Salmos 101 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 8 versitos |
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72; 2 Sm 23,1-7

Voy a cantar la bondad y la justicia:
tocaré para ti, Señor;
2 cantaré tu perfecto proceder:
¿cuándo vendrás a mí?
Quiero obrar con rectitud
dentro de mi palacio.
3 No pondré ante mis ojos
nada abominable;
odiaré al fabricante de ídolos,
jamás se juntará conmigo.
4 Lejos de mí un corazón perverso,
no protegeré al malvado.
5 Al que en secreto habla mal de su prójimo
lo haré callar;
ojos altaneros, corazones arrogantes,
los destruiré.
6 Me fijaré en los leales del país,
para que vivan conmigo;
el que procede honradamente
estará a mi servicio.
7 Jamás habitará en mi palacio
el que actúa con engaño,
el mentiroso no aguantará ante mis ojos.
8 Cada mañana haré callar
a los malvados del país,
eliminando de la Ciudad de Dios
a todos los malhechores.

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Introducción a Salmos

LOS SALMOS

Los salmos son la oración de Israel. Son la expresión de la experiencia humana vuelta hacia Dios. Son expresión de la vida de un pueblo seducido por Dios. La tradición atribuye muchos de ellos al rey David, y algunos a Córaj y a Asaf; pero esto es sólo una cuestión convencional. Una cadena anónima de poetas, a lo largo de siglos, es la imagen más realista sobre los autores de estas piezas.
Como son variadas las circunstancias de la vida y lo fueron las de la historia, así surgieron, se repitieron y se afianzaron algunos tipos de salmos. Por eso resulta preferible una clasificación tipológica atendiendo al tema, los motivos, la composición y el estilo.
Los himnos cantan la alabanza y suelen ser comunitarios: su tema son las acciones de Dios en la creación y la historia. Muy cerca están las acciones de gracias por beneficios personales o colectivos: la salud recobrada, la inocencia reivindicada, una victoria conseguida, las cosechas del campo. De la necesidad brota la súplica, que es tan variada de temas como lo son las necesidades del individuo o la sociedad; el orante motiva su petición, como para convencer o mover a Dios. De la súplica se desprende a veces el acto de confianza, basado en experiencias pasadas o en la simple promesa de Dios.
Los salmos reales se ocupan de diversos aspectos, que llegan a componer una imagen diferenciada del rey: batallas, administración de la justicia, boda, coronación, elección de la dinastía, y hay un momento en que estos salmos empiezan a cargarse de expectación mesiánica. Otro grupo canta y aclama el reinado del Señor, para una justicia universal.
El pecador confiesa su pecado y pide perdón en salmos penitenciales, o bien el grupo celebra una liturgia penitencial. Hay salmos para diversas ocasiones litúrgicas, peregrinaciones y otras fiestas. Otros se pueden llamar meditaciones, que versan sobre la vida humana o sobre la historia de Israel. Y los hay que no se dejan clasificar o que rompen el molde riguroso de la convención.
Los salmos se compusieron para su uso repetido: no los agota el primer individuo que los compone o encarga, ni la primera experiencia histórica del pueblo. Como realidades literarias, quedan disponibles para nuevas significaciones, con los símbolos capaces de desplegarse en nuevas circunstancias. A veces un retoque, una adición los adapta al nuevo momento; en otros casos basta cambiar la clave.
Por esta razón los salmos se conservaron y coleccionaron. Sabemos que surgieron agrupaciones menores y que después se coleccionaron en cinco partes (como un pentateuco de oración): 2-41; 42-72; 73-89; 90-106; 107-150. En el proceso de coleccionar, la división y numeración sufrió menoscabo: algunos salmos están arbitrariamente cortados en dos (9-10; 42-43); otros aparecen duplicados, al menos en parte (70 y 40; 53 y 14). Se explica que en la tradición griega se haya impuesto otra numeración. Aquí daremos la numeración Hebrea, añadiendo entre paréntesis la grecolatina.
En general, el estilo de los salmos se distingue por su realismo e inmediatez, no disminuido por la riqueza de imágenes y símbolos elementales; sólo algunos fragmentos con símbolos de ascendencia mítica se salen del cuadro general. Es intensa la expresión sin caer jamás en sentimentalismo. El lirismo es más compartido que personal; en muchos casos podríamos hablar de planteamientos y desarrollos dramáticos. La sonoridad y el ritmo son factores importantes del estilo. No sabemos cómo se ejecutaban: muchos se cantaban, probablemente con solistas y coro unísono; algunos quizá se danzaban, otros se recitaban en marchas o procesiones; otros acompañarían ritos específicos. Algunas de las notas añadidas por los transmisores parecen referirse a la ejecución. Estas notas, que asignan una situación histórica o dan una instrucción litúrgica, no son originales, por eso han sido omitidas en el texto, aunque entren en la numeración admitida.
Los salmos son también oración privilegiada de la comunidad cristiana y del individuo aislado. Muchos fueron rezados por nuesto Señor Jesucristo, quien les dio la plenitud de sentido que podían transportar. La experiencia de Israel y del hombre pasan por Cristo y debe encontrar de nuevo expresión en estas oraciones; su lenguaje puede llegar a ser lenguaje del rezo cristiano. El libro de los salmos es un repertorio que suministra textos para diversas ocasiones y a diversos niveles; su lectura puede interesar, pero sólo rezados serán realmente comprendidos.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Salmos 101,1-8Este salmo ha sido llamado «espejo de príncipes» o discurso de la corona. El príncipe heredero o el joven monarca anuncia las líneas programáticas de su gobierno. La vida ejemplar que se propone es, en definitiva, una canción al amor y a la justicia del Señor. Con su vida coreará el perfecto proceder del Señor (1-2a). Quien se propone cuanto dice en el programa no es más que un vasallo, que invita al Soberano a que le visite: «¿cuándo vendrás a mí?» (2b). La conducta del príncipe o del monarca será íntegra (2c), semejante a la del Señor. No soportará a los idólatras ni a los fabricantes de ídolos (3); su corazón íntegro no tolerará junto a sí un corazón perverso (4); acabará con los difamadores y con los arrogantes (5), también con los malvados y con los malhechores (8); sus servidores serán los leales y quienes proceden honradamente (6), no los engañadores ni los mentirosos (7). Sueña con una ciudad ideal, en la que no quepan los malvados ni los malhechores, por ser la ciudad del Señor (8). Jesús vino a servir y quiso rodearse de servidores (Mar_10:41-45), a la vez que proclamó la bienaventuranza de los pobres y de los perseguidos (Mat_5:3. 10). Éste en un buen salmo para afrontar nuestras responsabilidades en la Iglesia y en la sociedad.