Levítico 20 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 27 versitos |
1

Sanciones
Cultos prohibidos
Dt 12,31; 2 Re 17,17; Jr 19,5

El Señor habló a Moisés:
2 – Di a los israelitas:
»Cualquier israelita o emigrante residente en Israel que entregue un hijo suyo a Moloc será castigado con la muerte. Los habitantes del país lo apedrearán.
3 Yo mismo me enfrentaré con él y lo extirparé de su pueblo, por haber entregado un hijo suyo a Moloc, manchando mi santuario y profanando mi Nombre santo.
4 Pero si los habitantes del país se desentienden del que entrega un hijo suyo a Moloc y no ejecutan al culpable,
5 yo mismo me enfrentaré con él y con su familia, y extirparé de su pueblo a él y a cuantos como él se prostituyen con Moloc.
6 »Si uno consulta a los espíritus de los muertos y adivinos para prostituirse con ellos, me enfrentaré con él y lo extirparé de su pueblo.
7 »Ustedes, santifíquense y sean santos, porque yo, el Señor, soy su Dios.
8

Código penal

»Guarden mis leyes poniéndolas por obra. Yo soy el Señor, que los santifica.
9 »El que maldiga a su padre o a su madre, será castigado con la muerte. Caiga su sangre sobre él por haberlos maldecido.
10 »Si uno comete adulterio con la mujer de su prójimo, los dos adúlteros serán castigados con la muerte.
11 »Si uno se acuesta con la concubina de su padre, ofendiendo a su propio padre, ambos serán castigados con la muerte. Caiga su sangre sobre ellos.
12 »Si uno se acuesta con su nuera, ambos serán castigados con la muerte. Han cometido una depravación. Caiga su sangre sobre ellos.
13 »Si un hombre se acuesta con otro hombre como si fuera una mujer, ambos cometen una abominación. Serán castigados con la muerte. Caiga su sangre sobre ellos.
14 »Si uno toma a la vez a una hija y a la madre, es cosa aborrecible. A él y a ellas los quemarán, para que no quede lo aborrecible entre ustedes.
15 »Si uno se acuesta con un animal, será castigado con la muerte. Al animal lo matarás.
16 »Si una mujer se ofrece a un animal para unirse con él, matarás a la mujer y al animal. Serán castigados con la muerte. Caiga su sangre sobre ellos.
17 »Si uno toma a una hermana por parte de padre o de madre y tiene relaciones, es una infamia. Serán públicamente excluidos de su pueblo. Por haber tenido relaciones con su hermana, cargará con su culpa.
18 »Si uno se acuesta con una mujer durante su menstruación, descubriendo ambos la fuente de la sangre, los dos serán excluidos de su pueblo.
19 »No tendrás relaciones con una tía materna o paterna. Por haber tenido relaciones con alguien de su propia sangre, cargarán con su culpa.
20 »Si uno se acuesta con la cuñada de su padre, ofende a su tío. Cargarán con su pecado y morirán sin hijos.
21 »Si uno toma a su cuñada, es una inmundicia. Ofende a su propio hermano. No tendrán hijos.
22

Parénesis final

»Cumplan todas mis leyes y mandatos poniéndolos en práctica, para que no los vomite la tierra a donde los llevo para que habiten en ella.
23 No sigan la legislación de los pueblos que voy a expulsar delante de ustedes, porque me da asco su proceder.
24 Ya les he dicho: Ustedes poseerán su tierra, yo se la voy a dar en posesión, una tierra que mana leche y miel. Yo soy el Señor, su Dios, que los he separado de los demás pueblos.
25 »Separen también ustedes los animales puros de los impuros, las aves impuras de las puras, y no se contaminen con animales, aves o reptiles que yo he separado como impuros.
26 »Sean para mí santos, porque yo, el Señor, soy santo, y los he separado de los demás pueblos para que sean míos.
27 »El hombre o la mujer que consulten a los muertos o a otros espíritus serán castigados con la muerte. Serán apedreados. Caiga su sangre sobre ellos.

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Introducción a Levítico

LEVITICO

De todos los libros del Antiguo Testamento, el Levítico es el más extraño, el más erizado e impenetrable. Tabúes de alimentos, normas primitivas de higiene, insignificantes prescripciones rituales acobardan o aburren al lector de mejor voluntad. Hay creyentes que comienzan con los mejores deseos a leer la Biblia, y al llegar al Levítico desisten.
Es verdad que este libro puede interesar al etnólogo, porque encuentra en él, cuidadosamente formulados y relativamente organizados, múltiples usos parecidos a los de otros pueblos, menos explícitos y articulados. Sólo que no buscamos satisfacer la curiosidad etnológica. El Levítico es un libro sagrado, recogido entero por la Iglesia y ofrecido a los cristianos para su alimento espiritual como Palabra de Dios.
El Levítico, libro cristiano, ¿no sería mejor decir que es un libro abolido por Cristo? Todos los sacrificios reducidos a uno, y éste renovado en la sencillez de un convite fraterno; todas las distinciones de animales puros e impuros arrolladas por el dinamismo de Cristo, que todo lo asume y santifica. Desde la plenitud y sencillez liberadora de Cristo, el Levítico se nos antoja como un catálogo de prescripciones jurídicas abolidas, como país de prisión que recordamos sin nostalgia. Este sentido dialéctico del libro es interesante, desde luego, y llegará hasta ser necesario para denunciar la presencia reptante del pasado entre nosotros, para sanarmos de la tentación de recaída.
Entonces, ¿aquellas leyes eran malas? ¿Cómo las atribuye la Escritura a Dios? Tenemos que seguir buscando un acceso vivo a estas páginas, y no es poco que desafíen nuestro conformismo y curiosidad. El Levítico nos obliga a buscar, y esto es algo.

Contexto histórico en el que surgió el Levítico. En el s. V a.C. los judíos formaban una provincia bajo el dominio de Persia. No tenían independencia política ni soberanía nacional y dependían económicamente del gobierno imperial. No tenían rey ni tampoco, quizás, profetas, pues la época de las grandes personalidades proféticas había ya pasado. Pero eran libres para practicar su religión, seguir su derecho tradicional y resolver sus pleitos. Muchos judíos vivían y crecían en la diáspora.
En estas circunstancias el Templo y el culto de Jerusalén son la gran fuerza de cohesión, y los sacerdotes sus administradores. La otra fuerza es la Torá, conservada celosamente, interpretada y aplicada con razonable uniformidad en las diversas comunidades. Es así como surgió el enorme cuerpo legislativo conocido posteriormente con el nombre de Levítico -perteneciente al mundo sacerdotal o clerical- con todas las normas referentes al culto, aunque contiene algunas de ámbito civil o laico.
Con cierta lógica, el recopilador insertó este código legal en la narrativa del Éxodo, en el tiempo transcurrido -casi dos años- desde la llegada de los israelitas al Sinaí (Éx 19) y su salida (Nm 10). Es así como el libro del Levítico llegó a formar parte del Pentateuco.

Mensaje religioso. Procuremos trasladarnos al contexto vital del libro, no por curiosidad distante, sino buscando el testimonio humano. Pues bien, en estas páginas se expresa un sentido religioso profundo: el ser humano se enfrenta con Dios en el filo de la vida y la muerte, en la conciencia de pecado e indignidad, en el ansia de liberación y reconciliación. Busca a Dios en el banquete compartido; se preocupa del prójimo tanteando diagnósticos, adivinando y previniendo contagios, ordenando las relaciones sexuales para la defensa de la familia.
El Levítico es en gran parte un libro de ceremonias, sin la interpretación viva y sin los textos recitados. En este sentido, resulta un libro de consulta más que de lectura. Pero, si superando la maraña de pequeñas prescripciones, llegamos a auscultar un latido de vida religiosa, habremos descubierto una realidad humana válida y permanente.
Traslademos el libro al contexto cristiano, y desplegará su energía dialéctica. Ante todo nos hará ver cómo lo complejo se resuelve en la simplicidad de Cristo. Pero al mismo tiempo debemos recordar que la simplicidad de Cristo es concentración, y que esa concentración exige un despliegue para ser comprendida en su pluralidad de aspectos y riqueza de contenido. Cristo concentra en su persona y obra lo sustancial y permanente de las viejas ceremonias; éstas, a su vez, despliegan y explicitan diversos aspectos de la obra de Cristo. Así lo entendió el autor de la carta a los Hebreos, sin perderse en demasiados particulares, pero dándonos un ejemplo de reflexión cristiana.
Contemplando el Levítico como un arco entre las prácticas religiosas de otros pueblos y la obra de Cristo, veremos en él la pedagogía de Dios. Pedagogía paterna y comprensiva y paciente: comprende lo bueno que hay en tantas expresiones humanas del paganismo, lo aprueba y lo recoge, lo traslada a un nuevo contexto para depurarlo y desarrollarlo. Con esos elementos encauza la religiosidad de su pueblo, satisface la necesidad de expresión y práctica religiosa. Pero al mismo tiempo envía la palabra profética para criticar el formalismo, la rutina, el ritualismo, que son peligros inherentes a toda práctica religiosa.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Levítico 20,1-27Sanciones. Se puede ver que los castigos sancionados en este capítulo corresponden a las infracciones de las leyes contempladas en el capítulo 18. No se mencionan todas las prohibiciones expuestas allá, pero se supone que toda infracción implica su correspondiente castigo. Nótese que, la mayoría de veces, una infracción acarrea la pena de muerte y en contados casos la exclusión de la comunidad.