Jeremías  32 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 44 versitos |
1

Jeremías rescata un terreno
Lv 25,25; Rut 3s

Palabras que el Señor dirigió a Jeremías el año décimo del reinado de Sedecías en Judá, que corresponde al año dieciocho de Nabucodonosor.
2 Entonces sitiaba a Jerusalén el ejército del rey de Babilonia, y el profeta Jeremías estaba preso en el atrio de la guardia, en el palacio real de Judá.
3 Lo había encarcelado Sedecías, acusándole:
– Tú has profetizado: Así dice el Señor: Yo entregaré esta ciudad en manos del rey de Babilonia, para que la conquiste.
4 Sedecías, rey de Judá, no escapará de manos de los caldeos, sino que será entregado sin falta en manos del rey de Babilonia, que le hablará cara a cara, y sus ojos verán sus ojos.
5 Y llevará a Sedecías a Babilonia, y allí quedará hasta que yo me ocupe de él – oráculo del Señor– . Si luchan contra los caldeos, no vencerán.
6 Jeremías contestó:
– El Señor me ha dirigido la palabra:
7 Hanamel, hijo de tu tío Salún, vendrá a decirte: Cómprame el campo de Anatot, porque a ti te corresponde rescatarlo comprándolo.
8 Y vino a visitarme mi primo, como había dicho el Señor, al atrio de la guardia, y me dijo: Cómprame el campo de Anatot, en territorio de Benjamín, porque a ti te corresponde rescatarlo y adquirirlo: cómpramelo. Yo comprendí que era una Palabra del Señor.
9 Y, así, compré el campo de Anatot a mi primo Hanamel; pesé el dinero: diecisiete monedas de plata.
10 Escribí el contrato, lo sellé, hice firmar a los testigos y pesé la plata en la balanza.
11 Después tomé el contrato sellado, según las normas legales, y la copia abierta,
12 y entregué el contrato a Baruc, hijo de Nerías, de Majsías, en presencia de Hanamel, mi primo, en presencia de los testigos que habían firmado el contrato y en presencia de los judíos que estaban en el atrio de la guardia.
13 En presencia de ellos ordené a Baruc:
14 Así dice el Señor Todopoderoso, Dios de Israel: Toma estos contratos, el sellado y el abierto, y mételos en una jarra de barro, para que se conserven muchos años.
15 Porque así dice el Señor Todopoderoso, Dios de Israel: Todavía se comprarán casas y campos y huertos en esta tierra.
16

Oración de Jeremías

Después de entregar a Baruc, hijo de Nerías, el contrato, oré al Señor:
17 ¡Ay, mi Señor! Tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder, con brazo extendido, nada es imposible para ti.
18 Tú tratas con misericordia por mil generaciones, pero castigas el pecado de los padres en los hijos que les suceden. Dios grande y esforzado, cuyo Nombre es Señor Todopoderoso.
19 Grande en ideas, poderoso en acciones, cuyos ojos están abiertos sobre los pasos de los hombres, para pagar a cada uno su conducta, lo que merecen sus acciones.
20 Tú hiciste signos y prodigios en Egipto un día como hoy, en Israel y entre todos los hombres, y te has ganado fama que dura hoy.
21 Sacaste de Egipto a tu pueblo, Israel, con prodigios y portentos, con mano fuerte y brazo extendido, y con gran terror.
22 Les diste esta tierra, que habías jurado a sus padres darles, tierra que mana leche y miel,
23 y entraron a poseerla. Pero ellos no te obedecieron, no procedieron según tu ley, no hicieron lo que les habías mandado hacer; por eso les enviaste todas estas desgracias.
24 Mira, los terraplenes ya llegan hasta la ciudad para conquistarla, la ciudad está entregada en manos de los caldeos, que la atacan con la espada, el hambre y la peste. Sucede lo que anunciaste, y lo estás viendo.
25 Y tú, mi Señor, me dices: Cómprate el campo con dinero, ante testigos, mientras la ciudad cae en manos de los caldeos.
26 El Señor dirigió la palabra a Jeremías:
27 – Yo soy el Señor, Dios de todos los humanos: ¿hay algo imposible para mí?
28 Por eso, así dice el Señor: Yo entrego esta ciudad en manos de los caldeos, en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia; para que la conquiste.
29 Los caldeos que la atacan entrarán en esta ciudad y le pondrán fuego. La quemarán con las casas, en cuyas azoteas se quemaba incienso a Baal y se hacían libaciones a dioses extranjeros, para irritarme.
30 Porque israelitas y judíos hacen lo que yo repruebo desde su juventud; los israelitas me irritan con las obras de sus manos – oráculo del Señor– .
31 Esta ciudad ha provocado mi ira y mi cólera desde que la construyeron hasta hoy. La tendré que apartar de mi presencia,
32 por todas las maldades que comenten israelitas y judíos, irritándome todos, con sus reyes y príncipes, con sus sacerdotes y profetas, los judíos y los habitantes de Jerusalén.
33 Me dan la espalda, y no la cara. Yo los aleccionaba sin cesar, y ellos no escuchaban ni escarmentaban.
34 Ponían sus ídolos en la casa que llevaba mi Nombre, profanándola.
35 Construían capillas a Baal, en el valle de Ben-Hinón, para pasar por el fuego a sus hijos e hijas, en honor de Moloc. Cosa que yo no mandé ni se me pasó por la cabeza. Hicieron prácticas idolátricas semejantes, haciendo pecar a Judá.
36

El Señor ratifica las palabras del profeta

Y ahora así dice el Señor, Dios de Israel, a esta ciudad de la que ustedes dicen: Va a caer en manos del rey de Babilonia, por la espada, el hambre y la peste.
37 Miren que yo los congregaré en todos los países por donde los dispersó mi ira y mi cólera y mi gran furor. Los traeré a este lugar, y los haré habitar tranquilos.
38 Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios.
39 Les daré un corazón entero y una conducta íntegra, para que me respeten toda la vida, para su bien y el de sus hijos que los sucedan.
40 Haré con ellos alianza eterna, y no cesaré de hacerles bien. Les infundiré respeto a mí, para que no se aparten de mí.
41 Gozaré haciéndoles el bien. Los plantaré de verdad en esta tierra, con todo mi corazón y toda mi alma.
42 Porque así dice el Señor: Lo mismo que envié a este pueblo esta gran calamidad, también yo mismo les enviaré todos los bienes que les prometo.
43 Se comprarán campos en esta tierra, de la que ustedes dicen: Está desolada, sin hombres ni ganado, y cae en manos de los caldeos.
44 Se comprarán campos con dinero, ante testigos, se escribirá y sellará el contrato en el territorio de Benjamín y en el distrito de Jerusalén, en las poblaciones de Judá, de la Sierra, de la Sefela y del Negueb, porque cambiaré su suerte – oráculo del Señor– .

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Introducción a Jeremías 

JEREMÍAS

La época. Sobre la época del ministerio de Jeremías estamos bastante bien informados gracias a los libros de Reyes y Crónicas, algunos documentos extrabíblicos y el mismo libro de Jeremías. Es una época de cambios importantes en la esfera internacional, dramática y trágica para los judíos. Durante la segunda mitad del siglo VII a.C. Asiria declina rápidamente, se desmorona y cede ante el ataque combinado de medos y persas. Josías, rey de Judá (640-609 a.C.), aprovecha la coyuntura para afianzar su reforma, extender sus dominios hacia el norte y atraer a miembros del destrozado reino del norte.
También se aprovecha Egipto para extender sus dominios sobre Siria y contrarrestar el poder creciente de Babilonia. Los dos imperios se enfrentan; el faraón es derrotado y cede la hegemonía a Babilonia. Josías, mezclado en rivalidad, muere en 609 a.C. En Judá comienza el juego de sumisión y rebelión que acabará trágicamente. La rebelión de uno de los reyes, Joaquín (609-598 a.C.) contra el pago del tributo, provoca la primera deportación de gente notable a Babilonia y el nombramiento de un rey sumiso, Sedecías. La rebelión de éste, provoca el asedio, la matanza y la gran deportación (586 a.C.). Judá deja de existir como nación soberana.

El profeta Jeremías. Pocas personalidades del Antiguo Testamento nos resultan tan conocidas y próximas como el profeta Jeremías, nacido en Anatot, pueblo de la tribu de Benjamín, a mediados del siglo VII a.C. A Jeremías lo conocemos a través de los relatos, de las confesiones en las que se desahoga con Dios, por sus irrupciones líricas en la retórica de la predicación. Comparado con el «clásico» Isaías, lo llamaríamos «romántico». Como sus escritos (36,23s), Jeremías es el «profeta quemado».
Su itinerario profético, que comienza con su vocación en 627 a.C., es trágico y conmovedor. Tras una etapa de ilusión y gozo en su ministerio, sucede la resistencia pasiva del pueblo, y activa y creciente de sus rivales, entre los que se encuentran autoridades, profetas y familiares. Su predicación es antipática y sus consignas impopulares. En su actuación, va de fracaso en fracaso; su vocación llega a hacerse intolerable, necesitando la consolación de Dios.
Se siente desgarrado entre la nostalgia de los oráculos de promesa y la presencia de los oráculos de amenaza que Dios le impone; entre la solidaridad a su pueblo, que le empuja a la intercesión, y la Palabra del Señor que le ordena apartarse y no interceder; entre la obediencia a la misión divina y la empatía con su pueblo. Con ojos lúcidos de profeta, contempla el fracaso sistemático de toda su vida y actividad, hasta hacerle exclamar en un arrebato de desesperación: «¡Maldito el día en que nací!... ¿Por qué salí del vientre para pasar trabajos y penas y acabar mis días derrotado?» (20,14-18).
Nuestro profeta es como un anti-Moisés. Se le prohíbe interceder. Tiene que abandonar la tierra y marchar forzado a Egipto, donde seis años después muere asesinado a manos de sus propios compatriotas. De su muerte trágica se salva un libro, y en ese libro pervive la personalidad de Jeremías con un vigor excepcional. Su vida y pasión parece en muchos aspectos una anticipación de la de Cristo.

El libro de Jeremías. Jeremías es un poeta que desarrolla con gran originalidad la tradición de sus predecesores; sobresale su capacidad de crear imágenes y de trascender visiones simples y caseras. El estilo de la poesía se distingue por la riqueza imaginativa y la intensidad emotiva. La prosa narrativa, siguiendo la gran tradición israelita de brevedad, inmediatez e intensidad, es de lo mejor que leemos en el Antiguo Testamento, haciendo de la obra una de las más asequibles para al lector de hoy.
Se suelen repartir los materiales del libro en tres grandes grupos: 1. Oráculos en verso, subdivididos en: oráculos para el pueblo y el rey, confesiones del profeta (10,18-12,6; 15,10-21; 17,14-18; 18, 18-23; 20,7-18), oráculos contra naciones paganas (25 y 46-51). 2. Textos narrativos con palabras del profeta incorporadas. 3. Discursos en prosa elaborados en estilo deuteronomista (7,1-8,3; 11,1-14; 16,1-13; 17,19-27; 18,1-12; 21,1-10; 22,1-5; 25,1-14; 34,8-22; 35,1-19).

Mensaje religioso de Jeremías. Jeremías es un profeta que vive en su propia carne el drama de una fidelidad absoluta a Dios y una absoluta solidaridad con el pueblo rebelde y desertor a quien, fiel a su vocación profética, tiene que anunciar la catástrofe a la que le llevan sus pecados.
Su fidelidad y continuo contacto con Dios, sellados por el sufrimiento, llevará a la conciencia del pueblo la necesidad de un nuevo tipo de relación con el Señor, más íntima y personal, más enraizada en el corazón de las personas que en una alianza jurídica y externa. Esta relación de obediencia es el culto que Dios desea y que deberá manifestarse en juzgar según derecho y en la defensa de la causa del huérfano y del pobre.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Jeremías  32,1-15Jeremías rescata un terreno. Cuando todo parecía que se hundía a causa de la presencia de las tropas invasoras de Nabucodonosor, Jeremías realiza una nueva acción de contenido simbólico. Se trata de la compra de un campo en su pueblo Anatot, realizada en el marco de la institución legal del rescate o «goelato» vigente en Israel (cfr. Lev_25:23-55). Con esta acción, Jeremías daba a entender que no todo estaba perdido, que aún había esperanza. ¿Cuáles son los signos de esperanza en nuestra época y cómo ayudamos a la gente a descubrirlos?


Jeremías  32,16-35Oración de Jeremías. Jeremías hace una síntesis de la historia de Israel y de sus relaciones con Dios. El motivo de la oración es el rescate del campo que acaba de realizar; Dios mismo tiene que explicarle al profeta su sentido.
Jeremías  32,36-44El Señor ratifica las palabras del profeta. El castigo para Israel es necesario, pero después vendrá una época de renovadas relaciones entre el pueblo y su Dios, época que se describe aquí como una nueva alianza.