstas, a su vez, despliegan y explicitan diversos aspectos de la obra de Cristo. Así lo entendió el autor de la carta a los Hebreos, sin perderse en demasiados particulares, pero dándonos un ejemplo de reflexión cristiana.
Contemplando el Levítico como un arco entre las prácticas religiosas de otros pueblos y la obra de Cristo, veremos en él la pedagogía de Dios. Pedagogía paterna y comprensiva y paciente: comprende lo bueno que hay en tantas expresiones humanas del paganismo, lo aprueba y lo recoge, lo traslada a un nuevo contexto para depurarlo y desarrollarlo. Con esos elementos encauza la religiosidad de su pueblo, satisface la necesidad de expresión y práctica religiosa. Pero al mismo tiempo envía la palabra profética para criticar el formalismo, la rutina, el ritualismo, que son peligros inherentes a toda práctica religiosa.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Levítico 23,1-44Festividades del Señor. Si de entre las personas, los objetos, los animales y los productos agrícolas hay que separar algo para consagrarlo al Señor, también es posible hacer lo mismo con el tiempo. Es necesario interrumpir las ocupaciones de cada día para consagrar al Señor algunos breves períodos como una manera de santificar también el tiempo. Ése es el objeto del calendario litúrgico propuesto casi al final de este código de santidad.
Después de una breve indicación sobre la observancia del sábado (3), que no es una fiesta anual sino un día semanal consagrado al descanso, viene la lista de festividades del Señor. El ciclo festivo se inicia con la celebración de la Pascua el día catorce del primer mes (marzo-abril), a la cual se incorporó la fiesta de los Ázimos el día quince con una duración de siete días.
Las siguientes fiestas están conectadas con el ciclo anual de la cosecha: «La primera gavilla» (9-14) indica el momento en el cual se inicia la recolección del grano. Ese día debía presentarse al sacerdote una gavilla o manojo de espigas, quien la ofrecía al Señor agitándola. Se indican los sacrificios de este día, unidos a la fiesta. Le sigue la fiesta de «Las primicias» o de Pentecostés (15-21), es decir, cincuenta días después de las gavillas. Ese día ya no se presentaban espigas, era el fin de la cosecha. La siguiente festividad inaugura el Año nuevo, «rosh hashaná» (24s), anunciada con toque de trompeta. Es día de descanso solemne, en el cual se ofrece una ofrenda al Señor.
En el mismo mes séptimo tiene lugar el «día de la Expiación» (26-32). No se trata propiamente de una fiesta, sino de una celebración penitencial. Aunque no se menciona aquí el rito del chivo expiatorio, sabemos por 16,1-34 que se realizaba este día.
Finalmente, a mitad del mismo mes tenía lugar otra de las festividades más importantes de Israel, «las Chozas» o tabernáculos (34-36.39-43). Probablemente, esta fiesta es de origen agrícola; evoca la costumbre campesina de construir chozas en medio de los campos sembrados, donde almacenaban su cosecha de uvas y aceitunas y al mismo tiempo permanecían aprovechando al máximo la luz del día y cuidando de sus productos. Esta costumbre la trasforma la religiosidad israelita en fiesta litúrgica cambiando su referente; ya no evoca el trabajo del campo, sino la permanencia en tiendas mientras marchaban por el desierto (43).
Así pues, la escuela de santidad sacerdotal (P) propone una vía de santificación del tiempo. En época tardía se añadieron otras fiestas a este calendario, por ejemplo, la fiesta de los «purim» o de las suertes (Est_9:32) y la fiesta de «Hanuká» o dedicación (1Ma_4:59).